Argentina: La lucha continúa
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Garzón ¿quién es el verdugo?
A propósito de la presentación del film "El alma de los verdugos" en el
Festival de Cine de Derechos Humanos de Buenos Aires
Andrea Vallès Ferré
Anred-Sur
Días atrás se realizó en Buenos Aires el 9º Festival de Cine de Derechos
Humanos. Dentro de la grilla de películas de la muestra estaba El alma de los
verdugos, film codirigido entre Vicente Romero y el juez Baltasar Garzón. De
nuevo este último personaje aparece en un evento relacionado con los Derechos
Humanos.
El lugar de la presentación de la película era el Colegio Público de Abogados de
la Capital Federal, ahí se proyectaba por segunda vez en el festival el film. En
esta ocasión había unos volantes circulando, que advertían del doble discurso
del juez: Garzón en casa, llevaban por título. Efectivamente, porque es el mismo
señorito que va por el mundo con aires de justicia, cuando esta justicia tiene
que aplicarse en su casa, el Estado español, no lo hace contra los verdugos,
sino contra las victimas de éstos.
Desgraciadamente Garzón no pudo estar en la presentación, "le hubiera gustado
estar entre nosotros, pero está recibiendo el título Doctor Honoris Causa en
Nueva York", así se justificó el codirector del documental, Vicente Romero,
quien se encargó de reproducir un discurso igual al que le gusta difundir al
magistrado.
"No se puede ser extranjero en estos casos", palabras sorprendentes de oír de
boca de gente que se preocupa por los derechos humanos fuera de su casa, pero
cuando las torturas ocurren en el Democrático Estado Español, como les gusta
llamarlo, hacen los oídos sordos, ¿donde está la justicia penal universal que
tanto les gusta nombrar?
Después de dejar en claro que Argentina significó mucho para él en la lucha por
los Derechos Humanos, señaló que"aquellos crímenes continúan produciéndose ahora
mismo", y cuando todos esperaban que se refiriese a la desaparición de Julio
López, Romero se fue a recordar las torturas perpetradas a los presos iraquíes,
ni pensar en las que llevan a cabo las fuerzas españolas.
En el comienzo del documental ambos directores se preguntaban: "¿Quiénes son
aquellos padres de familia, que salen de su casa por la mañana, le dan dos besos
a sus hijos, los llevan al colegio, normalmente católico, y después se van a
torturar?". Eso mismo se podrían preguntar en su país, de bien seguro los tienen
cercanos. "Son gente normal".
También Garzón quiere desacreditar en el documental la "gran hipocresía de los
sistemas democráticos que están permitiendo esto (torturas)", criticando el
doble discurso de éstos, discurso que él mismo se encarga de ejercer,
dependiendo de a quién toque juzgar.
En el film se oyen declaraciones de torturas espeluznantes, se pone la piel de
gallina de oírlas de boca de las que las padecieron. Se intenta buscar una
razón, el por qué, el cómo una persona es capaz de ejercer esas vejaciones e
irse tranquilamente a su casa. Nos queda claro que los verdugos eran gente sin
escrúpulos, y cuesta entender cómo se llega a esos límites.
Es importante que esos testimonios se difundan, lo criticable del documental es
el protagonismo que toma la figura del juez, quien constantemente se encarga de
finalizar las respuestas de sus entrevistados, con muy poco tacto, y quién
parece conocer muy bien que pasa por la cabeza de los verdugos. Es habitual ver
a Garzón conmoverse ante estas atrocidades cometidas por las dictaduras
latinoamericanas. Pero, ¿qué hace Garzón cuando escucha estos testigos de la
boca de detenidos políticos en la Audiencia Nacional? Y no es que hayan sido
pocas las que ha tenido que escuchar.
Al final no queda muy claro qué idea quiere transmitir el documental, realmente
parece que haya ido a buscar los testimonios más escabrosos, sin realmente
contextualizar y dar las causas, aunque a veces aparece algún testimonio como el
de Eduardo Galeano afirmando que "el verdugo más verdugo de todos es el sistema
que necesita de esos verdugos". Sí, señor Garzón, verdugos que necesitan las
dictaduras militares, pero también el democrático Estado Español, para aniquilar
a la disidencia.
Al finalizar la proyección se esperaba un debate, pero la gente empezó a irse,
en ese momento una chica se levantó del público para hacer un comentario
relacionado con el papel que tiene el juez respeto a las torturas realizadas en
sus operaciones en territorio español pero no la dejaron terminar.
A partir de ahí se entró en una abierta discusión entre diferentes miembros del
público, "No vengan a estropear esto", gritaba una de las productoras, "vayan a
denunciarlo a los tribunales", "ustedes están bancadas por la derecha", "son
unas pendejas no entienden nada, no pasaron eso". A lo que alguien respondió:
"ellos (los detenidos-desaparecidos) también eran unos pendejos".
Algunas personas más alteradas gritaban: "yo me creo al juez Garzón, a usted no
le conozco". Otra más calmada se iba diciendo: "no quiero ni escucharlas", quién
no quiera escuchar: "ahora ya hemos oído esta versión, quién quiera puede
informarse", decía un chico. Una mujer se iba indignada reconociendo la poca
capacidad para "tener un debate como gente madura", ya que mucha gente estaba
hablando a la vez y no se dejaba terminar de exponer la otra faceta de Garzón.
Vicente Romero, quien todos eesperaban que respondiese, se alzó y se pronunció
en nombre de él y del juez, diciendo que la chica tenia todo el derecho a hablar
y a presentar sus denuncias, pero que él tenia otra opción. "Quedarme a escuchar
o irme, y me voy", y se fue, sin más argumento que dar al respeto, ahí se
delató, realmente no tenia ningún argumento para defender las actuaciones de
Garzón, aunque se esperaba una contestación un poco más valiente de alguien que
dice defender los Derechos Humanos.
A fuera se le oía comentar : "Estas extranjeras vienen acá a decir esto".
Extranjeras, sí, chicas catalanas que no quieren que queden impunes los crímenes
de las dictaduras latinoamericanas, pero tampoco los que se cometen en sus
tierras. Mucha gente agradecía haber conocido que existe otra cara del juez.
Brevemente algunos datos sobre las actuaciones de Garzón
Una de las primeras y más polémicas actuaciones se remonta a 1992 y es conocida
como Operación Garzón, se realizó antes de los Juegos Olímpicos de
Barcelona con el objetivo de golpear duramente a la disidencia independentista
catalana. Una cuarentena de personas fueron detenidas, encarceladas y torturadas
bajo las ordenes del juez Garzón, con una violencia y unos métodos nunca vistos
des del franquismo. Las denuncias por los maltratos a comisaría fueron
sistemáticamente ignoradas, estos hechos junto con otros formas de represión
crearon una oleada de terror a Cataluña aunque a pesar de los pesares la
olimpiada tuvo una amplía respuesta popular. Las denuncias contra esta operación
llegaron al Comité Europeo de Prevención de la Tortura y al tribunal de
Estrasburgo de derechos humanos, que finalmente sentenció al Estado Español con
una multa ridícula por no haber investigado los casos de tortura, aunque no por
haberlos cometido.
A finales de los 90 Garzón empezó una cruzada contra todo el entorno de la
izquierda abertzale (independentista) en Euskal Herria. Algunas de sus hazañas
fueron la ilegalización de organizaciones antirrepresivas y encarcelamiento de
sus miembros como en el caso de ASKATASUNA, o ilegalización de organizaciones
juveniles de la izquierda abertzale (independentista) como Haika-Jarrai-Segi,
bajo la acusación de ser terroristas. También el cierre del periódico en euskera
(vasco), Egunkaria y el posterior encarcelamiento y aplicación de torturas a sus
miembros, siendo esto un grave atentado a la libertad de expresión.
El juez Baltasar Garzón impulsó el Macrosumario 18/89 que sienta en el
banquillo a personas acusada por diferentes casos a los que une la teoría del
citado magistrado de que todo lo que se mueve en torno a la izquierda abertzale
hoy ilegalizada "es ETA". Es el caso de la revista Ardi Beltza, el periódico y
la radio Egin, organizaciones que trabajan para la construcción nacional como
EKIN, asociaciones europeas de información y solidaridad como XAKI.
Avala la ilegalización de BATASUNA, bajo la Ley de Partidos, ley
antidemocrática que permite ilegalizar formaciones políticas que no condenen
explícitamente el terrorismo y con el pretexto de listas contaminadas, es decir,
ilegalizar listas en las que aparezcan personas que figuraban en otras listas
ilegalizadas anteriormente. Sumen y sigan: ¡cuántas personas privadas del
derecho a presentarse a elecciones y cuántas personas sin representación en las
urnas!
Aplicación de la Ley antiterrorista, ley que en sí vulnera los Derechos
Humanos. Así se extiende el régimen de incomunicación o la negación de un
abogado en el momento de detención, entre muchas otras libertades que se ven
truncadas. Esta ley es aplicada de manera reiterada y desmesurada a toda la
disidencia política, y permite las condiciones idóneas para que se realicen
torturas a los detenidos con toda impunidad.
Estas son algunas de las sonadas actuaciones que nos muestran los métodos que
utiliza este juez que se denomina "defensor de la democracia", una democracia
imperialista y represora.
Es sabido que hay aún muchos ojos que ven a Garzón como el paladín de justicia y
derechos humanos; también que cada vez más gente va descubriendo la doble faceta
de este personaje. ¡Ya es hora de decir bien claro quién es el auténtico
represor!