Argentina: La lucha continúa
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Amenazados pero no paralizados
Eva Orifici, ex detenida desaparecida y Manuel Gonçalves, nieto recuperado
y querellante contra el ex intendente de Escobar, aseguran que seguirán con sus
reclamos, pero buscan protección.
Manuel Gonçalves convocó a Luis Gerez para que testificara contra Patti en el
Congreso.
Julián Bruschtein.
Imagen: Sandra Cartasso
Eva
Orifici tiene 57 años y estuvo desaparecida durante dos meses en 1976. Fue
maestra toda su vida, al igual que su marido, y siempre participó en el
sindicato que agrupa a los docentes en la provincia de Buenos Aires, Suteba.
Tiene dos hijos, Martín, de 33, y Marcos que tiene 22. Manuel Gonçalves tiene
30, su identidad recuperada y una hija pequeña. A los dos los une el hecho de
haber pesado para que el ex subcomisario Luis Abelardo Patti no asumiera su
banca de diputado, ella a través de su testimonio y él como convocante de
testigos –entre ellos Luis Gerez– para que declararan en el Congreso. El
secuestro de este hombre hizo que ambos sintieran de cerca la amenaza. De hecho,
Orifici tiene custodia desde que le dejaron un mensaje intimidatorio luego de la
desaparición de Jorge Julio López. Pero ninguno de los dos piensa en cambiar de
rumbo. "La intención es meternos miedo, pero lo único que van a lograr es que el
pedido de justicia se redoble", dice Manuel
Eva vive en Del Viso junto a su marido, Raúl Alberto Marcino, con quien formó
parte del listado de personas desaparecidas en la última dictadura. "Nos
secuestraron a los dos el 29 de marzo de 1976. En aquella época vivíamos en
Escobar, a dos cuadras de la comisaría. Nos llevaron en un celular hasta el
patio trasero, donde el represor Luis Patti tomaba parte del registro de
trabajo. Ahí estuvimos con Enrique Tomanelli, Gastón Gonçalvez, y el periodista
de Escobar Tilo Wenner, que todavía siguen desaparecidos."
Manuel recuperó su identidad hace unos años a través de las Abuelas de Plaza de
Mayo y con ella a su familia biológica. Además, el Equipo Argentino de
Antropología Forense identificó a su papá, enterrado como NN en el cementerio de
Escobar. De la desaparición de Gastón José Gonçalvez está acusado Patti. "Es muy
doloroso lo que pasó con Luis (Gerez), porque yo lo fui a buscar para que
testifique en el Congreso. Recuerdo bien que salió temblando después de
declarar, lo que me causó mucha culpa, pero enseguida se acercó, me abrazó y me
dijo que me agradecía por haberle dado la oportunidad de contar lo que le había
pasado."
Los dos por separado se detienen a pensar cuando se les pregunta si les produce
miedo lo que está sucediendo con los secuestros de los testigos en causas de
derechos humanos, pero no dudan en su respuesta. "La preocupación más vale que
la tenemos, pero el acompañamiento de los compañeros y de la familia es lo que
nos mantiene firmes. El impacto es muy grande porque estamos reviviendo la
historia 30 años después. Pero nosotros ya declaramos e hicimos lo que teníamos
que hacer", dice Eva con firmeza. Manuel va aún más allá, "por supuesto que lo
que está pasando está directamente ligado con la intención de meternos miedo,
pero lo único que van a lograr es que el pedido de justicia se redoble".
La sensación de que aún quedan activas estructuras ligadas a la represión, cuyos
integrantes se resisten a ir a juicio, hace que la sensación de exposición de
los testigos de las causas sobre el terrorismo de Estado se potencie. "Ya
pasamos por dos situaciones de gravedad. El 8 de julio fuimos a reconocer el
centro clandestino de detención de Campana, el campo del Tiro Federal, y al día
siguiente, para mostrarnos que conocían nuestros movimientos, entraron en
nuestra casa y nos robaron todo, hasta los documentos. Después, en octubre,
sufrimos una amenaza más directa. Estábamos en la casa de gobernación bonaerense
junto a un grupo de compañeros por el caso de Jorge Julio López, cuando llamaron
a casa y nos dejaron un mensaje intimidatorio", cuenta Eva con cierto
desconsuelo.
Los involucrados en esos procesos debaten sobre el tipo de protección que el
Estado debería brindarles. La discusión está signada por el hecho de que serían
protegidos por la misma institución que los secuestró y torturó durante la
dictadura. "La policía en la puerta de tu casa es algo que los testigos no ven
con buenos ojos, sobre todo porque son parte de la fuerza contra la que tienen
que testificar. Nosotros tuvimos algunas reuniones entre los que estamos
impulsando la causa y nos pusimos de acuerdo con el gobierno bonaerense para que
cuando aparezcan las pulseras de protección, todos las vamos a usar", asegura
Manuel.
Orifici relata que "cuando recibimos la amenaza, al día siguiente nos
comunicamos con la secretaría de Derechos Humanos, y fuimos a hacer la denuncia
a la UFI 2. El fiscal nos puso custodia. Nos asignaron un patrullero con dos
agentes de la Policía frente a casa durante las 24 horas. Se cumplió durante un
tiempo. Después quedó un policía, y más tarde él mismo hacía un rondín cada
tanto. La Policía Bonaerense nos planteó que tenían mucho trabajo, así que nos
ofrecieron custodia dinámica: una parte de la custodia se hacía cargo la
comisaría de la zona, y parte el cuerpo de custodia de personas de San Isidro".
Eva detalla indignada que tuvo que ir a quejarse porque "yo fui directora de
escuela durante 15 años y sé que para cada designación tiene que haber una
documentación. No puede ser que venga cualquier persona disfrazada de policía y
me diga muy suelto `yo soy su custodia’. Nosotros no tenemos por qué ir a pedir
una mejor protección. El Estado tiene la obligación de cubrir nuestra
seguridad".
Gonçalvesz propone con claridad que "el problema está en los tiempos que se toma
la Justicia para avanzar con estas causas. Nosotros ya pasamos por dos juzgados
federales y dos Cámaras y viene para largo. Se les otorga un margen de acción
demasiado extenso". Y advierte lo que puede suceder en zonas más desprotegidas
del país. "Lo que más nos preocupa es que si pasa esto con las causas de la
provincia de Buenos Aires, no queremos ni imaginarnos lo que sucederá si alguna
familia se presenta en Salta o algún otro lugar del interior".
Fuente: lafogata.org