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Coyuntura nacional apunta hacia una política anti-indígena
Adital
Un análisis realizado por el Consejo Indigenista Misionero (Cimi) concluyó
que cerca del 80% del contexto político-socio-económico brasilero en 2007 fue
desfavorable para la población indígena. Reunido entre los días 3 y 7 de
noviembre, en Luziânia, Estado de Goiás, el Consejo del Cimi tomó como base para
la evaluación las políticas públicas que han afectado negativamente a la
población indígena, además de acciones practicadas por hacendados, dueños de
ingenios y madereros de regiones cercanas a las aldeas.
Uno de los datos más alarmantes es el número de asesinatos entre la población
indígena. Según el análisis, hasta principios del mes de noviembre de 2007,
fueron asesinados 58 indios, de los cuales, 36 son del estado de Mato Grosso do
Sul. Además, las aldeas continúan siendo "atacadas por bandas armadas al mando
de madereros, agrediendo a comunidades, quemando casas y asesinando personas",
informó el Cimi.
De acuerdo con el vicepresidente del Cimi, Roberto Liebgott, el pueblo Guaraní-Kaiowá,
en Mato Grosso do Sul, es un ejemplo de la precariedad en que se encuentran
diversos pueblos indígenas de Brasil. La comunidad actualmente está marcada por
altos índices de violencia, además de sufrir intensamente por la negación de sus
territorios, totalmente invadidos, donde imperan la desestructuración de las
comunidades, los suicidios, los asesinatos, las enfermedades, la mortalidad
infantil por desnutrición, el alcoholismo y el uso de drogas.
En el análisis, el Cimi señala al Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC),
punta de lanza del gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, como uno
de los mayores perjuicios para los territorios indígenas. Constituidas por
diversas obras de infraestructura, las acciones del PAC afectan a por lo menos
201 territorios y amenazan la vida de comunidades indígenas, inclusive la de 21
pueblos nunca contactados por la sociedad.
Según Liebgoot, la región Amazónica es una de las áreas más afectadas por las
obras del PAC. La construcción de carreteras e hidroeléctricas, dice el
vicepresidente, ocupan territorios tradicionales indígenas, obligando a los
indios a desplazarse de sus propias tierras. Otro factor preocupante es la
ocupación de extensas fajas de tierras que han realizado las papeleras para la
siembra de monocultivo, principalmente de eucaliptos.
Políticas anti-indigenistas fueron detectadas también en las iniciativas
parlamentarias, como las innumerables proposiciones legislativas contra decretos
ministeriales declaratorios y la instalación de una comisión especial que
discutirá el proyecto de ley nº 1610, del senador Romero Jucá, que pretende
reglamentar la actividad minera en tierras indígenas, a pesar de haber un
acuerdo en el ámbito de la Comisión Nacional de Política Indigenista (CNPI) para
que este tema sea tratado en el proyecto de ley que instituye el Estatuto de los
Pueblos Indígenas
A pesar de las innumerables políticas anti-indígenas detectadas por el Consejo,
el Cimi considera positiva la actuación de la población indígena en la lucha por
sus derechos. "La fuerza y las luchas de las comunidades indígenas se han
intensificado a través de las articulaciones entre pueblos y organizaciones
indígenas, así como las alianzas de esos pueblos con movimientos sociales y
otros sectores de la sociedad nacional", indica el análisis.
Ejemplo de esto fueron las alianzas de los pueblos indígenas con movimientos
sociales del campo, particularmente con Vía Campesina, en el caso de la
victoriosa lucha conjunta contra la invasión de las tierras indígenas Tupinikim
y Guaraní, en Espírito Santo, por la multinacional Aracruz Celulose. Otro
ejemplo son las movilizaciones que han obligado a la Fundación Nacional del
Indio (Funai) a discutir la realidad territorial y aceptar la perspectiva de la
constitución de nuevos Grupos de Trabajo de identificación y demarcación de
tierras indígenas.
El vicepresidente del Cimi informó que para el próximo año ya están siendo
planeadas nuevas acciones de movilización para fortalecer la lucha de los
pueblos indígenas. Según él, los 450 misioneros y misioneras que constituyen el
Cimi en Brasil ya están encaminados para ampliar la formación de las comunidades
indígenas en el sentido de concientizarlas de la importancia de articularse para
defender sus derechos y exigir acciones como la aprobación del Estatuto del
Indio.
Traducción: Daniel Barrantes -