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Argentina: La lucha continúa

Hospital Francés
Los modos del kirchnerismo

Miguel Espinaco
El Mango de hacha

A la medianoche del miércoles 8 de agosto, la Gendarmería entraba al Hospital Francés.
La noticia no les debe haber parecido muy importante a los principales diarios del país, porque ninguno lo puso en tapa y ninguno le dio demasiada importancia. Sin embargo no era la primera vez que el gobierno de Kirchner mostraba su "mano dura" contra los trabajadores en el hospital del barrio porteño de San Cristóbal.
El 10 de octubre del año pasado había sido la patota encabezada por Sergio "Tuto" Muhamad, aquel directivo/barrabrava del club Chacarita, empleado sin funciones específicas del estado municipal porteño y operador todoterreno del PJ, que se vio haciendo de las suyas por televisión. Esta vez la patota vestía de uniforme, pero la intención de intimidar a los trabajadores no cambia.
En una nota publicada por Indymedia Argentina, se relata que esta situación es la culminación de algunos hechos de agresión producidos por el personal de seguridad contratado por la intervención. Rubén Tellería, de la Comisión de prensa, relata que "el interventor es del riñón de la facultad de medicina, donde también presta servicios la misma empresa de seguridad que agredió la semana pasada a los trabajadores del Clínicas. Vemos que hay una correspondencia en los hechos en la forma de trabajar de este grupo".
Es una pena que este conflicto no tenga suficiente prensa, porque podría servir para aclarar un poco más los modos en que se maneja el kirchnerismo, que no hace mucho tiempo anunciaba una especie de nacionalización del vaciado Hospital Francés por cuenta del Pami y mentía a los cuatro vientos que su solución apuntaba a defender las fuentes de trabajo.
"Luego de mandarnos la patota del Tuto y compañía a golpear a los trabajadores y a los periodistas, el Gobierno nos militariza el Hospital" dicen los trabajadores y llaman a "rodear de solidaridad el Hospital Francés" que sigue en la lucha.
Ya hace algunos meses, publicábamos en esta revista una nota titulada
"Los otros nombres del Hospital Francés" en la que hacíamos una recorrida a través de nombres como los de Carlos Tossi, José Luis Salvatierra, Alberto Fernández, Walter González y otros tantos, que se entremezclan en el tiempo interviniendo en fusiones y en separaciones en las que se vislumbraban las huellas del vaciamiento.
Ahora, este nuevo capítulo convoca a otros personajes que pretenden poner el moño a esa historia para que el pato lo paguen los mil doscientos trabajadores del Hospital Francés, esos que atienden las doscientos cincuenta camas para internación y las demás dependencias que incluyen un hogar de ancianos, sesenta consultorios de atención primaria y una clínica ubicada en el barrio de Caballito con cien plazas más de internación.
La promesa
Hace no más de cuatro meses, los diarios contaban las bondades del proyecto que presentaría el Poder Ejecutivo a la legislatura: "con el proyecto ya aprobado, los trabajadores del Hospital Francés pasarán a depender del Estado nacional, con el mismo sueldo y la antigüedad". nos ilusiona el diario Página 12 en la edición del 24 de abril. La noticia parecía buena, pero enseguida nomás abrían el paraguas: "de no haber capacidad para mantener a todo el personal dentro del centro sanitario, serán redistribuidos a otras dependencias, de acuerdo con lo indicado por Ocaña".
Enseguida nomás el proyecto fue presentado en el Senado por la titular de la Comisión de Asuntos Constitucionales, la mismísima Cristina Fernández, que armó un discurso de ocasión sobre el "vaciamiento que sufrió el Francés" al tiempo que prometía "la preservación de las fuentes de trabajo".
Sin embargo, a posteriori de la media sanción, los trabajadores tienen que retomar rápidamente el plan de lucha porque ya hay ocho despidos. Para colmo, empieza a quedar claro que la ley, que en teoría apuntaba a la preservación de los puestos de trabajo, no dice absolutamente nada sobre la situación de los trabajadores.
En diputados, antes de que la ley fuese aprobada, la discusión apareció y fue marginalmente reflejada por los diarios. El diputado oficialista Héctor Recalde insistía en que la expropiación era precisamente para defender la fuente de trabajo, al tiempo que el zamorista Carlos Tinnirello insistía en que la norma eso no está escrito y la kirchnerista Mercedes Marcó del Pont explicaba y aclaraba que ni si ni no, que el PAMI seguramente podría absorber a los 800 trabajadores del área médica y paramédica, pero no a la totalidad de los 400 administrativos, que, aseguró "deberán ser reubicados".
Si uno prestaba un poco de atención el asunto estaba claro, pero el marketing oficialista disfrazaba todo tras una especie de nacionalización, un rescate por parte del Estado Nacional a través del Pami que defendería el trabajo de los trabajadores, al tiempo que convertiría al Francés en una institución "modelo de la tercera edad", al decir de Graciela Ocaña, aquella ex socia de Elisa Carrió que supo ser borocotizada antes que lo fuera el mismo Borocotó.
La realidad
Con la ley ya votada, la realidad parece estar cada vez más lejos de las promesas que agitaba el gobierno de Kirchner no hace demasiado tiempo.
Los trabajadores del Hospital Francés, explican que el Interventor Carlos Camilo Castrillon y la número uno del Pami, Graciela Ocaña, son responsables de fraude laboral, porque "desde el pago del mes de octubre a la fecha declaran en la AFIP nuestro sueldo completo y solo percibimos la mitad en forma no remunerativa, acumulando más de $9.000 de deuda salarial", e insisten en que "no existe ninguna garantía escrita para nuestra continuidad y estabilidad laboral".
Hablan de persecución gremial, "reflejada claramente en el despido del secretario de prensa de la comisión interna".
Explican cómo por medio de disposiciones paralelas pactadas por Ocaña con la burocracia sindical de ATSA a espaldas de los trabajadores, anuncian el pase de más de doscientos compañeros a otras dependencias estatales y una reducción salarial del 45% y entonces ponen a más de cincuenta interventores del PAMI a meter presión para que doscientos se cansen y se vayan, y al mismo tiempo contratan a treinta. "¿Se deja de lado personal experto para tomar a ahijados?", se preguntan los trabajadores.
Cuando esa realidad, tan opuesta a las promesas, empieza a cansar y se decide el paro, entonces aparece la Gendarmería. "La anterior fue una violencia desorganizada y esta vez es una violencia institucionalizada. Lo que nos genera una incertidumbre de saber en qué estado estamos, que un reclamo laboral se convierte en un hecho de seguridad nacional donde interviene la Gendarmería" escriben los trabajadores.
Una verdadera desproporción, un delirio que justifica a los trabajadores del Hospital Francés cuando sostienen que esta militarización de su lugar de trabajo "es una violación objetiva de los derechos Humanos".
Es una pena, decía, que los medios no hablen más de este conflicto. Podría aclarar un poco más los modos en que se maneja el kirchnerismo.

Fuente: lafogata.org