Nuestro Planeta
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El jardinero infiel
Las empresas farmacéuticas usan a las poblaciones del tercer mundo para
hacer experimentos no autorizados en su país
Silvia Ribeiro
Fabrizio y Jordano, dos de los 140 bebés peruanos que fueron sometidos a un
experimento de la empresa Ventria Biosciences con sustancias derivadas de arroz
transgénico, muestran alergias desde entonces, según declararon sus madres a la
prensa (La República, Perú, 20/7/06).
Según el testimonio de Diana Canessa Garay, madre de 24 años, el año pasado
llevó a su bebé de ocho meses al Hospital del Niño, en Lima, con un cuadro de
diarrea severa. Una médica le ofreció entonces administrarle un "suero de
arroz", lo que la joven de 24 años aceptó ya que no tenía razones para
desconfiar de la "autoridad médica", y le preocupaba lograr la pronta
recuperación de su único hijo. Firmó entonces la autorización que le pedían para
poder administrarle el medicamento, sin comprender realmente las consecuencias
que podría tener.
Diana no sabía entonces que su hijo, que ahora tiene dos años, pasó a ser objeto
de un experimento de una empresa biotecnológica estadunidense que no estaba
autorizado en el país sede de la empresa, con sustancias no aprobadas para el
consumo en ninguna parte del mundo.
Según la madre, luego de que le dieron este suero, el bebé comenzó a manifestar
alergias y actualmente es "enfermizo, delicado, alérgico a todo". Agrega "me
engañaron, sólo querían experimentar con mi bebito".
El experimento, que ahora ha sido denunciado por varias organizaciones
internacionales y peruanas de derechos humanos, consumidores, ambientalistas y
la Asociación Médica Peruana, consistió en administrarle a un grupo de bebés con
diarrea, un suero de arroz con las proteínas recombinantes lactoferrina y
lisozima, producidas en Estados Unidos en arroz transgénico modificado con genes
humanos sintetizados. (para más detalles ver artículo "Bebés como conejillos de
indias", La Jornada, México, 1/7/06)
Justamente, la posibilidad de provocar alergias de los fármacos recombinantes
producidos en plantas transgénicas, es uno de los riesgos que varias
organizaciones estadunidenses, incluyendo el Center for Food Safety (Centro para
la Seguridad de los Alimentos), habían alertado a las autoridades de su país
cuando Ventria solicitó aprobación para cultivar este tipo de arroz en
California.
Según el informe de ésta y otras organizaciones, sustentado con numerosas
referencias científicas, las proteínas recombinantes - derivadas de organismos
transgénicos- no son idénticas a las producidas naturalmente. Las diferencias
pueden ser tan sutiles que en laboratorio pueden ser difíciles de detectar. Sin
embargo, el sistema inmunológico de los seres humanos sí es sensible a estas
diferencias y puede generar anticuerpos, que en algunos casos llevan a la
reacción crónica a muchos otros alimentos o sustancias a los que antes el
paciente no era alérgico.
En la respuesta que emitió a los cuestionamientos de Asociación Pro Derechos
Humanos de Perú, el director del Instituto Especializado en la Salud de Niño,
doctor Dante Figueroa Quintanilla, uno de los responsables del experimento,
argumenta, entre otras cosas, que "en la medicina moderna se emplean lícitamente
proteínas recombinantes para mejorar la salud de las personas, por ejemplo
insulina, hormona del crecimiento, factores de coagulación y hematopóyeticos".
Justamente, en todo los casos citados por Figueroa Quintanilla han habido
problemas de algún tipo, pero como ya es común en el caso de los transgénicos,
la poderosa industria biotecnológica se ha ocupado de que sean escasamente
difundidos y poco conocidos. Es inexcusable que un director de hospital, que
firma su acuerdo para exponer a bebés a un experimento con proteínas
recombinantes, no las conociera, o peor aún, no las tomara en cuenta.
Por ejemplo, la insulina recombinante, uno de los ejemplos más usados por los
promotores de los transgénicos para señalar los supuestos beneficios de estos
productos, conlleva una historia de ocultamiento y manipulación sobre sus
efectos dañinos. En 1999, la Asociación Diabética Británica, dio a conocer un
extenso informe -que había ocultado varios años debido a las "donaciones" que
reciben de empresas farmacéuticas y de edulcorantes que también contienen
transgénicos- según el cual, habían recibido quejas de casi el 10 por ciento de
sus miembros (equivalente a 15 mil personas), directamente asociados con el
cambio de la insulina animal a la insulina transgénica.
Los daños reportados iban desde malestares leves hasta la ausencia de síntomas
previos al coma diabético, que es muy grave porque puede llevar al paciente a la
muerte, al no tomar medidas para enfrentarlo. Se ha documentado también la
generación de anticuerpos en el caso del uso de factores de coagulación y
hormonas de crecimiento. En un caso particular (MGDF) fue retirado de las
pruebas clínicas porque la formación de anticuerpos provocaba hemorragias. En
otros casos, siguen en circulación pese a que se conocen sus efectos dañinos, en
parte porque las empresas los ocultan o minimizan, en parte porque eliminan
otras alternativas o cuentan con poderosos cabilderos para impedir que se
conozca la verdad y se tomen acciones consecuentes.
Igual que con los transgénicos agrícolas, son abultados los expedientes ocultos
de los transgénicos de uso farmacéutico, ya que si se conocieran en totalidad,
no habría justificación para que estuvieran en el mercado.
En el caso de Ventria en Perú, parece que, además, están dispuestos a seguir el
triste camino que han recorrido muchas empresas farmacéuticas de usar a las
poblaciones del tercer mundo para hacer experimentos no autorizados en su país.
Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC