Argentina: La lucha continúa
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La vanguardia de la mano dura
Para enfrentar la crisis que sufre su gobierno por la sensación de
inseguridad en su provincia, el radical optó por ponerse "al filo de la ley".
El gobernador mendocino, Julio Cobos, es el radical K que se postula a la
vicepresidencia nacional.
Mariana Carbajal
Página 12
El gobernador Julio Cobos pretende convertirse en el mejor alumno de la "mano
dura". En un discurso marcadamente autoritario anunció que "vamos a privilegiar
la vida por encima de las leyes" para combatir el delito y consideró que "hay
que trabajar en la prevención, así sea poniendo límites a los derechos". Fue al
abrir por cuarta y última vez en su mandato las sesiones ordinarias de la
Legislatura mendocina, durante el feriado del 1º de Mayo, en el marco de una
fuerte demanda ciudadana de seguridad que lo obligó a echar a su quinto ministro
de Seguridad y poner al frente de la cartera a su alfil político y mentor de la
Concertación K en esa provincia, Alfredo Cornejo. Con el flamante funcionario y
diputado nacional, Cobos impulsa un paquete legislativo que incluye desde una
reforma para limitar las excarcelaciones –en línea con las ideas de Blumberg que
la provincia de Buenos Aires está desandando– hasta un polémico proyecto de
escuchas telefónicas con orden judicial. Además, firmó un acuerdo con el
presidente de la Cámara de Agencias de Seguridad Privadas –un ex policía
mendocino sancionado durante la última dictadura militar por pedir una picana
prestada a la Federal– para que colaboren con el sistema público de seguridad.
En una carta al presidente Néstor Kirchner, el Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS) expresó en las últimas horas su "profunda preocupación" por la
posible sanción de leyes que limitarían las excarcelaciones y los discursos de
seguridad autoritarios sostenidos por el gobierno en la provincia de Mendoza.
Medidas de ese tipo "no sólo han demostrado en diferentes momentos y en
distintas jurisdicciones su fracaso como políticas orientadas a reducir los
niveles de delito, sino que han agravado la vulneración de derechos de la
ciudadanía", dice la carta que llegó a la Casa Rosada con las firmas de Horacio
Verbitsky y Gastón Chillier, presidente y director ejecutivo del CELS. También
le escribieron al gobernador de Mendoza.
Cobos no es cualquier gobernador. Es el radical K que pretende integrar como
vice la fórmula presidencial del oficialismo para las próximas elecciones
nacionales.
La demanda ciudadana por mayor seguridad en la provincia creció en las últimas
semanas a partir de la muerte de Laura Abonassar, un ama de casa de 42 años, de
clase media, baleada en la cabeza en el departamento de Godoy Cruz, cuando tres
delincuentes le robaron el Peugeot 307 que conducía, mientras llevaba durmiendo
en el asiento trasero a su hijo de 5 años. Los ladrones la dejaron agonizando en
una acequia y arrojaron a la criatura encima de su madre. La mujer falleció el
17 de abril. El violento asalto desencadenó una crisis en el gobierno. Cobos
decidió reemplazar a Miguel Bomdino como ministro de Seguridad –el quinto que
ocupaba el cargo durante su gestión– y nombró en su lugar al diputado nacional
Alfredo Cornejo, un político de su riñón, impulsor de la concertación con
Kirchner en la provincia, que ya se había desempeñado al frente de esa cartera,
antes de la campaña de las últimas legislativas. Y se montó al discurso de "mano
dura" para enfrentar la situación.
Al asumir, Cornejo dijo que se movería "al filo de la ley". Cobos subió la
apuesta. En la apertura de las sesiones legislativas, el martes último, se salió
del discurso preparado para referirse a la inseguridad e improvisó, apuntando
casi exclusivamente al Poder Judicial como responsable del problema. "Vamos a
privilegiar la vida por encima de las leyes. A los jueces, cuando les hablo de
la realidad, quiero que me contesten desde la razón y no desde el derecho", dijo
el gobernador radical, y pidió a los legisladores que prioricen la sanción de
dos leyes que considera "clave" para combatir el delito: una que restringe las
excarcelaciones y otra sobre escuchas telefónicas "preventivas", para
habilitarlas sólo con indicios y no con una sospecha judicial firme de por
medio.
"Hay que trabajar en la prevención, así sea poniendo límites a los derechos. Y
no tiene que ver con la tolerancia cero, es sentido común. Vamos a privilegiar
la libertad, pero primero vamos a preservar la vida", agregó Cobos en otro tramo
de su discurso, según consignó la cobertura del diario Los Andes. Al referirse
al proyecto de escuchas telefónicas, que tiene media sanción del Senado, Cobos
agregó: "No vamos a invadir la privacidad ni la propiedad privada. Sólo queremos
prevenir el delito".
Ambos proyectos, en realidad, llevan por lo menos dos años de debate y fueron
reflotados ahora. Pero no lograron pasar en los últimos días el filtro de la
Cámara de Diputados por cuestionamientos sobre su constitucionalidad. Diputados
del PJ junto con los del Partido Demócrata y el ARI expresaron su oposición a
las iniciativas, que seguirán debatiéndose. También fueron criticadas por
juristas como los ministros de la corte mendocina Alejandro Pérez Hualde y Aída
Kemelmajer de Carlucci. "Las leyes que tenemos son razonables, no hay por qué
endurecerlas. Si vamos a ser más estrictos con las excarcelaciones, hay que
tener cárceles adecuadas. ¿Dónde vamos a meter a esos presuntos culpables", se
preguntó la jueza, en declaraciones a la prensa local.
La limitación de las excarcelaciones que pretende instrumentar Cobos para
limitar ese beneficio está en línea con una reforma que impulsó el ex gobernador
Carlos Ru-ckauf en el territorio bonaerense y que derivó en una sobrepoblación
carcelaria. En la provincia de Buenos Aires se volvió atrás con esa política en
2006, con el voto mayoritario de los legisladores del Frente para la Victoria,
luego de que la Corte Suprema de la Nación exhortara al gobierno de Felipe Solá
a tomar cartas en el asunto por la problemática del hacinamiento penitenciario.
El sistema carcelario de Mendoza está bajo la lupa de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, por las condiciones de detención de los presos (ver aparte).
En este contexto de profundización de una política de "mano dura", a contramano
del discurso del gobierno nacional, defensores de derechos humanos han venido
recibiendo amenazas. Al abogado Pablo Salinas le llegó una carta en la que le
advierten que cuide a su familia y le dicen: "Dejá de defender gente de la
cárcel, defendé gente de trabajo". También fue amenazado Alfredo Guevara, a
quien le dejaron pintadas en el estudio que comparte con Salinas.
Ayer, Página/12 quiso entrevistar al ministro Cornejo. Se acordó el reportaje
telefónico con su vocero, pero nunca se concretó porque el funcionario no
devolvió los llamados como se había comprometido y no pudo ser localizado.
El gobierno mendocino argumenta que uno de los problemas para enfrentar el
delito es un déficit del número de policías. Según dice en la provincia hay 6700
y se necesitarían unos 11.500. Por esa razón, anunció que flexibilizará el
ingreso a la fuerza. Y hasta saldrá a reclutar nuevos agentes en las escuelas
secundarias y creará un cuerpo de vigiladores comunitarios que, sin armas, serán
asignados a parques y plazas.
Además, el nuevo ministro de Seguridad firmó un convenio con la cámara de
agencias de seguridad privada para que trabajen "mancomunadamente" con la
policía en la prevención del delito: los vigiladores privados darán cuenta al
Comando Radioeléctrico si observan algún "hecho sospechoso" en el "objetivo"
(por ejemplo, un banco) que están cubriendo y hacia allí se enviarán móviles
policiales.
"El acuerdo con las agencias privadas es uno de los puntos que más nos
preocupan. Como en todo el país, están conformadas por ex policías, exonerados
de la fuerza", señaló a este diario el abogado Diego Lavado, de la entidad de
derechos humanos Xumek, a la que pertenecen también Salinas y Guevara. Como
muestra para ver en qué manos están las agencias que se sumarán al sistema de
seguridad pública en Mendoza vale mencionar quién preside la cámara que las
agrupa: Fernando Morelato, que en 1979, siendo un joven oficial de la policía
provincial, fue sancionado por pedir prestada una picana a la Federal para
interrogar a dos militantes montoneros, sobre cuya desaparición está acusado.