Argentina: La lucha continúa
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Dolores de crecimiento
Marcela Valente
IPS
Apenas cinco años atrás, Argentina había colapsado. Poco después se logró parar
la caída al abismo y pasó a liderar el crecimiento económico en América Latina,
con mejoras en el empleo, en la distribución del ingreso y menos pobreza. Pero
aún hay luces de alerta encendidas.
"Se viaja muy mal, pues desde que se recuperó la economía la flota de transporte
público no da abasto", se lamenta Sergio Orona, un voluntario de la Asociación
Civil Poder Popular, una organización social de La Matanza, el distrito cercano
a la capital argentina y el más populoso de la oriental provincia de Buenos
Aires con más de dos millones de habitantes.
El problema apuntado por Orona a IPS sintetiza de algún modo el estado de la
situación actual en este país. La reactivación de la actividad se manifiesta
sobre todo en el mayor consumo, aunque los beneficios no llegan a todos por
igual y los servicios públicos no siempre acompañan la creciente demanda.
Orona asegura que hay familias pobres que van logrando dejar atrás lo peor de la
crisis. Pero no hay para todos. "En La Matanza, nada alcanza", rima el activista
social, y es que las personas mayores de 50 años, muchas de ellas jefas de
hogar, sólo consiguen un trabajo temporal por estos días.
Conductores de vehículos de transporte, ayudantes de jardín, trabajos en la
construcción o reparación de viviendas y el servicio doméstico son aún empleos
informales que se activan especialmente al ritmo de la recuperación de la clase
media. Pero la seguridad que da pasar del desempleo a un puesto formal es
todavía un rubro de lento andar.
Según el último panorama de la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe, la región, beneficiada por un mejor desempeño de la economía global,
cumplió en 2006 su cuarto año de crecimiento con tasas superiores a cuatro por
ciento y mantendrá ese nivel en el año que acaba de comenzar.
Pero el aumento de la actividad tuvo sus matices. El año pasado, Argentina
creció más del doble de que lo hicieron Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay.
Este país, que sufrió como casi ninguno de sus vecinos --salvo Uruguay-- una de
las peores crisis económica, social y política de su historia a fines de 2001,
creció 8,5 por ciento en 2006, un desempeño similar en promedio al que alcanzó
en los últimos cuatro años.
Economistas de distintas corrientes coinciden en que el acelerado ritmo de
aumento del producto interno bruto se mantendrá este año merced al mejor poder
adquisitivo de la población, a la capacidad aún ociosa de la industria, los
buenos precios de sus productores de exportación, el superávit comercial y la
recaudación que contribuye a mantener altas las reservas en divisas.
Los temores, empero, vienen por el lado de la inflación, que en 2006 se ubicó en
torno a 10 por ciento y no fue más alta gracias a una férrea política de
acuerdos entre el gobierno de centroizquierda de Néstor Kirchner y las empresas
formadoras de precios.
También se mantienen las sirenas de alerta sonando por el lado de la oferta de
energía, en problemas graves por la falta de fuertes e imprescindibles
inversiones. Pero los analistas sostienen que, aun así, la economía argentina no
dará sorpresas desagradables en el correr de este año.
Distinto es el panorama social, donde se perciben las mayores deudas, mientras
que los grandes avances del pasado reciente parecen haber ingresado en una
meseta.
Los más beneficiados fueron los jubilados, un sector muy rezagado que recibió
una decena de aumentos hasta completar una mejora de 200 por ciento en sus
ingresos, respecto del peor momento de la crisis.
La desocupación abierta, que llegó a 24,1 por ciento de la población
económicamente activa en 2002, bajó hasta 10,2 por ciento en la última medición
de 2006, contando como empleados a jefes y jefas de hogar acreedores de un
subsidio social. Sin este sector, el indicador subiría casi dos por ciento.
La creación de empleos crece al ritmo de sectores "estrella", como la
construcción, la industria automotriz, la actividad agropecuaria y servicios
bancarios, de seguros y turismo. Según el Ministerio de Trabajo, en el último
año sumaron cerca de 385.000 los nuevos puestos laborales, en su mayoría en el
sector formal de la economía.
Si bien aún el trabajo informal representa casi 40 por ciento del total de
empleos, en los últimos 12 meses la ocupación en el sector formal creció casi 12
por ciento, mientras que la ilegalidad retrocedió 2,2 por ciento. Estos datos
impactan positivamente en la franja más vulnerable de la sociedad.
La pobreza en Argentina llegó a alcanzar a 57,5 por ciento de sus 37 millones de
habitantes, como consecuencia de la recesión de cuatro años que culminó con el
colapso de diciembre de 2001, pero esa trágica tendencia se logró revertir y hoy
bajó a 33 por ciento y siguen en declive.
Sin embargo, aún es un porcentaje muy elevado, dijo a IPS el diputado opositor
Claudio Lozano, economista asesor de la Central de Trabajadores Argentinos, una
de las dos agrupaciones de sindicatos y de tendencia izquierdista.
El experto añadió que se trata de un índice negativo todavía superior al
registrado en los años 90, cuando comenzó a crecer la pobreza.
Pero, además, Lozano se manifiesta preocupado por el desequilibrio en la
distribución del ingreso. Datos oficiales indican una mejora al respecto, pues
los que tenían mejores ingresos en 2003 percibían 56 veces más que los que
estaban en la base de la pirámide, mientras que ahora se bajó a 35 veces esa
brecha.
"La mejora de ingresos se notó en sectores medios y altos, no entre los más
pobres", aclaró Lozano. "Aunque la actividad económica ya es casi 20 por ciento
mayor a la que había en 1998, cuando comenzó la recesión, se está consagrando un
modelo con mayor pobreza, mayor desempleo y mayor brecha de ingresos", a su
entender. Este economista considera que se trata de límites del modelo
económico, y que no se advierte voluntad de corregirlo. "Vamos hacia un
crecimiento económico sostenido, a una rebaja de la pobreza y la desocupación
este año, y a una mejora de la brecha, pero no serán cambios acordes con la
recuperación económica", alertó.
Por su parte, Juan Carlos Aldereste, líder del movimiento de desocupados
Corriente Clasista y Combativa, coincide con esta idea. "Argentina salió de la
crisis, pero el crecimiento fue muy desparejo y no alcanza para todos", señaló a
IPS.
La Corriente realizó al finalizar el año una marcha hacia Plaza de Mayo, el
paseo público de Buenos Aires situado frente a la sede del gobierno, también
llamada Casa Rosada. Allí los manifestantes acamparon para reclamar aumento de
subsidios.
En el momento más álgido de la crisis, los planes Jefes y Jefas de Hogar sin
Empleo beneficiaron a más de 1,6 millones de familias con un subsidio de 150
pesos mensuales (50 dólares). Actualmente la cantidad de beneficiarios bajó casi
a la mitad, debido a que los demás consiguieron un trabajo.
Pero el monto del beneficio se mantuvo a pesar del incremento del costo de vida.
Hoy, una familia integrada por la pareja y dos hijos necesita percibir más de
850 pesos al mes (285 dólares) para no ser considerada pobre.
"La cantidad bajó, pero los que se quedaron pobres viven miserablemente",
advirtió Alderete. "El Estado debería rediseñar la ayuda para capacitar a los
que no tienen oficio", añadió.
Tanto Alderete como Orona coinciden en que la peor parte la llevan los
desocupados con más de 40 años. "Necesitan acceder a la educación, capacitarse,
aprender nuevos oficios", remarcó el voluntario de la organización de La
Matanza.
En respuesta a estas demandas, el Ministerio de Trabajo informó que entre 2004 y
2006, 110.000 beneficiarios de planes para desocupados finalizaron sus estudios
-primarios y secundarios-- o se capacitaron en algún oficio.
Pero como dice Orona, en algunos sitios, por ejemplo en La Matanza, "nada
alcanza" para volver del abismo.