Argentina: La lucha continúa
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"Al ponerse del lado de los crucificadores cometió una blasfemia"
Rubén Capitanio, el único cura que declarará en el juicio a Von Wernich
Elio Brat
Fueron compañeros de estudio en el seminario de La Plata. Uno había nacido a
pocas cuadras de allí, en el barrio de Los Hornos. El otro venía de 9 de Julio,
un pueblo bonaerense camino a La Pampa. Los dos volverán a verse las caras
frente a frente en pocos días más, cuando el jurado que enjuicia a Christian Von
Wernich en la misma ciudad que los unió alguna vez decida la fecha exacta que
tiene que comparecer elsacerdote salesiano Rubén Omar Capitanio. Pero esta vez
llegará a la capital bonaerense desde 1200 kilómetros al sur. Desde Centenario,
a 30 kilómetros de Neuquén capital, la ciudad donde nacieron la mayor parte de
los obreros de la ex cerámica Zanon, hoy FASINPAT (Fábrica Sin Patrones). Y será
el único religioso, de los 120 testigos, que dará su testimonio ante el mismo
jurado que condenó al comisario represor Miguel Etchecolatz, si es que
finalmente el obispo emérito de Viedma Miguel Esteban Hesayne no testificará en
el juicio.
"La última vez que me encontré con (Christian) Von Wernich fue cuando él ya era
capellán especial de la policía bonaerense, bajo la orden de monseñor Antonio
Plaza. Yo era cura en la Villa San Carlos de Berisso y fue un encuentro casual
pero allí él me demostró que tenía poder, en esos tiempos en que el poder estaba
concentrado en la fuerza que decidía la vida y la muerte de cualquier ciudadano.
Y esto lo voy a exponer ante el tribunal porque eso fue muy evidente: en esa
estructura él tenía poder y lo ejercía".
¿Cómo era la situación en La Plata para que se tenga que ir a Neuquén?
Yo en el 76 comencé a ver que mi ciudad era avasallada por la dictadura. El Papa
Paulo VI tuvo una frase con el obispo auxiliar de La Plata, Monseñor Picchi,
cuando se vieron en Roma. Allí el Papa le pregunta sobre la situación de la
arquidiócesis platense y hace traer un mapa a su despacho para que le señale de
donde venía. Y al ubicarla Paulo VI dijo "esta es la ciudad donde matan a los
jóvenes". Por tanto la vida de Von Wernich y la mía transcurrieran por carriles
distintos. Empezaron a desaparecer gente en Berisso y yo pedía en la misa que
recemos por los vecinos que están desaparecidos. Pero era tanto el terror
impuesto que los familiares llamaban por teléfono a la parroquia para agradecer
pero negándose a dar su nombre. Entonces matan a los padres palotinos y el 18 de
julio del ´76 asesinan a Gabriel Longueville y Carlos Murias en La Rioja. A todo
esto yo había averiguado que había una lista de sacerdotes y de La Plata éramos
dos, ambos de Berisso. Un monje benedictino que estaba haciendo una experiencia
como cura obrero, el padre Luis Casalau y yo. Allí el obispo Jaime (De Nevares)
me mandó decir que Neuquén me espera con los brazos abiertos. Y fui. Llegué el 7
de agosto de 1976, pensando en volver algún día… 31 años después sigo acá.
En el juicio se tratará la actitud asumida por la iglesia en tiempos de la
dictadura. ¿Usted qué piensa?
Yo he cuestionado y sigo cuestionando el papel de la iglesia institución, sobre
todo en la jerarquía, porque no estuvimos a la altura de los aconte cimientos,
es decir del lado de los crucificados… (silencio), Porque si bien, no muchos por
suerte, el caso de Von Wernich es especial, es más que simbólico: Von Wernich se
pone del lado de los crucificadores. Y en ese sentido comete una blasfemia
diciendo que lo hacía en nombre de Dios. No sé de qué Dios hablaba ya que no
existe ningún Dios que sea partidario de la muerte.
¿Conoce el expediente donde se acusa a Von Wernich?
Claro que sí. Y le digo que los testigos y las pruebas que hay en el expediente
hablan clarísimamente y demuestran más que contundentemente la participación de
Christian Von Wernich como cómplice de los crucificadores.
¿Cómo reacciona usted, como religioso también, ante esa evidencia de
culpabilidad?
Todo lo que le dije no quiere decir que yo no lo asuma como hermano. Yo esto lo
quiero dejar claro porque como me glorío de mis hermanos que me enseñaron con su
vida, con su ejemplo, con su compromiso hasta dar la vida. Un Mugica, un
Angelelli, unos palotinos, Carlos y Gabriel, Romero en El Salvador y tantos
laicos. Como me glorío de ellos sería incoherente que no asumiera a aquellos que
fueron infieles a lo que debían haber sido.
Entonces con dolor y con vergüenza yo asumo que (Von Wernich) es mi hermano. Y
esto no quiere decir que como siento esto yo no voy a declarar contra él. Yo voy
a declarar contra los crímenes que él cometió o de los que está comprobado que
fue partícipe.
¿El juicio dividirá a la iglesia? ¿Le hará un bien o será un desastre?
Este juicio es un gran servicio a la iglesia, porque le permite a la iglesia
asumir una realidad que todavía no terminó de asumir: y es que nosotros fuimos
cómplices, en algún grado y en algunos casos, hasta en grado aberrante como es
el caso de Von Wernich. Por tanto creo que esta es la oportunidad para pedir
perdón. Pero para pedir perdón en serio. Y para eso hay que asumir, con
vergüenza y con dolor, lo que ha hecho un miembro de la iglesia como es el caso
paradigmático de Von Wernich.
¿Usted piensa que la que está en juicio es la iglesia toda?
No está en juicio la iglesia. Yo tampoco quisiera que nadie utilizara este
juicio para atacar a la iglesia. Pero tampoco que nadie, y eso puede ser un acto
de mucha hipocresía y cinismo, que se utilice este juicio para decir que se
ataca a la iglesia. Porque lo que está en juicio es un hombre de la iglesia y
todos debemos ser iguales ante la ley. Y en este caso le tocó a un religioso, un
sacerdote. La justicia comenzará a reparar condenando, en la medida que tenga
que condenar, los males que pudo haber cometido un miembro de la iglesia
aplicando toda la fuerza que tenga que aplicar la ley sobre alguien que es
responsable.
¿Qué piensa que puede pasar después de este juicio?
Creo que con estos elementos se puede empezar a amasar una verdadera
reconciliación: sabiendo lo que pasó, juzgando los delitos que se cometieron,
condenando a los responsables y asumiendo cada uno su responsabilidad culpable o
inocente. Sino, es todo muy parecido a la impunidad. Y eso hace que no nos
ayude: a 30 años todavía no tenemos ni reconciliación ni paz porque no hubo
justicia ni hubo verdad. Por eso digo que esto es un bien para el país y un bien
para la iglesia también.