Hace pocos días vimos el bochornoso espectáculo de la mayoría de los principales
dirigentes de la derecha chilena, haciendo cola para --rendir homenaje-- al
dictador muerto. Repitieron entonces las frases hechas sobre la --gran obra
económica del gobierno militar--, sin siquiera una palabra sobre las
--violaciones a los derechos humanos-- o los millones que el general y su
familia se robaron y se encontraron en el Banco Riggs, entre otros. Por razones
electorales los políticos de la derecha últimamente presentaban una especie de
empate en el desempeño de la dictadura: Buen desempeño económico pero violación
a los derechos humanos. ¡Como si miles de cadáveres de ejecutados, prisioneros
desaparecidos, millares de torturados, represión y amedrentamiento sistemáticos
fueran actos administrativos equiparables a la apertura económica o las
privatizaciones!
Pero además, el tan publicitado éxito económico, fue una mentira para la gran
mayoría de la población que pago el costo del inmenso negociado que fueron las
privatizaciones, y vivió muy mal en los anos de la dictadura. Enormes fortunas
se construyeron en Chile mediante el robo legal del patrimonio del Estado, y se
puso en marcha un sistema de capitalismo salvaje, con AFP que expropian de parte
de sus salarios a los trabajadores para beneficio de empresas privadas, lo mismo
puede decirse de la salud con el sistema de Isapres, o de la educación
privatizada – los colegios subvencionados – y municipalizada, que tienen en
común la pésima calidad. Vivimos bajo un sistema económico con una
creciente concentración de la riqueza. El 20% de la población concentra el 60%
de los ingresos, y las propias empresas se concentran en unas pocas grandes que
se comen a las pequeñas. El libre mercado en Chile es una quimera, tenemos un
mercado oligopolico con unos pocos actores que dictan las reglas.
Todo esto por cierto ha sido avalado y continuado bajo los gobiernos de la
Concertación.
Ahora es la Concertación que nos quiere vender otro empate. Las noticias de
corrupción, en el gobierno y el aparato estatal, que se suceden una tras otra
están derribando el mito de que este país no es corrupto, a los medios de
comunicación les encanta difundir los resultados de los sondeos de opinión, en
que resultaba, hasta ahora, que la mayoría de la gente no percibía la
corrupción. Entonces comparaban a Chile con los vecinos y decían triunfalistas
¡Somos los mejores de barrio! Por supuesto nadie explicaba que no había detrás
estudios serios de desempeño de las instituciones, sino un sondeo de
percepciones de la gente. Ningún medio al servicio de los capitalistas explicaba
que Chile podía tener instituciones tanto o más corruptas que Argentina, Brasil
o Perú y que toda la diferencia podía estar en que en esos países la gente era
más conciente de la corrupción existente.
Ahora el gobierno de la Concertación nos dice que la derecha no tiene autoridad
moral para denunciar los casos de corrupción, y que lo que aquí sucede no es
comparable con el mal uso de recursos públicos que se hizo bajo la dictadura.
Pero un robo no empata otro robo, los argumentos de los ministros del gobierno
son inmorales e inaceptables como excusas.
La Concertación ha gobernado aceptando todas las privatizaciones espurias que se
produjeron bajo la dictadura, ha aceptado el marco legal de las AFP, las ISAPRES
y la educación privatizada. Jamás se hizo una investigación del mal uso de
fondos públicos bajo la dictadura militar, nunca se anulo una privatización.
Esto no es casualidad, forma parte de los pactos secretos a los que llegaron los
políticos dirigentes de la Concertación con Pinochet y los grandes empresarios.
No es casualidad que a pesar de los robos de Pinochet, cuyo descubrimiento se
vino a sumar a los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el régimen militar,
el gobierno haya aceptado funerales de honor como ex Comandante en Jefe del
Ejercito, e incluso con la participación oficial de la ministro de defensa. En
este sentido la Concertación ha legitimado los robos de la dictadura y es su
cómplice.
No podemos confiar en la Derecha o en la Concertación para acabar con la
corrupción que se enseñorea en las instituciones en nuestro país. Es
necesario reconstruir la fuerza política de la clase trabajadora, es necesario
levantar los ideales y valores morales del socialismo revolucionario y
democrático, porque solamente una fuerza que no tenga ningún interés creado en
el mundo del lucro privado puede transformar Chile, y limpiarlo de criminales y
corruptos.