Para entender la invasión de Estados Unidos a Panamá
Julio Yao
Panamá. Irak, Yugoslavia... ¿y Colombia?
La invasión de Estados Unidos a Panamá fue precedida por un completo programa de
desestabilización en el cual se empleó el arsenal total de la inteligencia
estadounidense. El patrón intervencionista, ahora perfeccionado, se remonta a
1950-1953, cuando la CIA diseñó el derrocamiento de Mossadeq en Irán, para
reemplazarlo por la horrorosa tiranía del Sha; a 1954, cuando la CIA derrocó a
Jacobo Arbenz en Guatemala, para implantar gobiernos dictatoriales que diezmaron
cientos de miles de indígenas; a 1965, cuando invaden República Dominicana para
eliminar a Juan Bosch y derrotar a fuerzas constitucionalistas; a 1970-1973,
cuando la CIA intentó impedir la victoria en las urnas de Salvador Allende y
luego intervino en su derrocamiento, que ocasionó la muerte de más de 30,000
personas. Ni hablar de las intervenciones de la CIA en la península coreana,
Indonesia, Filipinas, y en toda la región latinoamericana y caribeña.
Estados Unidos satanizó y planificó el asesinato de los dirigentes de Cuba,
Libia, Irak y Yugoslavia y donó cientos de millones de dólares a la oposición
política en esos países. Estados Unidos bloqueó la mediación de la O.E.A. para
una solución pacífica a la crisis en Panamá y bloqueó e impidió el rol del
Consejo de Seguridad como principal órgano responsable por el mantenimiento de
la paz y la seguridad en Cuba, Irak, Libia y Yugoslavia.
Estados Unidos, sin declaración de guerra emitida por su Congreso (en violación
del 'War Powers Act'), agredió a Panamá, Irak, Libia y Yugoslavia, matando e
hiriendo a considerable cantidad de personas civiles e inocentes.
En cuanto a Yugoslavia -y sólo para mencionar sus acciones desestabilizadoras
anteriores al inicio de los bombardeos en abril de 1999-Estados Unidos, tal como
hizo en Vietnam y con los 'contras' de Nicaragua, organizó (con la complicidad
de la OTAN) y financió con drogas al KLA (Ejército de Liberación de Kosovo);
autorizó la participación de 'fuerzas especiales' secretas en Kosovo; organizó
al ejército croata, cuyos generales se sumaron al KLA; conspiró y conspira aún
para desmembrar y disolver a la República Federativa Socialista de Yugoslavia;
aplicó una terapia de shock para disminuir la productividad y agravar la deuda
externa de Yugoslavia, de modo que las riquezas de este país quedaran a merced
del capital extranjero (globalización) y aumentara la pobreza de los yugoslavos.
Estados Unidos vetó la ayuda a las seis repúblicas de Yugoslavia para crear un
ambiente artificial para la separación e impuso sanciones a Yugoslavia,
suspendiéndoselas a las repúblicas que se separaron. Estados Unidos creó un
Tribunal Ad Hoc para satanizar a la dirigencia Serbia, Slobodan Milosevic en
especial, pero, por otro lado, rechazó la creación del Tribunal Penal
Internacional creado por las Naciones Unidas para que sus líderes políticos y
militares (Reagan, Bush, Cheney, Powell, etc.), escaparan a la jurisdicción del
Tribunal aprobado en Roma. Estados Unidos usó los medios de comunicación de
alcance internacional para crear apoyo a su propaganda de guerra, justificar sus
agresiones y satanizar a los eslavos, serbios, árabes, palestinos y musulmanes
como asesinos genocidas.
Estados Unidos se ha constituido en la única superpotencia mundial con capacidad
de agresión sin límites: no reconoce la autoridad de las Naciones Unidas ni
respeta el Derecho Internacional. No admite límites geográficos ni políticos a
su política de dominación mundial. Aparece como 'campeón de la democracia' y
líder del 'mundo libre', pero en realidad su único interés es saciar los
apetitos de su oligarquía y de su complejo industrial y militar mediante su
acaparamiento del mercado mundial y las riquezas de los demás pueblos. Estados
Unidos, el único Hegemón de la Historia, es el enemigo público número uno de la
Humanidad.
Sanciones, demonizaciones y agresiones como instrumentos intervencionistas
La invasión a Panamá había sido precedida por la invasión a Grenada en 1983 y
era como un presagio de lo que ocurriría mientras se derrumbaba el antiguo campo
socialista: era la primaria invasión de la Postguerra Fría. Estados Unidos
pretendió inaugurar un nuevo Orden Internacional bajo su égida, y Panamá fue un
tubo de ensayo para futuras agresiones. En Panamá se aplicó por primera vez el
concepto de la soberanía limitada de los Estados.
Con la disolución de la Unión Soviética, Estados Unidos y sus aliados en la OTAN
comprendieron que podían actuar sin contrapeso alguno para imponer sus
decisiones y concepciones estratégicas y de seguridad. El mundo, con unas
Naciones Unidas impotentes, estaba a la merced de las potencias imperialistas
con Estados Unidos a la cabeza.
Ahora bien: cuando Estados Unidos decide destruir a un país enemigo, por las
razones que fuesen, aplican sanciones de diverso tipo: comercial, económica,
financiera, política, diplomática, así como presiones mediante instituciones u
organizaciones internacionales, con el fin de debilitar la base del poder
político en dicho país. De este modo buscan asfixiar la economía del país y
crear una crisis artificial para que el descontento de las masas identifiquen
como culpable a sus dirigentes políticos y traten de derrocar al gobierno.
El gobierno de Estados Unidos -a través de la CIA- emplea su influencia
avasalladora dentro y fuera del país para desacreditar, no solamente al país
sino a sus líderes en particular. Se les acusa de todo lo que sea necesario para
enlodarles su reputación. Lo que menos importa es si las acusaciones son
ciertas: lo que importa es que la gente cree a ciegas lo que canalizan los
medios de comunicación. En este sentido, la CIA impacta los mecanismos profundos
del inconsciente colectivo para moverlos en la dirección que conviene a sus
intereses. Mientras más se vilipendia, mejor.
Así, los dirigentes escogidos como blanco de la CIA se convierten
progresivamente en monstruos ante la opinión pública. Se dejan filtrar en los
medios, informaciones falsas acerca de sus vidas personales, gustos específicos,
estilos de vida, vicios, aberraciones, fanatismos y creencias religiosas,
condición moral y sus principios.
Como lo ha explicado Noam Chomsky: 'Cuando la Casa Blanca decidió que su amigo
Noriega estaba volviéndose demasiado arrogante y tenía que irse, los medios de
comunicación siguieron las indicaciones y lanzaron una campaña para convertirle
en el demonio más vil desde Atila el Huno, una repetición del proyecto contra
Gaddafi de algunos años antes. Este esfuerzo se identificó con el engaño de la
'guerra contra la droga'...La operación de propaganda fue un éxito aplastante.
'Manuel Noriega pertenece a esa especial hermandad de criminales
internacionales, hombres como Gaddafi, Idi Amin o el Ayatolá Jomeini, a quienes
los norteamericanos les encanta odiar', salmodió Ted Koppel, de modo que 'un
fuerte apoyo público a una represalia estaba casi garantizado'. ¿Por qué odiaban
los norteamericanos a Noriega en 1989 y no en 1985? ¿Por qué era necesario
derrocarle ahora pero no entonces?.'
Sin embargo, con anterioridad al gobierno de Estados Unidos le bastaba utilizar
las sanciones solamente, sin satanizar a sus enemigos personalmente. Cuando las
sanciones no surtían el efecto deseado, Estados Unidos empleaban la fuerza,
desde el bloqueo naval o la prohibición de exportar ciertos productos de
carácter bélico (armas, municiones, combustible, etc.). Después de cierto
tiempo, si el objetivo no había sido logrado, Estados Unidos usaba el ataque
militar directo.
Estados Unidos decide desestabilizar a Panamá
El 10 de diciembre de 1985, el director del Consejo de Seguridad Nacional, el
vice-almirante John Poindexter, presionó en Panamá al general Manuel Antonio
Noriega (1) para que las Fuerzas de Defensa iniciaran un ataque a Nicaragua; (2)
para que autorizara la presencia militar estadounidense después del 31 de
diciembre de 1999 y (3) para que Panamá se sometiera a la política exterior de
dicha potencia. El ataque a Nicaragua daría lugar a la invasión a ese país por
parte de Estados Unidos 'en defensa de Panamá', en virtud del Tratado de
Neutralidad. Pero Noriega rechazó las presiones, y Poindexter amenazó al militar
panameño, advirtiéndole 'que se atuviera a las consecuencias'.
Diferentes fuerzas, tanto en Estados Unidos como en Panamá, convergieron en un
plan para desestabilizar a Panamá. El expresidente Nicolás Ardito Barletta,
quien había sido derrocado en septiembre de 1985 por haber designado a una
comisión investigadora del crimen del doctor Hugo Spadafora, inició gestiones
contra Noriega para recuperar el poder y, según autores norteamericanos,
contrató a Norman Bailey, agente financiero de la CIA. El senador Jesse Helms
organizó audiencias sobre Panamá, a principios de 1986, para promover un clima
contra Panamá, utilizando el asesinato del doctor Hugo Spadafora entre otros
alegatos, y buscar la forma de anular los Tratados Torrijos-Carter.
Memorandum secreto y agenda oculta
En abril de 1986, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos emitió
directrices (en un memorándum 'Secreto' del cual solamente se hicieron siete
copias) para organizar una campaña de operaciones psicológicas a gran escala con
el fin de desestabilizar a Panamá con el fin de (1) restablecer el control del
Canal por parte de Estados Unidos; (2) mantener la ocupación militar después del
2000; (3) eliminar la influencia de Japón en los asuntos del Canal y su
posibilidad de construir y controlar uno nuevo, ya fuese al nivel del mar o
mediante un tercer juego de esclusas y evitar que el canal cayese en manos de
Cuba o la Unión Soviética; y (4) ahuyentar a inversionistas de Oriente para
evitar que las áreas revertidas y el futuro canal cayeran en manos posiblemente
'enemigas' .
Como excusa para su intervención (según el memorándum), el gobierno de Estados
Unidos utilizaría los 'rumores' de corrupción en la cúpula de las Fuerzas de
Defensa, particularmente la supuesta participación de Noriega en el narcotráfico
y el lavado de dinero.
EEUU atiza a la oposición y aplica sanciones
La campaña contra Noriega arreció a partir de junio de 1986, cuando el
periodista Seymour Hersch publicó en la primera plana del New York Times un
catálogo de todos los 'delitos' imputables a Noriega. Años después, este
periodista admitió haber reproducido datos de la inteligencia (¿de su amigo
Bailey?), sin someterlos a verificación.
Estados Unidos aprovechó al máximo la aspiración de muchos panameños de
instaurar un gobierno democráticamente electo y puso en escena una agenda oculta
de intervención y agresión. Orientó y estimuló abiertamente toda oposición al
régimen, desde la sede de la embajada hasta las instalaciones militares de
Estados Unidos a orillas del Canal. Los paros, las protestas, las disensiones,
las marchas y manifestaciones sirvieron de mampara a los planes
intervencionistas, que incluyeron muchas operaciones encubiertas. El modelo de
intervención utilizado en 1986 por Estados Unidos para derrocar a Ferdinando
Marcos en Filipinas fue trasplantado a Panamá y ejecutado desde su embajada. La
Cruzada Civilista, creada en 1987, contaba con oficinas en Washington.
En Panamá, el gobierno de Estados Unidos inició sus presiones con la restricción
o disminución de la cuota azucarera, consciente de que el presidente Eric Arturo
Delvalle (que a la sazón apoyaba a Noriega) era el dueño de uno de los ingenios
azucareros más importantes de Panamá. En efecto, Delvalle decidió traicionar a
Noriega para no perder sus negocios y se pasó al bando de Estados Unidos, que lo
reconoció como legítimo presidente de Panamá, pese a que era un 'gobierno
fantasma', financiado ilegalmente por Estados Unidos con fondos pertenecientes a
la República de Panamá que habían sido congelados en ese país.
A principios de 1988, el presidente Ronald Reagan invocó la Ley de Poderes de
Emergencia Económica en tiempo de guerra y declaró al 'régimen Noriega-Solís
Palma' como 'una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos'; aplicó
sanciones económicas, comerciales, financieras y monetarias a Panamá; congeló
depósitos bancarios de Panamá en Estados Unidos; redujo drásticamente la
circulación del dólar; retuvo aviones de la empresa Air Panamá; prohibió a
ciudadanos y empresas de Estados Unidos entregar dinero y valores al gobierno
panameño y tendió un cerco diplomático para aislar al gobierno panameño y
obligar a la renuncia de Noriega como comandante de las Fuerzas de Defensa de
Panamá.
El gobierno norteamericano excluyó a Panamá de los beneficios de la Iniciativa
de la Cuenca del Caribe, para reducir sus exportaciones; usó el veto contra
Panamá en las instituciones internacionales de crédito; suspendió todos los
programas de ayuda al desarrollo de Panamá; canceló las donaciones y retuvo todo
tipo de pago; entre ellos, los de la Comisión del Canal al gobierno panameño,
los servicios públicos como luz, agua y teléfono, así como alquileres de
apartamentos y casas.
Simultáneamente, los servicios de inteligencia planificaron y apoyaron la
oposición interna a Noriega y las Fuerzas de Defensa, así como al partido
gobernante, el P.R.D.; infiltraron las agrupaciones políticas y empresariales;
penetraron, socavaron y dividieron a las Fuerzas de Defensa; obtuvieron el apoyo
de la alta jerarquía de la iglesia Católica; azuzaron a diversas agrupaciones
antimilitaristas y financiaron medios de comunicación, tanto nacionales como
extranjeros. Alentaron paros, marchas, piqueteos y huelgas.
Las sanciones económicas hicieron caer el crecimiento económico de Panamá al 0%
a finales de 1989.
Luego iniciaron las acusaciones (falsas unas y ciertas otras) contra el general
Noriega: narcotraficante, dictador, bisexual, adicto, asesino, pornógrafo,
fanático del vudú, la magia negra y la hechicería de todo tipo; violador de
prostitutas y niñas; doble espía; agente de la CIA.
Construyeron un cerco diplomático en torno a Panamá mediante presiones a la
comunidad internacional para que desconocieran al gobierno panameño, rompieran
relaciones diplomáticas, retiraran a sus representantes, suspendieran todo tipo
de ayuda y violaran el Derecho Internacional.
A la vez, el gobierno norteamericano inició 'negociaciones' con Noriega para
sacarlo de las Fuerzas de Defensa 'honrosamente', pero con ultimátum: Noriega
debía retirarse en la fecha impuesta por Estados Unidos, una condición
totalmente inaceptable. Cuando todo fracasó, el Pentágono empezó a aumentar su
presencia militar en Panamá de manera inconsulta y arbitraria, de manera
escalonada, y en violación a los Tratados Torrijos-Carter que obligaban a la
coordinación mediante la Junta Combinada de Defensa. Las tropas se instalaron
dentro y fuera de la antigua Zona del Canal y circularon sin obedecer a las
leyes nacionales ni a lo pactado en los Tratados.
Realizaron maniobras militares sin la aprobación panameña, muchas de ellas de
alta peligrosidad en áreas prohibidas y sin controles de ninguna especie,
especialmente dentro de la ciudad de Panamá. Las fuerzas armadas de Estados
Unidos tomaron posesión de numerosas instalaciones de servicio público, tales
como hidroeléctricas, potabilizadoras, comunicaciones, etc. Profundizando su
intervención, aterrizaron en lugares prohibidos; introdujeron vehículos y
lanchas artilladas a lo largo y ancho del territorio nacional; sus aviones
entraban y salían del espacio aéreo de Panamá sin aprobación ni notificación y
en violación del Convenio de Chicago de 1944 y acuerdos aéreos bilaterales.
Finalmente, recurrieron a la provocación abierta a los miembros de las Fuerzas
de Defensa: los arrestaron, los atacaron y los insultaron. Sin embargo, las
Fuerzas de Defensa tenían instrucciones de no ceder ante las provocaciones
norteamericanas, que buscaban el pretexto para invadirnos. Cuando todo lo
anterior fracasó, Estados Unidos lanzaron la invasión que destruyó a Panamá en
forma genocida.
EEUU boicotea la Comisión Tripartita para el nuevo Canal
El temor a un canal japonés: Preocupación vital para Estados Unidos eran los
avances de Japón en Panamá. El general Omar Torrijos había iniciado contactos
con los japoneses para realizar estudios de factibilidad de un nuevo Canal o de
reformas al viejo y ambos países habían suscrito Declaraciones Conjuntas y otros
compromisos. El presidente Reagan se hizo invitar a las negociaciones y
participó en la firma de acuerdos tripartitos (EEUU, Japón, y Panamá) para los
estudios de un nuevo Canal. Se creó la Comisión de Estudios de Alternativas al
Canal, pero a Estados Unidos sólo le interesaba desviar de su curso las
relaciones entre Panamá y Japón, porque, al finalizar el Tratado del Canal el 31
de diciembre de 1999, Panamá tendría exclusiva potestad e independencia para
acordar arreglos con cualquier país.
Estados Unidos se dedicó a boicotear a la Comisión Tripartita, y ésta no logró
realmente reunirse y desenvolverse como se preveía. El General Manuel Antonio
Noriega viajó a Japón a fines de 1986 y fue recibido como un jefe de Estado. Los
japoneses confirmaron su interés en construir y financiar un canal al nivel del
mar.
El gobierno panameño logró sobrevivir a las sanciones, pero también reprimió las
manifestaciones, empeorando su imagen ya bastante deteriorada.
Comando Sur acelera escalada militar
A lo largo de 1987-1989, Estados Unidos aumentó ilegalmente sus fuerzas
militares, sin consultar al gobierno de Panamá y en violación abierta del
Tratado del Canal, y Panamá elevó protestas pertinentes en la Organización de
Estados Americanos (OEA) y en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que
fueron desestimadas rutinariamente con sus bostezos acostumbrados.
Los norteamericanos dejaron de cumplir los Tratados del Canal y anularon en la
práctica los mecanismos binacionales establecidos, particularmente la Junta
Combinada de Defensa, de la cual se ausentaron para proseguir un curso
unilateral predeterminado.
El Comando Sur, cuyo cuartel general estaba localizado en Quarry Heights,
condujo entre 1988 y 1989 cientos de operaciones militares por tierra, mar y
aire, fuera de las áreas autorizadas y dentro de jurisdicción panameña, sin
solicitar la aprobación de Panamá, con el fin de provocar a las Fuerzas de
Defensa y a la población.
EEUU manda espías y dona diez millones a la oposición
Pese al estado de intervención y agresión, el gobierno panameño organizó
elecciones generales en mayo de 1989. Agentes de los servicios de inteligencia
de Estados Unidos realizaron intervenciones de variada gama. La más conocida
fueron las intervenciones radiofónicas a través de emisoras clandestinas, pero
las mismas fueron detectadas, y un norteamericano, Kurt Muse, confesó su
participación y declaró que los equipos fueron puestos a su disposición por la
CIA. En una de las primeras operaciones de la invasión, Kurt Muse fue liberado
de la cárcel Modelo por un equipo 'Delta' de fuerzas especiales, que asesinó a
sus custodios.
El presidente George Bush, dando seguimiento a la política de Reagan, intervino
abiertamente en las elecciones al anunciar que había entregado diez millones de
dólares a la oposición, provenientes de las cuentas que el gobierno panameño
mantenía en bancos de Estados Unidos y que fueron ilegalmente congeladas desde
marzo de 1988. El conteo de votos fue interrumpido, y las elecciones fueron
anuladas. Una caravana encabezada por los candidatos de la oposición--monitoreada
a cada paso por la inteligencia militar estadounidense--fue violentamente
reprimida, y Washington empleó profusamente las imágenes de los ataques a los
candidatos de la oposición para desacreditar al gobierno panameño y justificar
su escalada intervencionista.
Miembros de los Batallones de la Dignidad fueron visiblemente los responsables.
Sin embargo, algunos de los que estuvieron presentes han indicado a este autor
que en dichos ataques participaron personas ajenas a los milicianos que fueron
vistos poniéndose y quitándose camisetas de los Batallones.
Intervenciones desde la embajada y el Comando Sur
A medida que arreciaban las protestas de la oposición también Estados Unidos
profundizaba su intervención, al punto de que el propio embajador de esa nación
en Panamá, Arthur Davis, y su hija participaron personalmente en muchas de las
acciones. Elementos de la embajada norteamericana ayudaron a coordinar muchas de
las acciones y estuvieron presentes en marchas y demostraciones. Algunos, como
el propio Agregado Militar, por ejemplo, fueron detenidos in fraganti. El propio
John Maisto, quien estuvo a cargo de la desestabilización en las Filipinas, fue
trasladado a Panamá para aplicar la misma receta. Maisto acaba de ser nombrado
Asesor del Jefe del Comando Sur, en vísperas del Plan Colombia. En y desde las
bases militares en el Canal se fraguaron numerosas acciones intervencionistas.
Incluso el periódico de las fuerzas armadas (Tropic Times) fue empleado
permanentemente y de manera ilegal para apoyar la desestabilización.
El gobierno panameño, a raíz de las sanciones, estaba en la ruina, y la
actividad económica se redujo drásticamente. No había dinero para pagar la
planilla ni para atender los gastos más elementales. Solamente con la ayuda de
algunos países amigos pudo el gobierno del ministro Encargado de la Presidencia,
Manuel Solís Palma, sobrevivir a corto plazo. Así, entre paros, demostraciones,
falta de liquidez, desesperación y represión, Estados Unidos planificó las
acciones militares que fructificaron en la invasión del 20 de diciembre de 1989.
El golpe del 3 de octubre y la responsabilidad de EEUU
En 1988 se había emitido el Documento de Santa Fe (II), que señalaba la
necesidad no sólo de eliminar a Noriega sino de desmantelar las propias Fuerzas
de Defensa en su totalidad. En marzo de 1988, un número reducido de oficiales
intentó dar un golpe al general Noriega, sin éxito. Más tarde, el 3 de octubre
de 1989, otro grupo de oficiales al mando del mayor Moisés Giroldi, apresó a
Noriega y se hizo momentáneamente con el poder, pero las fuerzas norteamericanas
no intervinieron para apoyar el golpe porque el mismo era perpetrado por fuerzas
'torrijistas' dentro de las Fuerzas de Defensa que exigían la salida de las
tropas de Estados Unidos el 31 de diciembre de 1999. El golpe a Noriega había
sido estrechamente coordinado con el Comando Sur a través de los servicios de
inteligencia militar, pero el Pentágono decidió no involucrarse por los motivos
señalados. Noriega estaba completamente dominado y sólo se requería que el
helicóptero norteamericano, que volaba sobre el Cuartel, descendiera y se
llevara al prisionero. Al no atender la solicitud de apoyo del Comando Sur,
Estados Unidos debe compartir la responsabilidad por la ejecución de los
golpistas. En cambio, el pasado 12 de noviembre, el ex general Marco Cisneros,
que coordinó la invasión, mintió al declarar en un programa televisivo sobre la
Invasión de Panamá ('Infinito': War Secrets), que el Comando Sur le había
'rogado' a Giroldi que le entregaran a Noriega, y que éste se había negado.
Operaciones incubiertas e intervenciones extraterritoriales
Los servicios de inteligencia (CIA, DIA y la inteligencia naval) de Estados
Unidos diseñaron varias operaciones encubiertas para eliminar a Noriega, y el
FBI autorizó a las fuerzas armadas para arrestar a dirigentes de otros Estados y
traerlos ante tribunales de ese país, incluso para asesinarlos, en violación del
Derecho Internacional. Se analizó la posibilidad de que Estados Unidos apoyara a
una fuerza de panameños y algunos mercenarios para que iniciara ataques a
Noriega desde sus bases militares en Panamá. Desde 1989, el Comando Sur había
sido designado como el centro para Conflictos de Baja Intensidad en América
Latina y, en tal sentido, allí se diseñaron esquemas para violentar radicalmente
la estructura social, política y económica de los países escogidos a fin de
alinearlos a los intereses de Estados Unidos.
Gran cantidad de oficiales militares de Estados Unidos tejieron una red de
espionaje sobre Panamá, que recabó toda la información requerida en caso de
invasión: sitios estratégicos y claves, funcionarios importantes, personas
peligrosas, direcciones residenciales, teléfonos y faxes, hábitos y rutinas,
lugares frecuentados, antecedentes y perfiles políticos, depósitos de armas y
municiones, cuarteles y sitios de entrenamiento, cantidad y calidad de
armamento, listas de amigos y enemigos, control de comunicaciones e
inteligencia, etc. Miles de oficiales y sus familias fueron alojados en hoteles
y residencias alquiladas en Panamá, que contribuyeron a levantar planos y crear
un sistema operativo.
La planificación militar incluyó planes de contingencia, y fueron varios los
proyectos diseñados en el Pentágono para invadir a Panamá con el fin de
'arrestar' a Noriega.
La invasión del 20 de diciembre de 1989
En vista de que todos los intentos de eliminar a Noriega habían fracasado o bien
no eran opciones viables para Estados Unidos, la única superpotencia mundial
decidió invadir Panamá el miércoles 20 de diciembre de 1989. La operación era
totalmente ilegal: el Secretario General de las Naciones Unidas solamente fue
informado el día anterior. A la medianoche, a partir de las 11:30 p.m., fuerzas
de tierra, mar y aire convergieron sobre diversos sitios preseleccionados,
especialmente las instalaciones de las Fuerzas de Defensa en el Aeropuerto de
Punta Paitilla; en el Cuartel Central, ubicado en el populoso barrio de El
Chorrillo; en el Cuartel de Tinajitas, del corregimiento de San Miguelito; en
Fuerte Cimarrón, sede del Batallón 2000, en Pacora; en el Cuartel de Panamá
Viejo; en el Cuartel de Los Pumas, ubicado en el antiguo Aeropuerto de Tocumen;
en la Base Militar de Río Hato, antigua base estadounidense, donde se
encontraban dos institutos de nivel secundario; en la Base Naval de Coco Solo,
en Colón.
Cuando todos dormían o se preparaban para celebrar las navidades, la única
superpotencia mundial dejó caer sobre un pequeño y desarmado país toda su
potencia de fuego. Estados Unidos sobresaturó, en un desproporcionado ataque a
Panamá, el escenario bélico. Los agresores utilizaron naves y aeronaves,
vehículos, armas, municiones, equipos y recursos bélicos nunca antes utilizados
en combate real. Varios aviones Stealth F-117, invisibles a radares ortodoxos,
despegaron desde su base en Nevada, se reabastecieron de combustible en el aire,
dejaron caer bombas de 2,000 libras sobre Río Hato y El Chorrillo, y regresaron
a su sede. Los Stealth ni siquiera fueron detectados por los radares de Estados
Unidos en Panamá, menos por Panamá, que no contaba con radares de ninguna clase.
Helicópteros Apache con la más alta tecnología, el bombardero AC-130 Spectre;
vehículos todoterreno Hummer; tanques de asalto Sheridan M-551, vehículos
blindados M-113, y tanquetas; ametralladoras de varios calibres; y municiones
desconocidas, algunas posiblemente químicas; rayos láser y otras utilerías
nuevas como chalecos y cascos especiales, visores nocturnos fueron utilizados
contra un país que no poseía fuerza aérea, defensa antiaérea ni artillería
pesada.
Fuerzas de defensa debilitadas y divididas antes de la invasión
A finales de 1989, las Fuerzas de Defensa se encontraban divididas, debilitadas
y carentes de comando central efectivo. Meses, semanas, días y horas previas a
la invasión, la artillería liviana y otras armas pequeñas fueron retiradas de
los cuarteles y sitios designados por órdenes de oficiales panameños que
trabajaban para la inteligencia de Estados Unidos. Parte del desarme militar fue
responsabilidad del general Noriega, temeroso de un nuevo golpe. Pero la
artillería restante fue retirada por artimañas de la inteligencia gringa. Los
oficiales del Estado Mayor en su mayoría no presentaron combate, y la poca
resistencia de esa entidad estuvo a cargo de tenientes, sargentos, cabos, rasos
y simples policías. La mayor resistencia recayó sobre los Batallones de la
Dignidad y Codepadis, civiles voluntarios a quienes se les dio un entrenamiento
pobre y deficiente.
La invasión del 20 de diciembre fue catalogada como la operación bélica más
importante de Estados Unidos después de la guerra de Vietnam.
Las mentiras de Bush sobre la invasión
En la mañana del 21 de diciembre, el presidente Bush explicó las razones de la
invasión: para (1) proteger a ciudadanos norteamericanos; (2) salvaguardar los
Tratados y proteger el Canal; (3) capturar y conducir a Noriega ante tribunales
de Estados Unidos; (4) restaurar la democracia en Panamá. Pero era evidente-como
declaró el ex jefe del Comando Sur, Fred Woerner--que ni los tratados ni los
ciudadanos estadounidenses corrían peligro alguno. Por otra parte, Estados
Unidos no tenía capacidad legal para apresar a Noriega, porque esto no lo
permitía ningún tratado o el derecho internacional. Además, como manifestara el
ex agente de la CIA, Philip Agee, a raíz de esta invasión, no es política de
Estados Unidos intervenir militarmente para restaurar la democracia y, en todo
caso, Panamá siempre ha sido dominado por un grupo de familias. Thomas Pickering,
embajador de Estados Unidos en las Naciones Unidas, manifestó que su país
invadió a Panamá 'en defensa propia', porque desde territorio panameño se
enviaban drogas a Estados Unidos. Un argumento tan ridículo como inaceptable.
El gobierno norteamericano había invocado, como razón para invadir, que las
Fuerzas de Defensa habían 'asesinado' a un marino cuando el auto en el que
viajaban se encontraba 'extraviado'. La verdad es otra: el marino y sus
acompañantes formaban parte de un equipo de tareas especial perteneciente a la
inteligencia naval norteamericana al cual se le había asignado la tarea de
provocar abiertamente a los militares panameños para encontrar un pretexto. En
un auto alquilado y repleto de armas, los marinos (conocidos como los 'hard
chargers'), rebasaron un retén de las Fuerzas de Defensa en el perímetro del
Cuartel Central; hicieron caso omiso a la señal de alto y dispararon contra el
edificio principal, hiriendo a varias personas, entre ellos, a un niño. Los
militares panameños respondieron legítimamente al ataque. Sin embargo, la muerte
del marino (un colombiano), no fue reportada en Washington conforme a los
procedimientos usuales.
El presidente Bush acusó a las Fuerzas de Defensa de haber agredido a un
teniente de la marina y de manosear su esposa, detenidos cuando rondaban por el
Cuartel Central a la hora del incidente citado. Sin embargo, la Dirección de
Relaciones Públicas de la institución negó públicamente al día siguiente haber
arrestado a la pareja.. Pero el 'incidente' sirvió para enardecer a la opinión
pública en Estados Unidos y el extranjero en contra de Noriega.
El presidente Bush dijo que 'este presidente' no iba a tolerar el atropello a
ciudadanos norteamericanos, mucho menos amenazas a mujeres norteamericanas. Sin
embargo, 'este presidente' (Chomsky dixit) no hizo ni dijo absolutamente nada
cuando varias monjas norteamericanas fueron violadas y asesinadas meses antes en
El Salvador o cuando una monja norteamericana (Diana Ortiz), pocas semanas antes
de la invasión a Panamá, fue secuestrada, torturada y violada por la policía
guatemalteca. 'Este presidente' tampoco protestó cuando, el 1' de enero de 1990
(a sólo 10 días de la invasión) dos monjas norteamericanas fueron asesinadas por
terroristas organizados por Estados Unidos en Nicaragua, etc., etc.
Las maniobras psicológicas ejecutadas en Panamá bajo los servicios de
inteligencia norteamericanos fueron exitosas. Una semana después de la invasión,
'los militares norteamericanos enviaron a cientos de especialistas en guerra
psicológica a Panamá 'para difundir mensajes de propaganda pronorteamericana por
todo el país' en una campaña para 'reforzar la imagen de los Estados Unidos' y
'para imprimir la influencia norteamericana en casi todas las fases del nuevo
gobierno', informa la prensa. 'Estos muchachos son...muy sofisticados en los
aspectos psicológicos de la guerra-dijo un oficial del ejército. Trabajan en
propaganda.'
Mordaza a la prensa nacional e internacional
Contrario a Vietnam, la prensa internacional (la de Estados Unidos en
particular) no estuvo presente en el escenario porque no se les permitió. Los
periodistas fueron retenidos en el Comando Sur en Quarry Heights, y solamente
cuando todo hubo terminado y luego de borrar las huellas más importantes de la
carnicería, se les llevó en recorridos guiados. Ello impidió que el mundo
conociera los crímenes de guerra y otras atrocidades cometidas por las tropas
norteamericanas. La prohibición de la prensa internacional fue ordenada por el
Secretario de Defensa, Dick Cheney, en violación de reglamentos del Pentágono y
la Constitución, por considerar contraproducente su presencia en campos de
'batalla' (ecos de Vietnam). Cheney, candidato a la vicepresidencia bajo el
joven George Bush, se opuso y se opone a la desclasificación de documentos
secretos sobre operaciones militares. ¿Por qué será?
Crímenes de guerra
Considérese, por ejemplo, que Estados Unidos bombardeó áreas densamente pobladas
en medio de la oscuridad; que sus tropas combatieron y dispararon
indiscriminadamente la mayor parte de las veces; que los aviones erraron
frecuentemente sus blancos (los F-117, por ejemplo) y destruyeron objetivos
civiles; que miles de residencias fueron incendiadas por militares de Estados
Unidos. A raíz de la inexperiencia de muchos soldados jóvenes y de la decisión
tomada por el general Maxwell Thurmann (el 'loco Max', apodo de Vietnam), quien
no escatimó víctimas inocentes, miles de panameños no combatientes sucumbieron:
miles de muertos y heridos, muchos de cuyos cadáveres fueron destruidos y
desaparecidos para borrar evidencias. Thurman seguía órdenes de otro enloquecido
general: Colin Powell, Jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor, cuyos
criterios operativos ordenaban sobresaturar con incomparables fuerzas al pequeño
Panamá, ordenando arrasar con una capacidad para sobrematar ('overkill') al
enemigo. Colin Powell es el candidato para la Secretaría de Estado si gana el
joven y analfabeto George W. Bush.
Las fuerzas norteamericanas penetraron en el principal hospital del país --el
Santo Tomás-- adonde fueron llevadas cientos de víctimas; tomaron control de
todas sus, prohibiendo la entrada de algunos médicos por razones políticas y
maltratando a otros; retiraron del hospital todos los registros existentes, por
lo que no se sabe a ciencia cierta cuántos ni cómo murieron y cuántos quedaron
heridos, como tampoco el tipo de armas o municiones utilizadas. La inmensa
mayoría de las víctimas la constituían civiles inocentes que no participaban en
los combates. Quemados, heridos, cortados, destrozados, carbonizados, muchas
murieron víctimas de la barbarie del ejército más poderoso de la Tierra.
Asesinatos perpetrados por militares de EEUU
Pero existen suficientes testimonios en libros publicados en Panamá y otros
países que demuestran no sólo cómo murieron combatientes y civiles inocentes
sino que, además, acusan a las fuerzas norteamericanas de cometer crímenes de
guerra. Dichas publicaciones nos indican que dichas fuerzas:
1. Mataron a muchos civiles inocentes en sus residencias.
2. Mataron a muchos civiles inocentes por la espalda, mientras descendían de sus
casas en medio de la oscuridad.
3. Mataron y remataron a miembros de las Fuerzas de Defensa y de los Batallones
de la Dignidad que habían sido heridos previamente.
4. Impidieron brindar asistencia médica a los heridos en las calles y
residencias, dejándolos morir sin remedio.
5. Mataron a heridos que recibían atención médica en hospitales, clínicas y
centros.
6. Mataron a prisioneros de guerra dentro de centros de retención.
7. Mataron a combatientes que ya se habían rendido, con las manos en alto, luego
de dárseles garantía de respetarles la vida.
8. Mataron a muchos civiles inocentes, atrapados en sus autos, que fueron
aplastados por tanques y tanquetas de las fuerzas invasoras.
9. Mataron a muchos soldados y policías mientras dormían y que no presentaron
combate, sin dárseles oportunidad de rendirse.
10. Mataron a mujeres después de violarlas.
11. Mataron a muchas personas por simple sospecha o nerviosismo.
12. Mataron a muchas personas dentro de sus autos porque se salieron de la fila
en los retenes; porque los agresores se pusieron nerviosos; porque tuvieron
'problemas de comunicación'; porque no hicieron un alto o no cumplieron órdenes
'en inglés'.
13. Mataron a muchas personas por 'error' o por simples ganas de matar, sin
explicación ni justificación.
14. Maltrataron, golpearon y torturaron a prisioneros de guerra.
A los anteriores asesinatos, considerados como los más graves crímenes de guerra
según los tratados internacionales, habría que añadir otros que tampoco son
justificables ni perdonables. Los hechos demuestran que las fuerzas invasoras
destruyeron miles de viviendas de gente humilde, que quedó en total desamparo.
Cientos de personas sufren aún severos traumas psicológicos y fisiológicos que
las han inhabilitado, al punto de que quedaron incapacitadas. Muchos embarazos
fueron malogrados. Miles de hijos de las víctimas sufren el síndrome de la
desintegración familiar por la desaparición de quienes constituían el sustento
en el hogar y muchos son ahora delincuentes por esa razón.
Las fuerzas invasoras destruyeron numerosos edificios e instalaciones civiles y
equipos pertenecientes al Estado y al pueblo panameños, cuyo valor alcanza
quizás miles de millones de dólares. Las fuerzas invasoras se llevaron valiosos
botines de guerra, desde las armas y equipos de las Fuerzas de Defensa-muchos de
estos nuevos-hasta las armas del 'Pía Vesta' y las computadoras del G-2 de esta
institución. Las fuerzas invasoras incautaron miles de cajas llenas de
documentos. Saquearon muchas riquezas del país, como piezas arqueológicas
irremplazables, joyas precolombinas, tesoros artísticos. Se llevaron la primera
bandera nacional. Existen testimonios de personas a quienes las tropas
norteamericanas despojaron de joyas, dinero y pertenencias de todo tipo, aparte
de que les dejaron enormes cuentas en llamadas de larga distancia a Estados
Unidos.
Miles de personas no combatientes fueron arrestadas y retenidas en campos de
concentración durante largos períodos de tiempo tan sólo por el hecho de
pertenecer al partido político gobernante, por ser funcionarios del gobierno,
por simple sospecha o necesidad de prevención o por puro terrorismo de Estado,
sin que hubiesen formalmente cargos contra estas personas.
Todos los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) --salvo los
colaboradores-- fueron intervenidos por las fuerzas invasoras y sometidas a
estricta censura, y la totalidad del país fue sometida a un régimen de ocupación
violatorio del Derecho Internacional.
Las fuerzas norteamericanas cercaron las embajadas de Cuba y Libia y penetraron
en la residencia del embajador de Nicaragua; atropellaron a diplomáticos de esos
países, en flagrante violación de la inmunidad diplomática y el derecho de
asilo.
Nuevo gobierno toma posesión en una base gringa
Un gobierno, integrado por la oposición a Noriega y que reclamó el poder, fue
juramentado en una base militar norteamericana horas antes del inicio de la
invasión. Dicho régimen de facto fue instalado y protegido por varios años por
las fuerzas invasoras, a pesar de que todo ello constituía una descarada
violación de la Carta de la Organización de Estados Americanos (O.E.A.), de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y del Derecho Internacional.
A raíz de la agresión, tanto la O.E.A. como la Asamblea General de la ONU
condenaron la invasión e instaron a las fuerzas de Estados Unidos a retirarse de
Panamá inmediatamente, lo cual, por supuesto, no ocurrió, y urgieron a los
panameños a ponerse de acuerdo para llamar a nuevas elecciones bajo supervisión
internacional, lo que, por supuesto, tampoco se llevó a cabo por la prepotencia
del gobierno de Estados Unidos. Inglaterra y Canadá votaron a favor de la
invasión, y otros tantos se abstuvieron. En el Consejo de Seguridad, la
resolución que condenaba la invasión recibió el triple veto de E.U., Inglaterra
y Francia (miembros de la OTAN). El Salvador fue el único país de Latinoamérica
que votó en contra de la resolución que condenaba la invasión. ¿Por qué habra
sido?
Haciendo gala de su control sobre los medios de comunicación internacionales,
Estados Unidos propaló la versión de que no hubo muchas víctimas inocentes ni
daños colaterales que lamentar. Se capturó a Noriega y con ello-dijeron--se dio
un golpe certero a los narcotraficantes. Pero, el narcotráfico aumentó, al igual
que el consumo del drogas ilícitas en Panamá.
Durante los dos años que duró el estado de ocupación, ocurrieron muchos
incidentes violatorios de los derechos humanos de la población y aumentó el
tráfico y el consumo de drogas en Panamá, que era mucho menor antes. Noriega fue
condenado a 40 años de prisión luego de un juicio ilegal en muchos aspectos que
careció de evidencias sólidas. Carlos Lehder, quien declaró contra Noriega a
cambio de una reducción en su pena, después se retractó admitiendo que había
mentido. Ricardo Bilonick, el 'testigo dinamita' que decían tener los fiscales
contra Noriega, lo consiguieron mediante un trato con el Cartel de Cali, que
primeramente amenazó a Bilonick y luego lo compró por cientos de miles de
dólares a cambio de un 'favor' que Estados Unidos le hizo a dicho Cartel.
En agosto de 2000, los capos del Cartel de Medellín declararon en Colombia que
Noriega realmente nunca permitió el uso de Panamá como puente del narcotráfico,
aunque sí toleró el lavado de dinero, contradiciendo la propaganda de guerra y
las acusaciones de Estados Unidos.
En la invasión hubo muchas más víctimas que en la Plaza de Tiennamen y que en el
derrocamiento de Ceausescu en Rumania. Sin embargo, mientras miles de panameños
morían y el resto veía la destrucción de su soberanía y de su país, ninguno de
los crímenes cometidos por la más grande 'democracia' del mundo en Panamá
aparecieron en las pantallas de los televisores del 'mundo libre', concentrados
en las 'atrocidades' de 'tiranos comunistas'!
Como fruto de la invasión, Japón disminuyó su presencia bancaria y financiera y
sus inversiones en Panamá de manera drástica, y su influencia en la Comisión
Tripartita para el Estudio de las Alternativas al Canal decreció de manera
significativa. En la década de los noventa no se ha mencionado la participación
de Japón en el nuevo Canal.
Perspectivas, once años después
La decisión de desestabilizar a Panamá data de fines de 1985, pero la orden fue
dada en el Consejo de Seguridad Nacional norteamericano en la primera semana de
abril de 1986. Tanto las agresiones e intervenciones anteriores al 20 de
diciembre como la invasión de esta fecha no han sido castigadas como lo exigen
la Carta de las Naciones Unidas, tratados internacionales que rigen la materia y
el Derecho Internacional, y han quedado impunes, a pesar de que Estados Unidos
es responsable de numerosos crímenes de guerra y debe indemnizar a Panamá por la
totalidad de los daños.
Ningún gobierno 'panameño' ha tenido siquiera el interés de crear una comisión
que investigue los diversos aspectos de la invasión. No sabemos cuántos muertos,
heridos y desaparecidos ocasionó la invasión. No ha habido una reclamación
oficial al gobierno de Estados Unidos por la destrucción de la economía y de
propiedad nacional y estatal, mucho menos por las víctimas. Ni siquiera se han
atrevido a declarar el 20 de diciembre como Día de Duelo Nacional. Ninguno de
los partidos políticos ha querido arriesgar su futuro revolviendo este tema,
pero este hecho vergonzoso significa que los partidos y sus líderes no
representan ni defienden a la nación panameña. Exijamos, pues, la constitución
de una Comisión de Investigación sobre la Invasión a Panamá y una Comisión de
Reclamaciones al gobierno de Estados Unidos que determine la responsabilidad
legal y la cuantía financiera de la indemnización.
Al parecer, la clase política panameña carece de decoro. 'Ver un crimen en
silencio es cometerlo,' dijo José Martí.
Julio Yao es ex asesor de política exterior, ex agente de Panamá ante la
Corte Internacional de Justicia de La Haya, catedrático de Relaciones
internacionales (Tomado de El Panamá-América, 17, 18 y 19 de Noviembre de 2000).