Latinoamérica
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Camilo Torres, su legado
Angel Guerra Cabrera
A 41 años de la desaparición física del cura guerrillero Camilo Torres América
Latina renueva la rebelión de sus pueblos contra el dominio imperialista. El
mismo frente al cual cayó combatiendo Camilo en las filas del Ejército de
Liberación Nacional, en su natal Colombia.
Hay un renacimiento de la lucha popular al sur del Río Bravo contra el
arrasamiento social y ecológico ocasionado por el neoliberalismo impuesto por
Washington, que ha producido no sólo gobiernos progresistas de distintos
matices. También procesos revolucionarios profundos como los que se observan en
Venezuela y Bolivia, el que puede presentirse en Ecuador y formas muy creativas
de resistencia.
Esclarecer y acelerar las raíces del actual ciclo de rebeldía exige escudriñar
en serio en nuestra historia. Así, las claves a problemas actuales fueron
abordados concienzudamente por el sacerdote colombiano. Entre ellos están la
ruptura con la dominación imperialista y la revolución socialista como tareas
ineludibles en la liberación de nuestras naciones. Y para llegar allí, la
indispensable unidad de las fuerzas populares frente a los poderosos enemigos a
derrotar, que demanda juntar en un solo haz un universo muy plural de clases,
sectores sociales y posturas ideológicas. Ello nos lleva a la fundamental
alianza de cristianos y marxistas, no como "compañeros de viaje" tácticos sino
como hermanos en la consecución de la revolución latinoamericana. Camilo hizo
notables contribuciones a la solución de estas cuestiones en su práctica
política y en sus trabajos de análisis sobre la realidad colombiana que hoy
conservan en sus esencias una asombrosa validez.
Aunque se formó como sociólogo en el Viejo Continente, rechazaba la
extrapolación dogmática del pensamiento europeo a nuestra realidad. Para él, el
proletariado, en las condiciones de América Latina, era algo mucho más diverso
que el estudiado por Marx en la Europa del siglo XIX. Por eso al hacer el
llamado para fundar el Frente Unido del Pueblo, organización de la que fue
líder, se dirige "a la clase popular, a la clase media, a las organizaciones de
acción comunal, a los sindicatos, cooperativas, mutualidades, ligas campesinas y
organizaciones obreras, indígenas, a todos los inconformes, hombres, mujeres, a
la juventud…" Rescató la ética del cristianismo primigenio e hizo del "amor al
prójimo" la médula de su acción, amor que para ser "sincero y verdadero" debía
ser "eficaz" y era necesario "unirlo a la ciencia".
¿"Por qué, preguntaba, estamos…en los cafetines discutiendo si el alma es mortal
o…inmortal, cuando sabemos que el hambre sí es mortal? …no es que los marxistas
se vuelvan cristianos o los cristianos marxistas, sino que se unan para la
solución… de los problemas de la mayoría de los latinoamericanos… Estoy
dispuesto a luchar con ellos(los comunistas) por objetivos comunes: contra la
oligarquía y el dominio de Estados Unidos, para la toma del poder por parte de
la clase popular".
Para él, el carácter pacífico o no de la revolución dependía de la actitud de la
clase dirigente. Trabajó incansablemente con las masas en el marco legal hasta
que la represión de la genocida oligarquía colombiana lo empujó a la lucha
armada.
Proponía un programa mínimo que incluía el control por la nación de los recursos
del subsuelo, reforma agraria, educación, seguridad social y salud para todos… "
propuesta para ser discutida por la clase popular…para que esta la transforme…ya
que va a ser ella la que la aplicará cuando esté en el poder". Su visión
organizativa era la de una estructura democrática de abajo a arriba, plural y
ajena al vanguardismo per se por que "la atribución concreta de la
autoridad la hace el pueblo".
Camilo es heredero de una tradición de curas revolucionarios de la que
necesariamente ha de nutrirse el socialismo latinoamericano. De Miguel Hidalgo y
José María Morelos, líderes de la más radical revolución de independencia del
continente, y de Félix Varela, inspirador de José Martí y a quien el Partido
Comunista de Cuba reconoce como uno de sus predecesores. Fue un precursor de la
teología de la liberación. Revive en Arnulfo Romero y Sergio Méndez Arceo, en
las comunidades eclesiales de base, en tantos pastores y laicos cristianos que
adhieren a la opción preferencial por los pobres. ¿Quién iba a imaginar cuando
cayó en combate, que el jefe de la segunda revolución socialista de América
Latina, Hugo Chávez, sería un creyente? El dogma siempre se estrella contra la
realidad social.