Argentina: La lucha continúa
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La carta del periodista agredido por Blumberg
El trabajador de prensa relató de su propio puño y letra la experiencia
vivida ayer cuando el padre de Axel y un grupo de militantes y dirigentes del
PRO lo agredieron y lo amenazaron luego de formular una pregunta que molestó al
Ingeniero.
Estimados colegas:
Con muchos de ustedes nos conocemos y con otros no. Para estos últimos, mi
nombre es Javier Giannini tengo 39 años y soy periodista radial de FM VOCES
(107,7) y FM LIBERTADOR (89,3). En la tarde de ayer, como alguno de ustedes, me
encontraba cubriendo una marcha por la seguridad que se llevó a cabo en Lomas de
Zamora y que entre las presencias políticas más destacadas, contó con la
presencia del ingeniero Juan Carlos Blumberg, el diputado provincial y candidato
a gobernador por el PRO, Jorge Macri y el concejal representante en Lomas de
Zamora por dicha fuerza política, Carlos Fiorentino. Una vez culminada dicha
marcha y frente a la puerta de entrada al municipio por la calle Sáenz, dio
comienzo una rueda de prensa en la cual, tuve "la osadía" de preguntarle al
ingeniero Blumberg, qué pensaba de aquellos que decían que utilizaba la muerte
de su hijo Axel para obtener un rédito político al respecto. Pregunta ésta, que
no solo tiene que ver con la opinión pública de distintos actores políticos del
ámbito local, provincial y nacional, sino que también miles de bonaerenses y
argentinos se realizan sin haber tenido jamás la oportunidad de escuchar
respuesta a la misma, porque entre otras cosas, nunca le fue realizada. Para mi
sorpresa, y la de los colegas de medios locales y nacionales presentes (La
Nación y Perfil, entre otros) el ingeniero abandonó el tono habitual que lo
caracteriza ante la opinión pública, para elevar notablemente su tono de voz y
hacerme saber que ante todo se trataba de gente "mentes podridas" entre la cual
no tuvo ningún tipo de tapujo en incluirme con una mirada desencajada e
intimidante. Mientras Blumberg continuaba subiendo de tono para conmigo, detrás
de él, un viejo conocido de la ¿política? local, llamado Juan Carlos Véliz,
comenzó a hacerme saber que mi pregunta era "mala leche" y conjuntamente con él,
un grupo considerable, de los aproximadamente 40 concurrentes que tuvo la
marcha, comenzó a hacerme conocer preguntas y sentencias. Las preguntas entre
algunas otras, hacían referencia a cosas como: ¿Qué preguntás, gil? ¿Qué decís,
puto? ¿Vos sabés lo que significa que te maten un hijo, zurdo de mierda? Y
entonces comenzaron los punta pies a los tobillos, las patadas desde atrás en
las pantorrillas y algunos insultos más que subieron de color, cuando una vez
más, Véliz, en una actitud que contó con una enorme intencionalidad tribunera y
desde ya una falta de verdad absoluta, me espetó en voz alta y amenazante: ¡No
te rías! ¡¿Encima te reís?!
A todo esto y a esta altura, un acompañante de la marcha le hizo saber a los
presentes a viva voz: ¡Yo se dónde vive! ¡Yo lo conozco y se hasta dónde guarda
su coche! A partir de entonces pasé momentos realmente difíciles que lo más
suave que trajeron consigo, fueron invitaciones pocos gentiles a retirarme del
lugar antes que me muelan a palos. También alguno de los presentes, me hizo
saber que como evidentemente no conocí el frío de una 45 en la cabeza, muy
pronto lo conocería y entonces, todo para mi familia y para mí... Iba a ser muy
distinto.
En medio de tanto agravio y acoso, los dirigentes allí presentes, no se
molestaron un instante por lo sucedido y no me ofrecieron garantía alguna a la
hora de retirarme. Para los que allí estaban, evidentemente, yo era uno de los
malandras que pretenden linchar si alguna vez les toca ser gobierno. Nadie se
encargó de decirle a los exaltados concurrentes, que yo soy solo un periodista
que había realizado una pregunta .
Quiero contarles que una vez finalizadas las agresiones de todo tipo, Jorge
Macri llegó hasta una esquina donde me encontraba, para decirme que reprobaba lo
que allí había sucedido. Me hubiera gustado que lo dijera en el momento
adecuado: delante de los intimidadores y pateadores de tobillos en pleno
ejercicio de funciones.
Quiero destacar también que hasta estas horas de la noche, el único dirigente
del PRO que se preocupó por mi situación, fue Pablo Portell.
También es justo aclarar que muchos dirigentes de distintos partidos políticos
aún no se han enterado de éste hecho que seguramente repudiarán, o al menos eso
espero.
Finalizados estos tristes hechos, los colegas de los medios nacionales me
ofrecieron espacio en sus diarios para realizar juntos un repudio y una denuncia
pública ante tamaño hecho de intolerancia por parte de gente que pretende
gobernar brindando "seguridad" por sobre todas las cosas. No acepté. Quizá por
temor. Quizá porque entre otras cosas pensé que el suceso, sobre todo en épocas
de campaña, podía servir a sectores opositores a Blumberg y a Macri para
atacarlos políticamente. Pero por sobre todas, no acepté porque no quise hasta
éste momento, hacer uso del arma que es más poderosa que la espada y no es otra
que la pluma.
Digo hasta éste momento porque al llegar a mi hogar, dos horas después del
lamentable suceso narrado, me recibió la palidez de mi esposa, a quien vía
telefónica, le hicieron saber primero que nuestros hijos corren peligro, con
tono amenazante. Y en segundo término, que yo estaba muerto.
Quiero decirles colegas, que temo por mi y mi familia. Quiero decirles que son
ustedes mi fiscalía. Que en ustedes deposito mi absoluta confianza de avanzar
con las investigaciones, en caso de que algo me suceda a mí o mi familia. A mi
casa, mi auto, las radios donde trabajo o la productora televisiva de la cual
soy el productor general. Quiero también que sepan que no temo solo por el
presente sino fundamentalmente por el futuro. Estamos ante la presencia de gente
que sabe esperar en la sombras, la hora de volver a instalar el miedo, la
intolerancia, la prepotencia y la altanería por encima de todo. Así que si
misteriosamente me asaltan y balean, sean mis fiscales. Así que si me estrolo
con mi coche por alguna falla mecánica o humana, sean mis fiscales. Así que si
me caigo porque tropecé con una baldosa, sean mis fiscales... Durante los
próximos 20 años al menos, sean mis fiscales.
Un fraternal abrazo a los amigos que me acompañaron en tan mal trago: Gracias
Ariel Maciel, Gracias Memo Piaggio. A todos los demás, gracias también y espero
nos reencontremos pronto.
Javier Giannini
PD: Espero sepan disculpar los errores narrativos. Es una carta escrita de un
tirón y empuñada y dictada por la emoción.