Latinoamérica
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Surge evidencia aterradora que contradice desmentidos de la
ONU
La ONU acusada de una segunda masacre en Haití
Un activista comunitario de Cité Soleil, Samuel Leconte, fue arrestado el día
18 de enero a punta de pistola por soldados brasileños y entregado a la policía
haitiana. Las primeras preguntas que la ONU le hizo fueron acerca de si
estaba en posesión de alguna información que relacionara al ex preso político
Annette Auguste, alias So An, y al presidente exiliado Aristide, con las
grandes manifestaciones que habían tenido lugar en el barrio costero de chabolas
de Cité Soleil. Mientras Leconte respondía que no tenía ninguna
información a respecto, y que tales manifestaciones se habían llevado a cabo por
iniciativa de la comunidad, la información que sí hubiera podido dar era la de
su testimonio ocular de las matanzas llevadas a cabo por las fuerzas de la ONU
en su comunidad el 22 de diciembre de 2006.
Semanas antes de su detención, Leconte habló en un funeral por las
víctimas de lo que los habitantes de Cité Soleil califican de una segunda
masacre perpetrada por las fuerzas militares de la ONU en esa comunidad. Leconte
condenaba las matanzas sentado delante de una enorme bandera donde ponía
"Gracias presidente Preval por este regalo de Navidad," en obvia referencia al
hecho de que Preval, según informes, habría dado el visto bueno para la mortal
incursión. "Mataron a mujeres, niños y ancianos. Les disparaban como si fueran
animales" cuenta Leconte, que comienza a llorar ante el micrófono.
Concluye: "nunca podrán detener nuestras demandas por el regreso del presidente
Aristide. Seguiremos con las manifestaciones y no vamos a parar hasta que la
tierra de Dessalines sea verdaderamente libre e independiente." En el momento de
este escrito Leconte sigue detenido sin cargos por la policía haitiana en la
notoria prisión de Delmas 33, a la que llaman Fort Dimanche en alusión a
una antigua prisión regida por la dictadura de Duvalier.
Según habitantes de Cité Soleil, las fuerzas de la ONU atacaron el barrio
a primeras horas de la mañana del 22 de diciembre de 2006, matando a más
de 30 personas, inclusive mujeres y niños. Para muchos fue una repetición de las
operaciones militares de la ONU del 6 de julio de 2005, cuando dejaron a más de
26 personas muertas en un intento exitoso de asesinato de Emmanuel "Dred" Wilmer
y cuatro de sus seguidores más cercanos. Wilmer era abiertamente hostil a la
ocupación militar de su país por la ONU, y se había opuesto a la destitución del
presidente constitucional Jean-Bertrand Aristide. Lideró una resistencia armada
e inspiró otros a hacer lo mismo contra la brutal policía haitiana y el
irremediablemente corrupto sistema legislativo.
Esta vez el objetivo fue una presunta banda de secuestradores liderada por un
joven llamado Belony. Se dice que la operación militar fue sancionada
personalmente por el presidente Rene Preval, elegido el año pasado con la ayuda
del movimiento Lavalas de Aristide. Decenas de miles de partidarios de Lavalas
paralizaron la capital durante más de una semana en un acto de desafío ante el
fiasco de las elecciones patrocinadas por la ONU con 76 millones de
dólares. El Consejo Electoral Provisional (CEP) intentó el fraude en el
conteo de votos para impedir que Preval asumiera el cargo.
La ironía es que el ataque de 22 de diciembre también parece haber sido
provocado no por una oleada de secuestros, como sostiene la ONU, sino por
una nueva manifestación masiva de partidarios de Lavalas que comenzó en Cite
Soleil. Cerca de diez mil personas se habían manifestado durante varios días por
el regreso del presidente Aristide, en claro repudio a lo que califican de
ocupación militar extranjera del país. Esas grandes manifestaciones no deben ser
confundidas con otras protestas menores protagonizadas por las así
llamadas "manifestaciones estudiantiles" del movimiento "testículos en tu
trasero" del GNB, que ayudaron a deponer el presidente Aristide el
29 de febrero de 2004. A los manifestantes de Cite Soleil la ONU les brindó un
tratamiento bastante distinto que a esos supuestos "estudiantes".
Filmaciones realizadas por videógrafos pertenecientes al Proyecto de Información
de Haití (HIP) muestran como civiles desarmados caen víctimas del fuego
indiscriminado de las fuerzas de la ONU el 22 de diciembre de 2006. Aunque
la ONU niega que se haya disparado desde helicópteros, a un hombre no
identificado de 28 años se le ve morir delante de las cámaras declarando haber
sido baleado en el abdomen desde un helicóptero que circunvolaba la zona,
salpicando muerte sobre la gente abajo. No es la primera vez que la ONU
desmiente haber asesinado a civiles desarmados en Cite Soleil. La fuerza de
ocupación también negó haber matado a civiles desarmados el 6 de julio de 2005.
Eloufi Boulbars, un portavoz de la ONU, declaraba el 8 de julio de 2005 que
"vimos a cinco personas asesinadas, fue lo que pudimos contar. A bandidos
armados que intentaban resistir se les mataba o hería". Pero la evidencia
brindada por el documentario obligó finalmente a la ONU a admitir que civiles
desarmados habían sido asesinados por sus fuerzas, a pesar de los intentos por
encubrir esos hechos.
Lo sucedido el 22 de diciembre de 2006 no fue muy distinto, con la ONU
suministrando a los medios corporativos un relato que habla de una intervención
militar contra secuestradores y desmintiendo una vez más el uso desproporcionado
de la fuerza, que había provocado numerosas muertes entre civiles desarmados.
Otra similitud fue la total indiferencia de la ONU en prever víctimas civiles.
Como sucediera en julio de 2005, ninguna unidad médica acompañó a las fuerzas de
la ONU, mientras que residentes alcanzados por el fuego continuo e
indiscriminado se desangraban hasta la muerte en plena calle o lograban
arrastrarse hasta sus viviendas para morir en brazos de sus familiares.
"No pude contar todas las víctimas", cuenta una sobreviviente que
quiso permanecer en el anonimato por temor por su seguridad. "Entraron
disparando. ¡Mire aquella mujer embarazada que ha sido baleada.! ¡Mire aquel
joven! ¿Todos somos bandidos? ¿Todos somos secuestradores?" Annette Auguste, que
fue presa política en Haití por un período de más de dos años en total,
nos cuenta que "vimos como jóvenes y mujeres caían ante el fuego de las
fuerzas de la ONU en Cite Soleil. Jóvenes asesinados a tiros. ¿También
eran secuestradores todos ellos?"
Más de tres horas de filmaciones de video y un gran surtido de fotos digitales
ilustran, como jamás podrían hacerlo las palabras, lo que la ONU está haciendo
en Haití. Heridos y agonizantes que vemos en el video expresan su horror y
desconcierto acerca de las razones por las que la ONU les disparaba. Un joven de
16 años, al ver claramente que está a punto de morir, pregunta por qué las
fuerzas de la ONU le disparan. Menos que una hora después vemos su cuerpo sin
vida, en lugar de lo que había sido hasta hace poco un joven alegre y elocuente.
El montador y fundador del HIP, Kevin Pina, comenta: "Está claro que esto
constituye un acto del terror contra la comunidad. La evidencia que este video
brinda muestra claramente que la ONU es culpable, de nuevo, de haber
encañonado a civiles desarmados en Cite Soleil. No puede haber justificación
para el uso de tal grado de fuerza en zonas densamente pobladas de este barrio.
Está claro que la ONU considera la matanza de estos inocentes como algo que de
alguna manera resulta aceptable para sus fines de pacificación de esta
comunidad. Cada manifestación, no importa lo pacífica que sea, se ve como
una amenaza a su control si ésta contiene demandas por el retorno de Aristide a
Haití. En este contexto se nos hace difícil seguir viendo la misión de la ONU
como una fuerza independiente y neutral en Haití. Al parecer, en algún momento
han decidido hacer uso de la fuerza militar para modificar el mapa político y
ajustarlo a las metas estratégicas que tienen para el pueblo haitiano."
El pueblo de Cite Soleil ve ahora a un presidente Preval con las manos manchadas
de sangre de víctimas inocentes, a semejanza del enviado especial de la
ONU en Haití, Edmond Mulet, y del general brasileño recientemente substituido
José Elito Carvalho de Siqueira. En la mente de los sobrevivientes esta gente se
incorpora ahora a las filas dónde ya están el general Heleno Ribera, el anterior
enviado de la ONU Juan Gabriel Valdés, y el anterior primer ministro, aupado por
los Estados Unidos, Gerard Latortue, todos ellos implicados en ordenar y
ocultar la masacre del 6 de julio de 2005.
Texto original: