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Corrupción y ajustes de cuentas
Gustavo González
IPS
La oposición derechista se ha dado un festín en Chile con las revelaciones de
corrupción en el financiamiento de campañas electorales de la coalición de
centroizquierda en el gobierno, pero con ello abre para 2007 un proceso de
ajuste de cuentas en que podría pasar de acusadora a acusada.
El foco periodístico sobre la corrupción tuvo una breve pausa entre el 10 y el
13 de diciembre con motivo de la muerte del ex dictador Augusto Pinochet
(1973-1990), quien se aprovechó del poder y de su cargo de comandante en jefe
del ejército hasta marzo de 1998 para su enriquecimiento personal y el de su
familia.
No está de más recordar que en el momento de su muerte Pinochet afrontaba,
aparte de cuatro causas por crímenes represivos, otros dos juicios por las
cuentas bancarias secretas de él, su esposa y sus cinco hijos. El militar,
fallecido a los 91 años, se fue de este mundo sin pagar ninguna deuda con la
justicia.
Ahora, tras una guerrilla sin pausa de emplazamientos desplegada por la derecha,
se abre la posibilidad de investigar gastos reservados del gobierno en los cinco
últimos años de la dictadura, ya no solo en provecho de Pinochet y su entorno
familiar, sino también de sectores civiles vinculados estrechamente con el
régimen militar.
Altos representantes del Partido Socialista (PS), al cual pertenece la
presidenta Michelle Bachelet, dijeron el 23 de este mes que debe aclararse el
empleo de recursos públicos para la creación, en las postrimerías de la
dictadura, de los dos grandes partidos de derecha, la Unión Demócrata
Independiente (UDI) y Renovación Nacional (PRN).
La gestación, a través del traspaso de empresas públicas a precio de
liquidación, de grupos empresariales que hoy financian las campañas electorales
de esos dos partidos es otro aspecto a indagar a fondo si la derecha pretende un
ajuste de cuentas integral y definitivo con las prácticas de corrupción, apuntan
los socialistas.
El debate sobre el uso irregular de fondos públicos partió en noviembre con el
llamado caso Chiledeportes, al conocerse que esa entidad estatal traspasó en las
elecciones parlamentarias de diciembre de 2005 fondos a candidatos del
oficialista Partido Por la Democracia (PPD), justificados luego como gastos
electorales a través de facturas falsas.
Si bien se comprobó que candidatos del opositor PRN usaron la misma empresa que
el PPD para "inflar" gastos electorales, la derechista Alianza por Chile, que
integran ese partido y la UDI, busca instalar la imagen de la corrupción
enquistada en el Estado.
Según la derecha, la Concertación por la Democracia, que gobierna este país
desde el fin de la dictadura en marzo de 1990, montó mecanismos de traspaso de
fondos públicos a los partidos oficialistas, sobre todo bajo el sexenio del
presidente Ricardo Lagos, quien entregó el poder a Bachelet el 11 de marzo de
este año.
Las acusaciones opositoras tuvieron el aval de dirigentes del oficialismo, como
el ex ministro Edgardo Boeninger, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), el
mayor de los partidos de la coalición de centroizquierda, integrada también por
el PPD, el PS y el Partido Radical Socialdemócrata.
El PDC encabezó los dos primeros gobiernos de la transición, con Patricio Aylwin
(1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), para ceder paso luego a
Lagos, un socialista moderado (2000-2006), bajo cuya gestión se habrían
producido las irregularidades descubiertas en Chiledeportes.
El ex diputado y ex presidente del PPD Jorge Schaulsohn se sumó al coro de
críticas internas en la Concertación por la Democracia al afirmar en una
entrevista al diario El Mercurio que bajo los gobiernos de esta coalición se ha
implantado una "ideología de la corrupción".
Esta "ideología" les permitiría justificar el uso de recursos públicos en las
campañas, con el argumento de que ésta es la única forma de contrarrestar los
cuantiosos apoyos empresariales a los partidos de derecha, cuestión que el
propio Schaulsohn desvirtuó ya que, dijo, hay empresarios que también apoyan al
oficialismo.
El día 17, también en una entrevista con El Mercurio, Gonzalo Martner, ex
presidente del PS, echó más leña al fuego al sostener que los partidos
oficialistas usan para su financiamiento fondos reservados del gobierno, los
cuales por su naturaleza están al margen de toda fiscalización.
Al igual que las afirmaciones de Schaulsohn, los dichos de Martner tuvieron un
duro rechazo en los partidos gobernantes. El senador Camilo Escalona, presidente
del PS, aseguró que ningún partido oficialista ha recibido recursos de los
gastos reservados desde la restauración de la democracia en 1990.
En un enfrentamiento verbal con el diputado del PRN Alberto Cardemil, Escalona
afirmó que entre 1980 y 1988, en la fase final de la dictadura, los montos de
los gastos reservados a disposición de Pinochet eran 15 veces más altos que los
que mantienen los gobiernos desde 1999, cuando se comenzaron a rebajar
sustantivamente.
La aseveración de Martner sirvió para que la Alianza por Chile presentara una
demanda ante los tribunales, que abrieron una investigación a cargo de la jueza
Macarena Rubilar, quien rechazó el pedido opositor de que fueran citadas a
declarar 102 personas que han ejercido altos cargos públicos desde 1990.
La oposición optó por judicializar el conflicto con el pretexto de que la
coalición de gobierno, mayoritaria en la Cámara de Diputados, estaba saboteando
el trabajo de una comisión investigadora creada en noviembre, cuyo presidente es
Nicolás Monckeberg, del PRN.
Mientras tanto, el caso de Chiledeportes transcurre igualmente por rieles
jurídicos, a través de una investigación del fiscal Xavier Armendáriz, quien
hasta el día 20 había formalizado cargos contra nueve ex funcionarios de esa
entidad.
La presidenta Bachelet sostiene que el afán acusador de la derecha es parte de
una estrategia que apunta a desprestigiar a la coalición de centroizquierda y
revertir las derrotas que ha sufrido en todas las elecciones presidenciales
desde el retorno de la democracia.
En medios políticos se comenta que el blanco principal de esta estrategia es el
ex presidente Lagos, quien se retiró del gobierno con un índice de popularidad
de 70 por ciento y que podría ser candidato en las presidenciales de diciembre
de 2009.
Una campaña que se retroalimenta en sectores "anti-laguistas" de la coalición
gobernante, con los cuales se identificarían Schaulsohn y Martner, así como
Boeninger, quien dijo que Lagos debería anunciar desde ya su decisión de no ser
candidato en 2009 a raíz del escándalo de Chiledeportes.
El cambio de año sorprende así a la política chilena en un conflicto que tiene
su raíz en casos concretos de corrupción, pero que sugiere a la vez la
existencia de maniobras con vistas a las próximas elecciones presidenciales y
que podría abrir paso a una revisión histórica de cómo los actuales líderes y
partidos de la derecha fueron catapultados por la dictadura.
Todo esto ocurre en el país que según el último informe de Transparencia
Internacional, publicado en noviembre, es entre los latinoamericanos el que
tiene la imagen de menor corrupción, en el lugar número 20, que comparte con
Estados Unidos y Bélgica, en un ranking mundial de 163 Estados.