Argentina: La lucha continúa
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La impunidad tiene cura: Christian Von Wernich, un "cruzado"
concordiense
El huevo de la serpiente
Rubén Bonelli
Christian Federico Von Wernich, acusado de siete homicidios y 41 casos de
privación ilegítima de la libertad y torturas a personas secuestradas en campos
de detención clandestinos, por su papel en la represión de la dictadura
oligárquico - militar, siendo capellán, en ese entonces, de la maldita policía
bonaerense y confesor del represor Ramón Camps, ahora mata callando.
Y es que el "Queque", como le dicen sus allegados, en Concordia, Entre Ríos, no
es un mero producto de la casualidad, sino por el contrario, es un sujeto que
fue moldeándose en el yunque de una ciudad conservadora y oligárquica por
excelencia.
Como cuenta el periodista Hernán Brienza, en su libro "Maldito Tú Eres", el
"Queque" Había nacido en San Isidro, el 27 de mayo de 1938, en el seno de una
familia de abolengo, su madre, Susana Martínez Castro Videla y su padre
Guillermo, hacían gala de sus apellidos.
Christian Von Wernich, llegó con su familia a Concordia a los dos años de su
nacimiento. El "Queque" era el cuarto hermano de una familia numerosa, compuesta
por cuatro mujeres y seis varones.
Ubicados en una casa de tipo colonial, que abarca hasta ahora toda la esquina de
las calles Quintana y Alvear, Von Wernich va construyendo sus primeras visiones
del mundo. Concurre a la escuela primaria dirigida por los monjes capuchinos. En
el transcurso del cambio del pantalón corto por el largo, el peronismo irrumpía
en la Argentina, con su sed de justicia y eso a las oligarquías locales les puso
los pelos de punta, porque veían peligrar su poder tradicional. Don "Pepe" su
padre, había apostado fuerte a la forestación de eucaliptos en la zona.
Definido ya como un "señorito alemán" de clase media alta, tenía por costumbre
refugiarse en el Club "Progreso", un palacete ubicado en calle Pellegrini al
800, con piscina y jardines franceses, donde la aristocracia concordiense podía
ocultar su "olor a bosta". Claro que no todos podían acceder al Club, pues se
tenía que pertenecer a la aristocracia agrícola – ganadera o a la alta alcurnia
y su método eficaz de selección era mediante bolillas. Los votos de aceptación
por parte de los ilustres socios, se hacían mediante las bolillas "blancas" y el
rechazo con bolillas "negras".
Por esos años el "Queque" comenzó a referenciarse con los "niños bien" de la
Acción Católica, lo que lo hizo relacionarse con el sacerdote Raúl Sánchez
Abelenda, conocido a través de su postura teológica reaccionaria, amigo de la
Cruz y la Espada.
Al estallar la Revolución Libertadora (Fusiladora), que derrocó a Perón en
setiembre del 55, su padre Guillermo, se dispuso a festejar a lo que ellos
llamaban la segunda "Tiranía". A los cuatro días del Golpe Militar, las hordas
civilizadoras de la "gente decente", no dejaron estatuas, cuadros, ni bustos en
pie de Perón y Evita, aparte de las duras golpizas a algún militante peronista
que se animó a enfrentarlos. Luego de la "cacería", los ilustres ciudadanos de
Concordia, se juntaron en el Salón del Club "Progreso", revestido en boiserie,
para festejar con un brindis el triunfo de las "sanas" costumbres políticas.
Luego del triunfo vinieron las peleas internas por el "motín de guerra", como
ocurría a nivel nacional, la Libertadora (fusiladora), nucleaba a socialistas,
comunistas, radicales, nacionalistas oligárquicos y conservadores. Concordia por
ese entonces, poseía la segunda Sociedad Rural después de la filial de Palermo y
un poder importante lo constituía la masonería, que entró en franco
enfrentamiento con el sector nacionalista oligárquico católico del cual, el
"Queque" se sentía representado. De allí fueron las primeras persecuciones de
los "cruzados" contra los masones. Es así, que el gobierno de facto, nombró
rector del por entonces Colegio Nacional, a Rafael Dickestein, judío y masón, lo
que provocó una dura reacción en los muchachos falangistas conducidos por
Sánchez Abelenda. Christian y Guillermo Von Wernich, entran en escena atacando
por todos los medios a Dickestein, con bombas de alquitrán, amenazas y hasta
trataron de arrollarlo con un jeep en plena plaza 25 de Mayo de Concordia.
La otra "cruzada" de los hermanitos Von Wernich, se produjo en el año 1958
durante el gobierno de Arturo Frondizi, durante el conflicto educativo entre
"libres" y "laicos" y en Concordia se resolvió de la única manera: "a las
piñas", usando como armas cadenas de púas, manoplas de hierro y garrotes.
Los enfrentamientos fueron entre los nacionalistas católicos de la derecha
confesional, liderada por Sánchez Abelenda, con el apoyo de los Von Wernich, y
los masones aliados a la izquierda comunista. Los primeros abogaban por la
"libre" y los segundos por la "laica". Estas fueron las hazañas del "Queque", en
aquellos años mozos. Con el pasar de los años muchos de sus compañeros de ruta
partieron a estudiar a la universidad y él optó por la incursión en los
territorios de la fe y se inscribió en el Seminario de Buenos Aires, pero a los
dos años de su carrera sacerdotal volvió imprevistamente a Concordia. Según
comentarios eclesiásticos, al "Queque" lo echaron por llegar una noche "borracho
como una esponja" y luego de destrozar completamente la habitación que tenía
asignada por el Seminario.
Durante varios años Von Wernich anduvo viajando por el mundo. Estados Unidos,
países de Europa, conociendo en particular, Alemania, país que le había legado
su apellido. Con su pinta de varón, hasta llegó a conquistar a la "Miss
Argentina" de aquella época. Hacia fines de los años 60 intenta nuevamente
volver a la fe en el Seminario de La Plata, pero también lo abandonó. Tuvo un
paso fugaz por la Secretaría de Turismo de la Nación. Pero se cansó muy rápido y
renunció al año. Hasta que a finales de 1972, decidió por tercera vez intentar
ordenarse de sacerdote y volvió a Concordia para comunicar a sus familiares y
amigos su opción. En la confitería Colón, conocido actualmente como Café – Bar
"Cristóbal", frente a la plaza principal, un amigo suyo le preguntó el porqué
siempre insistía con eso de "meterse de cura", después de todas las trapisondas
que había cometido. El "Queque" lo miró y sonriente le dijo "porque es el único
empleo en el que se trabaja un día y se descansan seis".
El 31 de marzo de 1974, Christian Von Wernich, se ordenaba de sacerdote y lo
celebró en la sede del Sindicato de Empleados de Comercio de la localidad de
Nueve de Julio, junto a sus padres y sus hermanos, ya tenía por entonces 35
años.
La relación del "Queque" con el represor Ramón Camps, viene a través de una de
sus hermanas. Susana, quién su belleza estaba predestinada a un príncipe azul,
se había casado con un oficial del Ejército Argentino, el coronel Manuel
Alejandro Morelli, quienes vivían en la ciudad de Paraná y tenían además una
excelente relación con el arzobispo y luego vicario castrense, Adolfo Tortolo.
Camps y Von Wernich se conocen personalmente en una reunión familiar organizada
por su hermana en Paraná. El sacerdote y el coronel se entendieron de maravillas
desde el primer momento. El "Queque" se convertiría en el confesor personal del
coronel, y Camps en el hombre que le abriría las puertas del infierno. Al fin de
cuentas, la serpiente ya había salido del cascarón.
Fuente:
"Maldito Tú Eres", Iglesia y Represión ilegal de Hernán Brienza, Editorial
Marea, Buenos Aires, noviembre de 2003.