Latinoamérica
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Del nuevo socialismo en construcción
Homar Garcés
Argenpress
Al plantearse la alternativa socialista como sostén del cambio estructural
que propicia el proceso revolucionario bolivariano en Venezuela, Hugo Chávez
desató no pocas especulaciones, análisis, temores y esperanzas de distintos
calibres, tanto dentro como fuera del país. Algunos lo enfocan según la óptica
del materialismo histórico. Otros, en cambio, pretenden hacerlo prescindiendo
por completo de los cánones clásicos de la izquierda revolucionaria. Entretanto,
Chávez ha expuesto -de modo sencillo- que este socialismo "se basa en la
solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad",
valores universales todos que resumen un amplio proyecto de emancipación
integral al cual se adhieren, mayoritariamente, los sectores populares
venezolanos, con una trascendencia continental. Este nuevo socialismo estará,
por consiguiente, alejado del individualismo y del egoísmo, estableciendo nuevos
valores sociales y humanos que enfrentarán, por igual, a la corrupción moral y a
la corrupción material.
Aún cuando pudiera confundirse con la tesis del liberalismo comunitario
enarbolada por Jhon Rawls y Charles Taylor durante los años 80 en Estados
Unidos, lo cierto es que la propuesta socialista bolivariana busca tener raíces
propias, sin que ello signifique negar absolutamente el aporte ideológico
generado en otras latitudes y en otros tiempos. Así lo ha hecho saber el
Presidente Chávez, no obstante las referencias a la Revolución Cubana, Marx,
Lenin, Gramsci, el Che, entre otros, cuyos aportes son invaluables y necesarios
para la comprensión y la promoción del socialismo a escala mundial. "Estamos
llamando a construir el socialismo del siglo XXI -lo dijo Chávez en Londres el
15 de mayo de 2006- un socialismo fresco y nuevo, no dogmático, flexible,
impulsando la democracia participativa y la democracia protagónica". Esto obliga
a muchos a tratar de fundar los paradigmas de los cuales se revestirá este
socialismo en plena fase de construcción práctica, cosa que no ha resultado
fácil por la diversidad de puntos de vista y, además, por la presunción de que
será Chávez quien tenga la última palabra al respecto. Es un debate que apenas
comienza a coger forma y que, seguro, alejará a algunos. Sin duda, es asunto de
una alta responsabilidad que no puede dejarse al azar y a quienes, desde el
reformismo, no entienden ni desean el socialismo en el siglo XXI.
Sin embargo, existen algunas señales claras de qué se trata este nuevo
socialismo. El Presidente Chávez las deja entrever ala firmar que "una
revolución política y una revolución social deben estar acompañadas de una
revolución económica, si no, estaría condenada a morir, más temprano o más
tarde". Más abundantemente lo expresó el 15 de diciembre de 2006: "…no habrá
socialismo sin transformación económica, no habrá socialismo sin democracia
participativa y protagónica en lo político, no habrá socialismo sin ética
socialista, el amor, la solidaridad, la igualdad entre los hombres , las
mujeres, entre todos, esos son los elementos fundamentales del socialismo, de
nuestro socialismo en construcción". A la par de tales elementos, habrá que
añadirle el compromiso integracionista, internacionalista y antiimperialista
legado por Simón Bolívar y demás libertadores latino-caribeños. Todo esto, en
conjunto, requiere formularse teóricamente a fin de que, partiendo de lo
particular venezolano, sirva de base dinámica al proceso revolucionario
bolivariano en marcha. Esto, necesariamente, tiene que afectar y trascender las
típicamente aceptadas relaciones de producción capitalista, la institucionalidad
del Estado, el poder constituido, la integración cívico-militar, el andamiaje
cultural, la educación, la ética, la moral, la religiosidad, incluso, y todo
aquello que forma parte de la cotidianidad social presente.
A grandes rasgos, el socialismo en el siglo XXI representa una luz de esperanza
para los pueblos del mundo, amenazados con ser engullidos por una globalización
neoliberal militarizada atroz, racista y despótica que, ante la inminencia de su
desplome definitivo, no vacila en fomentar el caos y la violencia internos. En
este marco de circunstancias, el socialismo en construcción en Venezuela
enfrenta el reto de estimular la liberación definitiva de nuestros pueblos y la
edificación de una sociedad democrática de nuevo tipo, promovido y sostenido
desde abajo, dotado de una clara orientación revolucionaria, a pesar de lo
complejo que pueda resultar inicialmente.