La Vieja Europa |
Habla Mario Ferrandi, ex-Prima Linea Treinta años después, otros han optado por la lucha armada en Italia
Fabrizio Gatti
Treinta años después del '77, otras personas han escogido la lucha armada:
¿por qué vuelve a suceder? "Porque un pedazo importante de la historia
nacional", responde Mario Ferrandi, de 51 años, ex terrorista actualmente
afiliado al Partido de los Verdes, "se ha escondido, como si fuera una colilla,
debajo de la alfombra".
¿Y cuál sería este importante trozo de historia? La Guerra Fría, los años
setenta, la peculiaridad italiana de una sociedad que parece sostenerse sobre un
sistema de dobles verdades.
¿La Guerra Fría no ha terminado? Es lo que probablemente se preguntaban más de
cien mil personas en la manifestación de Vicenza. Nosotros tenemos un trozo de
historia nacional marcada por trayectorias políticas, culturales, colectivas,
nacionales e internacionales que se han eliminado. Por un pacto de comodidad y
de interés mutuo entre las generaciones involucradas en estos acontecimientos.
Un trozo de historia aún por aclarar pasa por la plaza Navona de Roma. El 12 de
mayo de 1977 el Partito Radicale organiza una sentada para celebrar el
aniversario del referéndum sobre el divorcio. Disparos procedentes de la zona
ocupada por la policía y los carabinieri hieren a dos estudiantes.
Giorgiana Masi,, de 19 años, muere poco después. El 14 de mayo Milán responde
con un día de guerra. En la calle De Amicis un grupo de manifestantes dispara a
la policía. Muere el vicebrigadiere Antonino Custrà.
Las fotos de la batalla se convierten en el símbolo de los "años de plomo"
[expresión con la que se alude a la guerra civil de baja intensidad que se vivió
a finales de los años 70 (n. Del t.)]. En esas imágenes sale Mario Ferrandi. En
1977 tiene 21 años y lleva una 7.65 en el chaleco. Un pasado de estudiante del
Liceo Manzoni, en clase con Enrico Mentana [ famoso periodista, actualmente
presentador de una tertulia en Canale 5 de Mediaset (n. Del t.)]. Y un futuro en
Prima Linea. Ferrandi ha rebajado su condena por complicidad en el homicidio del
vicebrigadiere, se ha disociado del terrorismo. Su rebelión comienza con sus
amigos en el oratorio de via Pezzotti en Milán, el grupo Gente de los jóvenes de
Azione Cattolica.
Después, la insurrección. Del movimiento a la lucha armada. Como los 15
detenidos del 12 de febrero pasado entre Turín, Milán y Padua.
¿Cuáles serían las similitudes entre vuestra experiencia y las últimas
detenciones? El hecho de que trabajadores jóvenes, jóvenes precarios encuentren
hoy, a treinta años de aquel entonces, realista, vivible o preferible una
experiencia de ese tipo. Una experiencia que desde el principio está
condicionada por la imposibilidad de incidir en la transformación de la
sociedad.
¿Otros puntos en común? Sí que los hay. Nosotros, por convención, hemos
establecido que se comienza a fechar este asunto con las masacres de Piazza
Fontana, con Feltrinelli, con los miedos de los golpes de Estado. Mi generación
política creció a la sombra de los estudiantes de Atenas atrincherados dentro de
la universidad y ametrallados por los golpistas. Crecimos con esta idea de la
fascistización del Mediterráneo. Pero la aceptación de la idea de que la
política fuera enfrentamiento físico, implicara clandestinidad, armas, muerte,
yo la puedo fechar a partir del discurso de Berlinguer tras el golpe de estado
de Chile.
Cuando dijo: " Nosotros no podemos gobernar en Italia ni siquiera con el 51 por
ciento". O sea, se trataba de la idea de que la democracia era un andamiaje, una
simulación. Y de que todos nosotros éramos marionetas dentro de una cúpula de
hierro internacional que establecía nuestros destinos. Una generación política
que no interiorizó la democracia como un valor, sino como una farsa. Esto es
importante, pues si no se comprende, tampoco se comprende la transmisión a
través de los años de esta visión.
Sin embargo, el histórico Secretario del PCI murió hace 23 años.
Sí, pero a mí se me heló la sangre, lo digo francamente, al oír algo semejante
al discurso de Berlinguer en boca de Prodi con respecto a Vicenza o Afganistán;
a saber: que enteras generaciones políticas no tienen la posibilidad de decidir
el destino de su país, de desarrollar la participación, ni siquiera en el
sentido más común y corriente que describía Giorgio Gaber. A menos que sea en el
marco de un inmenso juego de simulación.
Por tanto, ¿la manifestación de Vicenza ha sido una simulación? La manifestación
de Vicenza, no. Y aún antes, la revuelta contra el loco proyecto de taladrar Val
di Susa, lleno de amianto, para construir titánicos pasillos que lleven
mercancías improbables hacia el Este, llevándose por delante a la población
local. Ésta es la distancia sideral de una izquierda en el gobierno que parece
no entender, como tampoco entendía la clase política que prohibía [la canción]
"Dios ha muerto" de[l grupo] I Nomadi, que impedía a la gente ver una película
en los años 70 o consideraba el divorcio una aberración. Hoy nuestros hijos,
aunque parezca increíble, están reviviendo algo que se parece dramáticamente a
aquellos años. Empezando por el testimonio del último análisis moral de quien
opta por las armas que, repito, no tiene ninguna proyección política realista.
¿Testimonio moral? ¿En qué sentido? Como necesidad desesperada de justicia. Una
suerte de martirio moderno en el sentido griego del término, de puro testimonio:
quemo los puentes que me vinculan con esta hipocresía intolerable, con esta
percepción de embustes universales, con este sistema de dobles verdades que debo
respirar hasta en la familia. Claro, esto no es lo que a la gente le suele
gustar oír de un ex terrorista. Me haría falta una especie de inmunidad
diplomática. Es obvio que estoy en contra del terrorismo. Pero el problema es
plantearse qué tipo de civilización estamos construyendo. Es lo que yo defino
como un modelo de sociedad de sumergidos y salvados.
¿Quiénes son los sumergidos? Respondo con las palabras de un responsable de la
Camera del lavoro de Sesto San Giovanni. Estamos en 1994. Le digo: he
contribuido ocho años, ¿tendré pensión? Me dice: "No: nosotros tuvimos que
elegir, no podíamos garantizar a todos un sistema de pensiones de reparto,
pasaremos a un sistema contributivo". Significa que el resto se va a joder.
Luego, las casas populares. Tenemos en Milán el Instituto de casas populares
mayor de Europa, pero estas casas donde yo vivo son de 1905. Hace un siglo, con
motivo del nacimiento partido socialista tras lo de Bava Beccaris [general que
ordenó disparar a la masa en la huelga el 8 de mayo de 1898, 100 personas
murieron, Bava Beccaris fue condecorado, (n.del t.)] Se comprendió que había que
garantizar a todos una senda posible para construirse una vida digna. Pero desde
finales de los años ochenta si presentas una solicitud para que te asignen una
casa de protección oficial te dicen: las listas están cerradas.
¿Usted se siente sumergido o a salvo? Sumergido. Por culpa mía. Pero lo que
durante los primeros años creía que era un problema mío debido a mis errores de
juventud, cada año que pasa me lo vuelvo a encontrar entre los de mi edad que no
se salieron de la norma y, sin embargo, se encuentran expulsados del mercado de
trabajo. Porque, si no estás cualificado, al mercado de trabajo entras sólo por
contactos. Pensemos en las oficinas de empleo. Desaparecidas. Pilares de un
orden socioeconómico, civil, moderno, en Italia se suprimieron en el transcurso
de un lustro. En el paso de lo que se llama Primera República a la Segunda. Y
para una sector creciente de jóvenes las perspectivas de labrarse una
trayectoria de vida sólo comparable a la de sus padres es igual a cero.
¿Y eso justifica la opción de las armas? No. Pero crea una área de marginación y
una percepción de iniquidad feroz. Y aquí el gatillo que te puede conducir a una
rebelión salvaje es que esa misma clase política en la que habías depositado tus
esperanzas de cambio te niegue la evidencia. Por si fuera poco, una marginación
política intencionada está agravando este mecanismo de división entre sumergidos
y salvados.
¿Quién margina a los sumergidos? Cuando la clase política habla de la izquierda
radical como de un enemigo que hace imposible la adecuación de Italia a los
estándares anglosajones, lo que dice esencialmente es que a aquellos a los que
han quedado excluidos de la distribución de derechos sustanciales, también hay
que negarles la representación política. Lo que veo es una reproducción incluso
peor de lo que acontecía en aquellos años.
¿Qué ha empeorado? Lo peor es la destrucción de la credibilidad de la democracia
como sistema justo y sostenible para el ciudadano común. El trabajo se paga de
acuerdo a la forma. Vas a trabajar haciendo prácticas, seis meses sí, seis meses
no.
Olvídate del puesto fijo: ese discurso dramático lo hizo hace años D'Alema; a
esto, únase al hecho de que él desgrava su barco de vela con el modelo 101, pues
él sí que es un empleado. Este cinismo, a mi modo de ver, provoca reacciones
comprensibles. La cosa es si asumen una salida racional o irracional.
Su hijo se vio involucrado en una pelea con un grupo de fascistas de Forza Nuova
y lo detuvieron a los 20 años.
En la pared de la escuela [los fascistas] habían escrito "Judíos a la hoguera".
Mi hijo es antifascista en el DNA. Las resoluciones judiciales demuestran que
fue agredido.
¿Usted lo apoya? Francamente estoy dividido. Porque una parte de mí quisiera que
no se mezclase; sin embargo, otra parte lo entiende porque nos encontramos a 60
años de la Liberación, como ocurrió en la última campaña electoral, con grupos
neofascistas en las listas... La verdad es que estoy orgulloso de él.
Fuente en italiano: http://espresso.repubblica.it/dettaglio/Egrave-il-77-che-si-ripete/1518510&ref=hpsp
Véase en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?Reference=2094&lg=es
Gorka Larrabeiti es miembro de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción
se puede reproducir libremente con fines no lucrativos, a condición de respetar
su integridad y de mencionar al autor, al traductor y la fuente.