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Argentina: La lucha contin�a

Gualeguaych� y la "gente com�n, es decir, rebelde" 1

Juan Rey

Era evidente que hab�amos llegado. Un enorme cartel, colocado a lo largo de un puente, al parecer peatonal, que cruzaba la ruta, lo advert�a: NO A LAS PLANTAS DE CELULOSA. Cuanto m�s avanzaba el micro que nos transportaba, ese mensaje, palabra y grito, se repet�a en autom�viles, comercios, postes, paredones, remeras y gorras. Aqu� y all�: No a las papeleras. S� a la vida.

La inquietud y el inter�s por conocer a esos vecinos y vecinas que, prensa m�s prensa menos, siguen firmes en la pelea contra la instalaci�n de una de las papeleras (pasteras) m�s grandes del mundo, hizo que nuestra agrupaci�n, peque�a, joven y juvenil, el colectivo La llanura, se acercara hasta all�.
Hab�a pasado el mediod�a del s�bado. La idea era llegar hasta el balneario camping �andubaysal, ubicado sobre la costa del r�o Uruguay, que abrir�a sus puertas en forma gratuita para que todos pudieran participar de la actividad que la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaych� habr�a de realizar al d�a siguiente. Desde la terminal llamamos a Susana, secretaria de la Asamblea, cuyo n�mero de tel�fono nos hab�a sido dado por un amigo, fiel compa�ero de luchas populares. S�, habla Susana. Qu� tal. Esperame que me parece que alguien puede llevarlos hasta el �and�. Cu�ntos son. Ahora te llamo. S� ya est�, ac�rquense hasta costanera y 25 de mayo, busquen a Luis, �l tiene que ir para all� en camioneta. Los alcanza. Nos vemos despu�s. A Luis lo ubicamos en seguida, en la esquina indicada, sentado en la pancher�a de Pocho. C�mo andan. De d�nde vienen, che. Si tienen hambre, comemos algo, tomamos una cerveza y vamos. Macanudo. Tipo gaucho, como todos por all�, nos empieza a adentrar en esta historia en la que �l, junto a miles, son protagonistas. Empezaron pocos, pero cada vez somos m�s. Les vamo a dar pelea.
En eso se acerca Pocho, hombre robusto, grandote, amable. Se vienen por todo. Los yanquis. Las trasnacionales. Mir�, nosotros estas cosas las aprendimos desde que estamos en esto. Leemos, nos informamos, discutimos. Hay que informarse. Algunos nos conmovimos por esas sencillas palabras. La conciencia en la lucha, desde la lucha, no desde afuera. No donada (o impuesta) por dirigentes iluminados, partidos o programas preconcebidos, inmodificables., sino naciendo y creciendo constantemente desde el cuerpo colectivo que es la lucha. El hombre nos muestra fotos de lo que es esto cuando est� el carnaval. Cuatro mil, cinco mil personas por ac�, en la calle. Le gusta su ciudad, es evidente, est� orgulloso de ella y  le va a meter tiempo y sangre para que no se la roben. Por �ltimo, rueda una cargada sobre la chomba de Pocho, manchada de aceite, alguna empanada jugosa. Nos re�mos y Pocho, alegre, dice que "as�, rotosos, mir� a los gigantes que les estamos peleando".

Nos subimos a la camioneta, salimos. Al costado del camino se ven plantaciones de eucaliptus y pinos delgados, rectos. A diferencia de �se que trep�bamos en la plaza del barrio, con ramas que eran puentes prometedores, desafiantes, �se que muri� de viejo y no asesinado, �stos, salidos de laboratorios, son realmente aburridos y poco felices; parece, paradoja cruel, que el sistema que asienta su "orden" tambi�n en la fuerza y la represi�n los hubiese plantado as�, como en una formaci�n militar. �rboles nacidos para el negocio, no para la vida, devorados ma�ana por el capitalismo, como nosotros, d�a a d�a. Cientos de miles de hect�reas plantadas, de un lado y otro del charco. Estos �rboles no beben: devoran decenas de litros de agua para crecer apenas un gramo y secan las napas, desertifican; dicen que hay pueblitos en Uruguay que ya no tienen agua para el consumo y precisan de camiones que la trasladan desde otros lados.
Yendo para el balneario, Luis nos va comentando sobre el funcionamiento, la pr�ctica, de la Asamblea. Que s�, que al ser tan masivo el asunto, viene todo el mundo y admitimos a todo el mundo, el que quiere hablar, habla. Hasta concejales y funcionarios de la ciudad vienen, pero no a "hacer pol�tica". Parece que esa palabra ya no comprende la actividad que Luis y sus vecinos est�n realizando. Importa poco. Habr� que buscar otra y que esa se la queden ellos, all� arriba, que as� los identificamos bien.
Llegamos al �andu y se va juntando el grupo que ten�a la tarea de resolver algunos detalles para el domingo. Se siente la confianza que tienen entre ellos. La puteada inofensiva, el chiste amigo. El r�o est� muy crecido, hay poca playa, una l�stima, porque la bandera grande iba a estar bien adentro, unos cien metros adentro, m�s cerquita de Botnia. Al menos no llueve, y esperemos que ma�ana tampoco. Luis, que a esta altura era nuestro gu�a oficial, sigue coment�ndonos. Que si la planta hubiesen querido poner de este lado, ya se hubiese ido. Pero en Colonia se est� empezando a armar algo, ya que ENCE se traslada para Nueva Palmira. Botnia, atr�s, se ve clarita, grand�sima, prepotente. Le preguntamos sobre el corte, si lo reafirman o ponen en discusi�n cada asamblea: hace unos meses que no se discute. El corte no se levanta hasta que no se vaya Botnia. �Qu� ejemplo de dignidad nos da esta gente! �Cu�n distinto del de nuestras dirigencias pol�ticas,  que reciben con los brazos abiertos al genocida Bush o tocan las campanitas en Wall Streat!
De a retazos vamos comprendiendo parte de esta lucha, que desvela a m�s de uno y emociona y estimula a muchos.
Ma�ana, despu�s de la actividad, hay asamblea, a las 20. Est�bamos convencidos de que iba a ser hoy, cambiemos los pasajes, salgamos m�s tarde.
El sol sin verse ca�a, como neg�ndose a que la pastera vea lo que est� arruinando. Esos atardeceres que deber�an haber sido maravillosos donde se hermanan los r�os.
La ma�ana del domingo nos despierta con calor h�medo y una cantidad asombrosa de mosquitos. Se ve m�s movimiento en el lugar. Hoy es el d�a de la prueba hidr�ulica, nombre utilizado con iron�a y en referencia a las que ha de realizar la empresa finlandesa, artilugios para seguir enga�ando a vaya a saber qui�n.
La actividad incluye ir a nado y en embarcaciones hasta acercarse lo m�s posible a la pastera, y desplegar banderas "contra los piratas finlandeses" como la que dice Juira Botnia! Tambi�n los pescadores del club Sirio liban�s estar�n presentes, equipos de rugby, atletas, nadadores y sobre todo familias materas que pueblan la playa. Unas 800 personas demuestran el uso que le dan al r�o, ligado al deporte, al esparcimiento, a la vida.
La jornada es hermosa. Otra  de las formas que le encontraron para demostrar que el corte, eje de su pelea, no es su �nica manera de expresarse.
En una carpa, atendida por asamble�stas, se venden remeras, banderas, tazas y gorras con el No a las papeleras. Todo el dinero que ingresa, por fuera de los costos, va para la Asamblea. All� nos dan un folletos donde informan, entre otras cosas, que "El funcionamiento de BOTNIA demandar� m�s de 80 millones de litros de agua dulce por d�a (mil litros/segundo) que se extraer�n del R�o Uruguay, gran parte del cual volver� al r�o con una carga importante de contaminantes t�xicos org�nicos..."; que, "el m�todo que BOTNIA utilizar� para obtenci�n de la pulpa de celulosa... utiliza di�xido de cloro para el blanqueado de la misma (...) que produce compuestos org�nicos clorados, entre ellos dioxinas y dibenzofuranos  que ser�n vertidos al r�o y al aire, constituyendo un peligro latente para la vida, dada su extrema toxicidad y persistencia en el medio ambiente": "las emisiones atmosf�ricas emitidas por BOTNIA en funcionamiento (la chimenea mide 120 m. De altura y su secci�n es de m�s de 100 m2 de luz) llegar�n a una distancia aproximada de 100 kms. A la redonda, conteniendo compuestos altamente perjudiciales para la salud de la poblaci�n y el medio ambiente..."
Al costado, a trav�s de grandes parlantes, suenan chacareras, zambas, y cumbias.
La alegr�a contagia. Se lo ve feliz a cada uno con su tarea aunque cansados, el d�a fue agotador. Alguno avisa que esa noche no va a participar de la asamblea, que no da m�s, como Gustavo, uno de los impulsores de la propuesta.
Al termino de la actividad arrancamos con Susana y Ra�l, su compa�ero, en el auto de ambos. Antes vamos a pasar por casa, darse una ducha y salir r�pido para no legar tarde al Km. 28 de la ruta nacional 136, donde gente sencilla, trabajadora, est� cortando el cruce internacional que une Argentina y Uruguay. En el viaje Ra�l nos muestra con un ejemplo, la capacidad de autocr�tica, sincera y honesta, propia de quien participa en un proceso social sin intereses especulativos, privados: as�, nos dice que �l estuvo en contra de movilizarse a Buenos Aires, en diciembre del a�o pasado, y sin embargo participo de la misma y hoy cree que fue un �xito haber ido. En la estad�a, breve, en casa, ella relee la carta abierta a Tabar� V�zquez que estar� esa noche sometida a discusi�n. Conecta la m�quina fotogr�fica a la PC y nos muestra algunas fotos de la reciente actividad. Tomamos algunos mates y subimos nuevamente al auto, hay que apurarse: las distancias en Gualeguaych� son muy amplias, de la ciudad al corte, del corte al balneario, etc. Pero los que no tienen medio de transporte propio cuentan con micros costeados entre todos para poder participar en las actividades y en las asambleas, que son tres por semana.
La ruta es oscura, incluso el puente que cruza el r�o Gualeguaych�. A lo lejos comenzamos a divisar un poco de luz y en seguida vemos decenas de autos sobre el camino y gente alrededor. Llegamos a Arroyo Verde.
En la banquina un micro devenido en moj�n donde descansan los que est�n en el corte, una carpa, m�s all� un ba�o humilde. Adelante la tranquera, que se levanta cuando la asamblea lo decide, en casos particulares (la asamblea decide qui�n pasa y qui�n no pasa por all�). Son las 20:05 hs. Uno de los cordinadores cuenta uno por uno a los presentes: son m�s de noventa, casi 100, n�mero establecido como qu�rum para que la asamblea tenga un car�cter decisorio. Si no se llega a ese n�mero ser� informativa. Llegan a tener asambleas de 4.000, 5.000 personas. "Eso es lo que no entienden los medios cuando dicen que en el corte hay poca gente. Ac�, si llega a pasar algo, con una llamada por celular, se acercan a Arroyo Verde miles de personas, en media hora". Imagino que eso el gobierno lo sabe, y lo tiene en cuenta. Tambi�n que, por m�s que a nivel nacional la gente no se movilice en apoyo de los gualeguaychenses (gran desaf�o de la asamblea, aparte del que implica extender la brecha de los frenteamplistas consecuentes y descontentos y de el conjunto del pueblo contra el gobierno y contra las "inversiones extranjeras", que solo traen miseria a nuestros pueblos, como bien lo sabemos por aqu�), apoya su causa. Proponen esperar unos minutos, a lo lejos se ven luces que se acercan, son autos, familias enteras. Ya hay qu�rum. Antes de comenzar, suena el himno nacional. Algunos no lo cantamos, se respetan las diferencias.
El primero que interviene propone realizar un minuto de silencio, ya que ayer se cumplieron 31 a�os del golpe genocida, y luego un emotivo aplauso, para recordar "a los 30.000 compa�eros desaparecidos". Las famosas reposeras se van acomodando, el mate circula y reina la atenci�n y el respeto al que est� haciendo uso de la palabra.
Un coordinador invita a comentar sobre la actividad del d�a, en la playa y aprovecha para excusar a los que no asistieron por cansancio. No es cualquier d�a, la "poca" concurrencia se debe a que la jornada fue largu�sima y precis� de muchos brazos para llevarla adelante.
Luego se hace lectura de la carta abierta al presidente uruguayo, se discute apenas, se vota y aprueba, por unanimidad. Interviene Carlos, taxista, marcando la ausencia ya prolongada, en las �ltimas reuniones, de algunos vecinos. Los llama a "ocupar su espacio" (de todos modos, en general nos han dicho que el movimiento se va masificando cada vez m�s).
Patricia, muralista, unos 40 a�os, propone realizar un mural en Parque Lezama, "para nacionalizar la lucha". Hay acuerdo pero no se vota: quedan en avanzar un poco m�s en la propuesta, ponerle fecha y luego resolver. Le toca el turno de hablar a otro vecino, quien comenta sobre la invitaci�n de la Asamblea de Col�n para participar de una conferencia de prensa que est�n organizando. Todos de acuerdo. "Va el que puede ir", que parece ser un criterio fijado, no se eligen delegados o representantes. Otro es que el que propone algo, y es aprobado, lo debe llevar adelante, no puede luego desentenderse de ello.
Antes de terminar, preguntan si hay alg�n invitado. Nos miramos, t�midos. Levantamos la mano desde el suelo, donde estamos sentados. Nos piden que pasemos, que hablemos, insisten y nos sorprenden, quieren escucharnos. Pasamos, nos presentamos brevemente, los saludamos. Que los felicitamos por su lucha, que aprendemos mucho de ellos, que son un ejemplo, que estamos muy agradecidos por todo, que queremos volver, desde all� alguna mano les podemos dar, que vamos a volver. Es un momento para nosotros muy emotivo.

Hay que volver a Buenos Aires. Bastante callados, como para guardar y grabar bien esos momentos, subimos al micro algunos, a la camioneta de un compa�ero, otros.

En el camino de regreso, pienso en el saqueo del oro utilizando cianuro y envenenando r�os, en Betchel, Meridian Gold; en la soja transg�nica y los pesticidas de Monsanto; en el PCV, en las pasteras (que, de manera impactante, describe el periodista Hern�n L�pez Echag�e, en su libro "Cr�nicas del ocaso") del litoral argentino; en la basura del CEAMSE. Pero tambi�n pienso en los autoconvocados de  Esquel, en los pobladores de Andalgal�, Famatina, Bajo la Alumbrera, en el MOCASE y su defensa de la tierra, en la Coordinadora en defensa del Agua y de la Vida de Cochabamba, Bolivia, en la firme resistencia ind�gena y andina de Per�; en Col�n, en los vecinos de Gonz�lez Cat�n y de Brandsen, Florencio Varela, Dock Sud, y en tantas otras luchas que uno desconoce y que se dan, hoy, ahora.
Desde Norteam�rica, el activista Joel Kovel advierte que "... la etapa actual de la historia puede caracterizarse por fuerzas estructurales que sistem�ticamente degradan y finalmente exceden la amortiguada capacidad de la naturaleza con respecto a la producci�n humana...".
"La lucha contra la globalizaci�n del poder (y contra su sost�n ideol�gico: el neoliberalismo) no es exclusiva de un pensamiento o de una bandera pol�tica o de un territorio geogr�fico, es una cuesti�n de supervivencia humana", dice, desde M�xico, el Subcomandante Marcos.
El capitalismo ha salido a la casa indiscriminada de los recursos naturales, pero a veces se encuentra con gente, como los vecinos de Gualeguaych�; gente com�n, es decir, rebelde.

1 Retomamos la idea de John Holloway, quien desarrolla esta afirmaci�n expuesta por el Subcomandante Insurgente Marcos: "Somos mujeres y hombres, ni�os y ancianos bastantes comunes, es decir, rebeldes, inconformes, inc�modos, so�adores".  En Holloway, John, "Contra y m�s all� del Capital", Ed. Herramienta, 2006.

2 juriln@yahoo.com 

Fuente: lafogata.org

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