Argentina: La lucha continúa
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Julio López
Claudia Korol
... y como letanía regresaba el... ¿ahora? ¿ahora? ... ¿otra vez ahora?
¿cuántos ahora tantas veces repetidos? ... ahora ... ¡resulta insoportable! .
El cuerpo todo reacciona desde su memoria de dolor y de espanto. No es fácil
caminar por la Plaza de Mayo, con esa consigna a cuestas. No por haberla cantado
tantas veces, duele menos.
El poder vuelve a herir, golpea dos veces la herida, desaparece al desaparecido.
El poder devuelve el golpe. Se pinta la cara. La casa no está en orden. Los
administradores de turno, sienten el mal aliento de un sistema que "reorganizó
la Nación", es decir, que reconstruyó el capitalismo una y otra vez, sobre la
base de sucesivos genocidios y posteriores impunidades.
El genocidio no empezó en el 76. Antes, el capitalismo desapareció a los pueblos
originarios, a los afrodescendientes, a los obreros de la Patagonia...
Cuando Julio desaparece, grita la memoria desde la tierra. Ahora. Ahora.
La casa no está en orden. Jueces amenazados, testigos amenazados, siembra de
miedo y confusión. A partir de ahí se desata una catarata de reacciones entre
estúpidas e infames.
"El primer desaparecido en democracia", dispara Felipe Solá... sin recordar que
en su provincia, precisamente ha desaparecido Miguel Bru -asesinado en la
Comisaría 9º de La Plata en agosto de 1993-. ( Miguel Bru tenía 23 años cuando
fue desaparecido, y acababa de presentar una denuncia judicial contra la brigada
de la comisaría 9º). Uno de los principales testigos en el juicio, Jorge Ruarte,
estando preso, recibió tres puñaladas... Es una larga lista la de los
desaparecidos y asesinados "en democracia", y también es l arga la lista de
testigos de distintas causas penales contra las fuerzas represivas, que han sido
amedrentados, agredidos, amenazados.. . e incluso asesinados.
Algunos de los organismos de derechos humanos y de los movimientos de ex
piqueteros, devenidos "ahora" funcionarios, se preocupan más que en resolver el
dilema político y ético -la emboscada a la democracia- que significa la
desaparición de Julio, en deslindar las posibles responsabilidades del gobierno
provincial o nacional. Todo parecería ser una gran trampa en la que la víctima
no sería el compañero desaparecido, Julio López, sino el gobierno. Las víctimas
serían quienes teniendo el poder y la legitimidad para terminar con la
impunidad, están más preocupados en hacer propaganda de los derechos humanos que
en hacerlos efectivos. En este perverso juego, la víctima vuelve a desaparecer.
¡Qué enojo y que tristeza causan las declaraciones de Hebe de Bonafini quien en
momentos en que debería colocar todo el esfuerzo en la búsqueda del compañero,
siembra dudas sobre su condición de militante, sobre el carácter típico o no de
su desaparición, revictimizando a la víctima!
Argentina es un país atravesado y enfermo por la impunidad. Si hay algo de salud
en nuestra sociedad, ésta ha sido generada por la movilización colectiva, por la
memoria marchando, por la capacidad de resistir cada una de las maniobras
realizadas desde el poder, y desde sus diversas maneras de dividir y de
desaparecernos.
Si hay algo de salud en nuestra sociedad, es porque una y otra vez aparecemos
nuestros sueños, nuestra esperanza de un mundo mejor, nuestro compromiso. Porque
no nos reconciliamos con los que nos oprimen y desaparecen, y porque -como dicen
los hijos- "a dónde vayan los iremos a buscar". Hoy desaparecieron a Julio
López, y lo seguimos buscando. En cualquiera de las hipótesis posibles, Julio es
la víctima. Y junto a Julio, la sociedad que vuelve a ser atacada por los
fantasmas del miedo.
¿Cómo conjurarlos? ¿Cómo avanzar sin perder lo conquistado con nuestra rebeldía?
La desaparición de Julio, pone en la superficie de esta vuelta de la historia lo
que estaba oculto. Relaciones de poder que integran una trama extensa de
complicidades, para la cual la impunidad es necesaria, como sostén de sus
políticas centrales que aseguran las máximas ganancias a las trasnacionales y a
la burguesía criolla, sobre la base del despojo de nuestros pueblos.
¿O no sucedió también en estos mismos días, la represión en Catamarca a los
vecinos que se movilizaban contra los proyectos contaminantes de la minería? ¿O
no sucede en este mismo tiempo y lugar, y precisamente en la provincia de Buenos
Aires, que cinco mil presos están en huelga de hambre, reclamando que se
aceleren los juicios, porque viven condiciones de hacinamiento y muerte
cotidiana en "las cárceles de la democracia"? ¿O no sigue sin aclararse la
desaparición de Diego Duarte, de quince años, en el CEAMSE -también en los
predios de Solá-? ¿Y las muertes en General Mosconi -también en democracia? ¿Y
las chicas de la dársena, en Santiago del Estero? ¿Y las prostitutas muertas en
Mar del Plata? ¿Y Darío? ¿Y Maxi? ¿Y Pocho Lepratti? ¿Y Teresa Rodríguez? ¿Y
Aníbal Verón? ¿Y los chicos del 19 y 20 de diciembre? ... ¿Y las tantas víctimas
de la corrupción? ¿Y los pibes de Cromañon? ¿Y los muertos por el gatillo
fácil?... No se olviden de Cabezas... Siempre atrás de cada muerte la policía,
la gendarmería, las fuerzas represivas. Cuidando privilegios, resguardando los
intereses del poder.
Defendiendo prebendas... y hasta coimas. El 3 de octubre, comienza el juicio
público a los presos de la Legislatura. Antes de caer, Béliz alcanzó a decir que
había habido un complot de la SIDE... Nunca se aclaró. Pero los presos y presas
pasaron 13 meses en las cárceles, víctimas de un sistema político y judicial
decidido a "poner orden" en la casa, dejando en el desamparo, precisamente, a
los más desamparados.
No nos vamos por las ramas cuando recordamos, que en cada una de estas acciones
de "reorganizació n de la Nación", de restauración de la gobernabilidad, fue
necesario recurrir a esas fuerzas represivas. Así ocurrió también en Las Heras,
con los sin trabajo. O en los desalojos de los pueblos originarios en los
conflictos por la tierra. Esas fuerzas represivas, se cobran su trabajo con la
impunidad. Y si un juicio como el de Etchecolatz la pone en cuestión, muestran
entonces que tienen "voluntad propia", que hay "solidaridades corporativas" ,
asoman las garras. Los carapintadas enseñan los dientes. Tienen sus congresales,
sus legisladores, sus jueces. Pero también se tienen a sí mismos. Y ahí están,
para recordarlo.
¿Cómo hacer entonces para que el miedo no nos paralice? ¿Cómo hacer, para que el
enojo que hoy sentimos con quienes están mirando hacia otro lado, no vuelva a
colocar a toda la sociedad en estado de vulnerabilidad o indefensión, de
desconfianza y de impotencia?
Una vez más, ahora, resulta indispensable, mirarnos a los ojos y re-conocernos
en la marcha. En la resistencia que continúa. Porque no podemos aflojar, cuando
sabemos que acabamos de dar un paso importante con la prisión de uno de los
genocidas, condenado precisamente por crímenes de lesa humanidad.
Ahora, apretar los puños, abrazarnos, y seguir andando. Ahora, curarnos unos a
otros las heridas. Acariciarnos en nuestras cicatrices. Abrigarnos con las
banderas multicolores que expresan todas las rebeldías, todas las posibles y
deseadas emancipaciones. Ahora caminar. No detenernos. Sostener el desafío.
Ahora, gritar fuerte, porque Julio somos todos. Julio somos todas.
Porque tenemos que aparecer una vez más, las veces que sea necesario, para
derrotar no a un grupo aislado, no a una patrulla extraviada, sino al poder.
Ahora, juntar fuerzas para vencer al miedo y al dolor. Ahora, resulta
indispensable, pronunciar con más claridad que nunca la palabra que nombra la
vida, que la aparece con vida... Y el castigo a los culpables.