El profesor torturador
Abella Zuasti operaba en buenos aires en mayo de 1976
Roger Rodríguez
La República
Desde Suecia denuncian que en los días del asesinato de Michelini y Gutiérrez
Ruiz el militar estaba en Argentina
Alejandro Quiroga, un uruguayo radicado en Suecia, lo vio en un tren acompañado
de "represores" argentinos el día que Peñarol jugaba contra Independiente por la
Libertadores. Abella Zuasti había sido su compañero en el liceo militar y lo
había amenazado en 1975 cuando fue liberado del Regimiento Nº 9º de Caballería.
Quiroga, junto al escritor Carlos Liscano, fue víctima de una "purga" en la
Escuela Militar de Aeronáutica en 1970. Abella, denunciado por el sindicato
Afutu y separado del cargo por el Consejo de la UTU, fue reincorporado al
plantel docente por el Codicen.
El profesor torturador Guillermo Abella Zuasti, recientemente reincorporado por
el Codicen al cuerpo docente de la Enseñanza al revocar una resolución del
Consejo de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) que lo había suspendido,
estaba "operando" en Buenos Aires en mayo de 1976, cuando fueron asesinados los
legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.
La presencia de Abella Zuasti en Argentina en los dramáticos días del golpe de
Estado militar que derivaría en la persecución, secuestro, traslado ilegal y
desaparición de decenas de uruguayos que se habían exiliado en el vecino país,
fue denunciada a LA REPUBLICA por Alejandro Quiroga Pérez, un uruguayo radicado
desde hace muchos años en Suecia.
Alejandro Quiroga afirma que en mayo de 1976 se encontró en Buenos Aires a
Abella Zuasti, a quien conocía personalmente por haber sido durante varios años
compañeros del Liceo Militar y de la misma generación de cadetes de la
Aeronáutica y el Ejército, y porque el torturador fue la persona que le abrió la
puerta del cuartel del 9º de Caballería donde estuvo preso hasta el 24 de julio
de 1975.
"En los días cercanos al secuestro y asesinato de Zelmar y Toba, en mayo de
1976, reconocí a Guillermo Abella en un tren que iba de Quilmes a Avellaneda. El
estaba sentado tres asientos más atrás que yo y mi esposa. Viajaba junto a tres
hombres que no reconocí pero que por su aspecto eran militares o policías. El me
reconoció y riéndose me señaló con su índice a sus acompañantes", narra.
Quiroga explica que al reconocer a Abella tuvo miedo y junto a su esposa bajó en
la siguiente estación, donde se confundió con una multitud que se dirigía al
estadio de Avellaneda, donde jugaban el local Independiente contra Peñarol por
la Copa Libertadores de América. El partido lo ganaron los rojos 1 a 0. Fue el
26 de mayo de 1976, seis días después del asesinato de Zelmar y el Toba.
"TE VOY A BUSCAR AFUERA..."
"Con Abella nos conocíamos desde hace tiempo. Fuimos compañeros de clase en el
Liceo Militar en 1963 y 1964 y luego lo traté varias veces durante mi período
como cadete de la Escuela Militar de Aeronáutica hasta 1970, cuando él era
cadete de la Escuela del Ejército. No lo veía desde julio de 1975 cuando me
largaron del 9º de Caballería, donde estaba preso", cuenta Quiroga.
"Ese día, recuerdo que en la Guardia de Prevención del 9º había un soldado
sancionado y de plantón. Cuando entró Abella, el soldado le dijo algo así como
"por qué me tienen a mí de plantón como a los pichis", y la respuesta de Abella
fue darle un cachetazo para que se callara", explica Quiroga al subrayar las
condiciones de represor del reintegrado profesor de la UTU.
"Esa fue la última vez que lo había visto antes de Buenos Aires, el día que me
largaron del cuartel. Abella era teniente primero y ocupaba el cargo de capitán
de Guardia. "Te suelto porque yo no soy el que decido, pero te voy a buscar
afuera", fueron sus palabras de despedida. Tenía que presentarme al cuartel cada
tres días, pero no volví nunca más y, con mi compañera, salí como clandestino
para Argentina".
La esposa de Quiroga había sido liberada el día anterior, luego de cuatro años
de cárcel en Cabildo y el Carlos Nery. Se casaron hace 45 años, cuando ella
estaba libre y él se encontraba recluido en el Penal de Punta Carretas. Hoy
tienen dos hijos, Gabriela, bióloga molecular, y Camilo Ernesto, técnico en
redes de computación. Viven en Gotemburgo, donde dirigen una empresa de
servicios.
Quiroga y su esposa se exiliaron en Suecia en 1976, tras el golpe de Estado en
Argentina. En 1985 regresaron a Buenos Aires y un año después intentaron
radicarse nuevamente en Uruguay, pero en julio de 1991, ante un quebranto de
salud, debió volver a Suecia donde se le unió la familia. En 2006 se acogió a la
Ley 17.949 de reparación de militares destituidos, pero aún espera una
resolución.
"AQUELLA PURGA EN AVIACIÓN"
Alejandro A. Quiroga Pérez (CI 1.125.697-1) nació el 22 de febrero de 1948 y fue
una de las víctimas de una recordada "purga" de estudiantes realizada en la
Escuela Militar de Aeronáutica en 1970, cuando ya comenzaba la "selección" de
mandos y oficiales que poco tiempo después protagonizarían el golpe de Estado en
Uruguay.
El 11 de enero de 1971, el diario "Ya" publicó un artículo en el que hizo
referencia a la purga en la aeronáutica, denunciada por el entonces senador
Pedro Zabalza (padre del dirigente tupamaro). El episodio también fue confirmado
a LA REPUBLICA por el escritor Carlos Liscano, quien había sido una de las
víctimas de aquella purga y compañero de estudios de Alejandro Quiroga, cuya
credibilidad ratificó.
"La Fuerza Aérea poseía información de inteligencia policial o militar sobre
vinculaciones o simpatías de algunos cadetes del último año con la izquierda
guerrillera y armó una operación de inteligencia, por la que siete cadetes
fuimos sometidos a la justicia militar, donde nos dejan en libertad, pero luego
un Consejo de Disciplina, en forma totalmente ilegal, nos da la baja", explica
Quiroga.
Entre los siete sancionados estaban Liscano y Quiroga, quienes habían aprobado
todos los cursos, otros cuatro cadetes daban sus exámenes finales y uno,
compañero de tanda del actual comandante en jefe, Enrique Bonelli, daba exámenes
para pasar al último año de estudios. "Fue una operación represiva del pachecato,
unida a una limpieza preparatoria del golpe de Estado", sostiene Quiroga.
En febrero de 1971, Quiroga fue procesado por la Justicia civil por "asociación
para delinquir e intento de rapiña". Estuvo preso en Punta Carretas y en el
penal de Libertad. Liberado en 1973, volvieron a detenerlo a fines de 1974
cuando asesinaron al coronel Ramón Trabal en París. Estuvo en el cuartel de
Blandengues, en La Paloma y en el 9º de Caballería. Cuando lo soltaron, se
exilió en Argentina.
PRONTUARIO DE UN "DOCENTE"
El profesor Guillermo Abella Zuasti era docente del curso de rematador de la UTU
en la Escuela de Administración del Prado, cuando a mediados de 2006 fue
reconocido como torturador por una de sus víctimas, al aparecer en una foto con
un grupo de militares y represores que fueron a solidarizarse con el coronel
Jorge "Pajarito" Silveira, quien había sido citado por la Justicia penal.
Su identificación derivó en una denuncia de la Asociación de Funcionarios de UTU
(Afutu), que tuvo como respuesta una suspensión de sus actividades docentes por
el Consejo de UTU y llevó a confirmar el pasado como represor del militar, según
constaba en los archivos testimoniales del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) y
el Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur).
Una investigación de LA REPUBLICA permitió agregar que Abella Zuasti había sido
egresado de la terrorífica School of Americas (SOA) de Estados Unidos en Panamá,
donde en 1969 realizó el curso "C-1" junto a los represores Mario Cola Silvera,
Héctor Lluis, Luis Maurente y Antranig Ohannessian.
Abella, hoy con 60 años de edad, era conocido por el alias de "Cabeza Seca" y
fue denunciado ante organizaciones de derechos humanos, por sus víctimas por
tortura de picana, plantón, tacho, caballete y golpes, sufrida en 1972 en el 8º
de Caballería y, posteriormente, en el 9º de Caballería. También es señalado
como represor por el desertor Hugo Walter García Rivas.
Abella no aparece en el listado de militares enviados en misión oficial a
Argentina en 1976, según las nóminas entregadas por el comandante en jefe
general Hugo Medina al ministro de Defensa Juan Vicente Chiarino, durante el
gobierno de Julio María Sanguinetti, cuando en 1986 la información fue
solicitada por la investigadora parlamentaria sobre el asesinato de Michelini y
Gutiérrez Ruiz.