Editorial de la publicación de Ejército de
Liberación Nacional de Colombia
Insurrección
Las conversaciones de paz entre el ELN y el gobierno colombiano se reinician en
los próximos días. La cuarta ronda, de noviembre anterior, acordó dar por
concluida la fase exploratoria y pasar a una nueva con el propósito de tejer "un
acuerdo base" que sea generador del ambiente para la paz y abra
espacios vinculantes y de participación de la sociedad al proceso.
La quinta ronda en consecuencia debe ocuparse de los puntos de la agenda
para esta nueva fase y buscar un acuerdo sobre cómo abordar y desarrollar esta
tarea, difícil y complicada. Gobierno y ELN parten de orillas no solo
distintas sino contrapuestas, empezando por la forma de entender el conflicto,
el país, la paz y los propósitos que se buscan con ella.
Las expectativas son moderadas. Estas deben apuntar a que se generen las
condiciones para que pueda avanzar el proceso, a partir de entender las
distintas expresiones y componentes del conflicto, de ubicar los obstáculos que
es necesario remover para que se cree un verdadero ambiente para la paz y se
generen verdaderos espacios para que la sociedad participe activamente en la
construcción de la paz estable y duradera.
Hay que comenzar aceptando que el conflicto interno colombiano sí existe, que
además del componente armado, también es social e histórico, que el
movimiento insurgente tiene propuestas para el nuevo país y es expresión y
producto del mismo conflicto y no un fenómeno de terrorismo y bandolerismo como
lo califica la clase política; que el Estado es también parte dinámica y
generadora del terrorismo, de las políticas que han conducido a cerca del 70% de
la población a la pobreza y de la extensión de la crisis humanitaria.
El fenómeno de la narco-para-política que se está destapando, involucra a altos
funcionarios del Estado. En la medida que aumenta la presión para que la verdad
total de la guerra sucia y el narcotráfico se conozca y no se acalle con leyes
de punto final, aparecen más personajes en la escena que van evidenciando la
profundización de una crisis política nacional.
En consecuencia el conflicto colombiano no es fácil de resolver, tiene atranques
que se pueden desbloquear sólo con la participación dinámica de la sociedad en
su conjunto.
El ELN hace expresa la voluntad irrenunciable de participar aportando a la
solución del conflicto, en pos del proyecto de construir Nación. Está abierto a
llegar a un acuerdo sobre un cese al fuego y las hostilidades temporal, siempre
y cuando sea bilateral e integre compromisos para la desactivación de los
distintos factores que están en contravía de lo que constituye un ambiente para
la paz. Compromisos que desde luego deben comprometer tanto al gobierno como al
ELN.
Un ambiente para la paz implica además que se suspendan hostilidades como
los asesinatos extra judiciales, las amenazas y encarcelamiento de los líderes
sociales y políticos de oposición, las desapariciones y desplazamientos, las
políticas represivas, antidemocráticas y antieconómicas del gobierno que están
afectando gravemente al pueblo en beneficio de las trasnacionales y unos
cuantos oligarcas.
Llegar a un "acuerdo base" para generar el ambiente para la paz, implica pensar
en el país y en la construcción de su futuro como Nación Este es el reto.