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Miedo e inseguridad "asfixian" a habitantes de las favelas
Adital
La vida de los habitantes de las favelas* cariocas, afectada diariamente por el
miedo y la violencia causados por el tráfico y por la actuación incompetente de
la policía en ese combate, es el tema estudiado en la investigación "Rompiendo
el cercenamiento de la palabra: la voz de los favelados en busca de
reconocimiento", coordinada por el Ibase y el Iuperj. La investigación fue
realizada con 150 habitantes, de 45 favelas cariocas, entre 2005 y 2007, en un
intento por romper la "ley del silencio" que impera en las comunidades cuando el
asunto es la violencia.
Lo que los investigadores más escucharon fueron críticas generalizadas a la
actuación policial en las comunidades, que las operaciones no distinguen
"personas de bien" de "marginales". Los investigadores entrevistaron a
habitantes de 15 grupos focales y en tres favelas de diferentes perfiles -una
tenida como "tranquila" (sin tráfico ni grandes operaciones policiales), otra
violenta y una tercera donde existe la presencia de grupos de milicia (los
nombres de las comunidades no pueden ser identificados por motivos de
seguridad)-; se realizaron entrevistas en profundidad con los habitantes de
quince grupos diferentes.
Los habitantes de las comunidades entrevistadas conviven en una "sociabilidad
violenta", en la cual la vida de todos, pero especialmente la de los jóvenes,
sufre interferencias significativas, existiendo hasta horarios y espacios
permitidos, o prohibidos. El miedo y la inseguridad de las personas que viven en
esas áreas de extrema violencia las llevan a una situación de "asfixia", pues
nada puede ser hablado, y hace que ellas deleguen, aunque implícitamente, a los
policías el poder para actuar en esos territorios yendo más allá del uso de la
"fuerza comedida" que es su función institucional.
Sin embargo, aunque los habitantes quieren policía y seguridad en las favelas,
según la investigación, ellos consideran imprescindible "un cambio profundo en
las actividades policiales de rutina y el fin de las operaciones". Los
entrevistados criticaron la inacción policial en los puestos situados en las
localidades y la corrupción de los agentes y dejaron en claro que, incluso con
esta "delegación" de permiso para la actuación policial, los habitantes
continúan sin confiar en la policía ni en las instituciones estatales.
En relación con la presencia de traficantes en las comunidades, la posición de
los habitantes es que la convivencia es "forzada y no deseada", impregnada de
violencia, arbitrariedad y brutalidad. Muchos de los entrevistados tienen
parientes que de alguna manera actúan en el esquema del tráfico, pero procuran
mantenerse distante de ellos. La distancia de los que actúan en la criminalidad
es buscada tanto en los espacios públicos, como dentro de las propias favelas.
Existe un permanente esfuerzo de los habitantes para enfrentar el preconcepto
contra quien vive en las favelas, ellos quieren "probar al resto de la población
de la ciudad que son personas ‘de bien’, honestas, confiables, pacíficas y sin
participación activa en la sociabilidad violenta". Pero tienen que convivir con
la desconfianza, explicitada en las actuaciones policiales, "son recurrentes e
intensos los reclamos en relación con las diferencias de trato en el ‘asfalto’ y
en la ‘favela’, lo que es atribuido a los estereotipos y preconceptos".
Dentro de las propias favelas la desconfianza debilita los lazos sociales y la
comunicación basada en relaciones de vecindad, dificultando la construcción de
bases para una acción colectiva orgánica y bien enfocada. Para los
investigadores, "la acción colectiva se depara con la dificultad para formular
reivindicaciones sobre asuntos relacionados con la seguridad en esos territorios
y para movilizar el apoyo de los vecinos, dificultando su inserción en las
agendas de debates del espacio público".
El estudio desmiente el mito de que los traficantes sustituyen al Estado en las
favelas, "aunque sea verdad que la presencia de este último en estas áreas no es
igual al del resto de la ciudad". El hecho de que las bandas de traficantes
subyuguen a los vecinos, no significa que el tráfico es un substituto del Estado
en las favelas.
Para los investigadores, las "milicias" -grupos paramilitares compuestos en
general por policías en actividad o ex-policías, bomberos, muy bien armados, y
que en los últimos años están fortaleciéndose en la ciudad-, dan a los
habitantes una sensación de seguridad personal que disfraza las coerciones que
sufren, pues con el pretexto de impedir la presencia de los traficantes,
construyen verdaderas organizaciones económicas, con el cobro de protección y el
monopolio de algunas actividades locales (transporte alternativo, comercio de
garrafas de gas, distribución de señal robada de televisión de cable, etc.).
*Favela: nombre con que se designa en Brasil a los asentamientos irregulares o
informales constituyendo verdaderas ciudades empobrecidas dentro o en los
alrededores de las ciudades más importantes de América Latina. Se denominan
también: "villa miseria" en Argentina, "población callampa" en Chile, "cantegril"
en Uruguay, "nopal" en México, "tugurio" en Colombia y Costa Rica, "chabola" en
España, etc.
Traducción: Daniel Barrantes -