Argentina: La lucha continúa
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La renta petrolera y los problemas energéticos de la Argentina
Félix Herrero - Diego Mansilla
Infomoreno
En esta nota de la revista Desafíos de noviembre de 2006, Eduardo Vaianella
sintetiza los principales conceptos vertidos por los integrantes del MORENO, en
una exposición brindada en el Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, sobre la
propiedad de los recursos energéticos, la renta petrolera, el modelo de
privatización, la crisis energética, el estado de las reservas y el papel de
ENARSA.
El conflicto entre producción y consumo
Los hidrocarburos en general, y el petróleo en particular, son insumos económica
y tecnológica- mente estratégicos por ser recursos naturales no renovables y
extremadamente usados en la vida diaria (combustibles, electricidad,
calefacción, productos plásticos, abonos, asfaltos, etc.). Existe una permanente
puja por la distribución despareja de las reservas mundiales de hidrocarburos,
ya que por un lado se concentran los grandes propietarios y por el otro los
grandes consumidores, lo que ha generado, durante el siglo XX y lo que va del
actual, numerosas guerras por su dominio. La denominada Guerra del Chaco, que
enfrentó a Bolivia y Paraguay en la tercera década del siglo XX, es un ejemplo
paradigmático, así como el despojo mediante el cual Perú, representando a la
Standard Oil, arrebató una y parte del territorio ecuatoriano donde tenía
influencia la Shell.
El petróleo es un recurso no renovable. Por eso, se incurre en un error
conceptual al hablar de 'producción' de petróleo cuando lo correcto sería decir
'extracción',ya que el petróleo es el mismo que primero está bajo tierra y
luego, una vez extraído, es quemado. Y ya nunca más podrá ser utilizado. La
fijación de su precio internacional se basa en criterios políticos, ya que
resulta de la negociación entre las fuerzas que operan en un mercado oligopólico:
existen unos pocos países con muchas reservas, unas pocas empresas que las
manejan y un conjunto de grandes consumidores muy concentrados. Por ello, el
precio de venta no guarda relación alguna con su costo.
La renta petrolera
La renta corresponde al propietario del recurso, ya se trate de un campo, una
mina o un pozo petrolero. En nuestro caso el propietario del recurso es el
pueblo argentino, encarnado en el Estado Nacional y los estados provinciales.
Nada tiene que ver esto con la utilidad normal que, dentro del sistema
capitalista, corresponde a un inversor y que, por otra parte, las petroleras
descuentan para calcular sus costos.
Según datos extraídos del balance de Repsol, el costo por barril en el 2005 fue
de U$S 5,85(1); el petróleo argentino se vendió, en promedio, a U$S 56 el
barril, lo que deja una renta unitaria aproximada de U$S 49. Con lo que se
extrajo en ese año el cálculo de la renta total alcanza a U$S 12 mil millones y
se distribuyó del siguiente modo:
Nación (retenciones e impuestos): 3.100 millones de dólares (26%).
Provincias (regalías): 700 millones de dólares (6%).
Empresas: 3.200 millones de dólares (27%).
El 40 % restante va en una escasa proporción a los consumidores, que pagan las
naftas a un precio inferior al internacional, pero la mayor parte es retenida
por las refinerías -que son las propias petroleras- al adquirir el producto a un
precio mucho más barato que el internacional. Además, la mitad de la nafta que
se obtiene con petróleo barato, es exportada por estas empresas. A esto se suman
los subsidios, directos e indirectos, que reciben del Estado. En definitiva,
quien maneja propiedad, renta, gestión y derechos del petróleo, es quien en
realidad fija la política petrolera.
Un poco de historia
La Argentina descubrió petróleo el 13 de diciembre de 1907, en Comodoro
Rivadavia. Era el noveno o décimo de los países del mundo que descubría petróleo
por entonces y fue el primero en establecer una empresa petrolera y hacer una
reserva del recurso. Se trató de una política de Estado que se mantuvo a través
de los años y los gobiernos. El pensamiento señero de Mosconi fue tomado como
ejemplo por Uruguay, México y Venezuela que crearon sus empresas estatales e
hicieron la reserva de su petróleo. Buscaban con ello defenderse de la guerra
entre los dos grandes monopolios mundiales de la época, Standard Oil y Shell,
que respondían a EEUU e Inglaterra, respectivamente.
En nuestro país, YPF se desarrolló en los Territorios Nacionales. Esto obedeció
al histórico conflicto planteado entre la gestión empresaria estatal, monopólica
y centralizada, y las viejas oligarquías provinciales (salteña y mendocina, en
aquel momento), que entregaban concesiones a las multinacionales. Cuando las
provincias petroleras, ya en nuestros días y como parte del proceso
privatizador, recibieron el 12% de las acciones de Y.P.F., las vendieron de
inmediato. De no haberlo hecho, contarían con una posición mayoritaria en
Repsol. Pero no había en los gobiernos provinciales vocación petrolera, sino que
había vocación financiera del petróleo. Mientras que la Nación tardó de 1907 a
1992 en concretar la traición de la venta de Y.P.F., las oligarquías
provinciales tardaron menos de un año.
Antaño las 'guerras petroleras' se libraban en procura del dominio de los
mercados. Hoy, en cambio, asistimos a una enconada lucha por el dominio de las
reservas. Según las proyecciones de distintos grupos que estudian el tema, éstas
se agotarán en 25 ó 30 años, o tal vez un poco más. Lo cierto es que no se
agotarán en todos los países a la vez; pero sí se puede afirmar que aquellos que
carezcan de petróleo tendrán muchas dificultades para seguir siendo naciones en
el futuro. Esto hace que la provincialización actual sea muy riesgosa. Si se
piensa que la venta anual de la Exxon Mobil cuadruplica el PIB nacional, se
advierte que fragmentar el subsuelo debilita mucho la posibilidad del país para
enfrentar a estas potencias petroleras mundiales.
Otro elemento que sirvió eficazmente para despojar a los países de su petróleo
-tal como lo ha experimentado la Argentina- ha sido el endeudamiento externo. La
empresa estatal YPF fue obligada a tomar decenas de créditos internacionales que
no necesitaba, ya que sólo tenía una deuda operativa (no de capital) anual de
300 millones.
El proceso de privatización
En 1989, mediante tres decretos, se privatizó el 'régimen petrolero'. El status
jurídico de este primer tramo de la privatización es de crucial importancia ya
que estos decretos podrían ser derogados por otros, sin intervención ni del
Congreso Nacional, ni de la Corte Suprema de Justicia, ni de la Procuraduría
General de la Nación.
Dos años después se privatizaron los yacimientos a través de la Ley de
Emergencia Económica y, al año siguiente, se hizo lo propio -también por ley-
con la gestión de YPF y Gas del Estado.
Hoy se levantan voces interesadas en preservar los privilegios de las empresas
concesionarias, diciendo que no se puede 'renacionalizar' porque están de por
medio los contratos. Se pretende hacer primar el derecho anglosajón, en el que
los contratos prevalecen sobre la ley y la justicia estable se logra cuando las
dos partes pueden negociar libremente entre sí. El derecho romano (también el
hispano y el latinoamericano), algo más sabio, sostiene que cuando contrata un
débil con un fuerte no se logra la justicia, sino que ésta sólo resulta
garantizada por una legislación que tenga como objetivo el bienestar general: la
ley prima, pues, por sobre los contratos. Hoy en Argentina tenemos leyes que no
se han cumplido y contratos que se quieren cumplir contra la ley.
¿Crisis energética o crisis de modelo?
Lo que está en crisis es el modelo privatizador que, en lugar de conducirnos,
como lo habían prometido sus impulsores, a una economía energética moderna de
tipo tecnológico postindustrial y postservicios, nos ha retrotraído a una
economía primaria: cuando no llueve no hay electricidad en los embalses, cuando
hace frío no tenemos gas natural en las viviendas, cuando hay cosecha no alcanza
el gasoil, cuando aprieta el calor hay cortes de energía eléctrica, etc. Se
trata de una economía primaria regida por el clima.
Lo que debe cuestionarse es el modelo neoliberal de privatización energética y
no las medidas de un gobierno en particular.
Pues la crisis obedece a la falta de inversión, a la carencia de exploración, a
la falta de nuevas destilerías y de ampliación de las existentes. Se trata de un
modelo que permite no invertir e igualmente mantener la concesión.
¿Cómo se logra la inversión en un sistema donde la decisión de hacerlo no está
en el Estado concedente sino en la empresa concesionaria, en función de sus
utilidades y remesas? Es preciso recuperar la renta petrolera y con ella llevar
a cabo las inversiones, dentro de una política de largo plazo. En el corto
plazo, mientras tanto, se hacen remiendos: importar gasoil de Venezuela, vender
menos gas a Chile, importar más gas de Bolivia, etc. Pero la crisis persiste
porque atañe al modelo. Es el sistema neoliberal que en materia energética ha
fracasado en la Argentina y a nivel mundial: ha fracasado también en Rusia,
donde se vuelve a nacionalizar el crudo; fracasó en Venezuela, donde se retoma
la renta petrolera; fracasó en Bolivia, donde se renacionalizaron el petróleo y
el gas.
Privatización de la información
Toda la información disponible en materia energética se basa en los números que
brindan las empresas del sector, ya que, junto a la privatización de YPF,
también se privatizó el dominio de esta información. Cuando YPF era una empresa
estatal, la Secretaría de Energía publicaba un informe mensual donde figuraban
los costos de extracción cuenca por cuenca. Argentina es hoy el único país del
mundo donde las estadísticas petroleras están privatizadas. Asimismo la
estadística de reservas disponibles surge de una simple declaración jurada por
parte de las empresas. El MORENO ha insistido -sin lograrlo- en la necesidad de
que se realice una auditoría de costos y de reservas absolutamente
independiente, llevada a cabo por profesionales argentinos, que se cuentan entre
los más competentes del mundo.
Esta necesidad surge de la posibilidad real de que las empresas brinden datos
falsos en cuanto a sus reservas, ya que esto está directamente vinculado al
valor de sus acciones. El petróleo está en concesión -ya que nos pertenece a los
argentinos- pero Repsol, en Bolivia y en Argentina, hace figurar en sus activos
propios las reservas de Loma de La Lata y todas sus reservas en territorio
boliviano.
Reservas, ¿qué reservas?
Un problema crucial se relaciona con la caída sustancial de las reservas. El
último dato oficial nos dice que, a diciembre del 2005, se contaba con ocho años
de reservas para el actual nivel de extracción, consumo y exportación. No
obstante, esto no significa que en el 2014 el petróleo se acabe
indefectiblemente. Por un lado porque no existe la certeza de que el mismo dato
sea veraz, pero aun aceptando que lo fuera, hay que separar lo que serían
reservas comprobadas - sabemos cuánto petróleo hay y dónde está- y las reservas
potenciales. Las empresas hablan de ocho años porque desde que se privatizó YPF
se dejó de buscar petróleo, única manera de hallarlo. Mientras YPF estatal
perforaba 100 pozos por año, en 2004 se perforaron entre 10 y 15, y hubo años en
los que no se hizo ninguno. La caída de las reservas argentinas no se debe a que
nuestra riqueza se esté agotando, sino a que no se está buscando nuevo petróleo,
a pesar de que existen muchos datos que indican que hay aún mucha riqueza por
descubrir.
Existen motivos que pueden llevar a una empresa como Repsol a no explorar. Uno
de ellos sería evitar gastos y aumentar así las utilidades y los dividendos.
Otro es que, como se trata de una empresa multinacional, la preferencia de
inversión puede estar situada en Argelia, en Rusia o en el norte de Noruega y no
en las necesidades de los argentinos. Habría una tercera posibilidad que no
puede desdeñarse, sin adherir a concepciones conspirativas: que se busque dejar
al país sin reservas para exigir, desde una posición de fuerza, nuevos y mayores
privilegios: reducciones impositivas, aumento de precios, eliminación del riesgo
empresario y/o minero, etc.
Por otra parte, hay datos que indican que Repsol es la empresa que menos explora
en el mundo. El Departamento de Energía de los EEUU publica semestralmente lo
que se llama 'tasa de reposición', es decir cuánto se repone sobre la base de lo
extraído. Esta reposición puede hacerse explorando y encontrando nuevos
yacimientos o bien comprando otros pozos o empresas. La tasa de reposición de
Exxon Mobil, por ejemplo, es de 120%, la de Repsol es del 18%. Esto indica que
Repsol ha decidido, como política empresaria, no invertir en exploración.
ENARSA: Los riesgos del modelo SONANGOL
ENARSA recibió el 100% del mar y del territorio no concesionado en la Argentina.
Pero el MORENO alerta sobre la posible réplica del 'modelo SONANGOL'. En Angola
existe la Empresa Nacional de Petróleo (SONANGOL) que recibió también del
gobierno el 100% del mar y del territorio. Esta empresa constituyó una UTE
(unión transitoria de empresas) con la Chevron Texaco y con la Total y ha
entregado todo el mar, sin licitación, quedando con una participación de poco
más del 10%.
Por esta razón, el MORENO sostiene la necesidad de que haya licitación ya que,
aunque éstas puedan amañarse, siempre es mejor conocer previamente las
propuestas. Además, este sistema de concesión de una sola vez es muy peligroso,
por las prácticas corruptas a las que se presta. Hoy por hoy, ENARSA es más bien
una oficina de contratos que una petrolera o una empresa energética.
ENARSA también firmó convenios con Repsol, Petrobrás y PetroUruguay, para hacer
exploración marítima en el litoral de la provincia de Río Negro y de la ciudad
de Mar del Plata. En ambos casos la empresa participaría con el 35%. A su vez
ENARSA tiene el 35% de capital privado. Si por ejemplo, Repsol comprara ese
porcentaje, tendría una posición mayoritaria y se reduciría la participación de
nuestra empresa al 25%. El MORENO critica esta modalidad de desarrollo en
materia energética y no acuerda tampoco con la participación privada.
Nota:
1) De este valor sólo U$S 2,45 es el costo de extracción, el resto corresponde
al 'costo de descubrimiento' (estudios, perforación, infraestructura, etc.). En
el 2005 Repsol no sólo no descubrió una sola gota de petróleo, sino que el nivel
de reservas bajó un 15%
De los autores:
- Félix Herrero es Abogado y economista, Vicepresidente del MORENO.
- Diego Mansilla es Economista especializado en energía. Miembro de la Cátedra
Nacional de Economía "Arturo Jauretche".