Argentina: La lucha continúa
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IPC, el costo del transformismo político según cifras
oficiales
Consumidores y mandatarios (2)
Mariano Reyna
Rebelion
Cuando se habla del IPC no se trata de un partido masas, aunque la sigla se
preste a confusiones bipolares y permita comparaciones con procesos autoritarios
del siglo pasado. Lo ocurrido en el INDEC es la síntesis de un renovado
particularismo argentino adecuado a las reglas de la nueva economía y de una
herencia tradicionalista en el control de los artefactos políticos.
El impacto del índice de precios al consumidor (IPC) sobre la sociedad argentina
mostró el lado más frágil de la deuda interna que dejó la crisis
político-económica de 2001. El elevado costo de vida como contracara de los
datos oficiales y la continuidad de funcionarios estratégicos son apenas una
muestra de la orquestación del cambio, probablemente, para que nada cambie.
Los retoques en los métodos de medición del Instituto Nacional de Estadística y
Censos (INDEC), la remoción de técnicos estadísticos y el default oculto para
los bonistas ajustados al CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia)
fueron los artificios del gobierno saliente para disimular los valores de la
inflación real y reforzar la visión optimista de los éxitos macroeconómicos
conseguidos a corto plazo por la primera gestión Kirchner.
No obstante, la ya habitual dualidad retórica de Néstor Carlos Kirchner como
estrategia de consolidación mediática parece haber pasado por generación
espontánea con la banda presidencial. Apenas una semana antes de oficializarse
la proclamación de Cristina Fernández, la entonces primera ciudadana reconoció
la necesidad de sincerar las nuevas formas de medición del INDEC. Esto ocurrió
en una entrevista exclusiva que la entonces presidenta electa concediera desde
El Calafate al diario Página/12 <http://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index-2007-11-25.html
Pero lo cierto es que la profundización del cambio propuesto en la campaña
electoral dejó en el mismo lugar estratégico al conflictivo secretario de
Comercio Interior, Guillermo Moreno, el principal operador que diseño la nueva
metodología de tabula rasa para contener los supuestos factores distorsivos de
las técnicas preexistentes que elevarían, en consecuencia, el delicado índice
inflacionario.
El inspector Lousteau y su sargento Do Do
La receta básica para comprender la ecuación del IPC consiste en la comparación
de los precios de un conjunto de bienes y servicios, los cuales son cotejados en
forma diacrónica para observar los cambios en el comportamiento de la economía
interna de un país, según muestras regulares. Este mecanismo sirve para medir el
funcionamiento de la economía en general y, también, para evaluar casos
particulares, según los cuales resulta posible establecer un diagnóstico
situacional a efectos de encarar políticas públicas.
No se trata de un tema menor, pues la inflación es actual tabú que asussta a los
economistas del gobierno que entienden superada la fase infantil del "riesgo
país", una estimación estadística elaborada específicamente para inversores
internacionales (por entidades financieras privadas como J. P. Morgan, Standad &
Poor`s y Moody`s) que compara la potencialidad de ganancias marginales del
amplio abanico de países en oferta, en relación con las tasas del Tesoro
estadounidense; y pone sobre relieve la importancia del IPC local en el contexto
financiero internacional.
El maquillaje en los números suponía, hasta el escándalo de la remoción de los
funcionarios de carrera, que generaría mayor confianza para el ingreso de
capitales al país. Por eso, la nueva presidenta se esforzó en enmendar el error
y proseguir con un plan que, por ahora, ha favorecido tanto a los grupos
productivos agroexportadores como al rezagado sector industrial, que desde el
gobierno de Carlos Pellegrini (1890-92) ha intentado afirmarse sin demasiado
éxito.
Ese será el desafío del joven titular de la cartera de Hacienda, Martín Lousteau,
en su intento por mantener un tipo de cambio alto que promueva el crecimiento
industrial. Para ello, la continuidad de su sargento Do Do, Guillermo Moreno,
sigue siendo de gran utilidad, sobre todo cuando se toman medidas antipáticas
para los pequeños productores (no las industrias), como la reciente fijación de
precios máximos para la leche o la medición del desempleo sin la inclusión de
los relevamientos del Gran Buenos Aires (el mayor centro urbano del país) para
que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) no eleve los índices de pobreza e
indigencia.
Los desplazados
Una breve reseña del proceso de desguase del INDEC muestra cómo en apenas un año
se desmoronó el sistema estadístico nacional. Desde la intervención política de
Beatriz Paglieri, tanto el organismo central como sus direcciones provinciales
sufrieron el rigor de alteraciones constantes; salvo casos más resistentes como
en las provincias de Mendoza y San Luís, que publicaron sus índices genuinos mas
allá del intento de imposición de comisariados.
Como consecuencia de la exclusión de la medicina prepaga y de otros elementos
inconvenientes en la canasta básica de alimentos (como la lechuga, la papa y el
tomate) en julio pasado la directora de la EPH, Cynthia Pok, fue desplazada del
cargo por cuestionar la medición del índice de pobreza e indigencia (que
contrasta el ingreso en los hogares con la canasta registrada en el IPC). Lo
mismo ocurrió en septiembre con la coordinadora de la dirección del IPC, Marcela
Almeida.
Desde entonces, equipos paralelos producen encuestas duplicadas. El INDEC no
difunde el trabajo de los técnicos de carrera y se han incorporado más de 150
empleados para cumplir esas tareas con agentes dobles.
La bolsa o la vida
Sin embargo, hay quienes tienen renovadas esperanzas por los dichos de Cristina
Fernández, quien estaría evaluando la pronta salida de Beatriz Paglieri del
orgnanismo. No obstante, entre los nombres que se barajan figura el de Alejandra
Hernández, discípula de Guillermo Moreno cuando este se desempeñaba como titular
de la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC), antes de obtener el ascenso a
la secretaría de Comercio.
Un dato menos conocido pero de similares características fue, también, el
desmantelamiento de la Unidad de Información Financiera (UIF), encargada de
investigar el lavado de dinero en Argentina. Lo curioso del caso es que la
responsable de intervenir el INDEC y entonces ministra Felisa Miceli, hoy es
investigada por ese delito debido al famoso episodio de la bolsa con dólares
escondida en el baño de su despacho privado.
Las valijas de Southerd Winds y las de Antonini Wilson no cuentan en esta
historia. Que el marido de la ex ministra, Ricardo "Pacha" Velazco, fuera
mencionado en las indagaciones del caso Skanska -por ser funcionario jerárquico
del Ente Nacional Regulador del Gas- tampoco.