Argentina: La lucha continúa
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El traspaso del garrote
El Revolucionario
Periódico de la Organización de Trabajadores Revolucionarios
En poco más de un mes habrá terminado el gobierno encabezado por Néstor
Kirchner, el presidente que dijo al asumir que no iba a criminalizar la protesta
ni a reprimir con "esta policía de gatillo fácil". Cuatro años y medio después,
es necesario hacer un balance de la situación que en materia represiva y de
derechos humanos le deja a su sucesora esposa. Los datos concretos demuestran
que no hubo, desde 1983, un gobierno más represor, y a la vez más efectivo para
disimular ese carácter. También nos permiten asegurar que, en adelante,
sólo podemos esperar más ataques a los trabajadores y el pueblo. Tendremos que
prepararnos para enfrentarlos.
Preparando el terreno Durante sus primeros meses en la casa rosada, Néstor
Kirchner se dedicó a generar expectativas y captar consenso en muchos sectores
populares. A través de hábiles operadores como Oscar Parrilli, Carlos Kunkel o
Alberto Fernández, desarrolló un sistemático plan de cooptación que absorbió
buena parte de las organizaciones "piqueteras" y de derechos humanos. Con
nombramientos, subsidios y fotos en el salón blanco por una parte, y un discurso
que prometía el oro y el moro a todo el que se acercara a visitarlo, fue
tejiendo una red de alianzas que, en el campo de los derechos humanos, dio su
primer fruto importante en diciembre de 2003, cuando en el marco de la marcha de
la resistencia Hebe Pastor de Bonafini expresó su alegría por "la fluidez de un
contacto, antes imposible con los gobernantes de turno, y la apertura de una
expectativa nueva en la Asociación , que esperamos no ver defraudada". La
metamorfosis de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo fue
acompañada sin chistar por el conjunto de su organización, desde la que no se
alzó una sola voz de protesta hasta estos días, cuando la filial Alto Valle (Río
Negro y Neuquén) hizo público un comunicado marcando su disconformidad con el
giro progubernamental que convocó a votar por Cristina.
Paralelamente a las incorporaciones al partido de gobierno de referentes de
luchas importantes del pasado y de organizaciones como las que formaron el
esperpento llamado Libres del Sur, Kirchner supo utilizar los medios de
comunicación para demonizar a los que, como dijo gráficamente Aníbal Fernández
en octubre de 2003, "sacaran los pies del plato". La reactivación económica,
aunque para pocos, fue suficiente para que los sectores medios se olvidaran del
efímero "piquete y cacerola". Para mediados de 2004 la "opinión pública",
cuidadosamente construida por el aparato mediático del gobierno, reclamaba mano
dura frente a todo tipo de protesta, y silenciaba, como pocas veces antes, el
crecimiento imparable de la represión policial en las barriadas populares. A
partir de represiones masivas como la de la legislatura el 16 de julio, o la de
Plaza de Mayo el 31 de agosto, se empezó a hacer más visible el carácter
represor del gobierno. Sin embargo, para muchos, esos hechos marcaban "un giro"
en su política, y no el paso siguiente en un plan cuidadosamente desarrollado
desde el primer día de gobierno.
Los números del "gobierno de los derechos humanos" cantan En estos cuatro años y
medio, el kirchnerismo logró batir todos los records anteriores en materia de
represión y persecución política, con el mayor número de presos políticos
acumulados desde 1983. Creció a ojos vista la represión "legal" a través de
causas criminales en las que jueces y fiscales endilgan a los militantes delitos
cada vez más graves. El poder legislativo dictó una ley represora tras otra. La
sanción, hace unos meses, de la nueva "ley antiterrorista" fue el más reciente
acto de una larga serie de reformas que, con la excusa doméstica de la
"inseguridad", o la internacional del "terrorismo", fue dando a los ejecutores
del plan más y mejores herramientas para reprimir. La represión directa a los
petroleros en Santa Cruz, a los docentes neuquinos con el asesinato de
Fuentealba, a los trabajadores pesqueros de Mar del Plata o la ocupación del
hospital Francés por gendarmería, son sólo algunos hechos salientes de una
política constante.
En las barriadas populares, el gatillo fácil mata un pibe día por medio; la
aplicación de la tortura en cárceles y comisarías es tan sistemática como
silenciada y las detenciones arbitrarias son la regla, igual que las extorsiones
y el fraguado de causas penales. El aparato de seguridad del estado recibe
permanentes aportes de capital con millonarias compras de pertrechos y sus
agentes son los únicos empleados públicos que han visto crecer sus sueldos casi
al ritmo de la inflación. La imposición de control social ocupa también a la
prefectura y la gendarmería, que patrullan barrios enteros, mientras aprenden de
los policías a gerenciar el tráfico de drogas, el robo y contrabando de autos y
la prostitución, entre otros muchos delitos.
Nada ha sido tan efectivo para ocultar esta realidad como el uso que el
gobierno, y Kirchner en particular, vienen haciendo de los juicios contra los
represores de la dictadura. Se han propagandizado como "el gobierno de los
derechos humanos" con iniciativas como el cierre de la ESMA y su conversión en
Museo de la Memoria ; el descuelgue de los cuadros de los genocidas en las
escuelas militares; la anulación de las leyes de impunidad, y la promoción
oficial de la reapertura de los juicios de los '80, en los que el gobierno
participa como querellante a través de la secretaría de DDHH. Pero éstas no son
medidas que puedan "balancearse" con los hechos represivos, compensando de
alguna manera las torturas, el gatillo fácil, los presos políticos o la
militarización de ciudades y provincias enteras como el caso de Santa Cruz. La
tan cacareada "política de DDHH" del gobierno se limita a quienes ningún
servicio útil pueden prestar hoy al estado, salvo ser condenados como
representantes de una "derecha" de la que se esfuerzan en distinguirse, y a la
que le endilgan la desaparición de López, la muerte de los tres policías en La
Plata , las amenazas a los encuestadores oficiales en el tramo final de la
campaña presidencial y la inflación. El gobierno no necesita hoy vejestorios
como Etchecolatz, Von Wernich, el Turco Julián o Jeringa, y sí, en cambio,
precisa el consenso que esas pocas condenas le dan para gasearnos, torturarnos y
fusilarnos "en defensa de las instituciones democráticas".
Lo que se viene La "profundización del cambio" nos promete más de lo mismo.
Crecerá la miseria, crecerán las luchas, y crecerá la necesidad del gobierno de
la nueva presidenta de reprimir a mansalva, tanto preventivamente para impedir
la organización, como para disciplinar a los que se obstinen en resistir la
explotación. Una señal clara de la previsión oficial de que tendrán que reprimir
más y con mucha fuerza surge de la asignación de partidas en el presupuesto para
el año 2008. Como dice el mensaje que acompañó el proyecto al congreso, se hizo
"un esfuerzo de asignación selectiva de los gastos", es decir, más plata para lo
más importante.
Sobre un total estimado de $161.486,5 millones para todo el año, los servicios
de "seguridad y defensa" tienen reservados $9.950,8 millones, con un aumento
respecto de 2007 de 14,9%. El ministerio del interior, que maneja la
policía federal, gendarmería y prefectura, tiene destinados $328,2 millones, más
del doble del año anterior, para adquirir bienes de uso, es decir, armamento,
sistemas de comunicaciones y material rodante. Para el ministerio de educación,
en cambio, el monto de inversión previsto es de $36,8 millones, casi diez veces
menos. El rubro "seguridad interior" tiene asignados más de 4 millones de pesos
para gastos generales. Vivienda y urbanismo, apenas tres millones(1). Para los
espías de la SIDE se dispuso la cifra récord de $627 millones para partidas
secretas, con un incremento del 35%, superando los montos totales de
educación y salud(2).
Así las cosas. El próximo 10 de diciembre, además de la banda presidencial, a
Cristina Fernández, Néstor Kirchner le traspasará el garrote para reprimir al
pueblo.
...
NOTAS 1) Ver http://www.mecon.gov.ar/onp/html/presutexto/proy2008/mensaje/mensaje2008.pdf
2) Es el mayor fondo destinado a gastos secretos desde que se sancionó la Ley de
Inteligencia en 2002.