Latinoamérica
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A 31 años de búsqueda de Víctor Díaz López
La dolorosa verdad frente a la cobardía extrema
Victoria Díaz Caro y Viviana Díaz Caro
A 31 años de búsqueda de nuestro padre, Víctor Díaz López, recién empezamos a
conocer la verdad, esa verdad que como siempre hemos dicho, por dolorosa que
ella sea hay que enfrentarla, es la única manera de empezar a vivir el duelo que
sólo con la justicia verdadera podría quizás cerrarse. Y en realidad es muy
terrible saber de los meses de horror que vivió en manos de sus torturadores,
todos miembros de las fuerzas armadas de Chile y la forma cruel, inhumana y
cobarde de como fue asesinado.
Hoy en el verano de 2007– como miles de veces – estamos acudiendo a tribunales,
pero esta vez para escuchar los alegatos sobre la libertad de los militares
asesinos y secuestradores de nuestro padre. Los abogados de los criminales no
tienen argumentos para sus defensas, defienden a "honorables personas y padres
de familias", sin embargo el juez los procesó por secuestro y homicidio
calificado.
Recordamos el sangriento golpe de Estado de los militares y personeros de la
derecha política que truncó no solo la vida de miles de chilenos, sino que
destrozó toda la esperanza del mañana mejor; recordamos los golpes en la puerta
de nuestra casa de los militares y civiles agentes de la DINA buscando a Víctor
Díaz López, Subsecretario General del Partido Comunista por el solo hecho de
haber sido partícipe del triunfo de Salvador Allende y de ese hermoso proyecto
de la Unidad Popular.
Ustedes nos conocen en este largo caminar de hace ya más de treinta años y por
ello queremos compartir con ustedes algo de nuestra historia. Cómo no recordar
lo esperanzadas que estábamos junto a nuestra madre y hermano aquella vez que
concurrimos a los Tribunales de Justicia a interponer el primer recurso de
amparo en favor de nuestro padre a los pocos días de haber sido detenido por la
DINA en el allanamiento realizado en calle Bello Horizonte 979, comuna de Las
Condes, el 12 de mayo de 1976. Meses más tarde sabríamos por el testigo
presencial de su detención, que fueron más de 25 los agentes que participaron de
su secuestro, quienes se identificaron como agentes de la Dirección de
Inteligencia Nacional (DINA). En ese momento no le permitieron vestirse y al
sacarlo de la casa ya estaba semi inconsciente producto del primer brutal
interrogatorio, llevándoselo con destino desconocido.
No se puede olvidar el doloroso episodio vivido con el ex Presidente de la Corte
Suprema José María Eyzaguirre, que al momento de relatarle sobre la detención de
nuestro padre y de la información entregada en la Vicaría de la Solidaridad por
una persona que acababa de salir en libertad de la siniestra Villa Grimaldi
-quien había compartido celda con Marta Ugarte la que se encontraba detenida y
muy torturada en ese recinto - enviaba un mensaje expresando que ni ella ni
nuestro padre saldrían con vida de ese lugar. Al expresarle al Presidente
nuestra
preocupación y solicitarle su presencia como máximo representante del Poder
Judicial en el recinto de Villa Grimaldi para que constatara este grave hecho,
su respuesta fue: "Pero qué imaginación tiene usted, porqué no se va a su casa y
escribe un libro, porque lo que usted me narra, en Chile eso no sucede".
De esa manera Eyzaguirre demostró su indiferencia y complicidad con la
dictadura. El dolor fue aún mayor cuando una semana después de esta situación
(septiembre de 1976), el cuerpo de nuestra querida compañera Marta Ugarte Román
apareció en la Playa La Ballena, (cerca de La Ligua), pretendiendo hacerla
aparecer como una víctima de un crimen pasional. En ese momento nos
enfrentábamos por primera vez a un posible y terrible desenlace del destino de
nuestro padre.
Miembros de la DINA una mañana de octubre de 1976 llegaron a nuestra casa a
amenazarnos, señalándonos que correríamos la misma suerte que nuestro padre si
no abandonábamos la búsqueda, llegando incluso al extremo de obligarlo a que nos
escribiera y nos llamara por teléfono pidiéndonos lo mismo, es decir que no
continuáramos en su búsqueda. La actitud de nuestra madre en aquel entonces fue
de absoluto rechazo y esto nos obligó como familia a interponer un recurso de
protección a favor nuestro y proseguir tras su paradero. Ya en agosto de ese año
nuestro hermano Víctor debió abandonar el país a consecuencia de los intentos de
la DINA por detenerlo como una forma de presionar a nuestro padre, método de
tortura que utilizaba la DINA para la obtención de información. La salida de
nuestro hermano debió ser autorizada por un juez por ser menor de edad, pues
había que salvar su vida, provocándonos un nuevo dolor.
Con los años Víctor regresa a nuestro país a intentar hacer una vida normal,
retoma sus estudios y siendo estudiante de Teatro de la Universidad de Chile es
suspendido de ésta por una actividad de lucha estudiantil. La prolongación de la
dictadura sumado a la falta de verdad y de justicia lo lleva a formar parte del
grupo que atenta contra el ex dictador Augusto Pinochet. Debido a esto Víctor
fue detenido, torturado y encarcelado por varios años. Hoy vive lejos e impedido
de vivir en su propio país, no obstante los diecisiete años de proceso
democrático.
Durante años ante las insistentes acciones que realizábamos junto a la
Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos por conocer del paradero de
nuestros seres queridos, la respuesta siempre fue la misma: rechazo de los
recursos de amparo, detenciones en las manifestaciones públicas de denuncia,
amenazas de muerte, allanamientos, intercepciones telefónicas, seguimientos,
etc., todo esto con un solo propósito -garantizarle la impunidad a los
violadores de derechos humanos. A pesar de todo esto continuamos la búsqueda y
con los años hemos ido construyendo la verdad y acercándonos a la justicia.
Nuestro padre fue un hombre que siempre luchó por una sociedad más justa,
fue autodidacta, un obrero consecuente con sus principios, que quiso lo mejor
para sus hijos y por eso nos enorgullecemos de él; un gran Pacifista, siempre
ayudo a quien se lo solicitó y por ello es recordado por sus compañeros de
partido, por sus amigos y vecinos como un gran dirigente y un hombre de gran
calidad humana y un gran amigo.
Nuestra madre Selenisa Caro Ríos ya no está junto a nosotros; ella luchó mucho
por encontrarlo, murió en 1997 sin conocer pero intuyendo esta triste verdad,
pero aquí estamos sus hijos para decirle a ella que su lucha no fue en vano.
Ahora por la memoria de ella y muchos otros hacemos los esfuerzos junto a los
abogados y organismos de derechos humanos de hacer justicia, sin la cual es
imposible sanar las heridas.
De acuerdo a la acuciosa investigación del Ministro Víctor Montiglio (Causa Rol
N° 2182-98 "Conferencia") y del apoyo de la Brigada de Asuntos Especiales y de
Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones, se descubre otra Brigada de
la DINA dirigida por Manuel Contreras Sepúlveda y de otro recinto de detención,
nos referimos a la Brigada de extermino Lautaro y al Cuartel Simón Bolívar,
sitio del cual no se tenía ningún antecedente porque no hubo sobrevivientes. En
el proceso judicial se puede concluir que todos los prisioneros que pasaron por
ese lugar fueron asesinados cobardemente bajo torturas inimaginables y –de
acuerdo a algunas confesiones de los responsables- sus cuerpos habrían sido
amarrados a rieles para luego ser lanzados al mar desde helicópteros del
ejército. Ante estos hechos, el Ministro Montiglio ha procesado a 23 inculpados
–entre ellos a hombres y mujeres, del Ejército, la Armada, Carabineros y de la
Fuerza Aérea y civiles- como responsables de la detención, secuestro y tortura
de nuestro padre. Asimismo, estaríamos ante la posibilidad de esclarecer lo
ocurrido con toda la dirección del Partido Comunista en la clandestinidad y con
más de un centenar de militantes y simpatizantes que hasta hoy se encuentran
detenidos desaparecidos.
En esta interminable lucha, hoy queremos agradecer a todos quienes han estado a
nuestro lado, a los que nos han apoyado y acogido brindándonos la fuerza y
motivándonos a continuar, en otras palabras a los que siempre confiaron en
nuestra verdad. Un agradecimiento especial al Partido Comunista que inspiró la
vida de nuestro padre. Destacar además la labor abnegada de los abogados, las
asistentes sociales y periodistas, a los organismos de derechos humanos (Vicaría
de la Solidaridad, Fundación de Ayuda Social de Iglesias Cristianas (FASIC),
Comisión Chilena de Derechos Humanos, Comité de Defensa de los Derechos del
Pueblo (CODEPU), Fundación de Protección a la Infancia dañada por los Estados de
Emergencia (PIDEE), Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), Instituto Latinoamericano
de Salud Mental (ILAS), Centro de Derechos Humanos y Salud Mental (CINTRAS),
Amnistía Internacional y el actual Programa de Derechos Humanos (Continuidad Ley
N° 19.123) que nos han acompañado permanentemente en nuestras exigencias de
Verdad y Justicia y que día a día laboran sin claudicar en la defensa de los
derechos humanos.
Agradecer también a todos aquellos que nos escriben y nos hacen llegar su apoyo.
Gracias una vez más por la solidaridad nacional e internacional manifestada
durante todos estos años que nos permite continuar luchando en contra de la
impunidad. Necesitamos redoblar los esfuerzos para lograr anular el Decreto Ley
de Amnistía 2191 y que definitivamente se recojan los principios del Derecho
Internacional para que los crímenes de lesa humanidad sean sancionados, no se
amnistíen ni prescriban como es el caso judicial de nuestro padre.
Un abrazo para todas y todos.