Latinoam�rica
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Biocombustibles o consumo humano, dilema acerca del ma�z
Ante el alza en el precio del grano, los gobiernos deber�n decidir qu� uso le
dar�n
La crisis tambi�n agudiza el debate en torno a la siembra de semillas
transg�nicas
Matilde P�rez , Ang�lica Enciso , Laura Poy
La Jornada
Cosecha
de ma�z en Sinaloa Foto: Notimex
Catalizador de la autosuficiencia alimentaria, icono de identidad y cultura,
utilizado en ceremonias ind�genas como grano sagrado, el ma�z que desde el siglo
XVIII es cultivado en casi todo el mundo es parte en este milenio de un debate
que llevar� a los gobiernos del mundo a definir si ampl�an las siembras en sus
territorios para salvaguardar la alimentaci�n de sus pueblos o lo utilizan en la
elaboraci�n de biocombustibles.
Identificado ya por productores e industriales como el oro amarrillo, a
partir del intempestivo incremento de su precio en los mercados internacionales,
el debate en torno del ma�z en M�xico se sit�a adem�s en la admisi�n del inicio
de las siembras experimentales con transg�nicos BT, comercializados por Monsanto,
y que planea iniciar las plantaciones en dos a�os, o en la ampliaci�n de la
frontera agr�cola s�lo con semillas criollas.
La pol�mica crece debido a que a partir del a�o 2008 concluir� el proceso de
desgravaci�n arancelaria para las importaciones del grano proveniente de Estados
Unidos y Canad�, y los productores prev�n que eso ser� "la puntilla" para la
agricultura en el pa�s.
En el pasado quinquenio se destinaron 8 millones de hect�reas a la siembra del
grano, cuya producci�n promedio anual en territorio nacional fue de 20.2
millones de toneladas, con un valor promedio anual estimado en 28 millones de
pesos. Antes de la "crisis" generada por el aumento al precio de la tortilla,
las autoridades del sector agropecuario estimaban que la producci�n mantendr�a
una tendencia ascendente en los pr�ximos cuatro a�os para llegar a los 21.8
millones de toneladas, con un rendimiento ponderado de 2.65 toneladas por
hect�rea en las zonas de temporal y de 5.5 toneladas en las de riego.
La soluci�n
Frente a la "crisis", que el gobierno cree que terminar� en abril, algunos
productores agropecuarios, trasnacionales y varios cient�ficos aseguran que "la
soluci�n es cultivar ma�z transg�nico" y, de facto, pretenden borrar de
la memoria social la controversia desatada ante la confirmaci�n de que en Oaxaca
la semilla modificada contamin� a la criolla.
Mientras, directivos de Monsanto la principal comercializadora de transg�nicos
en el mundo aceptan que seguir�n esperando "pacientemente" a que el gobierno
mexicano autorice la siembra de sus semillas.
En 1997, trasnacionales hicieron dos pruebas experimentales de ma�z transg�nico,
pero ante la realidad de que el pa�s es centro de origen del grano y la
posibilidad de que la investigaci�n a cielo abierto pudiera contaminar las
especies criollas, la Comisi�n Nacional de Bioseguridad Agr�cola que en aquel
momento se encargaba de regular el tema estableci� en febrero de 1999 la
moratoria en el cultivo de la semilla gen�ticamente modificada.
Dos a�os m�s tarde, los investigadores de la Universidad de Berkeley, Ignacio
Chapela y David Quist, encontraron en los cultivos criollos de la sierra Ju�rez
de Oaxaca la presencia de rasgos de transg�nicos. Esto abri� la puerta no s�lo
al debate en torno a la forma en que llegaron esos materiales a las siembras
tradicionales, a la responsabilidad de las empresas, sino tambi�n a que diversos
cient�ficos descalificaran el trabajo de los expertos, a pesar de que los
resultados de su investigaci�n posteriormente fueron corroborados por estudios
del Instituto Nacional de Ecolog�a y de la Comisi�n Nacional para el Uso y
Conocimiento de la Biodiversidad, ambos organismos dependientes de la Secretar�a
de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
El caso lleg� a la Comisi�n de Cooperaci�n Ambiental de Am�rica del Norte (CCAAN),
organismo creado por los acuerdos paralelos del Tratado de Libre Comercio de
Am�rica del Norte (TLCAN), ya que 21 comunidades ind�genas de Oaxaca y
organizaciones ambientalistas presentaron la solicitud. La comisi�n realiz� el
informe Ma�z y biodiversidad, efectos del ma�z transg�nico, cuyo costo
fue de 500 mil d�lares, hasta la fecha el m�s caro que ha realizado en sus 13
a�os de vida. En el estudio participaron 16 expertos de M�xico, Estados Unidos y
Canad� y su elaboraci�n tard� alrededor de dos a�os.
En agosto de 2004, el organismo trinacional present� una serie de
recomendaciones, hasta ahora ignoradas por el gobierno mexicano, y advirti� que
el ma�z importado de Estados Unidos por Diconsa era "la principal fuente de
transgenes presentes en los ma�ces criollos", pues del total del volumen
adquirido una tercera parte es transg�nico y los campesinos, sin conocer el
riesgo, utilizaron los granos para cultivarlos.
Por ello, recomend� al gobierno fortalecer la moratoria al cultivo comercial de
ma�z transg�nico y propuso moler el grano antes de su ingreso al pa�s para
minimizar el riesgo de contaminaci�n ante las importaciones; que las
dependencias reguladoras de los tres pa�ses formularan y pusieran en pr�ctica
mejores m�todos para detectar y monitorear la propagaci�n de transgenes, y
preservar las razas locales de ma�z mexicano y teocintle.
Ante el flujo de materiales transg�nicos hacia cultivos tradicionales, Eduardo
P�rez Pico, director de Tecnolog�as de Monsanto, indica que se tendr�n que
establecer las reglas del juego y "no vamos a investigar a todos los labriegos
en cuyos campos pudo haber fluido el gen, sin embargo, se debe aplicar la ley".
Ese mismo a�o el Congreso de la Uni�n aprob� la Ley de Bioseguridad y Organismos
Gen�ticamente Modificados, conocida como ley Monsanto, ya que varios de
sus art�culos fueron redactados por cient�ficos como Francisco Bol�var Zapata,
en favor del desarrollo de semillas transg�nicas.
En ella se estableci� que para el cultivo experimental se deb�a definir el
"r�gimen especial de ma�z", as� como delimitar los centros de origen, con el fin
de que �stos no fueran "contaminados" con transg�nicos.
Monsanto, al asecho
Cuando en 2005 Monsanto present� solicitudes para cultivar experimentalmente el
grano en campos del Instituto Nacional de Investigaciones, Forestales, Agr�colas
y Pecuarias, al amparo del Proyecto Maestro de Ma�z, a�n no se hab�an definido
los requisitos establecidos por la ley de bioseguridad, por lo cual aquellas
fueron canceladas.
Monsanto no qued� conforme y junto con Dupont-Pionner present� nuevas
solicitudes en 2006. Todo apuntaba que no habr�a m�s obst�culos, pues estaba
previsto que el �ltimo d�a de la gesti�n foxista obtuvieran las autorizaciones,
lo cual no se logr� por la intervenci�n de las secretarias de Agricultura (Sagarpa)
y Medio Ambiente (Semarnat).
A finales de noviembre se public� en el Diario Oficial un "r�gimen
especial de ma�z", acompa�ado de un documento que conten�a los centros de
origen, pese a que la Comisi�n Nacional de Biodiversidad y el Instituto Nacional
de Ecolog�a rechazaron esa texto, pues sus estudios demostraban que en todo el
pa�s hay ma�z criollo.
Al inicio de este a�o, el tema de la siembra de ma�z transg�nico vuelve a la
palestra debido al incremento internacional del precio de la semilla, la
presunta falta del grano en el pa�s, la baja de la oferta en el �mbito mundial e
incremento de su uso en la producci�n de etanol (biocombustible), y se le
apuntala no s�lo como el factor de soluci�n para alimentar al ganado sino como
la gran oportunidad para que M�xico satisfaga sus necesidades de energ�a e
inclusive puede exportarlo.
Sin embargo, expertos alertan sobre el riesgo de que esta producci�n sea
utilizada para consumo humano, ya que la experiencia en las importaciones del
grano estadunidense indica que, al menos, la tercera parte de �stas son de ma�z
modificado.
Frente al auge de los biocombustibles, la Semarnat ha afirmado que los
agrocombustibles traen consigo beneficios ambientales, sociales, econ�micos e
incluso de seguridad energ�tica. Estima que el potencial en bioenerg�ticos
representa entre 54 y 81 por ciento de la oferta interna de energ�a primaria y
de �sta el 26 por ciento derivar�a de agrocombustibles.
El titular de la Sagarpa, Alberto C�rdenas Jim�nez, se ha manifestado en favor
del uso de avances tecnol�gicos y de la aplicaci�n de la ley de bioseguridad;
pero su acci�n, afirma, estar� sujeta a la postura de la 60 Legislatura y si
�sta dice "no a la biotecnolog�a, no daremos pasos adelante hasta que haya una
nueva indicaci�n".