Latinoam�rica
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Un s�mbolo de la peor historia de Espa�a
Kintto Lucas
Juan Carlos, el espa�ol al que algunos consideran rey (t�tulo que adem�s de
ser rid�culo para el siglo XXI, no tiene ninguna representatividad popular y ha
comenzado a ser cuestionado en la propia Espa�a -�por qu� no hacen un refer�ndum
consultando al pueblo espa�ol si quiere tener un rey? o �si est� de acuerdo en
que �ste sea el rey o cualquier otro?-, aunque sea defendido por ex soldados del
franquismo), en la �ltima Cumbre Iberoamericana se enoj� con el presidente
venezolano Hugo Ch�vez (�ste s�, guste o no, elegido y reelegido por el pueblo
de su pa�s) por haber dicho cuatro verdades sobre Jos� Mar�a Aznar (una especie
de Carlos Menem espa�ol que se pasea libremente por Am�rica Latina intentando
desestabilizarla), y puso de manifiesto que la figura del rey en Espa�a es un
s�mbolo de la peor historia de ese pa�s, aquella que produjo la muerte de tantos
y tantas.
El incidente me hizo recordar un texto que escrib� en febrero de 1992 como
introducci�n a mi libro Rebeliones ind�genas y negras en Am�rica Latina, en el
que mencionaba los intereses espa�oles en el festejo por los 500 a�os de la
llegada de Crist�bal Col�n a este continente, intereses que quedaron en
evidencia tiempo despu�s y que perjudicaron a muchos pa�ses de la regi�n,
privatizaciones mediante, intereses representados simb�licamente por ese se�or
que algunos consideran rey, intereses que comienzan a ser afectados por algunos
gobiernos latinoamericanos soberanos, gobiernos que son parte de lo que por 1992
denomin� la Era Latinoamericana. Aquel texto se titulaba El a�o Uno de la Era
Latinoamericana, dec�a y dice as�: UNO A 500 a�os del llamado "descubrimiento de
Am�rica", el gobierno espa�ol y sus pares latinoamericanos, apoyados por Estados
Unidos y los pa�ses de la Comunidad Econ�mica Europea, festejan el gran
aniversario. Sin embargo, no voy a hablar de ese proceso que, iniciado con la
llegada de Crist�bal Col�n, llev� a la destrucci�n de culturas, a la usurpaci�n
de tierras y riquezas, a la explotaci�n y casi exterminio de los ind�genas.
Tampoco recordar� que la conquista se sigue procesando, y que los pueblos
latinoamericanos siguen sufriendo la maldici�n de las riquezas que a�n quedan en
estas tierras como dir�a Eduardo Galeano. Que tras el oro, el petr�leo, el
uranio, se lanzan hambrientas las transnacionales, conquistadoras modernas,
descendientes de aquellos que invadieron estos pagos. No quiero recordar eso, ni
hablar de los intereses del gobierno espa�ol y sus aliados de la OTAN en
perpetuar la humillaci�n de nuestro continente utilizando el aniversario como
fachada para transformar a Espa�a en puerta de entrada de los "inversores" de la
CEE hacia Am�rica Latina, para lucrar con las privatizaciones. Ni siquiera
intentar� rebatir el significado hist�rico que dan los historiadores colonizados
del continente al hecho que denominan "encuentro de dos mundos".
Prefiero pensar en el A�o Uno. El A�o Uno es, nada m�s ni nada menos, el a�o
posterior al del V Centenario.
Tal vez el a�o que comencemos a reconstruir nuestro destino de Am�rica Latina,
esa gran Patria Grande pluricultural y multi�tnica. Avida de soluciones a sus
problemas sociales y econ�micos. Ansiosa de libertades y participaci�n. Con la
necesidad imperiosa de transformase en un verdadero nuevo mundo, en el que la
solidaridad, la soberan�a, y la participaci�n de los pueblos sean reales.
Para que el a�o uno sea el comienzo transformador, debemos comenzar por rescatar
el pasado dormido en las bibliotecas, y contrarrestar una historia resignada de
antemano en las escuelas y liceos. Hay que desenterrar la verdadera historia,
liber�ndola de estatuas, museos y libros empolvados.
DOS Hay que reconstruir la creatividad de Am�rica Latina, comenzando ser Am�rica
Latina, estructurando un nuevo tipo de sociedad, opuesta a la sociedad
capitalista que nos agobia y a la sociedad estalinista que agobi� el Este
europeo. La nueva sociedad latinoamericana debe tener capacidad de hacerse
cargo, con su propias fuerzas y sus propios medios, de una realidad que no es
europea ni norteamericana. Una sociedad capaz de saber con qu� elementos est�
hecho este gran pa�s que denominamos nuestro continente, y como podr� ir
caminando por ideas, m�todos y formas organizativas nacidas de su propia
geograf�a, sin inventarse fantas�as. Para eso habr� que pelear mucho y ser�
necesario tener una cabeza abierta, capaz de contrarrestar el proyecto de las
clases dominantes que siguen limitando las posibilidades a una soluci�n de la
problem�tica econ�mica, en la medida que llevan al continente a ser objeto de
pol�ticas ajenas a nuestro ser, como la privatizaci�n, bloqueando as� la
potencialidad de las mayor�as de constituirse en sujeto pol�tico de sus propios
intereses. Para comenzar a construir esa nueva sociedad es necesario que los
sectores revolucionarios, junto a la gente, tropiecen con la historia real,
comprobando que donde se cre�an predominantes las ideolog�as globalizantes o
totalizadoras presenciamos la transici�n hacia el dominio de otras formas
comunicativas, como la cultura en general, el arte, las religiones, las
costumbres, las diversidades, los submundos y la subjetividad del pensamiento.
�Cuidado! Esto no significa el fin de las ideolog�as, sino un estudio m�s
abierto, menos cuadrado de sus influencias en la actualidad. La llave del
circulo opresor de Am�rica Latina no est� solo en la pol�tica y la econom�a,
sino tambi�n a nivel subjetivo de la sociedad. Esto obliga a estudiar,
resignificar y aprehender todo lo que represente la cultura latinoamericana
-mitos, creencias, leyendas, la verdadera historia- para que, vincul�ndola a un
quehacer liberador, se puedan extraer alternativas propias de un camino en el
que -rescatando la vigencia del socialismo- se tenga en cuenta al ser humano con
todas sus potencialidades y debilidades. Con todos sus mundos, vivencias y
creencias. Y as� partir hacia a la construcci�n de un nuevo ser humano m�s
solidario, m�s colectivo, m�s unido y m�s respetuoso de las individualidades y
las diversidades. Un ser con una verdadera identidad. Debemos reconfirmar el
esp�ritu que nos haga saltar de la fatalidad impuesta a la esperanza cierta, en
palabras de Galeano.
TRES Es necesario realizar una contraconquista y conquistar con el pueblo, el
lugar y el poder donde reside el dominio de la subjetividad, que se�alando como
debe ser el nuevo mundo, sabr� decir como debe ser el nuevo pueblo y cu�l es su
misi�n en la direcci�n de una nueva sociedad.
Hoy m�s que nunca las fuerzas populares del continente deben partir de Am�rica
Latina para llegar a Am�rica Latina. Conocer Am�rica Latina y tornarla nuestra,
como dice Jos� Mart�, es el desaf�o y el camino de su liberaci�n. Ese camino,
esa salida, requiere de una amplia participaci�n de todos los oprimidos de esta
sociedad. Ser� plurinacional (latinoamericana) por popular y diversa, popular y
diversa por democr�tica, y democr�tica por su capacidad de participaci�n desde
la base, desde la ra�z; en la consolidaci�n de una sociedad revolucionaria por
socialista, socialista por comunitaria, y comunitaria por el rescate del ser
humano en la construcci�n colectiva de un poder popular. El destino de cada uno
de nuestros pa�ses se juega como nunca antes en el de toda Am�rica Latina.
El camino a Nuestra Am�rica no es f�cil, exige un esfuerzo de imaginaci�n que
sobrepase la sustituci�n de economicismo estalinista por el economicismo
neoliberal o la adaptaci�n al capitalismo, pint�ndose la cara de otro color. Una
imaginaci�n necesaria para contrarrestar el robo de la palabra integraci�n por
parte de las clases dominantes, e impuesto desde los centros de poder del norte.
La integraci�n no es de forma sino de esp�ritu y prop�sitos, como dec�a Bol�var,
y est� �ntimamente ligada a la construcci�n de un Nuevo Ser latinoamericano. Un
ser due�o de si mismo, capaz de conducir su propio destino como se�alara
Artigas.
En el a�o del V centenario de la conquista, resulta imprescindible que los
pueblos latinoamericanos nos acerquemos m�s a nuestra realidad pluricultural,
multi�tnica y plurinacional, proyectando el hecho puntual de 1992 hacia una
lucha com�n por la libertad del continente. Que en el A�o Uno de la Era
Latinoamericana, Abya Yala, la tierra en plena madurez, nuestro continente, sea
transformada por la sabidur�a; Amaru, la serpiente sagrada, la resguarde y el
C�ndor proteja a sus pueblos. Que en el A�o Uno comience la consolidaci�n de una
nueva historia, para que en los pr�ximos 500 a�os el festejo pertenezca a los
pueblos... Comencemos caminado la memoria.