Latinoamérica
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¿Revolución o Guerra?
Fabricio Lombardo Rebelión
"Más que nunca creo que la lucha en pro del socialismo latinoamericano debe
enfrentar el horror cotidiano con la única actitud que un día le dará la
victoria: cuidando preciosamente, celosamente, la capacidad de vivir tal como la
queremos para ese futuro, con todo lo que supone de amor, de juego y de alegría"
Julio Cortázar, de "Libro de Manuel" Advertencia Bolivia es difícil de entender,
definitivamente. Este artículo intentará dar una serie de nociones básicas para
acercarse a la problemática de dicho país, mencionando algunas cuestiones pero
sin profundizar en ninguna de ellas. La idea es plantear un marco general sobre
la cuestión y, en el mejor de los casos, fomentar el interés y la necesidad de
seguir investigando.
Seguramente en estas líneas se pecará de simplismo, lo cual es un riesgo
bastante lógico y comprensible dado que, después de todo, simplificar lo
complejo no es tan sencillo como decirlo. En última instancia creo que este
texto deberá juzgarse sabiendo que su intención primera es presentar a Bolivia a
los lectores menos avisados en el tema. Aquellos ya inmersos en la problemática
del país vecino no hallarán en este artículo nada nuevo; pueden abandonarlo aquí
con la seguridad de que no se pierden absolutamente nada porque, en parte, esa
es la idea.
Ama qhilla, ama llulla, ama suwa Al dar una noticia los medios de comunicación
suelen comenzar su redacción con "Bolivia, el país del altiplano, tal cosa" o
simplemente "En el país del altiplano, tal otra". Por muy menor que pueda
parecer la cuestión, esa visión recortada de la realidad tiene relación con
ciertos problemas actuales que hoy afronta Bolivia y que tienen que ver
fundamentalmente con dos puntos: los centros de desarrollos económicos internos
del país y los regionalismos que existen desde siempre pero hoy se usan para
fomentar los enfrentamientos y las divisiones.
Desde el exterior es necesario que empecemos a comprender que Bolivia nunca fue
sólo el altiplano y la Cholita vestida con sus ropas pintorescas (es decir que
esto no ha cambiado ahora por los flujos migratorios internos dirigidos hacia el
oriente[1], sino que Bolivia nunca fue sólo quechua o aymará); una enorme
diversidad geográfica y étnica existe allí desde antes de la formación del país,
sólo que hoy se hace más patente debido al particular momento histórico que se
atraviesa.
Entonces, para aproximarnos al conflicto es necesario mencionar que en este país
conviven más de treinta etnias y treinta y cinco lenguas esparcidas a lo largo y
ancho de su territorio, que por otra parte también posee valles (que bordean los
deptos de Potosí, La Paz y Chuquisaca), zona amazónica y preamazónica (deptos de
Beni y Pando), una extensa llanura (de Moxos y Chiquitos, en los deptos de
Cochabamba, Santa Cruz y Beni) y su parte chaqueña (en Chuquisaca y Tarija
fundamentalmente, límites con paraguay y parte de argentina).
Ahicito nomás pues Se dice que para muestra sobra un botón; y en este sentido
Bolivia quizás sea la mejor muestra de América Latina, una tierra donde la
llegada del hombre blanco y la marginación caminan de la mano. Potosí, corazón
del saqueo de plata durante los primeros siglos de la conquista[2], fue el punto
inicial de aquella relación que marcaría al futuro pueblo Boliviano para con el
otro, el extranjero, el explotador y dueño de todo aquello que podía robarse y
venderse en Europa.
Pero Bolivia no sólo fue robada por la Corona española. Luego de su
independencia lograda al calor de las luchas guerrilleras que van de 1809 a
1825, y que serían coronadas por Bolívar (de allí su nombre) y Sucre, Bolivia
perdió más de la mitad de su territorio en las Guerras del Pacifico (con Chile,
1879), del Acre (con Brasil, 1903) del Chaco (con Paraguay, 1938)[3] y en los
conflictos diplomáticos que van de 1866 a 1930[4].
Bolivia, el hijo castigado por sus padres españoles y maltratado por sus
hermanos latinoamericanos, perdió en estos conflictos su salida al mar y una
riqueza invaluable en minerales, caucho, petróleo, maderas, flora y fauna.
Poseía, cuando se definieron sus fronteras, 2.363.769 km2; hoy tiene a-penas
1.098.769 km2.
Finalmente a fines del siglo 19 Bolivia afrontaría una nueva guerra, pero esta
vez interna y de suma importancia para el presente: la Guerra Federal, aquella
que enfrentaría a las elites de La Paz y Potosí/Sucre y a las de la plata con
las del estaño en auge. Una guerra que acabaría imponiendo el Poder Ejecutivo y
Legislativo en la ciudad de La Paz. Hoy Sucre es la capital de Bolivia, pero
allí sólo se halla la sede del Poder Judicial.
Los muertos son de nosotros, los recursos son ajenos Los pueblos
latinoamericanos nos reconocemos en nuestra lejana historia colonial (?) y nos
hermanamos en nuestra reciente historia de subdesarrollados: al igual que
Argentina, durante el siglo veinte Bolivia estuvo entrecortada por gobiernos
constitucionales y de facto[5]; desarrolló sus sindicatos en los años treinta y
los fortaleció en los cincuenta[6], posteriormente tuvo sus intentos armados y
dictaduras militares pro-occidentales; en los ochenta se retornó a una
democracia cargada de hiperinflación que luego tomó su matiz neoliberal más
brutal y, siguiendo los buenos consejos del Banco Mundial y la política
internacional, se privatizaron los ferrocarriles, teléfonos, líneas aéreas,
minas de bauxita, agua, etc. Como si la "coincidencia" fuera poca a principios
del siglo veintiuno ambos países tuvieron sus revueltas y en ambos pasaron cinco
presidentes en cuatro años.
Resulta significativo mencionar, aunque sea por arriba, que el punto donde hoy
se encuentra Bolivia es la desembocadura de algunos conflictos fundamentales que
comenzaron en los noventa, a saber: las primeras marchas por tierra y territorio
protagonizadas por los pueblos indígenas de las tierras bajas, la Guerra de la
Coca (donde se luchó por la no penalización del cultivo y la no intromisión de
las políticas intervencionistas estadounidenses, argumentando básicamente que la
hoja de coca no es cocaína y que forma parte fundamental de las culturas de los
pueblos originarios de Bolivia), la Guerra del Agua (librada en Cochabamba a
principios del año 2000 contra la privatización de ese recurso puesto
irresponsablemente en manos de la transnacional Bechtel - "Aguas del Tunari" en
su nombre local - que pretendía hacerse de las reservas comunitarias y privadas
imponiendo tarifas excesivas en nombre de la modernización) y la Guerra del Gas
(una lucha en la que básicamente se comenzó exigiendo la no exportación de gas
vía Chile[7], pero que creció durante el mes de octubre de 2003 y acabó echando
al presidente Sánchez de Lozada e imponiendo claramente la necesidad de
nacionalización de los hidrocarburos.)[8] En fin, los muertos no son de ahora.
Los enfrentamientos de este nuevo proceso se vienen agudizando desde hace una
década o más, según desde donde se empiece; de allí hasta aquí se libraron
fuertes y diversas luchas en las que se logró derrotar en el discurso y en las
calles varias de las ambiciones neoliberales; Un proyecto que estaba dirigido
por un conglomerado de derechas absurdo y rapaz que incluso de dio el lujo de
imponer democráticamente al ex dictador Hugo Bánzer. Pero no sólo eso; más tarde
ese proyecto neoliberal también fue derrotado en las urnas, en primera vuelta,
con un 54% histórico y aplastante a favor del MAS.[9] La democracia de los
límites Ahora bien, hay algunas cuestiones que señalar al respecto. Para
empezar: ningún pueblo hace la revolución votando (ni siquiera la "Revolución
democrática" que propone el MAS). Puede que las urnas sean "un paso hacia" la
revolución, pero esta se construye caminando y luchando en cada rincón donde los
poderosos se atrincheran para defender sus intereses mezquinos.
Por otra parte la democracia como mecanismo de toma de decisiones del sistema
capitalista no sólo tiene sus claros límites, sino que además dentro de ellos
resulta engañosa. A ver; el MAS ganó con el 54 %: histórico, increíble, ni el
mismo MAS se lo esperaba. Ahora, la derecha puede ser mezquina, pero no es
ingenua; sabe cuáles son sus intereses de clase y comprende que dentro de este
proceso se hallan en riesgo. Ante el temor, gran parte de todo aquello que no es
el 54% del MAS (y que en su momento aparecía dividido) hoy se encuentra formando
bloque y representa "la" oposición. En la superficie aparecen con diferentes
nombres, pero en la realidad actúan de conjunto. Estos sectores se atrincheran
básicamente en el gobierno de seis de las nueve prefecturas que tiene
Bolivia[10], en cinco de los nueve Comités Cívicos, en el "Comité
Interinstitucional" de Sucre, en algunas organizaciones universitarias, en el
PODEMOS y en la nueva "Junta Democrática de Bolivia". Tienen, además, mayoría en
la Cámara de Senadores[11]. Fundamentalmente desde estos puntos mencionados (y
con el enorme aporte de los medios masivos de comunicación) es que se generan y
se incitan las violentas y turbias olas de manifestaciones.
Como si fuera poco, aquel 54% con que el MAS ganó las elecciones hoy se ha
transformado en algo no tan cierto; el partido de Morales consiguió esa cantidad
de votos en plena convulsión social, con lo cual supo recaudar cierto "voto
bronca" que es básicamente golondrina y que hoy sigue siendo "voto bronca", pero
en contra. Ahora, más allá de esto, el fin de los que mueven la marioneta de la
oposición es claro: frenar el incómodo proceso de cambio que se vive en Bolivia:
si esto se logra pidiendo la autonomía departamental, el retorno de la
capitalidad plena para Sucre o parando la redistribución del Impuesto Directo a
los Hidrocarburos, es exactamente lo mismo. Si en ese intento egoísta caen
jóvenes estudiantes, campesinos, indígenas o vecinos de las grandes urbes, da
igual. La derecha nunca tuvo ni tendrá mucho problema en socavar o imponer un
proyecto que cueste sangre, y esto los latinoamericanos lo sabemos de sobra.
Velocidad sin frenos Hay algo bien interesante en este proceso boliviano: los
movimientos sociales, gremiales, campesinos y vecinales poseen una fuerza
comunal que va más allá de sus representantes. Uno podría llegar a pensar que el
MAS, ante las dificultades que se le presentan para llevar adelante las
consignas con las cuales ganó las elecciones, puede echarse atrás y convertirse
en un partido más, burocratizarse, modificar algo para no cambiar nada como hizo
Lula, kirchner, Bachellet y la lista es larga.
Pero no, definitivamente no. Más de un cocalero del chapare ha dicho que "Evo
hay muchos; si no cumple lo echamos". Y crease que es verdad. El campesinado
boliviano puede parecer tranquilo a los ojos de más de un occidental y
cristiano, y quizás lo es; hasta que deja de serlo. El pueblo boliviano en
general ha tomado desde hace algunos años las riendas de su propio destino; por
lo que se ve no piensa largarlas. Y esto no tiene que ver simplemente con una
metáfora idealista, sino que encierra un par de cuestiones fundamentales que hay
que comprender en este proceso: por un lado es cierto que el MAS es un
movimiento popular de los pueblos indígenas[12], pero no es "el" movimiento
indigenista y campesino; éste tiene sus metas y lógicas propias, el MAS es sólo
el "instrumento político" que campesinos y pueblos originarios han sabido
construir para sus fines, y que mientras responda a ellos podrá seguir siendo su
representante institucional.
Por otro lado es necesario recalcar que aunque el MAS haya ganado las elecciones
sus bases aún no son "el" poder. Lo siguen construyendo y luchando día a día, y
en este sentido haber obtenido la presidencia del país implica un avance en esa
construcción y lucha, pero definitivamente ese no es el fin. Por el contrario,
puede significar la etapa más dura en este proceso. En fin, lo cierto es que
algo nuevo (que no sabemos bien qué es o será) ha comenzado en Bolivia y
trasciende ampliamente las fronteras del MAS y los límites de la presidencia,
las prefecturas o las alcaldías.
Para graficar Para graficar un poco el asunto: el 21/11 varios sectores se
movilizaron hasta la Plaza Murillo de La Paz para exigirle al Senado (en
realidad, a la parte del Senado que no es del MAS) que apruebe los proyectos de
ley que el gobierno impulsa (entre ellos la Renta Dignidad). Forcejearon con la
policía media hora. Llegó el Viceministro de Coordinación con los Movimientos
Sociales (es decir, alguien que está del mismo lado que los manifestantes) para
calmar los ánimos. Los manifestantes le dijeron que no se meta, que no él no era
su representante para mediar en las protestas. Y le aclararon: "el pueblo somos
nosotros". Si algo se está prendiendo fuego en Bolivia definitivamente lo está
haciendo de adentro hacia fuera y será por lo tanto inextinguible durante un
buen tiempo; muy buen tiempo.
Entonces, lo que intentamos decir es que puede que la burguesía y los
terratenientes de Bolivia acaben con el MAS, que lo fragmenten, que lo ahoguen
en los vaivenes políticos institucionales. ¿Pero qué van a hacer con el
movimiento campesino y los pueblos originarios? ¿Los van a matar a todos? En
caso de que pudieran ¿después quién va a trabajar? ¿Sus hijos racistas y mimados
de las universidades? ¿Quién va a generar los excedentes del que esos mismos
poderosos se benefician[13]? Bolivia, cada día más, se presenta como un callejón
sin salida pacífica. En la última semana la Asamblea Constituyente avanzó "en
grande" con la asistencia de poco más de la mitad de los constituyentes y
sesionando en un Liceo Militar, seis prefecturas desconocieron el texto y
llamaron al paro[14], Sucre ardió durante tres días y dejó tres muertos y
centenares de heridos, algunos de ellos bastante graves. Como contrapartida,
campesinos, indígenas, organizaciones sociales, mineros y vecinos de El Alto se
mandaron una tremenda marcha al centro de La Paz en apoyo al MAS y la nueva
Constitución; agredieron a periodistas de medios masivos de comunicación
advirtiéndoles que "dejen de mentir" y manifestaron que se quedarían en la Plaza
de Armas hasta que el Senado apruebe las "leyes del cambio" que tiene frenadas.
Ahora bien, se sabe que la violencia es intrínseca a la derecha, haga ésta de
aquella un uso explícito o implícito, lo cierto es que la necesita como el agua.
Un sistema que se basa sobre la injusticia sólo puede mantenerse violentamente;
la derecha representa la prolongación de ese sistema y por tanto la necesidad de
dicha violencia. Esto lo tenemos claro. Ahora ¿qué pasa con el MAS? ¿No ha
querido o realmente no ha podido evitar este nivel de enfrentamiento? Las
últimas declaraciones del vicepresidente García Linera sobre la "medición de
fuerzas" generan más dudas que certezas al respecto y, al fin y al cabo, en
Bolivia ya no sé sabe qué puede ocurrir.
Hoy por hoy no se descarta ninguna posibilidad.
Medios, realidad y cambios Hay muchas formas de engañar: mentir, no decir todo
lo que se debería, decir aquello que no se debería, quitar de contexto y cambiar
el sentido, decir muchas cosas al respecto pero que no vienen al caso, mostrar
algo importante entre "noticias" de escasa importancia quitándole espesor a la
primera, y así hay varias más.
Una de las formas de mentir que tienen los medios en Bolivia es decir "seis de
las nueve regiones van al paro contra Morales"[15] ¿Pero quien va al paro? ¿La
mayoría de cada uno de esos 6 departamentos? ¿Los indígenas y campesinos? ¿El
pueblo pobre y cagado por los gobernantes desde siempre? ¡No! Los que llaman al
paro son sus prefectos, los partidos de derecha y los empresarios y
latifundistas vestidos de cívicos. Una minoría bien clara e identificable.
Lo mismo ocurre en Sucre. Los diarios dicen "Chuquisaca pide la capitalidad" ¿Chuquisaca
o el Comité Interdisciplinario manijeado desde Santa Cruz? "El pueblo
chuquisaqueño marcha por las calles de sucre." ¿El pueblo o algunos estudiantes
y citadinos? ¿Por qué no se ve un solo indígena o campesino en las marchas? ¿Por
qué las marchas en Santa Cruz están llenas de blancos bien vestidos? ¿A quiénes
representan esta gente? ¿Al colla que se rompe el lomo para juntar las papas?
¿Al Camba que no tiene tierras? ¿A los guaraníes del Chaco chuquisaqueño que
trabajan en relación de servidumbre? ¿A los millones de analfabetos bolivianos y
a los pibes que lustran zapatos en las plazas principales de Sucre o Potosí? ¿A
los miles de viejos que no tienen jubilación y les quieren frenar la Renta
Dignidad[16]? ¿A los pequeños que andan en pata en el Beni o Pando? ¿A quiénes
representan estos discursos envejecidos de neoliberalismo que lanzan los mimados
del capital? ¡Hace cincuenta años que con sus matices y leves intermitencias los
poderosos de siempre gobiernan Bolivia! ¿Y qué han hecho? Privatizar el país a
sabiendas de que eso mortificaría aún más a su pueblo. ¿Y ahora que se viene un
cambio estructural importante salen a hablar de democracia? ¿Esta manga de
útiles cipayos que se enriqueció mientras el pueblo se hundía en la más terrible
desesperación se cree en el derecho de hablar de democracia? Sólo alguien que
crea en los grandes medios de comunicación puede pensar que estos tipos luchan
por la democracia y el bienestar popular. Los que se hallan a salvo de tales
embustes saben que quizás el MAS ha cometido sus errores y Morales no sea tan
buen presidente como dirigente cocalero. Pero definitivamente también saben que
ni el MAS ni Morales son sus enemigos. Los enemigos son los mismos de siempre,
sólo que hoy se encuentran en otra parte, en otro lugar. Un lugar extraño y
tambaleante en el que evidentemente se siente mucho temor. Por eso gritan.
NOTAS [1] La migración interna de Bolivia ya no se dirige como otrora hacia
Potosí, Oruro o La Paz (ubicadas en el altiplano) sino hacia Santa Cruz (ubicada
en la planicie oriental). No obstante sí hay una ciudad de altura que sigue
recibiendo buena parte del flujo migratorio interno: El Alto, asentada justo
encima de La Paz, a unos 4000 m.s.n.m. Esto quiere decir que etnias y pueblos
originarios se hallan, en medida considerable, mezclados entre sí.
[2] Para darnos una leve idea: Durante 1592, como si fuera una bendición por el
cumplimiento del centenario de la conquista, las exportaciones de plata a España
tocaron su pico máximo: 220 toneladas (Peter Bakewell, "Mineros de la montaña
roja") Hoy la plata vale unos 550 dólares el Kg. Es decir que en 1592 navegaron
hacia España el proporcional de unos 121.000.000 de dólares; sólo de Potosí y
sólo en un año. Y sin tomar en cuenta la plata no contabilizada en los
registros, es decir del tráfico que se desviaba hacia otros partes del mundo
(Eduardo Galeano, Las Venas Abiertas de América Latina).
[3] "El pozo", cuento metafórico de uno de los escritores bolivianos más
reconocidos, Augusto Céspedes, puede darnos una noción bastante clara del dolor
y el absurdo que el pueblo boliviano siente respecto de esta guerra (Augusto
Céspedes, "Sangre de mestizos") [4] Con Argentina, Perú, Brasil y Chile.
[5] Durante el siglo veinte Bolivia vivió 50 gobiernos, un promedio de uno cada
dos años. 27 de ellos fueron de facto.
[6] Es necesario aclarar que Argentina tiene una fuerte y pujante tradición
sindical que data de mucho antes de los años treinta.
[7] Y la abrogación del decreto 24806, que decía que la empresa contratista
extranjera adquiría el derecho de propiedad de la producción que se obtuviera en
Boca de Pozo, es decir que el gas boliviano cuando salía a la superficie ya no
era boliviano, sino de la empresa que lo explotaba.
[8] La agudización de la Guerra del Gas duró 9 días, dejó más de 80 muertos y
centenares de heridos; a partir de allí la historia sufrió un punto de
inflexión; es el precedente cercano más importante de lo que el pueblo boliviano
en las calles puede lograr.
[9] Ya en el 2002 el MAS había sido la segunda fuerza electoral con el 20,94 %
de los votos, menos de 2 puntos más abajo que el MNR que fue la primera fuerza.
En las elecciones del 2006 el MAS obtuvo el 53,74 %, mientras que la segunda
fuerza - el PODEMOS - logró el 28,59 %, poco más de la mitad (Comisión Nacional
Electoral). Un dato: algunas "encuestas" antes de las elecciones daban al MAS un
posible 37 %...
[10] En las elecciones del 2005 se eligieron por primera vez los prefectos de
manera directa (antes los designaba el presidente).
[11] En realidad el MAS tiene 12 escaños de 27. Pero los 15 restantes, aunque no
pertenecen a un mismo partido, suelen funcionar de conjunto; un ejemplo
institucional de lo que se viene argumentando.
[12] Hasta qué punto es "socialista" como lo indica su sigla es justamente lo
que está por verse.
[13] A diferencia de otros países latinoamericanos en Bolivia los excedentes no
se generan masivamente de modo directo (patrón - asalariado) sino que existe un
porcentaje importante de economía de autoconsumo, otro tema fundamental y
extenso para analizar.
[14] Digo esto a pesar de Chuquisaca; en este departamento el prefecto es del
MAS, pero en las jornadas violentas de Sucre incendiaron su casa, pidieron su
renuncia y el hombre desapareció. No obstante, dadas las acciones del "Comité
Interinstitucional" y otros sectores de Sucre, en la práctica Chuquisaca
funciona como un departamento más que se suma a los otros cinco.
[15] Paros en los que, dicho sea de paso, se recurre a la amedrentación y la
violencia física para que tengan éxito. El 28 de noviembre se pudo ver en las
calles de Cochabamba a uno de los Canela (que son los dueños de los periódicos
"Los Tiempos" y "Gente") bloqueando el paso y cuestionando el accionar de la
gente que no se adhería al bloqueo. Además la oposición salió en motos por la
ciudad atemorizando a aquellos que no acataban el paro. Nada de esto - evidente
a la vista de cualquier Cochabambino - salió en los medios masivos de
comunicación.
[16] Es un renta que impulsa el MAS para dotar anualmente de unos 2.500 pesos
bolivianos a los mayores de 60 años.