Argentina: La lucha continúa
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Responsabilidad primaria de Sobisch pero el PEN tiene lo suyo
Al maestro lo mató el
proyectil, el plan económico
y el ingreso desigual
Ahora que ocurrió la tragedia, el gobierno de Neuquén y gobierno nacional
ponen caras de compungidos y dicen lamentar la muerte del maestro. Ambos derivan
la culpa sobre el sargento que apretó el gatillo. ¿Y el plan económico
monopolista?
Emilio Marín
www.laarena.com.ar
Editoriales
Carlos Fuentealba era profesor y había nacido en San Martín de los Andes.
Ejercía la docencia en Neuquén, tenía 41 años, estaba casado y tenía dos hijas.
Hay que emplear los verbos en tiempo pasado porque lamentablemente el profe de
química ya no podrá dar clases. Fue alevosamente asesinado por un policía que le
disparó a dos metros de distancia, de atrás –como matan los cobardes-, con un
cartucho de gas lacrimógeno que impactó en su nuca. Ese gas hace llorar a la
gente que lo respira. Este gas ha hecho llorar a muchos argentinos, aunque sus
pulmones estuvieran muy lejos de ese cruce de la ruta 22, donde los huelguistas
reclamaban por un sueldo digno y blanqueos.
El supuesto autor del disparo, sargento de la policía Daniel Poblete, está
detenido. La fiscal Sandra Taboada juntará las pruebas que lo incriminen
efectivamente o no, y esa detención procura abrir una válvula para que pierda
presión la situación política. ¿Será así? El lunes habrá un paro masivo en la
docencia de todo el país, luego del llamado efectuado por CTERA, cuya dirección
venía siendo cuestionada debido a su falta de compromiso con los conflictos en
la Patagonia y otras latitudes.
Se sabía que el dueño del pulgar que jaló del gatillo, el pasado miércoles, iba
a terminar detenido. Sobisch, en su demorada conferencia de prensa del jueves,
para sacarse el fardo, había dicho que "al culpable le va a caer todo el peso de
la ley". ¿Acaso el mandatario podía tirar la primera piedra? Es que en esa misma
rueda había admitido que él dio la orden a la policía de evitar que los docentes
cortaran la carretera. Con su lógica, él es inocente. La muerte del maestro
habría ocurrido porque hubo un exceso y un error, una explicación que los
argentinos ya han escuchado de labios de dictadores como Jorge R. Videla para
dar cuenta de los 30.000 excesos.
Está muy bien que la fiscal Taboada investigue al sargento de "gatillo fácil" y
a otros uniformados que pueden haber hecho los disparos. Esta gente tiene una
puntería envidiable. Generalmente trastabilla, se le cae el arma, se le dispara
involuntariamente, etc, pero delante suyo se desploma un desocupado, un
manifestante o simplemente un maestro, con un agujero en la cabeza.
Ya lo había dicho el enorme Rodolfo Walsh: la cloaca bonaerense es "la secta del
gatillo alegre y los dedos en la lata". Se quedó corto. La policía es muy
parecida en todo el territorio y sobre todo si tiene como gobernador a
personajes como Sobisch.
Renta y tiros
El neuquino está atravesando su segundo mandato y está candidateado por la
derecha para las presidenciales de octubre. Alguna vez una cámara oculta lo
mostró negociando la aprobación de leyes con diputados de la oposición a cambio
de prebendas. Como la justicia suele ser genuflexa con los poderosos e impiadosa
con los débiles, Sobisch no fue a parar a ningún calabozo pese a la cámara
indiscreta y varias pruebas en su contra. Más, fue premiado con un segundo
mandato.
Su continuidad en el poder estuvo determinada por los negociados con que
favoreció a Repsol-YPF. En junio de 2000 el gobernador anunció en Madrid los
términos de la negociación con la petrolera, según la cual se le extendía por
diez años, hasta 2027, la concesión de gas y petróleo, especialmente provechosa
en el área Loma de la Lata.
Quién ganó y quién perdió es de fácil lectura. A Neuquén le ingresaron 100
millones de dólares y a la Nación 300 millones; la empresa tendría un plus de
entre 37 y 39.000 millones de verdes billetes a lo largo de la década de regalo.
Esa operación no sólo generó sonrisas entre Alfonso Cortina, por entonces
titular de Repsol, y el ex ministro de Economía José Luis Machinea. El ladino
Sobisch también festejó y tendría sus millonarias razones.
La privatización de hidrocarburos está asociada en nuestro país al vaciamiento
del patrimonio público y, sin solución de continuidad, a la desocupación, con
variadas consecuencias de la muerte. No fue casualidad que en esos parajes
neuquinos florecieran los primeros cortes de ruta de los ex ypefianos, que
pasaron de la prosperidad a la pobreza. Y que, tras las órdenes de los gobiernos
de la época, llegaran los primeros velorios, como el de la trabajadora doméstica
Teresa Rodríguez, muerta en Plaza Huincul, el 12 de abril de 1997.
Sobisch argüirá que él no estaba en el cargo. Es verdad, gobernaba Felipe Sapag,
del mismo partido oficialista, el Movimiento Popular Neuquino. Desde entonces el
MPN se fue orientando a la línea de "mano dura", o peor aún, del "meta bala" a
la protesta social. Cualquier duda se puede consultar con los fogoneros de
entonces, los siguientes piqueteros, los ceramistas de Zanón, los docentes
agredidos en varias oportunidades –en una con anuencia policial y utilización de
matones de la UOCRA-, los mapuches, vecinos, etc.
En los últimos tres años Sobisch cristalizó una alianza política y personal con
Mauricio Macri y Juan Carlos Blumberg. Este último, representante del Manhattan
Institute y a favor de una "policía brava" como la neoyorquina, celebró
contratos con la gobernación neuquina y la cordobesa de José M. De la Sota, sus
dos gobernadores favoritos.
Lo ocurrido este miércoles en Neuquén no fue casualidad. La derecha fascistoide
viene pregonando desde años que a las protestas hay que acallarlas a palos, a
tiros, como sea.
Responsabilidad de Kirchner
Luego de guardar mutismo por un día, Néstor Kirchner dio sus impresiones sobre
la muerte de Fuentealba. Luego de expresar su dolor, pena y pesar, el presidente
rechazó "la violencia y la represión como forma de enfrentar las protestas".
Abundó en que "nosotros abogamos por una convivencia ciudadana pacífica y
siempre hemos repudiado la violencia, venga de donde venga".
El sentido de esas declaraciones fue diferenciarse de la política sobischista,
pero con un dejo de la teoría de los dos demonios, perceptible cuando Kirchner
aludió a "la violencia y la represión". ¿Acaso quería criticar a la supuesta
violencia de los maestros por sus cortes? ¿Estaba sugiriendo que Fuentealba era
un violento?
La sospecha de que el patagónico estaba aludiendo a dos fenómenos igualmente
negativos no son suposiciones de este cronista. Unos días antes, frente a la
movilización docente y de otros gremios estatales en Río Gallegos, Caleta Olivia
y otras localidades santacruceñas, reaccionó airado. En esa ocasión Kirchner
calificó de "extorsionadores" a los trabajadores y a quienes se solidarizaban
con ellos, como el obispo Juan Carlos Romanín.
Sin llegar al nivel de violencia policial utilizado por Sobisch, la actitud del
vicegobernador kirchnerista Carlos Sancho y del PEN que militarizó Río Gallegos
con la Gendarmería no se puede calificar como de política de "persuasión y
disuasión".
Y aún considerando que la administración Kirchner no tuviera nada que ver con
Neuquén y en Salta, donde también hubo durísima represión contra los docentes,
¿acaso no puede hacer nada positivo por esos trabajadores? Si fuera por el
ministro Aníbal Fernández, no. "La Nación no puede meterse en la crisis
(neuquina y salteña) porque cada provincia es dueña de su poder de policía",
dijo el ministro Pilatos, perdón, el ministro político.
Es obvio que el PEN tiene su cuota de responsabilidad en el asunto. Si en
Neuquén se dispara contra maestros, en Salta se tira con balas de goma y gases
lacrimógenos contra los docentes, en Córdoba se reprime cuando los gremialistas
se oponen a la concesión del agua potable, en Buenos Aires se golpea a los sin
techo que ocupan terrenos y a los vecinos que se oponen al basurero en Brandsen,
en la Capital se golpea a los ambientalistas que protestan contra la pastera
Botnia, etc, por poner sólo algunos ejemplos, es señal inequívoca de que hay una
política nacional en la materia. Y no meramente neuquina
Por otra parte, la política salarial y educacional es parte esencial de la
administración nacional, que ya sabía desde febrero que aumentando a 1.040 pesos
de bolsillo la remuneración del maestro -gran parte en negro- no satisfacía los
reclamos.
El mismo día que balearon a Fuentealba los diarios informaban que la recaudación
había registrado otra fuerte suba en marzo, 33,3 por ciento. Pero el maestro no
iba a recibir su parte del superávit fiscal. Para él había un proyectil.