Argentina: La lucha contin�a
|
![]() |
El cura Christian Von Wernich fue condenado a reclusi�n perpetua por
delitos de lesa humanidad en el marco del genocidio ocurrido en nuestro pa�s. El
ex capell�n fue encontrado autor de numerosas violaciones a los Derechos
Humanos. El fallo expuso, por si le hac�a falta a alg�n legalista, la
complicidad de la Iglesia con la dictadura. Nada de lo que hizo Von Wernich, se
pod�a haber hecho sin el respaldo de la instituci�n.
Por Luis Zarranz
lzarranz@jaquealrey.org
Uno festeja y se pone feliz, y est� muy bien que as� sea porque no es para menos. Nos sentimos un poquitito m�s aliviados, es cierto. No todos los d�as se condena por genocidio a un sacerdote, otrora poderoso, autor de delitos de lesa humanidad. Desde ese aspecto, el fallo a reclusi�n perpetua contra Christian Von Wernich, adquiere un tono hist�rico, impensado unos a�os atr�s, a pesar de que uno termina celebrando algo que deber�a ser moneda corriente.
Como no lo es, la repercusi�n es mayor. Von Wernich pasar� el resto de sus d�as
en prisi�n y eso merece una alegr�a, si se atiende que hasta hace no mucho pedir
la sanci�n a un miembro de la Iglesia por su complicidad con la dictadura
militar, era considerado una herej�a.
Perdonen la soberbia pero la Justicia, esa tan venerada por los defensores de este modelo, nos dio la raz�n. Era as�, nom�s: la Iglesia cat�lica, como Instituci�n, avalaba y acompa�aba las pr�cticas m�s aberrantes de la dictadura.
Von Wernich se transform�, de esta manera, en ser el primer miembro de la jerarqu�a cat�lica condenado por cr�menes de lesa humanidad. El Tribunal Oral N�1 de La Plata conden� al sacerdote a reclusi�n perpetua por el asesinato de siete personas, �homicidios triplemente calificados�; 31 secuestros y torturas; y otros tres secuestros, �en el marco del genocidio cometido en la Rep�blica Argentina entre los a�os 1976-1983�.
El ex capell�n, seg�n qued� demostrado en el juicio, utilizaba su condici�n de cura para sacar informaci�n a sus v�ctimas en diferentes centros clandestinos de detenci�n. Era, adem�s, el confesor del siniestro Ram�n Camps, due�o de la vida y la muerte en la provincia de Buenos Aires durante el r�gimen militar (C�vico-militar, para ser exactos).
El veredicto un�nime de los tres jueces fue le�do por el presidente del tribunal, Carlos Rozanski, el mismo que hace m�s de un a�o tambi�n pronunci� la sentencia de otro genocida, Miguel Etchecolatz.
Durante tres meses m�s de cien testigos relataron c�mo Von Wernich los visitaba
en los centros de detenci�n donde se encontraban y trataba de convencerlos para
que revelaran lo que sab�an a sus torturadores, a quienes daba �nimo en la
tarea. "Tu vida depende de Dios y de que colabores", dec�a el cura, que tambi�n
justificaba el secuestro de chicos con el argumento de que "los hijos tienen que
pagar las culpas de sus padres".
As� se comportaba este asesino: como un cobarde, escondido detr�s de su sotana y del poder que la daba la Instituci�n de la que, todav�a, es parte.
"Von Wernich no ten�a escr�pulos y usaba su investidura de sacerdote para colaborar con la dictadura. Era parte del grupo itinerante que recorr�a los centros clandestinos de detenci�n. Era parte de la tortura. Con su sotana manchada de sangre justificaba a los que torturaban y comet�an delitos de lesa humanidad incitando sus pr�cticas y reiteraci�n", dijo en su alegato el abogado Alejo Ramos Padilla, quien represent� a la familia del periodista Jacobo Timmerman, uno de los desaparecidos que cay� en manos del ex capell�n.
La condena a Von Wernich demuestra la complicidad y el aval que gran parte de la jerarqu�a eclesi�stica le brind� a la dictadura militar para cometer cientos de aberraciones, con el objetivo de implantar un modelo econ�mico, cuyo lastre a�n soportamos.
Fueron pocos �y muchos menos en la c�spide de la pir�mide � los que denunciaron las vejaciones que esa dictadura estaba cometiendo en nombre de Dios, la Patria y el �modelo occidental y cristiano�. Fueron contados con la mano, y la mayor�a de ellos, lo pagaron con sus vidas. Angelelli, Mugica y los padres palotinos, entre otros sacerdotes que cre�an en una Iglesia comprometida, son testigo de eso.
Pero nada de lo que hizo Von Wernich lo pudo haber hecho solo. Su poder,
precisamente, radicaba en ser miembro de una instituci�n que fue c�mplice con la
dictadura militar. Algunos con su sospechoso silencio, otros colaborando
directamente con las violaciones a los Derechos Humanos. Von Wernich era uno de
�stos �ltimos, ni el primero ni el �ltimo. Uno m�s.
Qu� interesante ser�a reflexionar, a partir de la sentencia, sobre el rol de la Iglesia, sobre su relaci�n con el Estado, su complicidad con dictadores, su verba tan distanciada del verbo y sobre su visi�n tan anacr�nica
Ahora que
la Iglesia intenta lavarse las manos, ser�a bueno que se arrodille frente a la
verdad hist�rica, en vez de proponer falsas recetas para una reconciliaci�n que
se asemeja demasiado a la impunidad. Como es obvio que no lo har�, es nuestro
deber lograr el castigo que se merecen.
El genocidio al que la sentencia hizo referencia, muy a nuestro pesar, y con diferentes formas, no ha terminado. De c�mo se historice, de c�mo se represente, y de nuestra lucha, depende acabar con esta inmensa impunidad.
�Qu� dir� la Iglesia, ahora que no dice ni �mu� frente a la cantidad de Derechos Humanos violados a diario? �Qu� utilidad tiene el �perd�n� de la instituci�n si, por ejemplo, mira para otro lado frente a la desaparici�n de Jorge Julio L�pez?.
La Justicia conden� a un hombre pero el castigo, para ser justos, deber�a alcanzar a toda la Instituci�n.
Von Wernich es un genocida. Igual que muchos de sus colegas. Quien no acepte esta verdad, podr� ir a llorar a la Iglesia, donde lo esperar�n con los brazos abiertos y las hostias en alto.