Latinoamérica
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La MINUSTAH, con un general brasileño al mando, busca justificar su prórroga
Naciones Unidas pretende instaurar el modelo de las favelas para acabar
con la resistencia popular
José Luis Vivas
Rebelión
Desde el 7 de febrero, fecha en que según informes totalmente ignorados por los
grandes medios informativos más de 100.000 personas se manifestaron en varias
ciudades de Haití por la retirada de las tropas de la ONU, esta parece haber
puesto en marcha de forma frenética una serie de operaciones cuyo objetivo
último parece ser el de castigar a los que participaron en esas manifestaciones,
básicamente la población pobre del país, y justificar una nueva extensión del
mandato de la ONU, que expira el 15 de febrero.
El director del Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití, Brian
Concannon, afirmó recientemente que las últimas incursiones de la ONU en el
barrio de chabolas de Cité Soleil, en la capital haitiana, podrían ser descritas
como una forma de "castigo colectivo". Según Concannon "es difícil no advertir
una relación entre las grandes manifestaciones ocurridas en Cite Soleil y los
barrios que la ONU ha seleccionado para realizar extensas operaciones
militares". Lo poco que ya sabemos sobre las actuaciones que la ONU ha llevado a
cabo dentro de Cite Soleil tras las manifestaciones del 7 de febrero parece
confirmar plenamente esa hipótesis.
Ya al día siguiente el portavoz adjunto de la Misión de las Naciones Unidas para
la Estabilización de Haití (MINUSTAH), Jean-Jacques Simon, declaraba que "los
bandidos armados que operan en la capital haitiana continúan recibiendo
financiación, armas y municiones cuya procedencia sigue sin conocerse". Añade:
"hemos sido víctimas de numerosos ataques, pero afortunadamente no hemos tenido
heridos. Las bandas tienen acceso a municiones increíbles", afirma sin aclarar
como es posible que tras esos "numerosos ataques" con tales "municiones
increíbles", las fuerzas de la ONU no hayan tenido un único herido. Según Simon,
las presuntas pandillas criminales están aglutinándose justamente en Cite Soleil,
que casualmente también el centro de la resistencia a la ocupación de la ONU, y
dónde presuntamente se estarían intensificando los ataques contra los cascos
azules. "Por un simple ataque, los cascos azules han recibido millares de
disparos", como ya hemos visto sin una única víctima. "Eso significa que las
pandillas siguen recibiendo financiación", puesto que "continúan contando con
toda la munición que quieran". No obstante el tamaño aparentemente inagotable de
esas municiones, Simon se declara incapaz de precisar su procedencia y qué
grupos estarían financiando esas presuntas actividades criminales, a pesar de
que la misión principal de la ONU en Haití sería justamente la de proteger a la
población contra ese tipo de actividades.
Simon, como se podría prever, no olvida mencionar las manifestaciones contra la
MINUSTAH del día anterior. Según Simon, las bandas "utilizan a los manifestantes
como subterfugio para ejecutar sus planes", sin aclarar qué tipos de planes se
pueden llevar a cabo de esa forma. Lo que sí queda claro, a juzgar por la forma
como la ONU viene justificando los "daños colaterales" ocasionados por sus
actuaciones, es que con esas palabras Simon está abiertamente advirtiendo a la
población haitiana que en futuras manifestaciones la ONU se reserva el derecho
de disparar contra los manifestantes, con el pretexto de que esa forma estará
combatiendo a los pandilleros que presuntamente los utilizan "para sus planes".
El día siguiente, 9 de febrero, la ONU reafirma en un comunicado su "voluntad de
poner fin a la violencia organizada procedente de las pandillas armadas de
Haití". El general brasileño Carlos Alberto dos Santos Cruz, comandante de la
fuerzas de la MINUSTAH, declara que "no tendremos ninguna tolerancia con los
secuestros, acosos o terror que llevan a cabo las pandillas delictivas". Y
asegura: "continuaré limpiando estas áreas de esas pandillas que le roban a la
gente su seguridad"
Estas ominosas palabras, pronunciadas por un general de las fuerzas armadas de
Brasil, merecen algunos comentarios. Es irónico que haya encargado justamente al
ejército de Brasil la tarea de liderar los trabajos para instaurar la paz en los
barrios pobres de Haití. Veamos las palabras de un investigador brasileño,
Marcelo Freixo, profesor de Historia y ahora también diputado estadual en Rio de
Janeiro, acerca de la ocupación militar de los barrios de chabolas, o "favelas",
de Rio, llevada a cabo poco antes de las elecciones presidenciales del pasado
año en Brasil:
"La acción militar en las favelas de Rio de Janeiro es extremadamente
arbitraria. En primer lugar porque se hace uso de un instrumento legal llamado
mandato de busca genérico, lo que hemos venido denunciando en Rio desde hace
mucho tiempo como un instrumento usado por la policía para criminalizar a la
pobreza. El ejército también está utilizando ese mecanismo jurídico es sus
actuaciones. El gobierno de Lula se ha pasado 4 años sin cumplir el Plan
Nacional para la Seguridad Pública, que prevé una serie de actuaciones que
parten del principio de la protección a las comunidades, y no de la seguridad de
la sociedad frente a esas comunidades. Ahora, al final de la presente
legislatura, el ejército se pone en acción de forma torpe y atolondrada por un
motivo ínfimo, pequeño, en una acción desnecesaria que es proporcionalmente
mayor que la que se está llevando a cabo en Haití. Un concepto de seguridad que
se refuerza con un procedimiento en el que las favelas constituyen el espacio
ocupado por el enemigo público, un espacio de ausencia de derechos que viene a
representar el desorden, la inseguridad, hasta tal punto que se ha llegado a
colocar un tanque de guerra apuntando contra una comunidad. Quizá no estuviera
cargado. Pero el instrumento de opresión es enorme. Una operación así
criminaliza a toda una comunidad e incrementa la segregación que ya existe en
una sociedad que es profundamente desigual. Eso es en verdad un acto para la
manutención de un orden basado en el temor de una sociedad, que se siente mejor
protegida con tanques que con la ampliación de los derechos, y que de esa forma
determina el símbolo de la inseguridad: el joven pobre y negro que vive en la
favela. La actuación admisible aquí sería la de una política de seguridad
pública incluyente. El estado tiene que estar presente con políticas sociales
dentro de las favelas. Hoy sus residentes son víctimas del tráfico de drogas, de
la policía, y más aún de la lógica de unos medios informativos que provocan que
esas comunidades acaben transformándose en el foco de referencia de toda la
inseguridad que reina en Rio de Janeiro."
Al parecer esa misma lógica es la que está guiando las actuaciones de las
fuerzas de la ONU en Cite Soleil. En la madrugada de 9 de febrero la MINUSTAH
decide lanzar una operación "a gran escala", según un comunicado de prensa de la
ONU, denominada "Operación Jauru Sudamericana", e invade Cite Soleil con más de
700 cascos azules, 40 tanques, y varios helicópteros. El operativo establece un
"cordón de seguridad en torno al área de Boston", donde el 2 de febrero pasado
fueron muertas dos hermanas, de 4 y 7 siete años, a causa de los impactos de
proyectiles lanzados durante una incursión de las fuerzas de la ONU en la zona.
El objetivo del operativo sería el de desalojar de Boston a los miembros de una
supuesta pandilla armada. El barrio de Boston queda así aislado por un
"perímetro de seguridad" para impedir, según la ONU, que los miembros de la
pandilla puedan fugarse. También informan que "mientras que los cascos azules
estaban llevando a cabo su operación en Cite Soleil, los vecinos (miembros de la
población civil) trataban de huir del mayor barrio de chabolas del país,
mientras otros se veían impedidos de entrar", provocando así protestas que
exigían "la retirada de la MINUSTAH de Haití", y que los cascos azules
replicaron con el lanzamiento de gas lacrimógeno. Se habla de una manifestación
paralela de 200-300 personas contra las fuerzas de la MINUSTAH.
Las actuaciones de las fuerzas de la ONU en los barrios pobres de Puerto
Príncipe suelen dejar tras de sí varios muertos, que según la ONU serían todos
"bandidos", a pesar de que entre las víctimas se encuentran niños y mujeres
embarazadas. La evidencia de esos hechos, recogidas por reporteros
independientes, ha forzado la ONU a reconocer que ha habido "daños colaterales",
pero insiste en que la mayoría de los muertos son bandidos. Conviene de nuevo
ver lo que nos cuenta Marcelo Freixo sobre un fenómeno similar en Brasil:
"En 2003 la policía mató a 1.195 civiles [en Rio de Janeiro], un récord. Todos
con registro de auto de resistencia, o sea personas que la policía mató y
registró como si hubieran muerto en una confrontación o resistiendo a una orden
de detención. En 2004 hubo un pequeño decremento, fueron 1.094. En 2005 la
policía siguió manteniendo una media de 3 personas muertas por día,
supuestamente durante disputas… Incontables investigaciones... muestran que la
mayor parte de esos autos de resistencia se refieren, en verdad, a ejecuciones
sumarias... Tenemos la policía que más mata en el mundo, y debemos preguntarnos
si es eficaz. Los índices de criminalidad y la percepción de la población de Rio
muestran que no… [La] justificativa permanente [para las muertes], que consolida
lo que llamamos la criminalización de la pobreza, [es la de que todos son
bandidos]…. Cualquier persona muerta en las favelas – jóvenes, negros, gente con
baja escolaridad y pobres – en la versión de la policía es inmediatamente
registrada como un traficante con quien se entró en confrontación".
De forma análoga, la MINUSTAH suele declara tras sus incursiones que los muertos
son todos bandidos. El balance de víctimas de la Operación Jauru Sudamericana
aún no se conoce, pero ya el 9 de febrero la ONU misma ya hablaba de tres
muertos y siete heridos. Según nos informa AlterPresse "siempre se da el caso de
que las manifestaciones de los partidarios de Lavalas, como las del miércoles 7
de febrero, para exigir el retorno físico a la república caribeña del ex
presidente Jean Bertrand Aristide, parecen coincidir con un recrudecimiento de
las acciones de secuestro en el área metropolitana de Puerto Príncipe, que
disminuyeron por un tiempo en diciembre de 2006". Muchos sospechan que esas olas
de secuestros estén siendo fomentadas por sectores contrarios a la retirada de
las tropas de la ONU.
Se han alzado voces que pretenden prorrogar el mandato de la ONU por lo menos
hasta 2011, año en el que termina también el mandato del actual presidente
Préval. Es de suponer que hasta esa fecha la MINUSTAH haya logrado finalmente
instaurar la violencia y la desolación en los barrios pobres de Haití, según el
modelo brasileño, de tal manera que imposibilite cualquier forma de organización
popular y doblegue de una vez por todas una resistencia que comenzó con la lucha
por la independencia de Haití, hace más de 200 años, y que no ha cesado hasta
nuestros días.