Latinoamérica
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La reveladora visita de George Bush
Gonzalo Silva
Brecha
El presidente Tabaré Vázquez volvió a dejar en "off-side" a su canciller
cuando éste se enteró por la prensa, pocas horas antes de concurrir al
Parlamento, de que en un mes Uruguay recibirá la visita del presidente George W
Bush. La intención habría sido la de dejar fuera de competencia al principal
escollo, dentro del gabinete, de la política de acercamiento a Estados Unidos.
La próxima presencia en suelo uruguayo del presidente estadounidense George W
Bush no sólo provocó el rechazo de gran parte de la izquierda uruguaya y la
euforia de quienes aspiran a establecer relaciones carnales con la primera
potencia del mundo, sino que puso una vez más sobre la mesa los problemas
existentes entre la cancillería y el presidente de la República.
El by-pass realizado por la Presidencia y el embajador uruguayo en Washington,
Carlos Gianelli, dejó descolocado al canciller Reinaldo Gargano,que se enteró a
traves de los medios de comunicación de la visita de Bush.
Según pudo saber BRECHA, el embajador Gianelli salteó a su superior para
informar directamente al secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, de la
decisión de la Casa Blanca.
El episodio muestra las dificultades de relación entre el presidente Vázquez y
su canciller, pero especialmente obliga a una interrogante: ¿es el by-pass una
forma de pedirle la renuncia? El episodio, a 24 horas de la comparecencia del
ministro a la Comisión Permanente del Poder Legislativo, no hace más que
desautorizar a Gargano, que precisamente es cuestionado desde la oposición por
su escasa -o nula- participación en las decisiones fundamentales sobre la
política de inserción internacional del país.
Este nuevo hecho venía precedido, como confesó el canciller ante la Mesa
Política del FA, de su marginación de la redacción y del conocimiento de los
contenidos del tifa que recientemente firmaron los gobiernos de Uruguay y
Estados Unidos. Tampoco participó de las conversaciones que el facilitador
español Juan Antonio Yáñez Barnuevo mantuvo con los jerarcas uruguayos para
destrabar el conflicto por la instalación de la planta de celulosa de Botnia en
la margen oriental del río Uruguay.
Si esos dos últimos asuntos fueron los disparadores para que los blancos lo
convocaran a rendir cuentas, "puentearlo" en el tema de la visita de Bush no
parece precisamente una forma de respaldarlo desde la Presidencia. A esta altura
resulta evidente que la posición pro Mercosur de Gargano no es compartida por
Vázquez y su entorno inmediato -incluido el equipo económico- y que el canciller
es un escollo en la política de acercamiento a Estados Unidos, que desde tiempo
atrás se viene impulsando.
Sin embargo, en estas horas no parece que el presidente vaya a tomar la decisión
de relevarlo del cargo o de darle un destino dentro del gabinete que lo aleje de
las decisiones de política internacional (aunque al cierre de esta edición
algunas fuentes no descartaron que el resultado de la reunión de ayer pudiera
provocar la adopción de alguna decisión). De acuerdo con fuentes
gubernamentales, el canciller le habría manifestado a Vázquez, cuando comenzó la
discusión sobre un posible TLC con Estados Unidos -al que Gargano siempre se
opuso-, que si él era una traba para la política que pensaba desarrollar, estaba
dispuesto a renunciar, pero que la decisión debía ser tomada por el primer
mandatario.
Destituir un ministro no es cosa fácil, sobre todo cuando el discurso oficial
insiste en la unanimidad en el rumbo que el gobierno ha tomado.
Asimismo, la exposición pública de las diferencias y el reconocimiento del
propio ministro de Relaciones Exteriores de que no tiene arte ni parte en las
resoluciones fundamentales en materia de inserción internacional, no es menos
gravosa para el gobierno progresista. De ahí que la estrategia presidencial
parece estar dirigida a lograr una dimisión voluntaria del canciller, cosa que
éste hasta el momento ha descartado.
Gargano recibió ayer varias llamadas de sus colegas del gabinete, para
expresarle su respaldo ante los ataques de la oposición y de algunos medios de
comunicación. Sin embargo, todo hace presumir que, más temprano que tarde, será
removido y que sus pares no pondrán el grito en el cielo cuando eso ocurra.
Naturalmente existe una danza de nombres para sustituirlo, entre ellos los del
embajador Gianelli -de extracción blanca y que últimamente se acercó al ps, pero
que obviamente no está en sintonía con el canciller- y, una vez más, el del
contador Enrique Iglesias. Tampoco se descarta algún enroque en el gabinete; se
ha mencionado en especial la posibilidad de que pase a desempeñarse en la
cancillería el actual ministro de Industria y Energía, Jorge Lepra, el único no
frenteamplista del gabinete.
¿LA HISTORIA NOS LLAMA?
La visita de Bush ha despertado otras reacciones que no están vinculadas a
posibles cambios en los ministerios. Entre ellas el reclamo de algunos
dirigentes sectoriales del FA, de acceder a la información por vías orgánicas y
no a través de los medios de comunicación. Ese mal lo padecieron la mayoría de
los ministros, ya que en el consejo celebrado el lunes 5 no hubo información
alguna sobre la próxima visita de Bush.
Pero lo difícil para los dirigentes frenteamplistas, especialmente para los de
los sectores denominados de la izquierda histórica, es encontrar el equilibrio
entre la razón instrumental y la razón sustantiva. Si muchas veces el FA
denunció a los gobiernos de Estados Unidos como guerreristas e imperialistas,
ese sayo parece caerle a Bush mejor que a nadie. Fueron unánimes las condenas
del FA a la invasión a Irak y a otras actitudes del gobierno estadounidense.
Incluso desde filas del FA se denunció la política desestabilizadora de Estados
Unidos respecto a los gobiernos de Hugo Chávez, en Venezuela, y de Evo Morales
en Bolivia, y con relación al Plan Colombia.
Sin embargo, por otro lado las "razones de Estado" obligan a la fuerza política
gobernante a tener especial cuidado en el mantenimiento de las relaciones
comerciales, incluso a encontrar los mecanismos que las amplíen.
Ello sin dejar de reiterar que las mismas tienen como marco descartado la firma
de un TLC.
La diputada Ivonne Passada (MPP) dijo a BRECHA que debe haber "un control social
y de la fuerza política de todos los acuerdos que se puedan firmar a nivel
internacional, no solamente con Estados Unidos. Otra vez se debe poner en el
debate que no es bueno mirar siempre hacia un solo lugar.
Uruguay debe apostar a la apertura y colocar en muchos mercados y no en uno
solo". Por consiguiente, recordó, "existe en el FA una resolución contraria al
TLC y aunque todavía no fue laudada por la Mesa Política hay respecto al tifa
una opinión mayoritaria de que todo lo que surja de ese marco sea informado a la
dirección frenteamplista para que ella fije posición sobre los temas a
negociar".
Por su parte, el senador Eduardo Lorier (PCU) se preguntó sobre la razón de la
visita de Bush, dado que "en el cuadro de un TLC rechazado y a pesar del tifa,
no vemos mucho espacio para avanzar en la negociación comercial, salvo que
hubiera una negociación para firmar algo entre los dos presidentes y nosotros no
supiéramos". Sin embargo dijo no creer en esa última hipótesis.
Para algunos otros dirigentes del FA, si se descarta la posibilidad de un empuje
superlativo al comercio con Estados Unidos como resultado de la visita de Bush,
la razón hay que buscarla en una operación política de Washington.
En ese plano, fuentes frenteamplistas señalaron que la presencia del mandatario
estadounidense parece oficiar como respaldo a una línea presidencial, que la
administración Bush entiende permitirá perforar el Mercosur. Desde esta visión
crítica de la política de inserción internacional de Uruguay, se sostiene que
hay un hilo conductor entre las continuas críticas al pacto regional, el
ninguneo de Gargano, y la futura visita de Vázquez a la presidenta chilena,
Michelle Bachelet. Chile es el ejemplo a seguir para el equipo económico -un
factor esencial en la concepción de inserción internacional dominante en el
Ejecutivo uruguayo- y uno de los modelos aplaudidos desde la primera potencia
mundial.
De ahí que la preocupación sea básicamente por el contexto en que se da la
visita de Bush. Menos receloso, el senador Enrique Rubio (va) sostuvo que la
presencia del mandatario estadounidense debe ser entendida en una actitud de
reciprocidad y de correspondencia a la invitación de Vázquez.
Por tanto debe inscribírsela en la lógica de la relación entre jefes de Estado y
no implica compartir la concepción internacional de Estados Unidos.
Varios de los dirigentes consultados pusieron énfasis en remarcar su diferencia
con la política internacional de Bush. Passada recordó que Uruguay se opuso a la
invasión a Irak, y la fuerza política a la continua intromisión de Washington en
los asuntos internos de terceros países. El secretario general del ps, Eduardo
Fernández, advirtió que su partido "repudia al presidente Bush y toda la
política que ha llevado adelante, no sólo respecto a Afganistán, Irak e Irán,
sino también con Cuba y todos los demás países latinoamericanos". Todo lo que ha
generado con su política de guerra. "Por supuesto, repudiamos la venida de Bush",
dijo a BRECHA.
Por tratarse de "un jefe de Estado que solicita venir, el presidente tiene que
recibirlo". Agregó Fernández: "Nosotros nos vamos a manifestar, pero no hay
resolución de participar de movilización alguna, como se ha dicho en la prensa.
Seguramente nos vamos a expresar en los muros y obviamente que no habrá ningún
pasacalle que diga 'bienvenido compañero Bush'".
Lorier dijo a BRECHA que llega un "cadáver político, un presidente
desprestigiado como nunca, con una base de apoyo en Estados Unidos que hoy es
menor al 30 por ciento y que sigue cayendo. Eso se reflejó en las elecciones
parlamentarias donde perdió la mayoría de ambas cámaras". Entre los aspectos
condenables de su gestión, Lorier destacó la invasión a Irak, el descubrimiento
de las torturas y las prisiones clandestinas, de las escuchas secretas. "Son
todos hechos que lo ubican como uno de los presidentes más represivos y poco
respetuosos de los derechos humanos, como no sucedía desde hace décadas. Pero de
repente algunos dirán que es un honor su presencia en Uruguay.
En tanto, el 26 de Marzo, en un editorial del diario La Juventud, anunció ayer,
jueves, que el sector estará presente el 1 de marzo en el acto público en "el
que el presidente Vázquez hará un balance de los dos años de gobierno, allí
tendremos que estar para rechazar su política internacional, para condenar la
profundización de la relación con el imperio y del crecimiento de la dependencia
con Estados Unidos (...) para que tanto el gobierno uruguayo como el de Estados
Unidos sepan con claridad cuál es el sentir del pueblo uruguayo".
Ayer (por el jueves 8) el Secretariado del pit-cnt decidió convocar a una marcha
de rechazo para el día en que Bush llegue a Montevideo, cuyos detalles se
analizarán en una Mesa Representativa convocada para el miércoles 14. Fucvam
también se pronunció contra la visita y anunció que coordinará con otras
organizaciones sociales una manifestación de repudio al presidente
estadounidense.
UNA HISTORIA NUTRIDA DE DIVERGENCIAS
Los desencuentros del presidente con Reinaldo Gargano tienen una larga
historia; incluso se pueden ubicar originalmente en la reticencia de Tabaré
Vázquez a nombrarlo para el cargo. A comienzos de 2005 se barajó la posibilidad
de que el canciller de la República fuera una figura no frenteamplista (por
ejemplo el ex canciller Sergio Abreu).
El primer episodio fue la designación de los embajadores, siendo muy sonado el
caso del representante uruguayo en Francia, Héctor Gros Espiell, anunciado en la
prensa en la mañana, desmentido en esas mismas horas por Gargano y confirmado en
la tarde por Vázquez. Luego, otros hechos fueron construyendo un rosario de
desencuentros: por ejemplo, la aceptación de la designación de Carlos "Chacho"
Álvarez como secretario general del Mercosur.
Ahí Vázquez dio el sí a una consulta de Néstor Kirchner sin avisarle a su
canciller. En esa oportunidad Gargano estuvo a punto de renunciar.
Entre los más recientes se cuentan el conflicto por las visiones contrapuestas
en torno al TLC y la conferencia de prensa posterior al discurso del presidente
en Punta Cala: Vázquez dijo que "el tren algunas veces pasa sólo una vez en la
vida", en referencia a la conveniencia de aprovechar la oportunidad de llegar a
un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. A la salida de la reunión, el
canciller dijo a los periodistas que el asunto era que el tren no lo llevara por
delante.
Gargano ha sido el ministro que ha enfrentado con firmeza la política de
inserción internacional impulsada por los ministros Astori y Lepra. Siempre
declaró públicamente su postura contraria a un TLC con Estados Unidos, aun
cuando el presidente llamó a silencio a su gabinete. A fines del pasado año y al
regreso de la cumbre del Mercosur en Rio de Janeiro, destacó -mientras Astori y
Vázquez decían volver con las alforjas vacías- los avances registrados en favor
de resolver las asimetrías del pacto regional.