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Argentina: La lucha continúa

El mismo sistema de impunidad, que mata en cualquier parte

Jaque al Rey fue testigo privilegiado del encuentro entre familiares y sobrevivientes de Cromañon e Ycuá Bolaños, la masacre en el supermercado de Asunción. Dos días antes de la jornada que cerró "Pensar Cromañon", compartimos una cena donde las dolorosas similitudes entre ambos hechos se hicieron presente, como la lucha que parieron y la esperanza que los sostiene.

Luis Zarranz
lzarranz@jaquealrey.org
Fotos: Carina Batagelj
cbatagelj@jaquealrey.org

Es la noche de un viernes primaveral en Buenos Aires. Los rostros de los que cenan en una típica pizzería porteña median entre el relajo y el cansancio. Las posturas, los gestos y las conversaciones denotan alegría por un nuevo fin de semana que arriba, y agotamiento por una nueva semana laboral que se extingue.

   No parece el escenario más convencional para el tipo de encuentro que vamos a tener pero a menos de diez minutos de comenzar a conversar, todos y cada uno de los sujetos y objetos que completan la escenografía del lugar, pierden sentido. Se desfiguran, desaparecen, no interesan.

   Los sentidos se concentran en Liz Torres, sobreviviente de la Masacre de Ycuá Bolaños, en Paraguay, que dejó más de 400 muertos. Liz tiene una lucidez apabullante y cautivante para contar el proceso de lucha que, desde aquel mediodía del 1º de agosto de 2004, la tiene como una de las referentes.

   Sin embargo su relato no está dirigido exclusivamente hacia nosotros, sino hacia familiares, amigos y víctimas de Cromañon, con quienes se están conociendo en este preciso instante en el que el mozo trae la bebida que, quizá, sea para saciar tanta sed de Justicia.

   En consecuencia, Jaque al Rey es testigo privilegiado del encuentro de familiares y sobrevivientes de dos de las masacres más terribles de los últimos años en América Latina: Cromañon, en Argentina; Ycuá Bolaños, en Paraguay. Ocurridas ambas en el 2004, tienen asombrosos, intrigantes y dolorosos puntos en común.

   Para dar cuenta de esos caminos recorridos y participar del último encuentro del ciclo “Pensar Cromañon”, Liz había arribado a Buenos Aires unas horas antes, desasiendo la ruta que Diego Rozengart –gestor de estos encuentros y hermano de Julián, asesinado en Cromañon- había hecho unos meses atrás.

   Diego, Liz y Oscar, sobreviviente del atentado de Atocha, en Madrid el 11 de marzo de 2004, fueron los panelistas que cerraron “Pensar Cromañon”, contando la resistencia de cada caso, el domingo 30, en el santuario de Once.

   Pero ahora es viernes 28 y todavía faltan dos días para ese domingo. En una pizzería, porteña como la arrogancia, se produce este encuentro entre Liz y un reducidísimo grupo de padres y amigos de las víctimas de Cromañon.

   Liz tiene esposo y dos hijos y vive a dos cuadras de Ycuá Bolaños. Aquel domingo entró al supermercado con su compañero y ambos pudieron salir con vida. Fueron los únicos de esas dos cuadras que sobrevivieron. Los dieciséis restantes que habían ido al súper, quedaron allí. “Por suerte –sostiene- ese domingo fuimos nosotros y no los chicos. Nosotros los sábados hacíamos las compras y los domingos, si faltaba algo, iban los chicos por los detalles. Por suerte ese domingo fuimos nosotros porque no habíamos hecho la compra del sábado”.

   “Por suerte”, dice Liz y a uno se le anuda la garganta. “A mí me sacaron después de cuarenta minutos y salí inconsciente. Mi compañero salió muy quemado, tiene muchos injertos en la mano, en los brazos, en la cara. Yo me quemé los ojos y tragué mucho humo pero lo recuperé en cuatro días”. “Lo que siempre digo es: “A mí me salvó la gente. Yo tuve muchísima gente muerta sobre mí y lo que digo es que soy la vida de otros, porque de verdad lo siento así. Entonces no me puedo quedar callada y sin voz. Ellos están sin voz. Si yo me moría, lo mínimo que iba a esperar era que la gente salga a la calle, y más mis familiares, a reclamar Justicia. Sería muy egoísta decir ‘nos salvamos’ y entonces nos quedamos quietos”.

   Los rostros de dolor de quienes vivieron ese mismo proceso pero en Buenos Aires, estremece. La trágica moraleja de Ycuá Bolaños, como Cromañon, es el desprecio por la vida y la valoración, por encima de ésta, del dinero y las mercancías.

   Por eso, en ambos casos las puertas estuvieron cerradas. En Paraguay, para que no se fueran sin pagar, mientras ardía el supermercado; en Cromañon para que no entren sin entrada. “Las salidas de emergencia estaban tapadas con mercadería”, dirá Liz durante la charla “Si se cortaba la luz por cualquier motivo, la orden era cerrar las puertas”

    El encuentro conmueve a lo largo de la noche por la impresionante cantidad de semejanzas entre un hecho y el otro; una lucha y la otra; y la respuesta de la sociedad y la Justicia aquí y allá. Liz acaparó toda la atención para contar todo el proceso surgido en Asunción. Aquí narramos parte de ese encuentro, donde sobró espacio para el dolor, pero también para la esperanza.

   “Sentate Liz, que ganas tenía de conocerte”, sostiene de entrada Silvia Bignami, mamá de Julián. “Y yo lo mismo”, responde Liz. Luego, se acomoda y se lanza a explicar lo inexplicable

Los sospechosos de siempre

   “Los únicos que estuvieron presos, y ya no lo están más, fueron el dueño Juan Pío Paiva y su hijo del dueño, Víctor Daniel, que estaba en el supermercado y ejecutaba las ordenes. Ellos, más un guardia de seguridad”. La primera frase genera, instantáneamente, olor a impunidad.

   “Estuvieron en prisión hasta hace dos semanas atrás, en que fueron liberados gracias a la coyuntura política de nuestro país. Saben ustedes que le dieron la libertad a Lino Oviedo, que estaba acusado por intento de golpe militar y por las muertes de los jóvenes en la plaza. Como se siente arriesgada la candidatura de Nicanor (Duarte Frutos), que es el actual Presidente y miembro del partido oficialista que gobierna desde 1949 y como una manera de enturbiar el ambiente político, libera el ex golpista, que también tiene un nivel importante de preferencia electoral”.

   “Este mismo artículo –prosigue- que dice que nadie puede estar más de dos años en prisión sin condena, fue utilizado para liberar a los Paiva”. Luego brinda más detalles: “Según la Constitución, efectivamente es así si no es mayor al tiempo que se plantea en la acusación  Y la acusación que tienen encima los Paiva es por 25 años como máximo; y cinco como mínimo. Y ellos recién estaban cumpliendo tres años de cárcel”.

   “Los Paiva tienen una cadena de supermercados, Ycuá Bolaños era el quinto. Cuando mirás la macroeconomía de nuestro país, te das cuenta que no puede haber tantas cadenas de supermercados instaladas. Evidentemente hay un alto nivel de corrupción por el contrabando y el lavado de dinero. Las cadenas de supermercados, junto con las estaciones de servicio, son las que, en general, sustentan las campañas políticas, electorales”.

   “Y los medios no dicen nada porque los dos más poderosos del país, ABC y Última Hora, son dueños de cadenas de supermercados: están en los mismo, pero por otro lado el 90% de los edificios de Asunción son bombas de tiempo: no tienen salida de emergencia, no están en lugares adecuados. O sea, están expectantes de que se siente precedente, jurisprudencia, para salvarse”.

   “El sistema judicial es vulnerable y ellos tienen mucho dinero. Dos meses antes de la sentencia de diciembre los Paiva vendieron dos de las cinco cadenas de supermercados en cinco millones de dólares pero los embargan por 4.200 dólares porque las demás acciones de la empresa estaban a nombre de sobrinos, primos y otros familiares. Creemos que esa plata se usó para mover la influencia judicial. No podemos tener pruebas, porque esas cosas no se hacen con papeles, pero es ‘vox populi’”.

 Las palabras de Liz toman la dimensión justa y encuentran el eco necesario, porque todos los presentes sabemos de lo que habla.

-Hay toda una criminalización en estos momentos hacia nuestra lucha. Nos acusan de tener planes de desestabilización y nos asocian con los dirigentes opositores. Hasta tenemos cuatro denuncias encima por perturbar la paz pública.

   Quien afirma esto no son los familiares de Cromañon, como podrá pensar un lector desprevenido, sino Liz Torres. Como se observa, el proceso, aquí y allá, es muy similar. “El Tribunal de Apelación, que en realidad está totalmente manipulado y administrado por el oficialismo y el Ejecutivo en particular, es el que firmó la salida de libertad de los dueños de Ycuá Bolaños”.

-O sea, no hay ningún detenido

-No hay ningún detenido por la parte empresarial. Al guardia, dos días después, le niegan la libertad porque vivía en alquiler, así que el peligro de fuga era mayor. Ahí cae en manto cómo funciona este sistema, favoreciendo a la gente que tiene poderes económicos.

-¿En este momento en que instancia del juicio están?

-El 5 de diciembre no se terminó de leer la sentencia del juicio que se estaba celebrando y no quedó firme ni ejecutoriada. Era irrisorio lo que querían hacer con esa sentencia así que se armó un desbande. Reivindicamos el 5 de diciembre. Éramos muchísimas personas y voló la primera silla hacia la mesa del Tribunal y ahí vino el resto. Nadie atentó contra la vida de los acusados. No queremos justicia por mano propia ni venganza, queremos que las instituciones, hagan su trabajo, que haya un Nunca Más. Nuestro discurso empezó a ser “no podemos respetar instituciones que no nos dan respuesta”. Si no Stroessner seguiría gobernado Paraguay, porque habría que respetar las instituciones. Ningún derecho, ni el más liberal, se consigue llorando y arrepentidos: se consigue en las calles.

   Con esto lo que dejamos sentado es que no vamos a permitir dictaduras judiciales nunca más en nuestro país. Entonces se vuelve a llamar a un nuevo juicio oral y público porque según la legislación del Código Procesal Penal paraguayo, interrumpido el juicio por más de diez días, cae por sí solo. Así que el primer juicio cayó. En realidad, fue un estallido social interesante porque debieron crear una figura legal donde no la había. El Tribunal de Apelación dicta el apartamiento de los jueces, pero no puede dictar su recusación. Así se apartan a dos jueces y queda la presenta del Tribunal, que había pedido la pena máxima y hablaba del dolo. 

   “Luego viene esta jugada de dejar en libertad a los dueños, aplicando la misma figura que con Oviedo. Un viernes queda libre Víctor Pío Paiva pero el lunes pero pillamos la jugada. La jugada era que el Tribunal se inhiba, el juicio caiga y quedemos sin nada. Esa era la jugada de la defensa. Ahí entendimos la acusación de desestabilizadores: sabían que íbamos a resistir una medida así. Era el plan perfecto porque la causa se caía y no se iba a poder formar un nuevo tribunal hasta el 1º de agosto de 2008, fecha en la que se extingue la causa, si es que no hay sentencia en primera instancia”.

   “Entonces qué hicimos: ese viernes estallamos; el sábado y el domingo: asambleas permanentes, discusiones muy duras y el lunes amanecemos con la respuesta y nos convocamos en Ycuá y decidimos tomar una posición. Nos llamamos al “vacío a la injusticia”. No volver a presenciar el juicio hasta que declaren los compañeros, y acompañarlos. Convocamos a una marcha ese mismo día de más de 500 personas donde  un compañero cae infartado y muere al día siguiente a consecuencia de esto. No aguantó más”

   Las caras de dolor, angustia y rabia son indescriptibles. La lógica sin lógica de Cromañon, repetida en Asunción. Como acá, donde seis padres murieron como efecto de tantísimo dolor e impunidad. La injusticia mata sin piedad. Sobran ejemplos, aquí y allá.

   “Hicimos un acto con huesos y vísceras de animales, por un lado; y por otro, acumulamos la basura. Entonces dijimos: ‘así nos entregaron a nuestra gente, nos tratan como basura y el sistema es una basura’. Le prendimos fuego a eso, leímos las adhesiones y volvimos al barrio. Así que al día siguiente no tuvieron más remedio que retomar el juicio”

 Para que la impunidad no quede impune

   “Ahora estamos conformando un Frente que lo llamamos ‘Contra la impunidad y el terrorismo de Estado’”. Hay caras de “nosotros hicimos algo similar”, en la gente de Cromañon. “Es un Frente que está convocando a una marcha para el 19 de octubre en el que queremos hacer una marcha grande donde todo aquel que se sienta indignado con el sistema de impunidad que hay en el país, se convoque y vaya a la marcha”, afirma Liz.

 -¿Cuál es la imputación contra los dueños del lugar?, se pregunta por ahí.

-Los Paiva están acusados de homicidio doloso. Están imputados los Paiva y un solo guardia, cuando había muchísimas puertas, pero los demás quedaron sobreseídos supuestamente porque no consiguieron testigos que pudieran sostener que los vieron. Se sabe que habían trabajado ese mismo día. Esto delimita muchísimo la acusación pero se debe a un mal trabajo de loa Fiscalía del Ministerio Público. Y después están, también, acusado cuatro accionistas por exposición de personas a lugares peligrosos, porque eran miembros del directorio.

   “El sistema es tan perverso y funciona tan bien, que es impresionante. 24 horas después de la masacre ya tenían el plan trazado para proteger políticamente al intendente de la ciudad”. Se aclara una vez más. La que habla es Liz, aunque parezca que sean Silvia, Miguel y las otros compañeros de Cromañon

 -¿Qué hacen?, se quiere saber

-Dividen el hecho en tres causas judiciales, violando el principio de economidad procesal. Una causa afecta a los dueños, la parte empresarial. Otro frente es al constructor de la obra y el arquitecto; y el tercer frente es la Municipalidad, donde a pesar de las múltiples luchas que tuvimos en la calle, los escarches, no hubo imputación a ninguno de los dos intendentes: a Martín Burt, que es el que aprobó los planos que no coinciden con la construcción y el que lo habilitó provisoriamente –nunca le dio la habilitación total (era liberal, opositor); ni a Enrique Riera, que en esos momentos estaba en el poder y declaró que cobraron las tasas de control de pre-incendio pero que nunca se controló. Nuestra pelea fue en el ámbito jurídico pero también en el ámbito administración, y la seguimos peleando. 

-Contanos como es el apoyo, o no, de la población hacia su lucha, pregunta Silvia, queriendo saber si en esto también el proceso se asemeja. “A nosotros nos han acusado hasta de golpistas”, afirma.

Liz- En todo el primer año éramos las víctimas. Había mucho apoyo, no había represión. Pero cuando empezamos a cuestionar a poderes establecidos y empezaron a ver que reaccionábamos, ahí empezaron las opiniones en contra, etc, etc. Como no nos arrodillamos frente al sistema, nos temen. Al comienzo decían que queríamos plata, después que queríamos desestabilizar al país, que somos comunistas, de izquierda.

Miguel- A nosotros nos decían “¿Cuánto te pagaron por escrachar a Ibarra?”. Me mataron una hija, nadie me tiene que pagar nada.

Florencia –O sino te dicen que hablas desde el dolor, intentando descalificarte

Liz -Nosotros decimos “el dolor y la rabia es conciente”. “Estamos orgullosos de sentir ira por la impunidad e indignación porque prevalece el poder político y económico y los asesinos están sueltos”

   La conversación se zambulle, interesantemente, en una mezcla de voces, opiniones e impresiones sobre la reacción social, la indiferencia, la lucha de cada día, la izquierda que hace esfuerzos por parecer del siglo pasado, el sistema, la parábola de Ibarra, hijo de paraguayos y presente en Asunción luego de Ycuá Bolaños: “En la Ciudad de Buenos Aires, esto sería imposible que suceda”, sostuvo allí. Por cuatro meses tuvo razón. Luego se comprobó lo descarado de su testimonio.

El lugar de la masacre y el recuerdo

   Liz cuenta que lograron entrar a Ycuá Bolaños y hoy mismo levantan ahí el Memorial, en el estacionamiento del supermercado. “Nos metimos y rescatamos un montón de cosas: carritos, cenizas, hicimos un acto símbolo con esas cenizas y montamos un museo, que llamamos ‘Memorial Mártires de Ycuá Bolaños’”.

   “Ahí hacemos las reuniones, todos los lunes, dentro de Ycuá Bolaños. Es muy fuerte. A tal punto que una vez cortaron la luz pero nadie se movió. Prendimos unas velas y seguimos la reunión a oscuras”

   “Nosotros pedimos la expropiación del lugar y estamos esperando que termine el juicio. Lo que tenemos decidido, unánimemente, es no permitir que se construya otro supermercado. El dueño empezó a decir que el quiere reactivar la unidad económica, armar una cooperativa con los familiares”. (NdeR: todos lo puteamos) “Entonces le dijimos ‘¿qué vas a poner, la ceniza de la gente?’. Así que la idea es tomar el lugar, cueste lo que cueste. Las mamás, las abuelas dicen, ‘que me maten pero de acá no nos sacan’”.

 “Nuestra ventaja una ventaja es que el 80% de los familiares estamos en ese barrio, o sea estamos muy cerca. Y es un barrio (Trinidad) muy tradicional, conocido por las luchas sociales, en la época de la dictadura, había un sector juvenil de cultura muy fuerte. El cura, era de la Teología de la Liberación. En el 86 explota una planta de gas y luchamos por su relocalización y lo logramos”.

-¿Cómo los trata la prensa?

-La prensa comercial manipula el tema. Hubo hasta una columna en la que se sostuvo que cualquiera de los que murió hubieran hecho lo mismo. Que incluso ahí murieron capitalistas que también iban a cerrar las puertas, porque con este tipo de lucha lo que se arriesga es la propiedad privada y que todo el mundo existe el derecho a la defensa del saqueo. ‘Así que es una tontería que las víctimas planteen que la vida vale más que las mercaderías’, dice el artículo, que eso es ideologizar.

   Ese artículo, que Liz lleva consigo y nos lee con detenimiento, lo publicó a los tres años el dueño del diario La Nación, diario que, también, se parece mucho al de acá.

   Ninguno de los dos, jamás, publicaría ni una sola línea de este tipo de encuentros, del que salimos con-movidos y llenos de razones para seguir luchando. 

DOCUMENTO DE LOS 33 MESES

Consensuado entre Familiares, sobrevivientes y amigos de las víctimas de Cromañón, Ycua Bolaños y Atocha 

El dolor es el mismo. La justicia sin fronteras se conquista con la lucha de todos.

 Todos íbamos en ese tren.

La vida vale. Si a la vida, no a la avaricia. Nunca más otro Ycua Bolaños.

Argentina República de Cromañón. Todos somos sobrevivientes. 

 Este 30 de septiembre, a 33 meses de la muerte evitable e injusta de 194 personas en Cromañón, compartimos la calle con representantes de los colectivos en lucha de Atocha e Ycua Bolaños.  

 Madrid, mañana del jueves 11 de marzo de 2004

   Ibas en un tren, tal vez al trabajo o a la universidad, o a ver a tu madre, a celebrar un encuentro de amor, a buscar un empleo o devolver un objeto prestado. Mirabas al que estaba a tu lado, un ciudadano, un pasajero, alguien que camina contigo sin conocerte. O tus ojos, algo distraídos, atravesando el vidrio de la ventana buscaban sin ver algo del paisaje cotidiano o simplemente contemplaban la mañana que anunciaba un día como tantos.  

   Ibas por la vida, celebrándola, peleándola. Pertenecías a un pueblo que sabe de luchas y de miedos, que reclamaba por la paz, el respeto a los otros, el no meterse por la fuerza en lugares que les pertenecen a otros. Tal vez tú mismo estuviste en la calle manifestando contra la invasión al pueblo de Irak, de la que tu gobierno participó activamente. No alcanzó.  

   No alcanzó porque los que pueden decidirlo no quisieron. Se quedaron invadiendo. Te expusieron al peligro, te abandonaron en la muerte. Y luego, nos mintieron. Quisieron cargar tu muerte en nosotros mismos, pero fueron ellos. El poder no miró por tu vida. Tampoco nos cuidó en tu muerte. Estuvimos solos y necesitamos juntarnos.  

 Asunción, mediodía del domingo 1 de agosto de 2004

   Ibas al shopping a pasear, a hacer compras o buscar comida para cocinar en ese mediodía de domingo. Estabas con familia o amigos, para almorzar por el día de la amistad que había sido ese fin de semana. En ese supermercado te cruzabas siempre con tus vecinos del barrio Trinidad, muchos incluso trabajaban allí. Era día de descanso y de trabajo, de paseo, de compartir. Las dificultades económicas no son trabas para un pueblo acostumbrado a combatirlas. Con una democracia aún adolescente, todos los proyectos eran posibles aún.  

   No sabías, mientras caminabas dentro del Ycuá Bolaños, que por detrás de tu vida se estaba preparando un escenario de muerte. Los dueños del lugar, en connivencia con el Estado, estaban a punto de desenmascarar, de la peor manera, su realidad: preferían la ganancia fácil y rápida y no gastar en reformas de seguridad, y preferían tener seguras las mercaderías y no las personas, en un lugar diseñado para que nadie se vaya fácilmente de allí.

   Luego, la orden de cerrar las puertas hizo el resto. 

 Buenos Aires, noche del jueves 30 de diciembre de 2004

   Ibas por la música, la alegría y la compañía. Ibas escuchando con todo tu cuerpo, cantando de puro estar vivo, celebrando, peleando un nuevo año que se te venía con proyectos. Pertenecías a una generación que perdió las referencias, que intenta construir un lugar donde la convivencia no se parezca a la selva, pero no sabe por dónde empezar. Traías como herencia el abandono de los jóvenes, su culpabilización.  La matanza de los 90, el miedo de la década siguiente y el rebajarse a la miseria en los 90. Vivías en un país en el que ser joven resulta sospechoso, peligroso.  

   Ser joven era peligroso pero un buen negocio. El joven lo da todo y poco pide. El empresario lo sabe y prepara el escenario, unos billetes compran la distracción de los oficiales que deberían haberlo mirado atentamente. Unas monedas ya abrieron el camino, pues entregaban su parte para financiar la política. Alguien dijo: "abran el boliche, nadie va a decir nada". Aún sabiendo del techo incendiario, del exceso de gente, de los conductos de aire tapados  para no molestar a los vecinos. Aun sabiendo de los anteriores incendios, del riesgo, del supermercado en Asunción, del público bengalero. Quienes hacían el show, te llevaron a aquella trampa. Los funcionarios del Estado te mandaron a la muerte, jugaron con fuego y allí perdiste y te perdimos. No hay nada peor. No hay retorno.  

   Rápidamente empezaron las excusas; intentaron comprarnos, disolvernos, anularnos, acorralarnos en la lástima. No pudieron, nuestro corazón latía muy fuerte aún en la debilidad y muy cerca de nuestros pensamientos. No nos arrebataron la voluntad, la condujeron con formato de furia y contenido de pelea dirigida hacia el poder.  

Mucha gente nos acompañó. Todo el mundo se cayó a pedazos de tristeza y bronca. Pero muchos se asustaron cuando la furia se transforma en razón de combate y empezó a golpear en el centro del poder.  
 

   Estas tres experiencias se encuentran hoy, rompiendo las distancias, uniéndose en el afecto, aprendiendo de lo común y lo diverso. Las tres nacen del dolor.

   Las tres ocurrieron el mismo año, lo que implica que la experiencia temporal de los colectivos es muy parecida. Cada uno de los hechos ataca en forma indiscriminada a sectores muy amplios de la población, lo que define la enorme heterogeneidad de las víctimas. Esto hace que la construcción de nuestros colectivos sociales de victimas y amigos tenga que reinventarse a cada paso, sin manual, a veces siguiendo las experiencias que estaban en los saberes de la sociedad civil, y otras no. Dándonos ánimo e inteligencia cada día.  

   En los tres casos, son las decisiones políticas las que abren la posibilidad de la muerte, orquestada por la lógica empresaria del lucro por encima de la vida. En Atocha, la búsqueda de pozos petroleros llevó a la invasión a Irak y las respuestas de ciertos grupos puso a España en la mira; en Asunción y Cromañón el afán desmedido de lucro permitido por la estructura política es muy parecido. Por lo tanto son todas muertes políticas, más allá de las discusiones sobre masacres o tragedias. 

   En los tres casos, los colectivos elaboran una propia evaluación sobre las responsabilidades, que siempre van mucho más lejos y más alto de lo que parece aceptar la "sociedad". Aquí está entonces otra idea: la necesidad, desde mecanismos del poder político y a través de las empresas de prensa y comunicación, de construir una "versión oficial" de los hechos, que se aleje de la evaluación que realizan las víctimas cuando ésta apunta su dedo acusador sobre las cúpulas.  

   Todas las muertes son injustas. Los hombres y mujeres afectados hacemos algo para mitigar la bronca de la muerte cercana, siempre injusta. La muerte de un hijo, de un novio, un amigo, no tiene reparación individual. Los nuestros no tienen reemplazo. La tristeza es la compañía inevitable.

   Pero cuando se percibe que una muerte es política, se movilizan otras respuestas, que son también políticas. Y siempre, siempre nos acompaña la bronca, la rabia y aun la furia. Esos sentimientos son los legítimos e inevitables en estos casos.

   ¿Cuáles son las muertes políticas? En primer lugar, son las muertes evitables, las que se producen por las acciones de los hombres o por el silencio cómplice o la tolerancia frente a la prepotencia y la impunidad que atraviesan nuestro cotidiano vivir.

   Las muertes políticas son la consecuencia de negocios inmorales, de la codicia tolerada por la corrupción de las autoridades, son aquellas que afectan el ejercicio de los derechos de la gente. Son aquellas que nos debilitan como democracia. Que nos ponen en peligro a todos.

   Las muertes políticas llevan a los afectados a respuestas políticas. Salir a la plaza, marchar, escarchar y demandar a las autoridades exigiendo responsabilidades. Ocupar el espacio público, opinar abiertamente, pensar colectivamente. Explicar a los otros ciudadanos el riesgo que todos corremos. Eso es respuesta política a la muerte política. También el silencio, el abandono, el retraimiento en el dolor personal, en estos casos, es una respuesta política, más útil para consagrar la impunidad de quienes generaron las condiciones de la muerte para que no afronten sus responsabilidades, y de este modo las condiciones de la muerte se mantengan.

   El ánimo social y el acompañamiento de la gente a la demanda es también una respuesta política, porque es eso lo que podría generar los cambios necesarios en las condiciones de la vida. Por eso necesitan inventar una "sociedad" que no sea protagonista, que consuma por televisión y finalmente adopte la posición cercana a la lástima antes que la participación defendiendo las condiciones de vida e impidiendo las muertes evitables.  

El dolor es el mismo. La justicia sin fronteras se conquista con la lucha de todos.

TODOS IBAMOS EN ESE TREN.

LA VIDA VALE. SI A LA VIDA NO A LA AVARICIA. NUNCA MAS OTRO YCUA BOLAÑOS. A

ARGENTINA REPUBLICA DE CROMAÑON

TODOS SOMOS SOBREVIVIENTES.

Las victimas de Atocha, presentes

Las victimas de Ycua Bolaños, presentes

Las víctimas de Cromañón, presentes.

Los familiares, sobrevivientes y amigos en lucha presentes

AHORA Y SIEMPRE. 

(Corresponden a la última jornada de "Pensar Cromañon, en el santuario de Once)

Fuente: lafogata.org