Latinoamérica
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La estrategia de la derecha boliviana: divide y vencerás
Alberto Montero Soler
Liberación.
La derecha boliviana está manejando el tempo del conflicto en torno a la
Asamblea Constituyente con una soltura que contrasta llamativamente con la
torpeza que despliegan tanto el MAS como el ejecutivo en la gestión –ya no
digamos en la iniciativa- del proceso constituyente.
Desde la discusión del famoso artículo 71 del reglamento de la Constituyente, la
oposición comprendió que cualquier negociación con el gobierno debía ser
iniciada a partir de una propuesta tan maximalista que fuera inaceptable en sus
términos pero que, de no ser atendida y discutida siquiera parcialmente, podría
ser el hipotético detonante de un conflicto civil. La resultante era que la
negociación se cerraba con resultados que beneficiaban siempre a la derecha y
que, además, le hacían aparecer como flexible y transigente en sus posiciones ya
que era la que acababa cediendo en su propuesta inicial.
Y, así, cuando llegó el momento de negociar la prórroga de la Asamblea
Constituyente, la derecha salió diciendo que el texto que de aquélla naciera
debía ser aprobado por mayoría absoluta en todos y cada uno de los departamentos
del país. La discusión sobre la prórroga acabó, de nuevo, en la discusión sobre
el mecanismo de aprobación del texto constitucional y, también de nuevo, el
ejecutivo y el MAS resultaron derrotados.
La consecuencia fue que el acuerdo final -todos los artículos que no fueran
aprobados por mayoría cualificada de dos tercios debían ser sometidos a
referéndum popular previo- facilitaba sobremanera que la oposición sacara
inmediatamente a la palestra el tema de la capitalía plena.
Un tema que, por otra parte, no podía estar mejor escogido porque si existe una
alocución latina extendida y aplicada en el arte de la guerra con resultados
inequívocamente exitosos es aquélla que reza como el título de esta columna:
divide et impera.
Y eso es precisamente lo que ha conseguido la derecha con ese tema: dividir cada
vez más al país, añadiendo ahora al conflicto étnico y de clase una nueva
dimensión de naturaleza territorial.
Pero, además, ha golpeado en el seno del MAS fracturándolo en torno a una
cuestión que no es en absoluto baladí y sobre la que no debería plantearse la
más mínima disidencia a la luz de la experiencia reciente. Porque si de algo
deberían ser conscientes quienes han apoyando este proyecto de transformación
social es que la presión popular que puede ejercitarse sobre un gobierno
radicado en La Paz difícilmente podría lograrse en Sucre. Y, si no, basta con
recordar los intentos de los gobiernos neoliberales por trasladar la capital de
La Paz a Santa Cruz. Si entonces hubo consenso en el seno de las fuerzas de
oposición acerca de que esa decisión era inaceptable por qué, con absoluta
carencia de visión estratégica, promueven ahora lo que antes combatieron.
No sé si será problema de miopía o de amnesia pero sí que es un problema para el
que sólo existe un remedio: la unidad.
Alberto Montero Soler (amontero@uma.es) es profesor de Economía Política de la
Universidad de Málaga y miembro de la Fundación CEPS.