Latinoamérica
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García, el poder constituyente y el poder constituido.
La tragedia de querer manipular las fuerzas de la historia
Ricardo Jimenez
Como en la mítica figura del "aprendiz de brujo", el presidente peruano Alan
García, da muestras por estos días de su desmedida pretensión de domar a su
antojo incontenibles fuerzas históricas. Se muestra religiosamente convencido de
que la fórmula "neoliberal fujimontesinista" es infalible. Es decir, que la
subordinación al poder e intereses de la oligarquía limeña y la política
imperial norteamericana para la región, mezcladas con el manejo sicosocial y
totalitario de los medios de prensa, a través de "golpes" populistas,
indefectiblemente permiten sortear las crisis estructurales profundas y
convertir al Perú en nuevo "Chile". El que acusaba a Ollanta Humala de una
supuesta "copia" del "modelo venezolano", se muestra, sin empachos, público
calco del "modelo chileno". Ciertamente, como es difícil que el terno de otro le
quede a uno, este calco requiere ajustes propios. Y ahí entra la velada
admiración de García por el Fujimontesinismo. Su democracia autoritaria y
represiva, efectiva para sostener el "modelo", aunque ilegítima desde la
Constitución de Montesinos para abajo (eso es "solo un detalle"). Y, sobre todo,
lo que más acomoda a su personalidad vanidosa, los "golpes de efecto
mediáticos". Tan propicios a la prensa peruana, irrefrenablemente degradada a
estamento asalariado de los poderes oligárquicos propietarios.
García, ante esa degradación, se amolda a la perfección. Como buen político
neoliberal considera que el derecho de propiedad de los medios masivos de
comunicación, legitiman incontestablemente el uso irresponsable y doloso de
ellos con fines políticos y aún corporativos. La crítica falta de ciudadanía
–formada, informada- y de institucionalidad democrática seria, limpia, legítima,
ambas mutuamente condicionadas, no son para él un problema (eso es preocupación
de poetas amarrados a las viejas concepciones). Él ha comprendido que son la
mejor, tal vez la crucial, garantía de gobiernos como el de Alejandro Toledo y
el suyo propio, momentos en una misma continuidad neoliberal y pro imperial. No
se trata de formar ciudadanos e instituciones, se trata de que el pueblo, cuando
menos, no haga problemas ni ponga obstáculos al gobierno y el poder fáctico de
la oligarquía y sus cúpulas políticas, donde el aprismo de García se ha ganado
un lugar hegemónico. Si eso significa empobrecer la ciudadanía y las
instituciones, azuzando las más bajas pasiones e instintos de la mayoría para
manipularlos a favor de las políticas "chilenizantes" (modernizadoras, en la
nomenclatura alanista), pues bienvenido sea.
De ahí el permanente reflote y actualización del consenso antiterrorista, único
capaz de legitimar el andamiaje represivo anti popular imprescindible al modelo
neoliberal excluyente. Claro, como a diferencia de Fujimori, no existen
realmente luchas armadas, no importa pagar el costo de sucesivos fiascos, como
los de un ínfimo grupo de seis u ocho muchachos y muchachas que "hacía escuela
guerrillera", con ejercicios de gimnasia… ¡en una plaza pública de Lima! O el de
los campesinos en la sierra, supuestos "senderistas", dejados en libertad, por
falta de pruebas, después de que las autoridades del gobierno aseguraron
reiteradas veces lo contrario. Todo vale para revivir el tan efectivo método
fujimontesinista de manipulación popular, a través del consenso antiterrorista.
Si no hay peligros reales, bien se puede echar mano de campesinos indefensos a
los cuales acusar impunemente, o de charlatanes izquierdistas que nunca faltan,
y a los cuales incluso se les hace un favor con la publicidad.
De ahí, la persistente sed de sangre del presidente por la pena de muerte, o
para terroristas o para violadores. Mismo Antauro Humala, decidido a matar como
remedio de todos los males, está dispuesto a apelar a la "soberanía popular",
mediante plebiscito, para imponerla. Llega García así a una convergencia
sorprendente con el "populismo" de Hugo Chávez y el "fundamentalismo indígena"
de Evo Morales, a los que tanto crítica, sobre todo al regreso de visitar los
Estados Unidos, cuya poderosa aviación, transforma mágicamente, el arrojar
bombas sobre niños, de terrorismo, en "legítima defensa". Pretende García, como
el aprendiz de brujo, que puede manipular la creciente corriente histórica de la
región, hacia la democracia auténtica, a través del poder constituyente de las
mayorías, para su uso limitado y demagógico. Piensa que basta el control
totalitario de los medios por la oligarquía limeña, la complicidad
fujimontesinista y una consulta popular limitada y con claro objetivo de azuzar
las más bajas pasiones e instintos populares, empobreciendo a la ciudadanía en
el mismo movimiento, para "confundirse" también entre los nuevos liderazgos,
como el de Chávez y Morales.
Sin duda, una audaz jugada mediática, destinada a responder a la inesperada
consolidación de esos "populismos" a los que decretó muertos y enterrados, pero
que los inoportunos triunfos en Nicaragua, Venezuela y Ecuador, amenazan con
traer chispas a las "cenizas aún humeantes" del propio cadáver decretado, el del
nacionalista Ollanta Humala, al que no se deja, paradojalmente, de "rematar"
todos los días en la prensa. Esa "insoportable soledad" regional de García,
llena de malos presagios, y ante la cual no le queda otra que entregarse indigna
y públicamente a la voraz oligarquía y militarismos chilenos. En una desesperada
carrera para convertir cada visita de la presidenta chilena en una "nueva
alianza regional". Más patéticos por cuanto la misma Bachelet es una evidente
aliada poco confiable, que no se entrega como él y Uribe, por completo a los
dictados imperiales. Y a la cual cada vez que estrecha su mano debe pagar el
precio de silenciar la pública carrera armamentista chilena en las mismas
fronteras peruanas, y numerosas concesiones y ventajas financieras y
comerciales, como la imposibilidad de los peruanos de abrir bancos o aerolíneas
en Chile, mientras el Perú es coto de caza de los magnates chilenos.
Nada refleja mejor esta precaria situación de García en la región y ante las
fuerzas democráticas y soberanas que la recorren, que su actitud en la asunción
del mando del presidente ecuatoriano Rafael Correa hace algunas semanas. Sentado
justo detrás del presidente mientras éste reivindicaba a Bolívar mostrando su
espada al presidente venezolano Hugo Chávez, las cámaras captaron su figura
arrellanada en la silla, con la mano sujetando su cara seria, larga, incómoda.
Tal vez recordando su impresentable bajeza pública de tratar de oponer a san
Martín contra Bolívar, meses antes, retomando los argumentos de los peores
falsificadores pro-imperiales, apuñalando desembozadamente el ideario de Haya de
la Torre. Tal vez tomando conciencia de que su alegre apuesta de asumirse como
nuevo "líder" antichavista de la región, no fue más que el delirio afiebrado de
creerse los cuentos de la oligarquía limeña. Más doloroso aún este desengañado
para una personalidad casi enferma de vanidosa, como la de él.
Como sea, el demagogo, encantador de serpientes, tiene el mérito de elaborar
audazmente una respuesta. Él también será parte de los "nuevos liderazgos", a su
manera (la oligárquica y pro imperial), claro. Si Chávez, Morales y Correa,
hablan de consultar al soberano, de que el poder constituyente, las mayorías,
está siempre por encima del "constituido", las instituciones, entonces, por qué
no hacerlo también, aunque sólo para exacerbar las bajas pasiones e instintos y
reforzar el tan necesario consenso antiterrorista y represivo.
Cree el acorralado García que podrá contrabandear este envilecimiento de las
instituciones y la ciudadanía como ejercicio democrático. Que bastará el apoyo
abierto de la derecha oligárquica y los poderes fácticos de la mafia
fujimontesinista, especialmente de los totalitarios y degradados medios de
comunicación, para "blanquear" esta "migaja" de consulta popular, mientras
sostiene la Constitución ilegítima escrita por Vladimiro Montesinos, e impuesta
por las orugas de los tanques blindados en las calles. Queda por ver si las
fuerzas de la historia podrán ser domadas y manipuladas a antojo por este
aprendiz de brujo oligárquico y pro imperial.