Latinoamérica
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Por una justicia de otro tipo
Leonardo Boff
Alai-amlatina
Muchos de nosotros estamos desalentados con la resolución del Supremo
Tribunal Federal que da vía libre al gobierno para que implemente la
transposición del río San Francisco.
El debate en la Corte Suprema estuvo mal concebido. La cuestión central no era
la ecología ambiental sino la ecología social. No se trataba sólo de decidir si
el megaproyecto del gobierno implicaba impactos ambientales dañinos, cosa que el
Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA),
en una decisión discutible, garantizó que no había. Lo que se trataba sobre todo
era de una cuestión de ecología social: ¿a quien beneficia socialmente el
faraónico proyecto gubernamental? ¿A los sedientos del semiárido o al
agronegocio y a las industrias? Los datos hablan por si solos: cerca del 75% del
agua se destinará al agronegocio, el 20% a las industrias y solamente el 5% a la
población sedienta.
Aquí se da el enfrentamiento de dos posiciones: la del gobierno y la de Luiz
Flávio Cappio, obispo de Barra (BA). (1)
El gobierno busca un crecimiento que, según los datos ya mencionados, atiende en
primer lugar a los intereses de los poderosos y secundariamente a las
necesidades del pueblo sufrido, lo que configura una falta de equidad. Esta
posición, que se puede llamar modernización conservadora, ha sido teórica y
prácticamente superada.
El obispo Capppio encarna una postura ética que postula la centralidad de lo
social y de la vida, en especial de los millones de condenados y ofendidos del
semiárido con los cuales él trabaja desde hace más de 20 años. En función de
este proyecto social que prioriza el pueblo y la vida y que no niega otros usos
del agua, hay que oponerse a la transposición del río San Francisco.
La justicia legal consagró el proyecto de crecimiento del gobierno. Pero la
justicia no es todo en una sociedad, en especial como la nuestra, marcada por
profundas desigualdades y conflictos de intereses que debilitan fuertemente
nuestra democracia.
Lo que sustenta la posición del obispo es otro tipo de justicia, aquella
originaria que antecede a la justicia legal, justicia que garantiza el derecho a
la vida, en especial de aquellos condenados a tener menos vida y por ello a
morir antes de tiempo. La amplia tradición de la ética cristiana, racionalmente
fundamentada en Aristóteles y en Santo Tomás de Aquino, afirma aquella justicia
originaria y alimenta hoy modernos proyectos de ética mundial. Ella sustenta que
por encima de la justicia está el amor a la humanidad y a todos los seres.
Lamentablemente, no fue eso lo que se escuchó en el razonamiento de los
ministros del Supremo Tribunal Federal.
El amor al prójimo y al que sufre es la regla de oro, la suprema norma de la
conducta verdaderamente humana porque abre desinteresadamente el ser humano al
otro, hasta el punto de dar la propia vida para que él también tenga vida, como
lo está haciendo el obispo Cappio, figura de eminente santidad personal y de
incondicional amor a los desheredados del valle del San Francisco. Esta es la
justicia mayor de que habla Jesús, porque tributa amor y respeto A aquel que se
esconde atrás del otro que es el Gran Otro, Dios. El pueblo brasileño en su
profunda religiosidad es sensible a este argumento.
Para entender la posición y la actitud profética del obispo, necesitamos
comprender este tipo de fundamentación. Es perverso el intento de descalificar
su figura considerándolo autoritario y carente de sustento popular. Él está
apoyado por los millones de personas que generalmente no son oídas porque son
consideradas irremediablemente ignorantes, ceros económicos y desechables. Sin
embargo, ellas son portadores de una sabiduría cotidiana, construida en la
convivencia con el semiárido y en el amor al río que ellas llaman con cariño el
Viejo Chico.
El compromiso de Luiz Flávio Cappio continúa, secundado por todos aquellos que
hasta ahora le acompañaron, en especial, los movimientos populares y personas
notables de la escena nacional e internacional.
Si él falleciera, a consecuencia de su gesto, la transposición podrá ser
ejecutada, pues el gobierno dispone de todos los medios, militares, legales,
técnicos y económicos. Pero será la transposición de la maldición.
El Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, por todo lo que representa, no merece
cargar esta falta por largo tiempo. (Traducción: ALAI)
- Leonardo Boff es teólogo.
(1) NDLR Tras una huelga de hambre que inició el pasado 27 de noviembre para
oponerse al proyecto de trasvase del río San Francisco, el obispo Luiz Flávio
Cappio se encuentra en un estado grave de salud, siendo internado ayer en la
Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Memorial de Petrolina. Hoy recuperó la
consciencia y conversó con sus familiares quienes le pidieron que ponga fin a su
huelga de hambre. Entre tanto, el Presidente Lula reafirmó que no va a paralizar
las obras de transposición de las aguas del río San Francisco. "Si el Estado
cede, el Estado acaba. Y el Estado necesita funcionar", argumentó el Presidente,
comentando que también realizó una huelga de hambre en la década de los 80,
cuando estuvo preso en São Paulo.