Argentina: La lucha continúa
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Filmus y Puiggrós jefes de campaña de las privatizadoras
Disparan en contra de la escuela pública
Daniel Cadabón
Cuándo la Licenciada Adriana Puiggrós, haciendo uso de los medios nacionales,
acusa a las medidas de fuerza de los maestros bonaerenses como las responsables
de la pérdida de matrícula en las escuelas públicas, no hace más que caer en un
interesado reduccionismo que le está permitido por su oportunista y pragmática
ideología.
El oportunismo pragmatismo de la progresista Puiggrós es aquel que justifica
cualquier contrabando teórico en función de beneficiar los intereses privatistas
de la educación.
Como argumento, lo que la titular de la cartera educativa provincial utiliza no
es para nada novedoso. Ya en plena fiebre privatista, Carlos Ménem había usado
argumentos similares, sólo que con algunas variantes más brutales, recordemos el
famoso ultimátum a los ferroviarios que luchaban por la conservación de sus
puestos de trabajo y en contra de la entrega de los ferrocarriles a los
privados: "...ramal que para, ramal que cierra". Puiggrós, no hace más que
renovar esta vieja concepción neoliberal: "escuela que para, escuela que
cierra".
Pero la directora va mucho más allá. Su intención es propiciar el enfrentamiento
entre padres y maestros, en la búsqueda de que los primeros actúen como
rompehuelgas y, entonces, se ve en la necesidad de confesar un verdadero
renunciamiento a su propia y enmarañada obra bibliográfica sobre el rol de la
escuela. "Los paros tienen gran incidencia para cambiar al chico (de escuelas
públicas a privadas) porque a los padres les descuentan el día si faltan al
trabajo" sostiene la funcionaria.
La escuela, para Adriana Puiggrós, ha dejado de ser todo aquello que sostenía
hasta antes de ser ministra: "un vehículo privilegiado para fomentar el ascenso
social; la integradora de las diferencias; la responsable de la transmisión
democrática de los conocimientos, en un clima de socialización multicultural y
policlasista; la forjadora de una nueva biografía que rompa con la pesada carga
del determinismo"; la escuela se ha convertido hoy, según la titular de
Educación de la principal provincia del país, en un simple depósito de niños o,
en el mejor de los casos, una guardería. La escuela que define Puiggrós, de
acuerdo a esta manifiesta concepción patronal, estaría reducida a la actividad
de "contención física del niño mientras sus padres trabajan".
Este utilitarismo despojado de interés pedagógico que la licenciada adjudica a
los padres sería lo que explica el porqué los papás no hacen diferencias entre
una educación laica y gratuita, que sus hijos puedan recibir en una escuela
pública y una educación confesional (religiosa) que recibirían en una escuela
privada.
Al hacer eje en el perfil más utilitarista de la relación escuela-padres,
consagrándolo como el único importante, la progresista Puiggrós muestra a las
claras que en el intento por envenenar la conciencia de los padres en contra de
los docentes, termina por envenenar su propia obra teórica, consagrándola como
un monumento a la hipocresía.
Los herederos del "neoliberalismo"
"En los últimos diez años, según datos oficiales, creció un 20% la
matrícula en los colegios privados bonaerenses". La noticia se esparció como un
reguero de pólvora generando el beneplácito de los empresarios privados de la
educación. Es que, de confirmarse, pareciera marcar un cambio en la fuerte
tendencia arraigada en el pueblo argentino, el cual históricamente ha apostado a
la educación pública en detrimento de la privada.
¿Podemos confiar en los datos oficiales? De seguro que no podemos. Las
mediciones que organismos oficiales y privados realizan en nuestro país están,
sin duda, viciadas de fraude e interés oficialista. Es así, tanto en aquellas
que realiza el Indec con respecto a la inflación, como en las que miden la
pobreza o el grado de adhesión a los candidatos del gobierno. También, en las "demonizadas"
épocas de los noventa las encuestas y mediciones fueron usadas por el
oficialismo para la realización de campañas políticas destinadas a engañar a la
población.
El método de recurrir a la "indignación de la opinión pública" en contra de los
servicios estatales "que no funcionan... que están siempre de paro... que son
caros, etc" no es novedoso y fue el encargado de disuadir a la población para la
entrega de los teléfonos, el correo, los ferrocarriles, el petróleo, las
aerolíneas y cuanta empresa pública rentable existiera en el país. También en
los ´90 las cosas comenzaban así, informaciones solapadas, supuestamente
objetivas que eran amañadas a través de encuestas de dudosa procedencia y
consolidadas como verdades absolutas, mediante el machacante griterío histérico
de los "formadores de opinión".
Los resultados están a la vista: en los trenes no se puede viajar y, pese a que
los subsidios que el Estado Nacional entrega a las privatizadas crecen
sideralmente año tras año, no hay inversiones que mejoren el servicio, lo que
provoca que cada tanto los usuarios indignados se vean en la necesidad de
meterle fuego a alguna estación para que el gobierno preste atención a sus
reclamos. El petróleo fue entregado a las multinacionales, lo mismo que las
aerolíneas, los teléfonos, el correo y el agua. Todos ellos se transformaron en
un foco de corrupción y negociados que el pueblo argentino termina pagando con
sudor y lagrimas. Ahora, los progresistas Filmus y Puiggrós recrean este método
engañoso porque, como se dice, vienen por las escuelas.
La ofensiva privatizadora de los "progresistas"
Ya hemos denunciado ampliamente que las nuevas leyes educativas, tanto nacional
(Ley de Educación Nacional) como provinciales (Ley provincial de educación)
tienen como objetivo central la privatización de las ramas más rentables de la
educación pública y la puesta en servicio de las escuelas a disposición de las
empresas capitalistas. En este sentido, las leyes Filmus-Puiggrós (que cuentan
con el apoyo entusiasta de los gremios docentes) no son más que la continuidad
de la "desprestigiada" Ley Federal menemista.
Las escuelas ocupan en la nueva ofensiva privatizadora un lugar estratégico y se
han transformado en un botín en disputa de distintos grupos, tanto nacionales
como internacionales. La orientación privatizadora no es, como tampoco lo fue en
los noventa, una fórmula exclusivamente reservada a la Argentina. Los aires de
privatizar escuelas recorren el mundo; el problema en nuestro país es que el
atraso de los gobiernos para llevarla adelante despierta inquietud entre los
grupos interesados.
Los reclamos para que las políticas privatizadoras se encaminen más
dinámicamente dieron lugar a la sanción de las nuevas leyes educativas. Los ejes
estratégicos de las mismas están en colocar a las escuelas bajo la órbita de las
empresas privadas tanto desde el punto de vista de su orientación
pedagógica-didáctica, como desde el punto de vista de su funcionamiento
administrativo. Las Leyes de Educación técnica, de Financiamiento educativo y
las citadas más arriba (LEN y provincial de educación) son claras en cuanto a
estos aspectos cuando ordenan subordinan a la escuela pública a los intereses de
las empresas privadas y las Ong.
La educación como tal, es en todas ellas, "educación para el trabajo"; es decir,
la escuela tiene la misión especifica de formar al conjunto de los alumnos en
función de las necesidades empresariales. Pero, esto es únicamente una parte del
negocio. La escuela empresa de la que se habla es la mitad del objetivo a
cumplir, ya que la escuela empresa puede ser de carácter estatal o privado; el
principal problema del oficialismo está en como hacer para que la población
acepte la privatización de las escuelas, en un país donde una larga tradición en
la defensa de la enseñanza publica ha provocado grandes convulsiones sociales.
La parte más sustancial es la que se corresponde a la privatización lisa y llana
de los servicios educativos. La insistencia sobre el tema en la matricula
escolar que la licenciada Puiggrós saca al ruedo cada vez con mayor frecuencia,
tiene que ver directamente con el consumo del producto educación.
La campaña empieza por la "libertad de elegir"
Durante las primeras décadas del siglo XX, la mayor parte de la oferta de
educación escolar en la Argentina, se mantuvo mediante una gestión centralizada
en el Estado Nacional. El golpe de 1943, del cual el coronel Perón fue un
ilustre protagonista, fue el encargado de implementar la educación religiosa en
las escuelas públicas; borrando de un plumazo el carácter laico que le
consagrara la ley 1420.
En 1947, ya con el peronismo en el poder, esta implementación tuvo fuerza de ley
y se amplió el acuerdo con los sectores eclesiásticos al asumir el gobierno el
pago de subsidios a la educación privada destinado a salarios decentes y mejoras
y mantenimiento de infraestructura. El peronismo en 1954 entra en crisis con la
iglesia católica, pilar de los sectores golpistas de la "revolución
fusiladora" de 1955, y deroga el aspecto vinculado a la enseñanza religiosa
en las escuelas públicas, pero, todo lo que tiene que ver con el subsidio a la
enseñanza privada sigue vigente hasta el día de hoy, sin que ninguno de los
gobiernos democráticos o dictatoriales que transcurrieron la historia nacional
hayan modificado ese punto. Todo lo contrario. El estimulo a la educación
privada fue una constante de todos los gobiernos que se sucedieron en los
últimos 60 años.
Desde 1955 por iniciativa del gobierno militar, que derroca al peronismo en el
poder, comienza una fuerte campaña por la promoción de la enseñanza libre en el
ámbito universitario y superior. El gobierno de Arturo Frondizi en agosto de
1958 lanza la iniciativa para una apertura generalizada de centros de enseñanza
fuera del ámbito estatal. Toda esta situación desató un enfrentamiento social
(LAICA o LIBRE) ya que implicaba una renuncia del estado a su hegemonía sobre la
certificación de saberes a favor de las empresas privadas de educación. Los
"progresistas" de aquellas épocas, alineados detrás del frondizismo, recurren a
las fuerzas policiales, las que, en complicidad con grupos operativos vinculados
a la iglesia católica y de rompehuelgas profesionales, se encargaban de
desalojar por la fuerza las facultades y los colegios secundarios tomados por
alumnos y profesores; la policía montada, en tanto, con la utilización de gases
lacrimógenos y balas de goma arremetía contra las manifestaciones estudiantiles,
dejando un verdadero tendal de estudiantes y docentes heridos.
Sin embargo, las políticas privatizadoras encontraron durante décadas un limite
infranqueable, la demanda. La educación publica siguió siendo la verdadera
ganadora de esta batalla en el plano popular. La elección de los padres y de los
estudiantes universitarios estaba decididamente inclinada hacia la escuela y la
universidad estatal. De todas maneras, "la libre elección" del servicio
educativo, basado en el axioma privatista sobre la "libertad de enseñar y
aprender", se impuso por ley y será reforzado por las sucesivas normas que
derogaran a la ley 1420.
Puiggrós elige privada
Desde que en 1992, año en el que se completó la descentralización del sistema
educativo con el traspaso de las escuelas secundarias a las provincias y los
institutos de formación docente, son las distintas jurisdicciones las que
garantizan la liquidación de subsidios. Por la dimensión de su sistema
educativo, la provincia de Buenos Aires tiene la mayor cantidad de
establecimientos de gestión privada, casi 7300, de los cuales casi 5000 reciben
en forma de subsidios un sustancioso aporte estatal. Como la absoluta mayoría de
los establecimientos subsidiados son confesionales, la defensa de políticas para
que el estado se haga cargo del financiamiento de la enseñanza privada es un
principio inclaudicable de la iglesia, la que utiliza en forma permanente todos
los mecanismos de presión posibles para que estos sean incrementados. La
política de subsidios a las escuelas privadas es absolutamente injustificada.
Era la propia directora Puiggrós la que en la década del ´90 le restaba
importancia a los agentes privados en la escolarización y en el crecimiento de
matricula en las escuelas.
No existe ninguna evidencia en el sistema educativo argentino que sirva de
prueba para considerar que el incremento de la matrícula en los niveles inicial,
primario y secundario se le deba a la acción de particulares. Todo lo contrario,
aun en un contexto donde existe un estimulo permanente de la escuela privada
(por los propios representantes ministeriales de la educación pública) sigue
siendo el Estado el principal agente en esta política de escolarización. Sin
embargo, pese al papel marginal que cumple el sector privado, su relación con el
gasto en educación (subsidios) es proporcionalmente superior a la inversión que
se realiza en el sector público.
El estado no renuncia en su batalla para desmoralizar a los padres y
convencerlos de las bondades de enviar a sus hijos a establecimientos privados.
Esto lo realiza de varias maneras: abandonando a su suerte a las escuelas
públicas, esperando que se caigan a pedazos; congelando los salarios docentes;
restándole carácter científico a los contenidos para implementar la "educación
en valores"; improvisando programas de estudio descentralizados y arbitrarios en
cada una de las 24 jurisdicciones en las que se divide el país; etc. Así y todo
la población se empeña en mandar a los niños a las escuelas públicas. Fue
necesario entonces hacer uso de la fuerza para que la campaña a favor de las
privatizadas se acelerara.
Desde 1994, con la sanción de la Ley Federal, el estado le reconoce a los padres
el derecho a elegir el tipo de educación que tendrán sus hijos. La posibilidad
de libre elección de escuelas está en directa relación con las políticas de
ajuste educativo y la provincialización de los servicios, homologada por "esa
ley nefasta" de acuerdo a las opiniones de Filmus y Puiggrós en su momento. La
elección familiar de la escuela a la que habrán de concurrir sus respectivos
hijos tiene, desde el punto de vista del derecho, un carácter tan reciente como
inserción del "modelo neoliberal" tan criticado por el oficialismo actual. En
los hechos, significa una coerción legal que justifica la retirada del estado en
su obligación de financiar y estimular la educación publica, laica y gratuita
para todos los ciudadanos del país.
Cuando Ley Federal de Educación (sancionada en abril de 1993) determina que las
acciones educativas son "responsabilidad de la familia y del Estado Nacional",
texto que recogen las actuales leyes sancionadas en el periodo kirchnerista y
que fueron fervorosamente apoyadas por el inefable Hugo Yasky y su ladero
Roberto Baradel, no hace más que un reconocimiento que la educación se ha
transformado en un objeto de consumo, cuya elección dependerá del marketing de
cada empresa educativa.
Los capitalistas acompañan activamente la sanción de estas leyes y eso es lo que
explica la presencia de los popes de los principales grupos económicos en casa
de gobierno ante la presentación de la nueva Ley Nacional de Educación. Es que,
lo que está en juego es el reparto de las sumas del presupuesto educativo en
formas de subsidios a particulares. La intervención de particulares en la
enseñanza no tiene nada de solidaridad con la distribución del conocimiento; así
como la participación en el negocio ferroviario no tuvo nada que ver con mejorar
el transporte de las personas. Se trata, pura y simplemente, de rapiñar el
dinero público destinado a educación.
Filmus elige privada
Las recientes declaraciones del candidato Filmus, realizadas durante su estadía
en los EE.UU., muestran que la campaña "disparen en contra de la escuela
pública" se encuentra en pleno desarrollo. "Los maestros son peores que los
de antes" declaró, para agregar a renglón seguido, que el deterioro de la
educación en la Argentina se lo debemos al "deterioro en la calidad de los
docentes". Para Filmus "En la Argentina cambió la composición social de
la docencia". "Cuando uno mira hacia 1950, 1960, ve que elegían la
docencia fundamentalmente mujeres de sectores medios ".
Las personas que elegían la docencia eran mujeres de familias acomodadas, dice
el ministro con una profunda vocación clasista, con lo cual la calidad educativa
era superior. Lamentablemente continua el ministro "estas mujeres fueron
ingresando a la universidad y dejando estas carreras, con lo cual cambió la
composición social de la docencia" y cayó el nivel educativo. Filmus se
lamenta que las actuales maestras no provengan de sectores acomodados. Imagina
el señor ministro que esto le traería menos complicaciones a la hora de discutir
salarios. Lo que seguramente le faltó decir -aunque lo piense en su intimidad-
es que esas "damas acomodadas", por las que siente tanta nostalgia, tendrían
mayor vocación por la docencia que las actuales maestras que se debaten en la
pobreza.
¿Que tal? Una joyita este burócrata. Lo que el elitista ministro D. Filmus
debería hacer, antes de emitir opiniones tan descalificadoras para maestras y
profesores, es recorrer las escuelas de las provincias y el conurbano y observar
como las actuales maestras "poco acomodadas" han convertido el acto educativo en
un acto heroico. Pero, en el amor como en la política todo vale, y ya
denunciamos que tanto el ministro Filmus, como la licenciada Puiggrós, se
encuentran en medio de una campaña cuyo objetivo es privatizar la educación
pública y gratuita. Y no se van a detener, frente a semejante y redituable
campaña, en cuestiones éticas o morales.
El actual ministro de la cartera educativa, en su momento secretario de
educación de Carlos Grosso, es partidario de las escuelas shoping y utiliza,
como la licenciada en provincia de Buenos Aires, todos los medios a su alcance
para descalificar la labor docente, logrando con esto un tiro por elevación para
precipitar la caída de todo el sistema educativo público.
Municipalizar para privatizar
Mientras el estado se compromete a subsidiar la educación privada y confesional,
las leyes votadas tanto en el plano Nacional, como en el provincial siguen
adelante con la política descentralizadora que esta vez apunta a la
municipalización de las escuelas sosteniendo que: "Imaginar un federalismo
educativo que dé relevancia a la identidad local, municipal, regional, sin
perder los lazos que unen la parte con el todo", "Los Municipios que sostienen
instituciones educativas lo hacen como parte de la gestión estatal de manera
complementaria y no supletoria de la responsabilidad del Gobierno Provincial",
aclarando que esta descentralización se extiende a "nuevas formas de
atención de las necesidades educativas y educativo-asistenciales mediante
comedores, guarderías, jardines de infantes (Ley Segarra en provincia) escuelas
primarias y secundaria, centros de capacitación y otras propuestas, atendidas
por personas, grupos y organizaciones de diverso carácter social y comunitario".
"La existencia de centros educativos que no están inscritos en los registros de
la gestión pública estatal ni de la privada, pero que cumplen con una labor
socio-educativa, debe ser reconocida y reglamentada sin que su reconocimiento
afecte las atribuciones y la integridad del sistema escolar, tal como las
establece la presente Ley".
No existe mayor prueba de culpabilidad que la propia confesión de la parte. Las
leyes sancionadas promocionan la descentralización; la municipalización; la
indiscriminada certificación de conocimientos mediante títulos basura, expedidos
por personas o grupos cercanos al poder; la distribución de generosos subsidios
para estas personas o grupos, los que dirigirán actividades educativas a partir
de las iniciativas privadas, las unidades básicas, los comedores regenteados por
punteros, etc.
Filmus-Yasky y Solá-Puiggrós patrocinan una educación dictada por punteros,
curas y Ongs, convenientes para sus aspiraciones intelectuales, culturales,
ideológicas, religiosas y/o sociales, en detrimento de la educación formal
dictada por docentes preparados para la tarea pedagógica. La promesa de
incentivos impositivos y subsidios dirigidos a la oferta de educación privada
tienen la finalidad de captar una parte importante de la población, tanto en las
redes del mercado como en las clientelares. Como ya fue dicho, la posibilidad de
"elección libre" de escuela por parte de algunos sectores sociales, va en el
sentido de privatizar lisa y llanamente servicios educativos para aquellos
grupos con capacidad de elegir escuela. Por otro lado, la idea de la libre
elección tiene como objetivo generar demanda. Nos detenemos apenas en este punto
que amerita la elaboración de trabajos posteriores.
El mercado se desenvuelve bajo el esquema oferta-demanda; la educación, para
pasar a ser objeto de consumo tiene necesariamente que perder su carácter de
obligatoria. Es decir, si a la población se le impone desde el estado que debe
mandar a sus hijos a la escuela, el famoso libre juego entre la oferta y la
demanda pierde su carácter capitalista. La implementación de la "libertad para
elegir" coloca la iniciativa del lado del consumidor, dejando de ser una
imposición por derecho. El "objeto educación" ingresa de esta manera, en el
universo de las leyes que regulan la existencia de cualquier mercancía. Esto
vale para la elección de escuelas privadas, pero también para la elección de
escuelas públicas.
Gran parte del "espíritu" de las nuevas leyes educativas se centran en la
"productividad" de los servicios educativos y hasta mencionan el pago de
salarios de acuerdo al merito docente. La idea es una escuela demandada por la
comunidad y no reclamada como un derecho del que el estado se deba hacer cargo.
A más demanda más inversión
El estado se dispone a abandonar las escuelas de su carácter obligatorio y a
atender aquellas que cumplan con las pautas económicas que regulan las leyes del
mercado. A simple vista, esto solo supone la pérdida del derecho a la educación
pública y gratuita para el conjunto de los ciudadanos y una descentralización de
contenidos y presupuestaria fenomenal.
Cada escuela en función de la productividad puede implementarse como una unidad
académica distinta a las otras, en el objetivo de ganar matricula e incrementar
su presupuesto.
La relación de financiamiento estará de acuerdo a pautas productivas: demanda de
ingreso, cantidad de matricula, selección de docentes, continuidad en el dictado
anual de clases, promoción de alumnos. El estado renuncia de esta manera a un
sistema educativo nacional y centralizado, para beneficiar a las empresas
privadas de educación y de paso para privar de educación a los ciudadanos.
Nos encontramos en medio de una campaña en contra de la escuela pública que
tiene todos estos componentes. Las autoridades educativas son concientes de que
para que esta obra de destrucción pase, se hace necesario quebrar la voluntad de
los docentes y la unidad lograda entre estos y los padres.
La de la escuela pública vuelve a estar en cuestión. Dependerá de la comprensión
de lo que está en juego, para que el pueblo argentino salga en su defensa o la
vea caer. Hasta ahora, los poderosos intereses privatistas han encontrado
grandes aliados tanto en el kirchnerismo como en los gremios docentes. Pero,
esta es una lucha cuyo desenlace final continua incierto.