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Para ser democratacristiano o socialista
Felipe Portales
El Mostrador
Para seguir siendo realmente demócrata-cristiano o socialista en Chile es cada
vez más difícil –si no imposible- hacerlo al interior de dichos partidos, ya que
éstos están completamente hegemonizados por liderazgos que hace mucho tiempo
renunciaron a los ideales que los constituyeron.
En efecto, de acuerdo al propio Edgardo Boeninger ("Democracia en Chile.
Lecciones para la gobernabilidad", 1997), el núcleo del liderazgo
concertacionista experimentó, a fines de la década del 80, una "convergencia"
con la derecha en su pensamiento económico liberal; convergencia que
"políticamente el conglomerado opositor no estaba en condiciones políticas de
reconocer" y que pudo imponer a sus bases "por la naturaleza del proceso
político en dicho período, de carácter notoriamente cupular, limitado a núcleos
pequeños de dirigentes que actuaban con considerable libertad en un entorno de
fuerte respaldo de adherentes y simpatizantes".
Derivado de lo anterior, dicho liderazgo procedió en forma inédita a regalarle a
la derecha la segura mayoría parlamentaria simple que le aguardaba al inminente
presidente Aylwin, de haberse mantenido intocados los artículos 65 y 68 de la
Constitución del 80. Estos, pensando naturalmente en el triunfo de Pinochet en
el plebiscito –y en el carácter históricamente minoritario de la derecha
chilena- le conferían a aquel dicha mayoría, teniendo la mitad más uno del
Senado (con el recurso del sistema electoral binominal y los senadores
designados) y solo un tercio de la Cámara de Diputados. Como Pinochet perdió el
plebiscito, dicho prospecto le aguardaba irremisiblemente al futuro presidente
concertacionista, que tendría con seguridad mayoría en la Cámara y alcanzaría a
obtener un tercio del Senado. Sin embargo, el liderazgo de la Concertación
aceptó silenciosamente, dentro del paquete de 54 reformas concordadas para el
plebiscito de1989,
elevar los quorums a mayoría absoluta en ambas cámaras, sin eliminar el sistema
binominal y los senadores designados.
Dicho regalo cumplió la función política de poder atribuirle, plausiblemente, al
hecho de no tener mayoría parlamentaria simple, el no efectuar ninguna de las
profundas reformas prometidas en el Programa de la Concertación de 1989; y en
las cuales aquel liderazgo –como lo reconoce Boeninger- inconfesablemente ya no
creía.
Lo anterior permite comprender también porqué dicho liderazgo no quiso efectuar
pactos electorales con la izquierda extraparlamentaria, en circunstancias que de
haberlos hecho – proyectando los resultados de 1993 y 1997- la Concertación
habría adquirido, por sí misma, mayoría en las dos cámaras en 1998. Y más
todavía, porqué luego de obtener fortuitamente esa mayoría entre Agosto de 2000
y Marzo de 2002 (por los desafueros de Pinochet y Errázuriz) no cumplió ninguno
de los compromisos adoptados en 1989 en los planos judiciales, económicos,
laborales, sindicales, previsionales y de salud. Ni porqué no los ha cumplido
ahora, desde que en Marzo de 2005 adquirió establemente aquella mayoría simple.
Aquella convergencia en el plano económico se ha complementado en el ámbito
político, desde que en Agosto de1991 la Concertación señaló que se había llegado
a un régimen incuestionablemente democrático (solo que "imperfecto"), pese a que
continuaban vigente todos los "enclaves autoritarios", cuya eliminación la
Alianza Democrática había señalado, en Julio de 1984, como requisitos
ineludibles para acceder a un sistema democrático (Ver Patricio Aylwin.- "El
reencuentro de los demócratas. Del golpe al triunfo del NO",1998). Convergencia
que culminó con la refrendación de Ricardo Lagos de la Constitución del 80, pese
a que todavía conserva rasgos profundamente autoritarios y neoliberales.
A su vez, ambas convergencias explican las aparentemente absurdas políticas
desarrolladas por los gobiernos de la Concertación destinadas a ¡destruir los
medios de comunicación afines!. Políticas de bloqueo efectivo –bajo Aylwin- de
millonarias ayudas holandesas que pretendieron solventar a las revistas "Hoy",
"Análisis" y "Apsi", como lo ha denunciado el Premio Nacional de Periodismo,
Juan Pablo Cárdenas ("El Mercurio"; 11-9-2005). Políticas de discriminación del
avisaje
estatal contra dichos medios y contra otros medios progresistas independientes,
como lo ha denunciado el mismo Cárdenas (op. cit.); la Premio Nacional de
Periodismo, Faride Zerán; y todo el Comité editorial de la Revista Rocinante
("Rocinante"; N° 84 y final de Octubre de 2005). Y una política sistemática
destinada a impedir la restitución de los bienes del diario de centro-izquierda
"Clarín" a su legítimo propietario , Víctor Pey; incluyendo en ella métodos
altamente inmorales, como fue denunciado por la Premio Nacional de Periodismo,
Patricia Verdugo ("Rocinante"; N° 47; Septiembre, 2002) y recientemente por "El
Ciudadano" (Agosto, 2007). Todos estos medios pasaron a ser objetivamente
molestos para la cúpula concertacionista, en la medida que su giro copernicano
no era compartido por los periodistas que fueron una de las puntas de lanza en
la lucha contra la dictadura y su modelo neoliberal.
La convergencia con la derecha ha sido ya desde hace tiempo desenfadadamente
asumida por el liderazgo PDC-PPD-PS. Expresiones ilustrativas de ello son –entre
muchas otras- las palabras de Alejandro Foxley y Eugenio Tironi. Así, el primero
ha señalado que "Pinochet realizó una transformación, sobre todo en la economía
chilena, la más importante que ha habido en este siglo. Tuvo el mérito de
anticiparse al proceso de globalización que ocurrió una década después... Hay
que reconocer su capacidad visionaria y la del equipo de economistas que entró
en ese gobierno el año 73, con Sergio de Castro a la cabeza (para) abrir la
economía al mundo, descentralizar, desregular, etc. Esa es una contribución
histórica que va perdurar por muchas décadas en Chile y que, quienes fuimos
críticos de algunos aspectos de ese proceso en su momento, hoy lo reconocemos
como un proceso de importancia histórica para Chile...
Además, ha pasado el test de lo que significa hacer historia, pues terminó
cambiando el modo de vida de todos los chilenos, para bien, no para mal. Eso es
lo que yo creo, y eso sitúa a Pinochet en la historia de Chile en un alto
lugar." ("Cosas"; 5-5-2000). A su vez, Tironi ha escrito que "la sociedad de
individuos, donde las personas entienden que el interés colectivo no es más que
la resultante de la maximización de los intereses individuales, ya ha tomado
cuerpo en las conductas cotidianas de los chilenos de todas las clases sociales
y de todas las ideologías. Nada de esto lo va a revertir en el corto plazo
ningún gobierno, líder o partido...Las transformaciones que han tenido lugar en
la sociedad chilena de los 90 no podrían explicarse sin las reformas de corte
liberalizador de los años 70 y 80...Chile aprendió hace pocas décadas que no
podía seguir intentando remedar un modelo económico que lo dejaba al margen de
las tendencias mundiales. El cambio fue doloroso, pero era inevitable. Quienes
lo diseñaron y emprendieron mostraron visión y liderazgo" ("La irrupción de las
masas y el malestar de las élites. Chile en el cambio de siglo"; 1999).
A su vez, esta transformación ha sido altamente elogiada por numerosos
empresarios, economistas e intelectuales de derecha, nacionales y extranjeros.
Así, tenemos las "declaraciones de amor" efectuadas por Hernán Somerville a
Ricardo Lagos, con ocasión de la reunión de la APEC en 2005 ("La Segunda";
14-10-2005). Las expresiones de César Barros de que Lagos convenció a los
empresarios chilenos "de que estaba siendo el mejor Presidente de derecha de
todos los tiempos", y su analogía de Lagos con el hijo pródigo de la parábola
evangélica ("La Tercera"; 11-3-2006). Las afirmaciones de Oscar Godoy de que la
"apropiación" de la Concertación del modelo económico de la derecha "debería ser
un motivo de gran alegría, porque es la satisfacción que le produce a un
creyente cuando consigue la conversión del otro.
Por eso tengo tantos amigos en la Concertación; en mi tiempo éramos antagonistas
y verlos ahora pensar como liberales, comprometidos en un proyecto de desarrollo
de una construcción económica liberal, a mí me satisface mucho" ("La Nación";
14-6-2006). Y los dichos de Arnold Harberger -uno de los principales artífices
de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago- quien refiriéndose a una
intervención de Lagos de este año en Colombia, señaló que "su discurso podría
haber sido presentado por un profesor de economía del gran período de la
Universidad de Chicago. El es economista y explicó las cosas con nuestras mismas
palabras. El hecho de que partidos políticos de izquierda finalmente hayan
abrazado las lecciones de la buena ciencia económica es una bendición para el
mundo" ("El País", España; 14-3-2007).
¿Tiene sentido, para quienes adhieren doctrinariamente a la democracia cristiana
o al socialismo, continuar perteneciendo a partidos que han llegado a este grado
de abandono de sus ideales?