El Dr. Pellín se pregunta para qué nos sirve la extracción de oro -de la que no
nos queda más que la contaminación y unos pocos puestos de duro trabajo- y
reclama el control del Estado.
No cambiaron demasiado las cosas desde el 1535, cuando el indio Huallpa
descubrió el Potosí. En los doscientos años en que fue explotado viajaron a
España algo así como dieciséis mil toneladas de plata y perdieron su vida casi
tres millones de personas, la mayoría indios de la mita.
Ahora y en Andacollo, pocas cosas impresionan tanto como que el cerro haya sido
atacado por un sinuoso camino por donde transitan los enormes camiones que
trepan hasta los socavones. Quizás podría superarlo la sequedad en que ha
entrado el arroyo Huaraco y las preguntas que podrían hacerse los pobladores que
se abastecían de él. O tal vez que el arroyo Tromen es el portador de las
filtraciones de la pileta de decantación amuradas con el material estéril hecho
talco que hay en sus nacientes.
Andacollo, pequeña ciudad de 2500 habitantes distante 56 Km. al norte de Chos
Malal, ha entrado en la llamada 'mega minería' invento de Cavallo y Menem,
consistente en eludir toda traba legal para entregar a que las empresas mineras
se lleven todo a cambio de una mísera regalía del 3%.
Lejos del sueño de los viejos pirquineros, aquellos que lavaban la grava que
arrastraba con energía el Lileo. Por lo menos entonces, en el escenario de un
paisaje imponente, ellos eran los forjadores de su propia aventura, recolectando
lo que la suerte y la paciencia querría darles. Y aunque nadie les impediría
volcar su cuerpo sobre el cauce del río y aguardar largas horas y muchos días a
que una pepa de oro transforme definitivamente su historia, hoy ya no se los ve.
Resulta más fácil emplearse en la Minera y que el oro mixturado con lodo
atraviese la cordillera hacia Chile donde es definitivamente extraído. No
envidiamos esa realidad del país hermano porque la fundición que se haga
utilizará allí cianuro y arsénico, poderosos tóxicos, en las etapas finales del
proceso de extracción. En Andacollo nos quedamos con el mercurio, pero no lo
sabemos muy bien porque la empresa no da cuenta de lo que utiliza en las etapas
del proceso de elaboración que lleva a cabo en la localidad. Como tampoco
ninguna repartición pública se arrima a controlar nada. Es que la empresa
amenaza con irse si la molestan con esas cosas. En concreto, estamos expuestos a
la polución ambiental más agresiva y los neuquinos no podemos siquiera preguntar
acerca de los materiales que se emplean, de las filtraciones que se producen
desaguando el arroyo Torreón a metros de la toma de agua corriente del pueblo,
ni qué cosa vuela como talco por el aire cada vez que un poco de viento cruza la
comarca.
Cabe preguntarse cuál es el beneficio de estos emprendimientos cuando se hacen
sin resguardo alguno. El cuerpo humano tiene una tolerancia increíble para
enfrentar estos venenos, hasta que sucumbe. Padece un largo período de
incubación, que puede ser asintomático pero al cabo de diez o quince años las
manifestaciones de enfermedades terminales se presenta. Entonces la empresa
mirará para otro lado y se desentenderá de los damnificados.
Y cabe preguntarse si para la generación de un puñado de puestos de trabajo, se
necesita otorgar a estas empresas tantas ventajas, que paga todo el pueblo
argentino. Exención de impuestos a las ganancias y a la importación de bienes.
'Estabilidad fiscal' que significa lisa y llanamente que ninguna modificación
tributaria actual y a futuro les alcanzará. Reintegro de IVA y compensaciones
por exportación por puertos patagónicos. Libre paso de las cargas por las
aduanas, por donde transcurren con una simple declaración jurada, estando
obligado el estado provincial a aceptar lo que le diga acerca del valor de lo
que lleva, la propia empresa. Y por si fuera poco, libre disponibilidad de
divisas, o sea ni siquiera deben cambiarlas en el BCRA.
Este despojo no es desarrollo. El oro debería permanecer en las entrañas de la
tierra porque es absurdo pagar tanto para recibir solo enfermedad y quebranto.
Se chantajea con los puestos de trabajo que no son otra cosa que un pasaporte a
que el trabajador se convierta en un esclavo de su necesidad con una vida a
plazo fijo y la comarca sufra las consecuencias de la depredación más salvaje.
Además el oro no queda en Andacollo. Podemos suponer muy bien adónde se
almacenarán convertidos en lingotes, como que los capitales de la empresa son
chileno-canadienses.
Pero si fatalmente el oro debe seguir siendo explotado, el estado provincial
debe intervenir para frenar toda polución, proteger a los trabajadores y a la
población de la contaminación directa y la de los recursos naturales y exigir
una participación más acorde con la equidad por el valor del preciado recurso.
Si esas condiciones no son aceptadas no vale la pena seguir con esta ficción de
progreso