Latinoamérica
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Derrota estratégica en Venezuela; peligro mortal para Bolivia
y Cuba
Luego de los resultados del referendo sobre la reforma constitucional
Heinz Dieterich
Aporrea
1. Posible fin de los gobiernos en Bolivia, Venezuela y Cuba, entre 2008 y
2010
El Presidente Chávez ha sufrido una derrota estratégica en el referendo
constitucional, que junto con la derrota estratégica del gobierno de Evo en
Bolivia y la cada vez más precaria situación en Cuba, constituyen un panorama
extremadamente grave para las fuerzas progresistas de América Latina. Es posible
que los gobiernos de Hugo Chávez y de Evo Morales no sobrevivan los embates de
la reacción en el año 2008 y que el modelo cubano se agote en el 2009-2010, si
no se toman medidas realistas de inmediato.
Es un momento difícil y doloroso para iniciar un análisis frío de la derrota,
pero no es posible posponerlo, por dos razones. Esta es una guerra, y en toda
guerra la derrota y confusión del enemigo es el momento idóneo para liquidarlo
con un golpe decisivo. De la misma manera, la innecesaria y evitable derrota en
Venezuela es el producto del triunfalismo, del voluntarismo y de la falta de
debate crítico dentro y fuera del proceso. La única manera de salvar el proceso
ahora es la crítica racional de las causas del descalabro y la comprensión
realista de las opciones de triunfo que quedan.
2. El sistema de conducción oficial: razón principal de la derrota
2.1 La Asamblea Nacional
La causa principal de la derrota en Venezuela es el sistema vertical de
conducción del proceso bolivariano. Esto es evidente en sus tres instancias
formales, en las cuales el Presidente no tiene contrapeso alguno: el parlamento,
el gabinete y el partido. El parlamento (Asamblea Nacional) es, esencialmente
una caja de resonancia de la voluntad presidencial donde los diputados,
controlados por tres "capataces", dicen "sí" a todo lo que él plantea, aunque
sea inviable. La responsabilidad de esta situación reside en parte considerable
en los diputados oficialistas, que no quieren perder sus prebendas.
2.2 El Partido y el Gabinete
Lo mismo sucede en el partido de Estado (V República, hoy PSUV) y en el
gabinete. La relación del Presidente con los ministros del gabinete es
bilateral, no colectiva. No asiste a las reuniones del gabinete, donde, en
consecuencia, las fracciones más poderosas de la Nueva Clase Política (NCP) se
las arreglan entre sí, dentro de los lineamientos generales del Presidente y
bajo su poder de veto.
La fracción dominante de la Nueva Clase Política ---cuyos tentáculos van del
control del aeropuerto de Caracas vía las influencias en los servicios de
inteligencia, en la Cancillería y en los nombramientos de los generales de las
FAN, hasta fuertes activos económicos--- es la que encabeza el gobernador del
estado Miranda, Diosdado Cabello.
El sistema presidencial de dominación del gabinete, que se basa en la
sustitución de la negociación en bloque por la negociación bilateral, y el
reconocimiento de su poder de veto, se fundamentaba en dos elementos: el
oportunismo material y de poder de los ministros ---la Venezuela bolivariana es,
probablemente, la única democracia burguesa, donde nunca ha renunciado un
ministro--- y la conciencia compartida, de que la única garantía del poder era
la popularidad del Presidente. Al menos la segunda premisa está ahora en tela de
juicio.
La ventaja de este sistema para el Presidente era la discrecionalidad del poder
y una cierta distancia de los casos de corrupción, ineptitud de los ministros y
falta de seriedad en los debates del gabinete. Estando ausente, nada de eso era
responsabilidad directa suya. Sucedían cosas, como cuando un ministro de
finanzas entró a la sesión y dijo: "Tengo tantos y tantos miles de millones de
bolívares. Presenten sus propuestas. Están autorizadas de antemano."
El precio político que pagó el Presidente por ese sistema de conducción fue la
falta de información sobre la realidad, y el relleno del gabinete y de su
entorno en Miraflores, de oportunistas de la NCP que, aunque muchas veces
ineptos para los cargos escogidos, garantizaban el control burocrático del
proceso, mas no la cercanía al pueblo. Un anillo adicional que le filtra la
realidad es el del sistema de Miraflores, donde, por ejemplo, los inspectores
que él puede enviar para investigar un problema, pasan por el cuello de botella
del Ministerio de la Presidencia. Algo semejante pasaba con los análisis de la
"Sala situacional" del Palacio donde, además, pasaron por el control de unos
jóvenes "asesores" extranjeros (españoles, franceses), sin experiencia ni nivel
político, pero con muy sabrosos sueldos.
Esa situación cortesana se reprodujo a nivel internacional, generándose un
circuito internacional de aplaudidores intelectuales individuales, alimentados
con premios culturales absurdos de 150.000 y 100.000 dólares, y colectivos, como
algunas páginas web de izquierda, que suprimen o marginan todo debate crítico
sobre el desarrollo de los procesos progresistas en Venezuela, Cuba y Bolivia.
3. Las señales de advertencia: los idus de marzo
El producto que se le pretendía "vender" a la ciudadanía, la reforma
constitucional, era deficiente; de hecho, tan deficiente que solo se logró
convencer a una cuarta parte del electorado. Había cláusulas tácticas absurdas,
como la ampliación del período presidencial de seis a siete años; elementos
económicamente inviables como la jornada de seis horas y propuestas
estructurales, como la refundación del Estado sobre consejos comunales, cuya
implementación presuponía la existencia de una dictadura revolucionaria en
Venezuela, para la cual no hay condición alguna. En toda la historia
latinoamericana solo ha habido dos dictaduras revolucionarias: la cubana, desde
1960 hasta mediados de los años setenta, y la del Dr. Gaspar Francia en el
Paraguay del siglo pasado.
La reforma constitucional era un producto del exceso de confianza del
oficialismo que creía que con la popularidad del Presidente ---quien, inclusive
en una fase crucial del proceso, se ausentó durante una semana del país---, y
los fuertes aumentos salariales a médicos, maestros y otros sectores sociales,
con abundantes aguinaldos, el regalo de la jornada de seis horas y el ambiente
navideño, iba a pasar.
Con todo, las advertencias de un posible fracaso de esta innecesaria y
arriesgada batalla, estaban a la vista: el proceso electoral de diciembre 2006,
donde el Presidente, contra su propia proclamación, no consiguió 10 millones de
votos, sino solo 7.3 millones; la incapacidad del poder presidencial de integrar
a todas las fracciones de la coalición gubernamental en el nuevo partido
oficial, el PSUV; la prolongada incapacidad del gobierno de convertir a Telesur
en un poder televisivo real y, finalmente, la subestimación del costo político
de una pérdida de la alianza con el General Baduel, que, a todas luces, era
evitable.
4. Crisis de vida o muerte, en el 2008
La primera posibilidad institucional de que la derecha sustituya al gobierno del
Presidente Chávez, se da en enero del 2010, a través del referendo revocatorio.
Pero, Washington no esperará tanto tiempo. En la guerra se da la batalla
decisiva cuando el enemigo está derrotado y en confusión. Es decir, Washington
tratará de dar golpes decisivos a partir de este momento en los flancos débiles
de la revolución nacionalista-desarrollista latinoamericana, para convertir la
batalla ganada en una guerra ganada.
El primer gobierno que caería en este escenario, es el de Evo en Bolivia, porque
allá Washington ha logrado construir una situación muy cercana al jaque mate. En
Venezuela, el detonante será, además de la subversión oligárquica-imperial, la
crisis económica que golpeará con fuerza en el 2008, si el gobierno no toma
medidas de urgencia de inmediato.
El oficialismo ha convertido en tabú el debate macroeconómico. Sin embargo,
cualquier economista puede inferir desde los equilibrios funcionales necesarios
para la economía de mercado, dónde va a estallar el problema. La inflación, ya
de por sí alrededor del 18%, recibirá un nuevo auge con la inyección adicional
de capacidad adquisitiva (liquidez) por el fin de año y requerirá después un
enfriamiento considerable, que será aprovechado por la oposición. Los precios
administrativos (definidos por el Estado) y regulaciones para los alimentos
básicos, las divisas internacionales y el consumo interno de la energía,
distorsionan cada vez más las relaciones de oferta y demanda y vuelven
incontrolable a la economía, causando mercados negros, corrupción, burocracia y
desabastecimientos.
La idea de sustituir la inversión externa por la inversión del Estado, en lugar
de controlarla, nace, al igual que las excesivas regulaciones e irreales precios
administrativos de una sobreestimación del poder del Estado frente a las fuerzas
del mercado. La economía venezolana sigue siendo una economía de mercado
capitalista y su superestructura sigue siendo la de una democracia burguesa, y
esto determina las opciones reales que tiene la política económica de Miraflores.
La voluntad del cambio revolucionario y el deseo de ayudar a los pobres, no
logra contrarrestar esas realidades objetivas, tal como experimentaron Mao en el
"gran salto adelante" y Fidel en la zafra de las 10 millones de toneladas. El
voluntarismo tiene sus límites objetivos.
5. ¿Cómo evitar la destrucción del gobierno?
La derrota del referendo debilita sustancialmente el poder del Presidente en
cuatro frentes de batalla: a) ante la oposición interna; b) dentro de los
aparatos del oficialismo, donde los delfines de la Nueva Clase Política
reorganizarán con urgencia sus escenarios del "Chavísmo sin Chávez"; c) en la
política internacional y, d) en las Fuerzas Armadas. Lo último es fundamental si
tomamos en cuenta que hace tres meses hubo un conato de rebelión en un Comando
Regional (CORE) de la Guardia Nacional.
Para evitar que esta derrota se convierta en el Waterloo del Presidente, es
imprescindible que renueva el sistema de conducción del bolivarianismo a nivel
del partido, del Estado y del parlamento y que se construyan instancias que se
atrevan a debatirle sus propuestas. Estas instancias tienen que ser pluralistas,
para ser funcionales, abarcando un amplio espectro político, desde el General
Alberto Mueller Rojas, militar jacobino; el General Raúl Isaías Baduel,
representante del centro político; los partidos y sindicatos obreros de la
izquierda que están naciendo; el Socialismo científico del Siglo XXI y los
movimientos sociales, entre otros sectores, que no sean fascistas.
Hugo Chávez es necesario para la continuación del proceso, pero sólo tendrá
futuro, si se abre a instancias colectivas de conducción. Si no, destruirá el
proceso que ha ayudado a construir, porque no solo es cierto, que "la Revolución
devora a sus hijos", sino también que los líderes revolucionarios, cuando se
convierten en conductores unilaterales, "devoran a la Revolución".
6. La previsibilidad de la política
En agosto del 2005 advertí sobre los peligros de la Nueva Clase Política para la
revolución ("Venezuela: diez Tésis sobre la Nueva Clase Política"), y en julio
del 2006, sobre la previsible contraofensiva oligárquica-imperial: mientras los
"cinco pilares de poder de la oligarquía: el económico, el militar, el
eclesiástico, el mediático y el imperialismo estadounidense-europeo siguen
intactos, la guerra no ha terminado. Y de hecho, una fuerte contraofensiva
oligárquica-imperial puede esperarse a partir de 2008/9".
Esa ofensiva contrarrevolucionaria ha llegado. Y las fuerzas de la liberación
están mal preparadas para derrotarla. Es necesario un gran esfuerzo inmediato,
para no perder la guerra.