Argentina: La lucha continúa
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31 años del golpe de estado
Los nuevos desaparecidos de este 24 de marzo y nuestros nunca más
Claudia Korol
El testigo Julio López, dos veces desaparecido, se ha vuelto este 24 de marzo
también, dos veces testigo. No sólo acusó en el juicio a los torturadores y
asesinos, mirando cara a cara a Etchecolatz. Ahora desde su cuerpo ausente acusa
a la impunidad que continúa, desnudando los límites de nuestro precario 'nunca
más'.
Julio López, en nuestras actuales resistencias, señala los límites de las
políticas y de los discursos de derechos humanos, sentando en el banquillo de
los acusados, a un sistema político que no fue capaz, a 24 años de la retirada
de la dictadura, de desmantelar el aparato represivo, asegurar el castigo a los
responsables del ultimo genocidio, modificar profundamente el sistema carcelario
y las dependencias policiales y militares, que siguen siendo nidos de
represores, torturadores y fascistas.
Marchará con nuestros pasos Julio López este 24 de marzo, para decir que
mientras se juzgan los crímenes del Plan Cóndor, como si fueran hechos del
pasado, seis campesinos paraguayos esperan en las cárceles argentinas que se
ejecute su extradición a Paraguay, para ser sometidos a torturas y juicios
aberrantes en los tribunales colorados. Marchará para llamar la atención sobre
los proyectos de leyes antiterroristas que se están discutiendo en los despachos
del Congreso de la Nación. Para denunciar la realización de ejercicios conjuntos
de las Fuerzas Armadas argentinas, con las fuerzas militares norteamericanas.
Julio López marchará el próximo 24 de marzo, no solamente como un gesto de buena
memoria. Andará en las calles pidiendo que no lo olvidemos. Andará exigiendo que
no perdonemos a los represores y asesinos, a los genocidas, a los verdugos a
sueldo del capital. Andará recomendando que no nos reconciliemos con quienes hoy
nos desaparecen en su cuerpo, que es una manera de desaparecernos en nuestro
colectivo nunca más. Andará Julio López pidiendo que se aclare de una vez por
todas qué sucedió durante la desaparición de Luis Gerez y quiénes fueron los
responsables de ese siniestro episodio que conmovió la conciencia democrática de
los argentinos y argentinas en los finales del año 2006, precisamente en el día
de los inocentes.
Vendrá Julio marchando con sus compañeros y compañeras ex detenidos
desaparecidos. Vendrá Julio a reclamar que lo aparezcamos con vida.
Este 24 de marzo, volverá a debatirse en las calles, los sentidos de la memoria
colectiva, y los posibles sentidos de nuestras marchas. Es de enorme una
torpeza, en este contexto, interpretar el señalamiento de los límites de las
políticas oficiales, como un gesto de intolerancia o de sectarismo político. Por
el contrario. Las últimas acciones realizadas por la corporación policial
militar, que van desde estos secuestros hasta las amenazas a los testigos, y los
actos de reivindicación de los torturadores y genocidas, constituyen un llamado
de alerta. Desmantelar los nichos de impunidad, es una exigencia para que se
pueda creer en la posibilidad de ir abriendo cauce a una nueva democracia.
Debilitan esa posibilidad, no solamente las vacilaciones y tibieza de las
políticas oficiales para avanzar en la expulsión de todos los miembros de las
fuerzas militares y policiales implicados en crímenes (durante o después de la
dictadura), y su enjuiciamiento en tribunales civiles. También resultan
funcionales a la impunidad, las políticas de criminalización de la pobreza, de
judicialización de la protesta, de estigmatización de quienes resisten las
políticas de exclusión.
Pretender callar el grito de los excluidos con políticas asistenciales que van
diseñando un doble estándar de ciudadanía (tanto a través de la distribución
arbitraria de los planes, como en las políticas educativas, sanitarias,
habitacionales, etc.), es una manera de fracturar la concepción de derechos
humanos. Si el golpe de estado tuvo como objetivo central rediseñar la
dominación capitalista y su gobernabilidad, a través de las políticas
neoliberales; la evidente crisis de las mismas en todo el continente intenta ser
controlada en esta etapa con políticas públicas que consagran un tipo de
derechos para los incluidos (entre los cuales el principal es el derecho a la
propiedad), y otro tipo de derechos para los excluidos (a quienes ni siquiera se
les asegura el derecho a la vida).
Hace 31 años, el golpe de Estado avanzó en la remodelación del país, con la
misma saña con que la generación del 80 diseñó hace más de un siglo su
'modernización'. Sucesivos genocidios fueron 'haciendo' nuestra historia, o
mejor dicho, fueron deshaciendo nuestra historia como colectivos, como pueblo;
fragmentando nuestras identidades, nuestras culturas, para levantar este
capitalismo 'realmente existente'.
Si un geólogo pudiera identificar las diferentes capas que sostienen las
andanzas del capitalismo en nuestro continente, iría develando una tras otra, la
masacre de los pueblos originarios iniciada por la conquista europea, y
continuada por los 'fundadores de la república' (los 'héroes' de la 'campaña al
desierto'); y esta capa ya se iría mezclando con los asesinos de los obreros
asesinados en la Patagonia y en la Semana Trágica, con los obreros rurales del
Grito de Alcorta, con los muertos en todas las dictaduras, con los fusilados en
José León Suárez, y los 30.000... que ahora se nos mezclan con los muertos de la
pobreza: los chicos del gatillo fácil, las mujeres y niñas desaparecidas por el
negocio de la trata, los pibes y pibas de Cromañon... y los otros muertos, de
hambre, de enfermedades curables, y tantos y tantas vidas desaparecidas en
democracia....
Pero no es geología ni historia lo que hacemos cada 24 de marzo. Es, en el
sentido más estricto de la palabra: resistencia. Es instalar en el imaginario
colectivo una vez más, las demandas de Memoria, Verdad y Justicia. Es marchar,
caminar, llenar las plazas, no de cara al pasado solamente. Es llegar hasta el
presente para ampliar los límites de una justicia que calla y otorga frente a
los poderosos, y que es ciega frente a los nadie.
El olvido, el perdón y la reconciliación es la política que se promueve desde
distintas fracciones del poder, para diluir responsabilidades, promover olvidos,
moderar las resistencias, abonando el camino de la impunidad. Es por Julio
López, que no olvidó, que no perdonó y que no se reconcilió, como otros tantos,
que hoy Echecolatz está preso. Es por Julio López -que quiere decir, es por
nosotros y por nosotras-, que este 24 de marzo renovamos el compromiso de
socializar la batalla por los derechos humanos, para que sean para todos y para
todas. Y será por todos nosotros y nosotras, que seguiremos escrachando a los
genocidas, y que marcharemos con vos, Julio... como nuestra manera todavía débil
de aparecerte.