Argentina: La lucha continúa
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Banderas ideológicas que pueden arriarse
LA ARENA
Los defensores de la economía libre sostienen que la 'mano invisible del
mercado', con absoluta prescindencia del Estado, puede ordenar o regular
satisfactoriamente las relaciones sociales y económicas en una comunidad. Ese
discurso liberal tuvo históricamente en nuestro país muy pocos adherentes en el
conjunto de la sociedad a pesar de contar con el respaldo de los más grandes
medios de comunicación, en donde sus predicadores tuvieron siempre generosas
tribunas para difundir su pensamiento.
En la década de los años '90, con la sorprendente adhesión del peronismo a las
ideas del libre mercado en su expresión más radicalizada, las ideas liberales
comenzaron a tener mucho mayor penetración en la sociedad. Dejaron de ser el
caballito de batalla de las minorías ricas y poderosas para estar presentes en
sectores identificados con el 'campo popular'. Con esas ideas como bandera se
pasó a ganar elecciones, algo impensado hasta ese momento.
Finalmente, el rotundo fracaso del modelo de economía libre, que llevó el país a
la ruina, obligó a una nueva mudanza ideológica de gran parte de la dirigencia
política y social y hoy -otra vez y como históricamente ocurría- no se ven
tantos cuestionamientos a la 'intervención del Estado'.
Uno de los ejemplos más sorprendentes lo brindó días atrás gran parte de la
dirigencia ruralista, cuya adhesión a las ideas liberales y oposición a la
ingerencia estatal es y ha sido histórica. Dirigentes del agro no dudaron en
pedirle al gobierno que aplique la Ley de Abastecimiento para obligar a las
empresas petroleras a que garanticen el suministro de gasoil. Esa ley fue
siempre furiosamente atacada desde los poderosos grupos empresariales porque
para ellos representa algo así como el 'mal supremo' del 'estatismo' frente al
funcionamiento 'libre' del mercado. Sin embargo, a pesar de ese fuerte
condicionamiento ideológico de clase, el reclamo en favor de la intervención del
gobierno en desmedro de la famosa 'mano invisible' tronó en todo el campo
argentino.
El gobierno intervino aunque con mucha cautela y le pidió a las petroleras que
vuelvan sus precios al 30 de junio, luego de la disparada que perforó y superó
con comodidad el techo de los dos pesos. Las grandes empresas que monopolizan el
mercado comenzaron, a disgusto, a revisar los aumentos registrados en sus
propias estaciones de servicio, y de paso aprovecharon para reclamar y pedirle
al gobierno la libre aplicación del 'precio internacional'.
El costo de la producción total (exploración más desarrollo más extracción) de
un barril de petróleo en nuestro país apenas supera los seis dólares. Pretender
venderlo al precio internacional, es decir a más de 70 dólares, sería una estafa
al pueblo argentino que es el verdadero dueño de esa riqueza hoy explotada por
empresas extranjeras.
La desmedida pretensión de las petroleras obedece a la visión liberal, a la
filosofía del mercado libre. La misma que rige en las denominadas estaciones de
servicio 'blancas', es decir, aquellas que no tienen la marca de las grandes
corporaciones y pueden abastecerse de varios vendedores. En estas empresas que
quedaron afuera del 'pacto' que busca el gobierno -no son pocas en nuestra
provincia- los valores del gasoil siguen por las nubes porque no hay
abastecimiento normal y por lo tanto hay escasez. Entonces rige con toda su
crudeza la 'mano invisible del mercado'.
Uno de los sectores más perjudicados por este problema es el agro, sector que
pidió la intervención del Estado. De lo cual se deduce que las banderas
ideológicas bien pueden guardarse un tiempo en el armario cuando de intereses
económicos se trata.