Argentina: La lucha continúa
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El caso de desaparecido, torturado y liberado desata pasiones
Prensa Latina
El caso del testigo en un proceso por represión, Luis Gerez, secuestrado y
posteriormente liberado previo tránsito por una cámara de torturas, desata en
estos momentos con fuerza la pasión argentina por las intrigas y la
desconfianza. Paradójicamente, luego de elogios iniciales por su reacción rápida
y con cierta firmeza ante el caso, el gobierno del presidente Néstor Kirchner,
cuyas principales banderas son los derechos humanos, la memoria y la justicia,
es el más golpeado.
Los hechos, desencadenados en la noche del 27 de diciembre con el secuestro de
Gérez, un testigo importante contra un ex comisario policial represor,
parecieron llegar a feliz término 50 horas después con su aparición.
El albañil de 50 años, un activista en un proyecto llamado Pensar Escobar -la
localidad donde reside- que ganó el apoyo gubernamental, fue encontrado
deambulando sin rumbo en un barrio cercano por dos niñas que lo auxiliaron y lo
llevaron a su casa.
Descamisado, con marcas de quemaduras de cigarrillos en el pecho, los tobillos y
muñecas marcados por ataduras y golpes en la cabeza y las piernas, sólo atinó a
pedir que buscaran a su familia y rogaba que no llamaran a la policía.
Tras tratamiento especializado, dado su estado emocional, y nueve horas de
declaraciones ante fiscales, Gerez ofreció una singular rueda de prensa en la
que, al decir de los porteños, dijo poco y nada de lo sucedido y no aceptó
preguntas.
"Mi liberación es el triunfo de la democracia, es mérito de todos ustedes y de
la decisión firme del presidente Kirchner", dijo ante reporteros y numeroso
vecinos de Escobar, e hizo votos para que "no ocurran más estas cosas", en el
país.
Después recordó que falta recuperar a Jorge Julio López, 76 años, también
albañil y testigo clave en el juicio contra otro ex represor policial en la
provincia de Buenos Aires, desaparecido desde el 18 de septiembre sin que nada
se sepa aún de su suerte.
El hecho de que la liberación de Gerez ocurriera poco después de que Kirchner
pronunciara una alocución por cadenas de radio y televisión atribuyendo su
secuestro a la acción de grupos paramilitares o parapoliciales es, ahora, el
centro del debate.
Los argentinos de todos los colores políticos, con la excepción de los
funcionarios del gobierno y quienes lo apoyan, no pueden evitar las reacciones
suspicaces ante este caso, resultado de décadas de ocultamientos, omisiones y
engaños con los más variados fines.
La euforia inicial de personalides gubernamentales en atribuir la liberación de
Gerez más "al firme discurso del presidente" que a las acciones policiales y la
movilización popular, para citar sólo dos factores, se volvió contra las
autoridades.
La avalancha de acusaciones e hipótesis de que todo pudo haber sido una maniobra
tramada por el oficialismo proviene tanto de partidos y personeros de la
derecha, como de sectores de la izquierda.
La presidenta de la organización Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini,
identificada como una partidaria de Kirchner, demandó en declaraciones radiales
que Gerez hable más. Al mismo tiempo, exigió de las autoridades encontrar a los
secuestradores "para que no quede todo por la mitad".
Un amplio comentario publicado ayer en el diario Página/12, apunta
también en esa dirección. Aunque reconoce el rápido accionar del presidente,
justifica la desconfianza de testigos en causas contra represores que rechazan
la protección oficial al calificar a la Policía bonaerense de "organización
delictiva de casi 50.000 hombres". "El Gobierno debería brindar una imagen que
no da: confiar en la movilización popular, empujar organizaciones barriales,
tejer una red de protectores de base, por ejemplo", opina el diario.
Un balance del turbulento año que recién concluyó, con un respaldo popular aún
mayoritario a la ejecutoria de Kirchner, quizás esté sugiriendo la perentoriedad
de andar por ese rumbo.