Argentina: La lucha continúa
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El actual cónsul argentino en Nueva York, y posible embajador ante los
Estados Unidos, Héctor Timerman, es reconocido como un luchador a favor de los
Derechos Humanos. Sin embargo en 1976 dirigía un diario pro videlista en el que
no ahorra elogios para el dictaror, algo que el propio periodista reconoce. ¿El
arrepentimiento lo exime de la responsabilidad que tuvo por silenciar el
genocidio? ¿Puede ser funcionario del "Gobierno de los Derechos Humanos" un ex
adulador de la dictadura? ¿Por qué se lo tiende a justificar?
Luis Zarranz
lzarranz@jaquealrey.org
El
actual cónsul en Nueva York, Héctor Timerman será designado por la futura
administración de Cristina Fernández de Kirchner, como Embajador argentino ante
los Estados Unidos. En los hechos, un claro ascenso y un espaldarazo a su
actividad diplomática.
Timerman -periodista como su padre, fundador del mítico diario
La Opinión- venía desarrollando su actividad profesional hasta que en el 2003
Néstor Kirchner lo nombró cónsul en la ciudad más importante de la potencia más
grande del mundo.
El actual funcionario inició su vida periodística en el diario
dirigido por su padre y en 1979, en plena dictadura militar -que había
confiscado a La Opinión y detenido ilegalmente a Jacobo quien fue liberado
posteriormente por presión de Washington- se exilió en Estados Unidos.
Allí hizo un master en Relaciones Internacionales en la Universidad
de Columbia, cofundó la Organización América's Watch donde fue miembro de su
comité de dirección durante casi 10 años y colaboró con el Fund for Free
Expression.
En 1997 decidió retornar a la Argentina donde co-fundó la revista
3Puntos y fue su primer director. En marzo de 2003, junto al periodista Marcelo
Capurro, creó la revista Debate.
El futuro embajador tiene una reconocida trayectoria profesional,
amplios contactos con sectores de poder norteamericanos y años de militancia en
la lucha por los Derechos Humanos. Esta última faceta resulta decisiva para la
futura Presidenta.
La administración kirchnerista –la actual y la futura- hacen
considerables esfuerzos por mostrar a la prensa ese perfil del futuro embajador
ante Washington. Sin embargo, resulta extraño que el matrimonio presidencial no
diga una sola palabra –habida cuenta de su descarga verbal en la materia- de los
tiempos en que Timerman dirigía a un diario que elogiaba al dictador Jorge
Rafael Videla, actitud que el propio cónsul admite con arrepentimiento.
¿Cuál es entonces el perfil de Timerman? ¿Es el tipo de individuo
que sólo reconoce la violación a los Derechos Humanos cuando ocurre cerca de su
entorno? Antes del secuestro de su padre, ¿cuál era su posición con la
dictadura?
Según un interesante debate, surgido semanas atrás en el diario
Perfil, Timerman reconoce el videlismo de su juventud, aunque se
arrepiente de él. Si bien resulta elogioso el reconocimiento de su opinión a
favor de la dictadura, materia en la que el resto del periodismo ha hecho omiso
silencio, es interesante analizar el pasado del actual diplomático para
comprender su presente. Una pregunta guía, naturalmente, toda la cuestión: ¿El
Gobierno que se proclama defensor de los "derechos humanos" está dispuesto a
premiar a los que, aún arrepentidos, toleraron y silenciaron el terrorismo de
Estado?
El futuro embajador ante los Estados Unidos reúne varios
antecedentes muchos más dignos que cualquier antecesor suyo en el cargo. Sin
embargo comparte con ellos la defensa, aunque luego se haya mostrado
arrepentido, de la dictadura militar más asesina de nuestro país.
Héctor Timerman fue director del diario "La Tarde", que circuló
entre marzo y agosto de 1976. Allí se condenaba al "extremismo", a la
"subversión" y a los "sediciosos", mientras se defendía al Proceso y a generales
duros, como Domingo Bussi.
Corría marzo de 1976. El golpe estaba en marcha, Desde las
portadas de "La Tarde" (qué nombre: "La Tarde", cuando lo que se venía era "La
Noche") se azuzaba el golpe militar y se resaltaba el descontrol del gobierno de
Isabel Perón. Con la dictadura en la
cima del poder, se comenzó a ensalzar las acciones que tomaban las Fuerzas
Armadas en contra de los "elementos subversivos". El título a cuatro columnas de
la página cuatro de la edición del jueves 8 de julio del vespertino era
contundente: "Represión ajustada a las normas jurídicas". El artículo
reproducía, sin cuestionamientos, las palabras del ministro del Interior de
aquel entonces, el general Albano Harguindeguy.
Durante una visita a la turística ciudad de Puerto Iguazú, el
dictador Videla, aseguró que en la Argentina se respetaban los derechos humanos
y denunció una campaña de
difamación en contra del gobierno. Al otro día, La Tarde tituló: "Vigencia de
derechos humanos". La dictadura llevaba cinco meses en el poder.
Lo de "La Tarde" era similar a lo que reproducían otros matutinos.
Eso no extraña, está claro. Lo que sorprende es que el director fuera un hombre
que hoy goza de considerable respeto en la lucha por los Derechos Humanos.
La Tarde salió a la calle el 16 de marzo de 1976, ocho días antes
del golpe. Su diseño, inspirado en el diario alemán Bild Zeitung, era
sensacionalista para la época. Títulos de gran impacto, muchas fotografías y
poco texto. Cuando Timerman se hizo cargo de la dirección del vespertino tenía
22 años y aún no terminaba de despegarse de la Juventud
Universitaria Peronista. Habría sido su padre, Jacobo Timerman, quien insistió
para que Héctor dirigiera los destinos del nuevo diario.
En la redacción no tardaron mucho en alinearse a lo que vendría.
"Las Fuerzas Armadas intensifican su acción urbana, preventiva del avance
terrorista", se leía en la tapa del viernes 19 de marzo. El título catástrofe
era: "Terrorismo: 41 muertos en una semana".
Un día antes del golpe, Timerman arriesgó: "Se afirma que asumiría
el poder un gobierno militar". "Entre las alternativas que se abarajan para
solucionar la larga crisis
política argentina, una versión señalaba que en las próximas horas podría haber
un gobierno militar en la Argentina. Todas las informaciones confluyen a
reafirmar ese consenso", se explicaba más abajo.
Al otro día, La Tarde tituló: "Junta militar para reorganizar
la Nación". Una gigantesca foto de Videla, el almirante Emilio Massera y el
brigadier Orlando Agosti contaba el resto.
La línea editorial del vespertino de Timerman evitaba irritar a los
represores y no faltaban los elogios hacia ellos. Las páginas positivas de La
Tarde eran un gesto elocuente hacia el gobierno militar. "La nueva política
petrolera", enmarcada en los acuerdos a los que había arribado YPF con las
empresas privadas, no resistía ninguna voz en contra. Tampoco el "transitorio"
impuesto a los sueldos, o el reclamo que llevaron los sindicalistas a la
Organización Internacional del Trabajo.
A principios de agosto el diario seleccionó a cuatro "notables"
para saber cuál es la "Argentina que quieren los argentinos". El general Antonio
Bussi, monseñor Vicente Zazpe -quien terminó teniendo una postura crítica de la
dictadura-, el cirujano René Favaloro y el ministro de Educación Ricardo Bruera
fueron los nominados para expresar los "objetivos y sentimientos comunes a todos
los habitantes del país".
A mediados de noviembre de este año, el diario Perfil destapó el accionar
de Timerman, a quien se le posibilitó referirse al tema. Una vez publicada la
información, el cónsul envío un correo electrónico al periodista que había
firmado la nota: "Ayer a la noche fue la cena anual del Human Rights Watch que,
como usted sabrá, es la organización más importante de derechos humanos de los
Estados Unidos. Por ser uno de sus fundadores (durante la dictadura argentina),
siempre es grato concurrir y reencontrarme con viejos militantes de una causa
tan importante", arrancó diciendo el futuro embajador.
Timerman agregó, luego, que el tema debería ser analizado en
profundidad, sobretodo el rol de "los medios y sus directores durante la
dictadura". Además de recordar el idéntico comportamiento del director de Perfil
Jorge Fontevecchia, aunque sin arrepentimientos de su parte, el actual
funcionario aseguró que sería interesante analizar la inconducta de dos jóvenes
que dirigieron medios durante la dictadura". "Yo no tengo forma de explicar mi
conducta salvo la aceptación de los hechos".
Reacciones y razones
Al conocerse y difundirse la actuación de Timerman, cristinista de
la primera hora, los organismos de derechos humanos se mostraron sorprendidos,
según siguió registrando Perfil. Patricia Walsh, hija del periodista
desaparecido Rodolfo Walsh e integrante del Encuentro Memoria, Verdad y
Justicia, fue la que sostuvo la postura más firme: "Timernan debería renunciar",
afirmó.
"Quienes como Héctor Timerman reconocen haber dirigido un medio de
prensa como ‘La Tarde’, durante los peores meses del genocidio, desde marzo
hasta agosto del 76, no fueron víctimas. Fueron los cómplices de lo que no se
puede defender y una vez revelado ya no se puede ignorar", sentenció la ex
legisladora porteña. Luego solicitó la renuncia del cónsul: "Timerman no reúne
los méritos para ser embajador extraordinario y plenipotenciario de un país como
el nuestro y en un destino como el suyo, y tal vez sin cargo alguno pudiera
meditar mejor en la intimidad acerca de sus sentimientos encontrados y las
responsabilidades".
Pero para sorpresa, al menos de quien esto escribe, las voces de
otras dirigentes de organismos de derechos humanos tendieron a justificarlo. ¿El
arrepentimiento, vale para eliminar la responsabilidad que le cupo?
La presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto
dijo que no conocía el vespertino que manejaba Timerman y que no lo puede
juzgar. "Como otros, él también se pudo haber equivocado. Héctor no produjo
daño", agregó.
Graciela Rosenblum, presidenta de la Liga Argentina por los
Derechos del Hombre, nunca había leído La Tarde, no sabía de su existencia y
mucho menos que Timerman era su director. "La verdad que para mí esto es una
sorpresa. Creo que hay que analizar a cada persona en su contexto", comentó.
Los dos testimonios, publicados por el diario Perfil, generaron, se
insiste: al menos en quien escribe, la más absoluta sorpresa, sobretodo porque
vienen de dos incansables luchadoras por los Derechos Humanos. ¿Qué significa
"analizar a cada persona en su contexto"?. El contexto de la época era el
terror, y por terror muchos callaron: ¿están justificados todos ellos? El
contexto dentro de las Fuerzas Armadas era la represión, ¿quedan eximidos de
culpa, entonces, quienes reprimieron? ¿La Obediencia Debida era "parte del
contexto"?.
¿Cómo se puede medir si Héctor "no produjo daño"?. ¿Por qué él "no
produjo daño" y sí lo produjeron Clarín, La Nación, La Prensa, La Razón, entre
otros medios que dijeron, palabra más palabra menos, lo mismo que el diario
dirigido por Héctor Timerman?.
Es cierto. A diferencia del resto de los directores y periodistas
de los medios nacionales, el cónsul no niega su conducta. La asume y propicia un
debate sobre medios y dictadura, cuestión absolutamente pendiente.
Los medios de hoy, igual que ayer legitimadores, silenciadores y
aduladores de varias atrocidades, han esquivado esa discusión y se han
autoproclamados –y logrado la proclamación de una gigantesca proporción de la
sociedad- como los defensores de los "valores democráticos".
Jorge Fontevecchia, director y dueño de Perfil, dirigía varias
revista en la época de la dictadura en las que, al igual que "La Tarde", se
apoyaba a la Junta Militar. Él no hace ni hizo autocrítica mientras maneja los
destinos de Perfil y polemiza con Timerman. Fontevecchia no tiene autoridad
moral para polemizar en la materia, mientras no asuma su responsabilidad y
mientras sigua fagocitando la precarización laboral entre sus trabajadores.
Las palabras de Estela y Graciela no sólo no se comprenden, sino
que duelen porque nos inducen a exculpar a los responsables. "Cómo otros, él
también se pudo haber equivocado", en boca de una mujer que es icono en la
búsqueda de Verdad, enciende luces de alarma.
Si desaparecieron 30.000 personas en el más absoluto de los
silencios –mediático y social- fueron varios los que se pudieron "haber
equivocado". ¿Se equivocaron o actuaron con total conciencia de sus actos?
Adolfo Scilingo, salvando las distancias por los hechos que implican a uno del
otro, reconoció los vuelos de la muerte y, también, se mostró arrepentido. ¿Se
habrá equivocado? ¿Lo exime ese arrepentimiento del daño provocado?
Como joven y periodista no tolero que un colega se excuse en su
juventud, como lo hace Timerman, para justificar la responsabilidad que le
corresponde en el desempeño de su labor. Y mucho menos al considerar los cientos
de jóvenes periodistas que, al costo de perder su vida, cumplieron dignamente su
labor.
¿Está bien que un adulador de Videla, luego arrepentido, sea
funcionario de tan alto rango de un Gobierno que se autoproclama defensor de los
"Derechos Humanos"? Timerman, que recientemente declaró, en el marco del juicio
contra el cura torturador Christian Von Wernich, que el sacerdote "participó de
las torturas que sufrió mi padre" dice estar arrepentido por su desempeño al
frente de "La Tarde".
Si uno analiza a "cada persona en su contexto", como aconseja
Estela, debería creerle.
Al menos que su juventud, o su desconfianza, no se lo permita.