Internacional
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En mi país tratan mejor a los perros que a los prisioneros de Guantánamo
Asegura Cindy Sheehan, en marcha y vigilia de protesta realizada ayer en
las cercanías de la base naval
Jorge Luis Merencio Cautín
Granma
Si en los Estados Unidos se tratara a los perros con la crueldad que se trata a
los presos en la cárcel de Guantánamo, seguro se produciría un levantamiento
popular por parte de los dueños de esos animales, significó aquí la pacifista
Cindy Sheehan, cuyo hijo Casey fue muerto en Iraq en el 2004.
Mamá Paz, como se le conoce a la antibelicista norteamericana, encabezó ayer una
marcha y vigilia en las proximidades del enclave militar para demandar el fin de
las torturas y el cierre de la tenebrosa cárcel, ubicada en un territorio
ocupado ilegalmente por el gobierno yanki, contra la voluntad del pueblo cubano.
La protesta coincidió con el quinto aniversario de la existencia de esa prisión,
donde aún se encuentran de manera ilícita más de 400 detenidos, sometidos a
torturas, abusos y a las más inhumanas condiciones de vida.
"En memoria de mi hijo y de todos los que puedan ser salvados de la muerte,
llamo al presidente Bush a parar el odio, la mentira, la violencia, y a cerrar
esta cárcel que tanto daño ha hecho al pueblo norteamericano y que ha
contribuido a tener hoy un mundo más inseguro", expresó Sheehan.
Los más de 10 integrantes de la delegación internacional de pacifistas
aseguraron tener sus corazones junto a Zohra Zewawi, también presente en la
manifestación, y madre del joven libio Omar Deghayes, prisionero desde hace
cerca de cinco años en el enclave militar.
Con el reflejo de la angustia y el dolor en su rostro, Zohra exhortó a las
madres con hijos recluidos en Guantánamo a no desmayar en la lucha por la
liberación de sus seres queridos.
Apenas unas horas después de que Bush anunciara el envío de más de 20 000
soldados hacia Iraq, tuvo lugar esta protesta antibelicista, la cual fue apoyada
con manifestaciones en Londres, Birmingham y otras ciudades del mundo.
La vigilia se inició con un oficio religioso, donde intervinieron los reverendos
cubanos Raúl Suárez, director del Centro Dr. Martin Luther King, y Carlos
Rivero, Amelio Palmero y Asael Corrales, integrantes del Consejo de Iglesias de
Cuba.