Santiago del Estero
Amanecer y crepúsculo de la Argentina
Carlos del Frade APE - TMO
En la tierra donde amaneció ese sueño colectivo inconcluso llamado Argentina,
ahora parece asomar el crepúsculo de la nación que todavía no es.
Fue en Santiago del Estero, donde los españoles levantaron los cimientos del
último virreynato en los arrabales americanos, en el lugar con mayor cantidad de
habitantes cuando estalló mayo de 1810, sitio de las primeras experiencias
preindustriales y origen de exportaciones varias que iban desde el ganado a las
carretas.
Allí en Santiago del Estero empezó la Argentina.
Los españoles lo llamaron el vergel de la civilización.
Ahora quedan las cenizas de aquel orgullo.
Civilización chamuscada, agonizante quizás por su misma lógica de desprecio.
Cenizas del sueño.
Huellas de la permanente pesadilla contra los condenados de la tierra saqueada.
Treinta y cinco seres humanos murieron víctimas de un incendio nada casual en el
interior del penal de varones de la capital santiagueña.
Esa es la civilización. La que condena a los excluidos y luego miente sobre la
resolución de la sentencia que siempre aplican las minorías.
"No se trató de un motín ni de un intento de fuga", sostuvo el abogado César
Barrojo, dando por tierra las primeras máscaras que quiso imponer el oficialismo
a la hora de explicar tanta muerte desbocada.
Hay un dato revelador: en el penal de varones de Santiago había una población de
465 presos, cuando la capacidad establecida para el lugar es de 180.
En realidad el fuego no fue consecuencia de un intento de fuga como también
quiso aparentar el poder estatal. De acuerdo al periodismo regional, el motín
"se inició durante una protesta por el recorte del horario de visitas y porque
las mujeres fueron desnudadas y maltratadas durante la requisa de ingreso, según
informaron los familiares de los presos, organismos de derechos humanos, el
secretario de derechos humanos del obispado de Santiago, Sergio Lamberti, y
todas las denuncias y antecedentes previos con que contaban las autoridades".
Agregaron los testimonios de los sobrevivientes que "los golpes de los guardias
a los detenidos y las requisas vejatorias a las visitas fueron las causas de la
protesta que derivó en tragedia".
Cuando el fuego se apagó y el futuro quedaba huérfano de treinta y cinco varones
que querían intentar una nueva posibilidad de vida sobre el planeta,
reaparecieron las proféticas denuncias del ex obispo santiagueño, Gerardo
Sueldo, que había demostrado que el servicio penitenciario provincial era hijo
directo del sistema que crea pobres y después los mata.
Aquel cura que como otros comprometidos con su pueblo murió en un extraño
accidente automovilístico en la segunda parte de los años noventa, también
señaló que solamente habrá un mañana para todos si las mayorías pelean contra la
impunidad, el feudalismo y la imposición del miedo.
En Santiago del Estero, origen de la Argentina, el fuego que arrasó con parte
del penal de varones también tuvo la triste virtud de enseñar los posibles
finales de un país que todavía no pudo construirse en relación a sus mejores
sueños sino que apenas sobrevive al conjuro de sus peores pesadillas.
Fuentes: Nuevo Diario de Santiago del Estero - 5/11/07 - Clarín - 6/11/07
- ACTA-CTA 6/11/7 - Diario Panorama (Santiago del Estero) - 5/11/07 - Clarín -
5/11/07 - Diario Epoca (Corrientes) - 5/11/07 - Página/12 - 6/11/07 -La Voz del
Interior (Córdoba) - 6/11/07 - Nuevo Diario de Santiago del Estero 9/11/7