Argentina: La lucha continúa
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Respuesta al comunicado crítico de CORREPI
el complicado oficio de periodista
Firmo mis columnas políticas como Emilio Marín en el diario La Arena, de
Santa Rosa, La Pampa, desde 1987, algunas de las cuales luego son difundidas en
otros medios progresistas del país e incluso unos pocos del extranjero. Esas
notas suelen caer bien en lectores del campo popular. También, lo cual es
lógico, me llegan críticas de familiares de militares represores, admiradores
locales del Estado de Israel, personas que detestan a Fidel Castro, gente
identificada con los partidos tradicionales que instrumentaron los planes
neoliberales en el país, ganaderos afiliados a Recrear y sindicalistas
burocráticos como Juan J. Zanola, de Bancarios.
Sin embargo la Semana Política número 655 que publicó La Arena con mi firma el
14 de enero último ha provocado un par de cuestionamientos curiosos que quiero
comentar y responder.
Mi columna tuvo tres grandes temas. El primero aludía en tono satisfactorio a la
reactivación de la causa contra Isabel Perón para juzgar los crímenes cometidos
por la Triple A. El segundo, a los negociados y ganancias de los monopolios en
el mercado local. El tercero, a denunciar los centenares de crímenes policiales
de "gatillo fácil".
El primer tramo provocó la crítica de un responsable de una lista de correo
identificada con la llamada izquierda nacional. El 16 de enero recibí un mail
suyo donde se afirmaba: "Con el resto de los temas tratados en esta nota
editorial de ´La Arena´ de Santa Rosa se puede disentir o no. Pero la primera
parte es, simplemente, una versión ´izquierdista´ del odio gorila hacia las
masas argentinas y sus elecciones políticas desde 1945 hasta la fecha". En
síntesis, me acusaba de gorila y antiperonista.
El capítulo final de mi nota, subtitulado "Sigue el gatillo fácil", decía
textualmente: "Esa doble vara se vio el jueves a la tarde en La Plata, luego que
centenares de vecinos protestaran contra un nuevo caso de ´gatillo fácil´ contra
un joven de 17 años, que aparentemente había intentado cometer un robo en un
domicilio del barrio Los Hornos. Esposado dentro de un patrullero, fue fusilado
por los efectivos policiales, que le plantaron un revólver para disimular el
crimen y mentir que el joven estaba armado. A veces hay informes de un organismo
de derechos humanos (Correpi) que incluyen indebidamente algunos casos como si
fueran de ´gatillo fácil´. Este, donde murió Darián Barzabal, sí que es un
crimen cien por ciento policial y hay centenares de muertes como ésta al año sin
que la justicia ponga cuatro fiscales como en el crimen de Nora Dalmasso".
Como se puede leer, yo cuestionaba el "gatillo fácil", sostenía que hay
centenares de casos como el del joven Barzabal y criticaba el doble rasero de la
justicia, que no trata con la misma celeridad y esfuerzos esos homicidios y el
del country.
Correpi, que no era motivo central de esa parte de mi artículo, reaccionó con un
virulento comunicado enviado a las redacciones. Un envío lo firmaba simplemente
Correpi y el publicado en Argenpress (19/1) llevaba el nombre de María del
Carmen Verdú (Correpi). Ignoro si esa desprolijidad obedeció al apuro por salir
a polemizar conmigo o si hay algún protagonismo personal u otra circunstancia.
Esa organización y esa persona están en todo su derecho de criticarme aunque
hubiera sido conveniente no incurrir en falsedades (no exentas de cierto
maccartismo porque incluyeron referencias personales y hasta partidarias que no
tenían que ver con el tema en discusión).
Digo falsedad porque su comunicado me imputa haber afirmado que "Correpi miente
en su Archivo". Nunca pensé eso. Escribí que Correpi "a veces incluye
indebidamente algunos casos como si fueran de gatillo fácil", que es muy
distinto. Y mantengo ese punto de vista, pues valoro positivamente el trabajo de
Correpi desde 1995 en adelante y a la vez señalo lo que me parece un error
político en su Archivo.
El comunicado del organismo me "intima" a que diga "cuáles casos son falsos,
fueron inventados, o no responden a la aplicación cotidiana de la política
represiva del estado argentino". Ya aclaré que no creo que sean falsos ni
inventados sino que hay algunos que están mal incluidos porque, para decirlo en
los términos suyos, "no responden a la aplicación de la política represiva del
Estado argentino".
Diré lo que pienso sin necesidad de intimaciones (deformación profesional de
estos abogados, que podrían haberme pedido, invitado o exigido una aclaración,
pero que me "intiman" como si la discusión política fuera una demanda judicial).
Creo que en Argentina hay "gatillo fácil", aún en democracia, con centenares de
casos anuales. Pero no se pueden sumar situaciones distintas como si fueran lo
mismo. Es "gatillo fácil" cuando el gobierno de Carlos Menem ordena reprimir y
matar en Ushuaia y Cutral Co; el de Fernando de la Rúa en Corrientes, Tartagal,
General Mosconi y Plaza de Mayo; el de Eduardo Duhalde en Puente Pueyrredón y
Estación Avellaneda, etc. Es "gatillo fácil" cuando la policía mata a jóvenes,
delincuentes o no, y les planta armas, como sucedió ahora bajo el gobierno de
Néstor Kirchner con el joven Barzabal en La Plata. Es también "gatillo fácil"
cuando el Servicio Penitenciario deja morir intencionalmente a 34 presos en un
incendio de la cárcel de Magdalena, como ocurrió durante el gobierno nacional y
el de Felipe Solá en Buenos Aires.
Pero a mi juicio, siendo necesaria la justicia para todos los crímenes, "no
responden a la aplicación de la política represiva del Estado argentino" un
asesinato cometido por un policía de franco en su barrio contra un vecino por
cuestiones domésticas; ni cuando un policía retirado, desequilibrado mental,
asesina a su ex esposa y luego se suicida. Correpi también suma este tipo de
muertes a su archivo en el mismo plano que los asesinatos de Darío Santillán y
Maximiliano Kosteki, como si los casos reales de "gatillo fácil" no fueran lo
suficientemente dramáticos y numerosos.
Esa metodología equivocada no fue cambiada por el organismo en su última
presentación, el 15 de diciembre de 2006. Ya en en la de 2004 había precisado
que los asesinatos "en discusión/prepotencia" implicaban el 26,80 por ciento de
la cantidad total. En la de 2005 volvió a decir que "gatillo fácil a su vez
contiene (…) homicidios en ocasión de discusiones o prepotencia".
En ese último rubro está su error metodológico, que tiene un claro fondo
político. Es que se quiere sumar casos al Archivo para imputarlos a Kirchner y
fortalecer el punto de vista de que éste es el peor gobierno de todos. Presentó
un informe 2003-2006 sosteniendo que la represión política y el "gatillo fácil"
se habían incrementado y "exhiben índices superiores a los de cualquier gobierno
anterior" (Correpi, 13/08/2006).
La diferencia de criterios y política explica que Correpi pueda discrepar
muchísimo con mi artículo en el diario La Arena. Pero que de allí a considerar
que el mismo supone que yo soy peor que los "recontra alcahuetes de Néstor
Kirchner", me parece una mera descalificación. Creo que con esa forma tan poco
fraternal no se debe discutir en el ancho campo popular.
La abogada de Correpi tendría que entender que no tiene el monopolio de la
verdad en derechos humanos y debe tolerar opiniones diferentes. Ella considera,
como lo sostuvo en ocasión de discutirse el documento del último 24 de marzo,
que "el gobierno de Kirchner tiene más presos políticos que los gobiernos
constitucionales anteriores" y que el presidente continúa la política de
"exterminio y genocidio" de la dictadura. "La derecha está en la Casa Rosada",
rezaba el afiche suyo para la presentación del Archivo de diciembre último, con
una foto de Kirchner y Blumberg, sin distingos.
Los dirigentes de Correpi tendrán que seguir leyendo artículos de muchos
periodistas, no sólo los míos, donde se les demostrarán que esas aseveraciones
son muy inexactas. Ojalá que aquella contaminación política no vuelva poco
confiable las estadísticas de ese organismo y sobre todo, que sus arbitrarias
comparaciones no sigan embelleciendo al dictador Jorge R. Videla y al vaciador
Menem, entre otros.
Yo no soy alcahuete de nadie y menos de este gobierno, al que cuestiono su pago
al FMI, su respaldo a los grandes empresarios, su protección a la burocracia
sindical de la CGT, su política salarial, los numerosos casos de "gatillo fácil"
cometidos por sus fuerzas de seguridad, el envío de tropas a Haití, la
legislación "antiterrorista" y demás concesiones a la Casa Blanca, entre tantas
otras críticas.
Pero Correpi escrachó a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación el 15 de
diciembre de 2006, como si fuera lo mismo Eduardo Luis Duhalde que Luis A. Patti.
También sostuvo que los comandos parapoliciales no existen porque "son Arslanián
y sus policías", en una lamentable coincidencia con la campaña de derecha
motorizada por Juan Carlos Blumberg.
Entre las mayores barbaridades está lo que escribieron con motivo de la
desaparición de Luis Gerez: "Usted, presidente Kirchner, es la dirección
política de los represores, secuestradores y torturadores. No se quiera hacer la
víctima de su propia tropa" (Correpi-Boletín Informativo 408 - 31 de
Diciembre de 2006).
¿No se darán cuenta que esas posturas equivocadas favorecen las campañas del
imperialismo? Los compañeros de Correpi tienen que reflexionar. Es que la
derecha cívico-militar fascista estaría contenta de que algunos militantes de
derechos humanos, en vez de proponer un frente de unidad democrático-popular
para luchar por la aparición de Julio López, por el juicio y condena a los
genocidas y por la defensa de todos esos derechos, difundan conceptos tan
disparatados como los mencionados de ese Boletín.
22 de enero de 2007
EMILIO MARÍN superiore