Argentina: La lucha continúa
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Tenemos que unirnos contra este avance represivo
No a la Ley Antiterrorista
Comunicadores Solidarios
El pasado miércoles 6 de junio de 2007 la Cámara de Senadores del Congreso de la
Nación dio media sanción al proyecto de ley antiterrorista, enviado el 20 de
diciembre de 2006 por el Poder Ejecutivo Nacional, con 51 votos a favor,
correspondiendo a Vilma Ibarra la defensa pública del proyecto en consonancia
directa con Cristina Kirchner impulsora del mismo en la Cámara Alta y 1 en
contra del senador del Partido Socialista Rubén Giustiniani.
El proyecto aprobado por el Senado fue girado el mismo 6 de junio a la Cámara de
Diputados. Al día siguiente, con mucha celeridad, la Comisión de Legislación
Penal de la Cámara de Diputados empezó a juntar firmas para un dictamen
favorable al proyecto que crea la figura penal de "asociación ilícita
terrorista" y penaliza la financiación del terrorismo.
En la sesión de este miércoles 13 de junio, la Cámara de Diputados aprobó el
proyecto por mayoría y lo convirtió en ley, con los votos del Frente para la
Victoria, la UCR y algunos partidos provinciales, con la oposición del ARI, el
PS, más los diputados Carlos Tinnirello y Miguel Bonasso, pasando ahora el
proyecto a manos del propio Kirchner para su promulgación, la cual se descuenta
ya que él mismo la ha redactado y promovido.
La sanción de esta ley tiene como objetivo extender el poder de represión a
través de una herramienta legal que aumenta enormemente las atribuciones de las
fuerzas policiales, de inteligencia, jueces y fiscales y que es lo
suficientemente severa para con los que luchan y lo más abierta posible en
cuanto a las acciones que puedan quedar enmarcadas como "terroristas".
Esta Ley Antiterrorista se enmarca dentro de la doctrina jurídica más retrograda
y fascista, reproduciendo la doctrina del "Derecho Penal del Enemigo", y el
"Derecho Penal de Autor", creando delitos que no penan hechos, sino a sus
autores por el sólo hecho de ser un luchador, trabajador, o por pertenecer a una
organización política, social, gremial o de derechos humanos. Es en este marco
que se utiliza la figura de la asociación ilícita, que ha sido usada tanto por
gobiernos de facto como constitucionales para reprimir a los trabajadores y el
pueblo.
Esta herramienta represiva trata como un "terrorista" a todo aquel que forme
parte (por el sólo hecho de ser parte) de una organización (estudiantil,
barrial, política, social, gremial) que luche por reivindicaciones del tipo que
sea, que intente mediante la comisión de delitos (los fiscales interpretan
siempre que cortar una calle o una ruta es un delito) obligar a un gobierno u
organismo internacional (ej. FMI, Banco Mundial, etc.), a realizar un acto o
abstenerse de hacerlo, siempre que la organización (llamada en el proyecto:
asociación ilícita terrorista), tenga un plan de acción destinado a la
propagación del odio étnico, religioso o político (no podemos saber como se
interpretará este requisito, pero la existencia de más de 5.000 personas
procesadas penalmente por luchar, nos da un indicio), que esté organizada en
redes internacionales (las organizaciones políticas y sociales suelen tener
contactos y relaciones con otras organizaciones internacionales) y dispongan de
cualquier medio idóneo para poner en peligro la vida o la integridad de un
número indeterminado de personas, agravándose la pena para los jefes de la
organización.
Se aprecia claramente la vaguedad de los términos utilizados, los cuales
permiten una gran amplitud por parte del intérprete sobre que es una
organización terrorista, lo cual plantea el serio y fundado peligro de que esta
herramienta represiva sea utilizada para limitar, restringir y penalizar a los
integrantes de organizaciones obreras y populares y a ellas mismas.
Reprime con prisión de 5 a 15 años, a todo aquel que colabore de alguna manera
con cualquier integrante de esta organización "terrorista", independientemente
que esa persona u la organización efectúe acto o hecho alguno.
Esta legislación asimismo es sumamente retrógrada en materia de refugio y asilo
político.
La ley amplía las facultades ya de por sí amplísimas de la Unidad de Información
Financiera, dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación, para investigar
y atacar las fuentes de ingresos de las organizaciones sociales y políticas
populares disponiendo (arts. 4 a 8 de la ley) que se las debe investigar,
pudiendo disponer de los servicios de todas las agencias de inteligencia del
Estado, teniendo acceso a cualquier tipo de información sobre cualquier persona
sin importar el carácter de los datos, solicitar la suspensión de cualquier
operación o acto aún antes de su realización cuando existan a su criterio
indicios de que se trata de dinero proveniente o con destino a un "integrante" u
"organización terrorista", solicitar la confiscación preventiva de fondos a
organizaciones populares.
Por medio de esta ley (la cual se complementa entre otras con la 25.241, 25.246
y los diferentes tratados internacional sobre terrorismo) se profundiza la
institucionalización de los infiltrados y provocadores en las organizaciones
obreras y populares, así como la incorporación de la figura del arrepentido (art.
9 que hace aplicable la ley 25.241), etc.
Con esta ley el Gobierno de Kirchner dice responder a una exigencia del gobierno
de los Estados Unidos y del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) que
habían adelantado que considerarían a la Argentina como "país no confiable para
las inversiones" si no sancionaba una norma que castigue al terrorismo antes del
23 de junio.
Ante las presiones internacionales de Estados Unidos, Israel y distintos
organismos internacionales (ONU, GAFI, FMI, entre otros) sobre Argentina y el
resto de los países de América Latina, y por la necesidad de contar con una
herramienta represiva legal contundente frente a cualquier tipo de protesta
popular que atente contra sus objetivos, Kirchner ha manifestado en innumerables
oportunidades su compromiso en la lucha contra el llamado "terrorismo", siendo
por su iniciativa que, la República Argentina aprobara el 30 de marzo de 2005 la
Convención Interamericana contra el Terrorismo y el Convenio Internacional para
la Represión de la Financiación del Terrorismo, así como ha ampliado la
capacidad operativa del Departamento Unidad de Investigaciones Antiterroristas
perteneciente a la Policía Federal Argentina, organismo creado durante la
presidencia de Menem, el cual cuenta con un centro de detención especial –una
cárcel al margen de la ley- para "terroristas" ubicada en la calle Cavia al 3300
de esta Ciudad de Buenos Aires.
El Gobierno de Kirchner manipula el atentado a la AMIA para justificar la
sanción de la Ley Antiterrorista , cuando es el propio Ejecutivo Nacional quien
garantiza la impunidad de los responsables negando la apertura de los archivos
secretos de inteligencia existentes sobre el atentado y desviando la
investigación según los intereses de los Estados Unidos e Israel. Ni el atentado
a la AMIA, ni ningún otro de los crímenes cometidos contra el pueblo argentino
se resuelven con esta Ley Antiterrorista, la cual está al servicio de la
impunidad de ayer y de hoy.
Cuando aún se encuentra pendiente la solución de los grandes problemas del
pueblo argentino, el Gobierno de Kirchner promueve la aprobación de legislación
que desarrolla y legitima el poder de represión en manos de los organismos de
seguridad e inteligencia del Estado, a pesar de que el propio Presidente ha
reconocido que dentro de los mismos aún trabajan sectores importantes
relacionados con la represión de la dictadura.
Mientras tanto continúa desaparecido el compañero Jorge Julio López, secuestrado
hace más de 9 meses, siguen las amenazas y secuestros a testigos, querellantes
de hechos perpetrados durante el genocidio de la dictadura, se mantienen los
indultos y la impunidad para los genocidas y se profundiza la represión a los
que luchan, como lo demuestra el fusilamiento del compañero Carlos Fuentealba en
Neuquén y la militarización de la provincia de Santa Cruz, donde la ciudad de
Las Heras fue ocupada por la Gendarmería y desde hace un año y cuatro meses
mantiene como rehenes a seis presos políticos. Del mismo modo siguen detenidos
compañeros de organizaciones que confrontan con el gobierno, o permanecen presos
a la espera de resolución del juicio de extradición seis campesinos paraguayos
que vinieron a la Argentina a solicitar refugio.
Con esta política, el Gobierno no sólo sostiene la impunidad que dice combatir
sino que avanza día a día en la represión a las luchas del movimiento obrero y
popular.
Nuestra respuesta no se puede hacer esperar. Es por esto que llamamos a unir
todos los esfuerzos de los organismos de derechos humanos, organizaciones
sociales, partidos políticos, intelectuales, estudiantes, trabajadores ocupados
y desocupados para repudiar e impedir la aplicación de la Ley Anti-Terrorista ,
así como para luchar por su derogación y la de los tratados internacionales que
le sirven de base, coordinando actividades, movilizaciones y todo tipo de
acciones políticas.
Buenos Aires, 13 de junio de 2007.
Memoria, Verdad y Justicia