Latinoamérica
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Foro Social Mundial
La violencia alimenta pandemia de sida
Joyce Mulama
IPS
La violencia como factor de propagación del VIH/sida, en especial entre mujeres,
fue un asunto candente del Foro Social Mundial (FSM) que finalizó este jueves en
la capital de Kenia.
Activistas de distintas partes del mundo reafirmaron que la violencia contra las
mujeres atenta contra el combate al VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y,
si los gobiernos no toman cartas en el asunto, se hará cuesta arriba ganar la
batalla contra esta pandemia.
"La violencia es en gran parte responsable de las infecciones de VIH entre
muchas mujeres: violencia en las casas y en las calles, violencia en todas
partes", sostuvo Ludfine Anyango, coordinadora nacional de VIH/sida de Action-Kenya
International.
El hecho de que las mujeres no tengan la última palabra en lo que respecta a sus
relaciones sexuales, las expone al riesgo de ser infectadas con el virus
causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), concordaron los
participantes del Foro.
"Muchas mujeres ni siquiera pueden elegir cuándo tener sexo. Muchas de ellas ni
siquiera le piden a sus esposos que usen condón porque, además de ser
consideradas infieles, temen ser golpeadas. No les queda otra opción que seguir
teniendo sexo sin protección con sus parejas", añadió Anyango.
La violencia en las calles somete a las trabajadoras sexuales al riesgo de
contraer el VIH, según Ros Sokunthy de Agenda de Mujeres para el Cambio, una
organización de lucha por los derechos femeninos, y en especial los de las
prostitutas, en Camboya.
"Las trabajadoras sexuales negocian con un hombre, pero cuando van al lugar
donde mantendrán relaciones se encuentran con más de uno y todos quieren tener
sexo con ella. Cuando se niegan, las golpean o las violan", dijo Sokunthy a IPS.
"Las prostitutas suelen tener dos condones. Pero si llegan al lugar y hay tres o
cuatro hombres, se quedan sin preservativos. Ellos las golpean si les niegan
sexo o insisten en utilizar bolsitas plásticas de azúcar como protección, las
que son frágiles y se rompen fácilmente, exponiéndolas al virus", relató.
Esa situación explica, según los expertos, por qué hay más mujeres infectadas
que hombres.
El informe del año pasado del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre
VIH/SIDA (Onusida) reveló que en África subsahariana, donde vive alrededor de 64
por ciento de la población mundial con VIH/sida, la cantidad de mujeres
infectadas supera a la de los hombres.
Las mujeres son golpeadas por sus esposos si éstos descubren que concurrieron a
los centros de diagnóstico voluntario y asesoramiento acerca de la enfermedad.
"Tuvimos casos de mujeres que vinieron y nos dijeron 'por favor no le digan a mi
esposo que estuve aquí porque cuando vuelva a casa me mata '. Y luego cuando
investigamos resulta que el marido es VIH positivo", señaló Mary Watiti,
consejera en uno de esos centros en Kibera, el mayor tugurio de Kenia.
"Ese temor desalienta a muchas mujeres a saber si están infectadas y, por lo
tanto, siguen teniendo sexo con sus esposos sin protección", añadió.
Esa situación resucitó reclamos de nuevas leyes contra todas las formas de
violencia contra las mujeres y su estricta implementación en aquellos países
donde ya están vigentes.
El cambio de normativa se considera como una de las formas más efectivas para
contrarrestar la propagación del VIH/sida.
Kenia llamó la atención por tener una ley contra la violencia sexual, pero tiene
vacíos legales que permiten que las mujeres sigan siendo violadas sin poder
recurrir a la justicia.
"Tenemos una ley contra delitos sexuales, pero no reconoce la violación dentro
del matrimonio, por lo que el VIH/sida se propaga en ese contexto", señaló
Inviolata Mbwavi, coordinadora nacional de la Red de Personas con VIH/sida, en
Kenia.
Un proyecto de ley sobre violencia doméstica presentado en 2000, que prevé penas
severas contra los infractores en este país de África oriental, no fue tratado
en el plazo previsto y ahora debe volver a presentarse en el parlamento.
Pero las leyes no bastan para combatir la pandemia. Es muy importante la
participación de los hombres en la lucha, sostienen varias organizaciones,
incluido Onusida, dado que por lo general no suelen concurrir a los centros de
diagnósticos y, a veces, comprometen el trato y asistencia de las personas
infectadas.
Los hombres suelen temer más al estigma que las mujeres y por eso no concurren a
esos centros, según los expertos.
Una investigación realizada en Indonesia el mes pasado reveló que nueve de cada
10 hombres se ofendieron cuando su pareja les pidió concurrir a uno de esos
centros y se negaron a realizarse el análisis, mientras ocho de cada 10 mujeres
accedieron al mismo.
"Eso es porque los hombres siguen creyendo que los centros de diagnóstico y el
VIH/sida conciernen sólo a los grupos de alto riesgo", dijo a IPS Suksma Ratri
de Rumah Cemara, una organización dedicada a investigar el VIH/sida.
Al no buscar ayuda ni hacerse el análisis, los hombres quedan fuera de los
programas de tratamiento. Eso puede provocar que los que están infectados tomen
los medicamentos de sus esposas que sí participan de esos planes.
Esa práctica es común en algunos ámbitos de bajos ingresos en los países
africanos, según James Kamau, coordinador de la Coalición de la Sociedad Civil
para VIH/sida de África.
"Algunas experiencias en el tugurio de Kibera y en las zonas más pobres del
centro y occidente de Kenia indican que las mujeres compartían fármacos",
explicó Kamau.
Pero un mal manejo de las dosis de antirretrovirales (el principal tratamiento
contra el VIH/sida) es una forma segura de desarrollar resistencia a otros
fármacos más baratos y de fácil acceso.
Cuando eso sucede, el tratamiento requerirá un gasto 10 veces mayor en
antrirretrovirales capaces de combatir las cepas resistentes del virus.
Las terapias antirretrovirales reducen la carga de virus en el organismo,
retardando el avance de la enfermedad y prolongando la vida.
"Mientras no se involucren nuestros hombres en la lucha, podemos olvidarnos de
terminar con las infecciones de VIH y la violencia que conlleva", según Lilian
Musang'u, quien viajó desde Malawi para participar en el Foro.
En el FSM se reúnen decenas de miles de activistas cada año que tratan de
contrarrestar el dominio de las naciones occidentales ricas.
El encuentro de la sociedad civil nació como contraparte del Foro Económico
Mundial, la reunión que celebran a comienzos de cada año poderosas elites
empresariales y de políticos en la localidad suiza de Davos.
Las conferencias se celebraron en Brasil de 2001 a 2003, en India en 2004, al
año siguiente volvió a escenario original y en 2006 se experimentó con un foro
policéntrico, realizado en Bamako, Caracas y en el centro comercial pakistaní de
Karachi. Por lo menos 50.000 personas de todo el mundo estuvieron presentes esta
vez en Nairobi.